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Diciembre del 2006bienvenido a ESCRITOS EXEGÉTICOS
Por Gino Iafrancesco V. - 19 de Diciembre, 2006, 19:20, Categoría: General
BIENVENIDO A ESTE BLOG CRISTIANO: ESCRITOS EXEGÉTICOS Autor: GINO IAFRANCESCO V. EN ESTE BLOG ENCONTRARÁ LOS SIGUIENTES LIBROS: (1) EL LIBRO DE LAS JORNADAS (48 capítulos) (2) LA CASA Y EL SACERDOCIO (38 capítulos) (3) EL TEMPLO DE DIOS (23 capítulos) (4) APROXIMACIÓN A CRÓNICAS (7 partes) (5) ROMA EN (6) APROXIMACIÓN AL APOCALIPSIS (85 capítulos) Si desea acceder a todos los capítulos de este blog en depósito, y no solo a la primera vitrina, haga click en categoría "General". ADVERTENCIAS: EL AUTOR DE ESTE BLOG NO ES RESPONSABLE POR EL CONTENIDO DE LAS PROPAGANDAS NI DE LOS ENLACES QUE ROGAMOS AL LECTOR HACER DIFERENCIA ENTRE LOS VERDADEROS CONTENIDOS DEL AUTOR DEL BLOG, Y LOS OTROS DE LAS PROPAGANDAS O ENLACES. EL VERDADERO PENSAMIENTO Y SENTIMIENTO DEL AUTOR SE ENCUENTRA SOLAMENTE EN SUS PROPIOS ESCRITOS. SE ADVIERTE A LOS LECTORES QUE PERSONAS INESCRUPULOSAS HAN ESTADO USANDO INDEBIDA, FALSA E ILEGALMENTE EL NOMBRE DE ESTE AUTOR EN PÁGINAS PIRATAS PARA SOLICITAR DINERO, PROMOVER SEXO ILÍCITO, HACER DECLARACIONES ANTISEMITAS Y PRESENTARLO TERGIVERSADAMENTE COMO OCULTISTA, ESOTÉRICO, HERMÉTICO, CABALISTA, ETC., TODO LO CUAL ES FALSO. ESTE AUTOR, GINO IAFRANCESCO V., SE DECLARA ABIERTAMENTE CRISTIANO BÍBLICO, ABIERTO AL DIÁLOGO CIVILIZADO CON TODOS LOS HOMBRES. POR LO TANTO, ADVIERTE QUE TODA PÁGINA QUE LO PRESENTE COMO SOLICITANDO DINERO, COMO PROXENETA O PROMISCUO, COMO ANTISEMITA, O COMO OCULTISTA ESOTÉRICO CABALISTA HERMÉTICO, ES FALSA. Si desea consultar los blogs legítimos de este autor, puede verlos en:
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http://giv888.blogbeee.com [Atril] http://realtravel.com/member-m3149568-gino_iafrancesco_v.html EL LIBRO DE LAS JORNADAS
Por Gino Iafrancesco V. - 19 de Diciembre, 2006, 19:00, Categoría: General
EL
LIBRO DE LAS
JORNADAS
PREFACIO El Libro de las Jornadas, con base en Números 33, trata de la
aplicación espiritual neotestamentaria, al pueblo cristiano de Dios, de la
historia y tipológica peregrinación del pueblo de Israel en el desierto, desde
Egipto hasta la tierra prometida, pasando por la península del Sinaí, y
bordeando Edom y Moab. Según la
enseñanza del Nuevo Testamento, tal peregrinaje sirve como ejemplo a nuestro
peregrinaje espiritual en Cristo, lo cual es la tesis del autor en estas
páginas. El Libro de las Jornadas es, pues, la enseñanza en serie de Gino
Iafrancesco V. llevada a cabo las noches de los viernes en reuniones didácticas
de la obra, en la localidad de Teusaquillo, Bogotá, D.C., Colombia, América del
Sur, desde el 12 de noviembre de 1999 hasta el 28 de junio del año 2001. Se anteponen algunas previas aproximaciones
al tema realizadas anteriormente, las cuales son necesarias a manera de
introducción preparatoria. La
hermana en Cristo, Marlene Alzamora, diaconisa de la iglesia en la localidad de
Teusaquillo, asumió voluntariamente la maratónica tarea de grabar íntegramente
las conferencias y transcribirlas una por una.
Gracias a su inmensa labor que le agradecemos muchísimo, El Libro de
las Jornadas está ahora a disposición del público. Las transcripciones fueron revisadas por el
autor. Se presenta, pues, este legado
con el fin de ayudar al pueblo del Señor en su peregrinación espiritual hacia
la plenitud de Cristo. CONTENIDO Capítulos: JORNADAS Y SAZONES
Por Gino Iafrancesco V. - 19 de Diciembre, 2006, 18:59, Categoría: General
Primera aproximación JORNADAS Y SAZONES[1] Las jornadas del pueblo de Israel en el desierto En
la vida de "6Mas
estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos
cosas malas, como ellos codiciaron... 11Y estas cosas les
acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a
quienes han alcanzado los fines de los siglos". Aquí el apóstol Pablo declara algo muy importante,
refiriéndose al Antiguo Testamento, cuando el pueblo hebreo peregrinaba por el
desierto; a su salida de Egipto cruzaron el mar Rojo y luego experimentaron una
serie de pruebas. En el contexto
inmediato de la lectura bíblica, aparece en los versículos 6 y 11 la siguiente
expresión: "Mas estas cosas (esto
se refiere a todo lo que pasó el pueblo de Israel en su peregrinación) sucedieron
como ejemplo". No es
solamente como historia que estamos, leyendo sino como ejemplo para nosotros,
para que no codiciemos ni pequemos como ellos pecaron; y en el versículo 11 dice otra vez "y
éstas cosas les acontecieron como ejemplo para amonestarnos a nosotros". Lo que aconteció con Israel en sus jornadas en el desierto
no era solamente para que lo conozcamos y digamos, bueno, ellos pasaron por el
desierto, pero esto no tiene nada que ver conmigo. No, sino que providencialmente el Señor
estaba diciendo que aquellas jornadas se producían como ejemplo para
nosotros. Las jornadas en el desierto de
Israel, salidos de Egipto, el cruce del mar Rojo, todas las jornadas, eran un
ejemplo no para ellos sino para nosotros.
Romanos 15:4 dice algo similar: "Porque las
cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de
que por la paciencia y la consolación de las Escrituras tengamos
esperanza". Con este preámbulo ahora sí vamos a hacer una larga
lectura que al principio sonará extraña, pero todos estos acontecimientos y
nombres tienen significado. No vamos a
entrar hoy en todos los significados;
solamente vamos a entrar en los primarios, los básicos. Leamos en el
libro de Números 33:1-49. A primera vista estos versículos parecen, como decía, un
poco raros; para algunas personas tal vez aburridos y sin mucha
importancia. Pero tengamos en cuenta que
fueron inspirados por el Espíritu Santo y que están escritos para amonestarnos
a nosotros. Fueron escritos para que nos
demos cuenta de que las cosas no son tan rápidas ni tan fáciles, sino que
tienen su larga peregrinación. “Estas son las jornadas"; Dios hubiera podido decir “jornada”, en
singular; pero Dios usa el plural porque de todas maneras al andar una jornada
está usted en un proceso, y de pronto otra vez le toca caminar y caminar y
llega a otro punto, a otra situación un poco más avanzada, pero todavía no es
el final. "Estas son
las jornadas de los hijos de Israel, que salieron de la tierra de Egipto por
sus ejércitos, bajo el mando de Moisés y Aarón. Moisés escribió sus salidas
conforme a sus jornadas por mandato de Jehová. Estas, pues, son sus jornadas
con arreglo a sus salidas". Eso nos dice que cada jornada es una salida de algo y una
entrada a una nueva etapa. Algo viejo se tiene que dejar y algo nuevo debe
venir. Ramesés era una de las ciudades
donde ellos estaban esclavizados haciendo y cargando ladrillos y estaban
oprimidos por Faraón, y ahí comenzaron las jornadas, desde la esclavitud, por
etapas hacia la plena bendición. "3De
Ramesés salieron en el mes primero, a los quince días del mes primero; el
segundo día de la pascua salieron los hijos de Israel con mano poderosa, a
vista de todos los egipcios (ahí comenzó la
salvación), 4mientras enterraban los egipcios a los que Jehová
había herido de muerte de entre ellos, a todo primogénito; también había hecho
Jehová juicios contra sus dioses. 5Salieron, pues, los hijos de
Israel de Ramesés, y acamparon en Sucot.
6Salieron de Sucot y acamparon en Etam, que está al confín
del desierto. 7Salieron de Etam y volvieron sobre Pi-Hahirot, que
está delante de Baal-zefón y acamparon delante de Migdol. 8Salieron
de Pi-hahirot y pasaron por en medio del mar al desierto, y anduvieron tres
días de camino por el desierto de Etam, y acamparon en Mara". Mara quiere decir aguas amargas. Allí fueron y fallaron
porque dudaron que Dios estaba con ellos; porque se sentían solos y
decían: ¿Pero, por qué, Moisés, nos
sacaste de Egipto y nos trajiste a este desierto para morir de sed? "9Salieron
de Mara y vinieron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta
palmeras; y acamparon allí". Dios les mostró que sí podía cuidarlos. "10Salieron
de Elim y acamparon junto al mar Rojo. 11Salieron del Mar Rojo y
acamparon en el desierto de Sin. 12Salieron del desierto de Sin y
acamparon en Dofca. 13Salieron de Dofca y acamparon en Alús. 14Salieron
de Alús y acamparon en Refidim, donde el pueblo no tuvo aguas para beber". Allí otra vez el pueblo miró con ojos carnales sin
aprender a ver por fe al Invisible. ¿Qué estaba buscando Dios? Enseñarles a
confiar en El, y a obedecer. "15Salieron
de Refidim y acamparon en el desierto de Sinaí.
16Salieron del desierto de Sinaí y acamparon en
Kibrot-hataava. 17Salieron de
Kibrot-hataava y acamparon en Hazerot. 18Salieron de Hazerot y
acamparon en Ritma. 19Salieron de Ritma y acamparon en Rimón-peres. 20Salieron
de Rimón-peres y acamparon en Libna. 21Salieron de Libna y acamparon
en Rissa. 22Salieron de Rissa y acamparon en Ceelata. 23Salieron de Ceelata y acamparon
en el monte de Sefer. 24Salieron del Monte de Sefer y acamparon en
Harada. 25Salieron de Harada y acamparon en Macelot. 26Salieron de Macelot y acamparon
en Tahat. 27Salieron de Tahat
y acamparon en Tara. 28Salieron de Tara y acamparon en Mitca. 29Salieron de Mitca y acamparon en
Hasmona. 30Salieron de Hasmona y acamparon en Moserot. 31Salieron
de Moserot y acamparon en Bene-jaacán. 32Salieron de Bene-jaacán y
acamparon en el Monte de Gidgad. 33Salieron del Monte de Gidgad y
acamparon en Jotbata. 34Salieron de Jotbata y acamparon en Abrona. 35Salieron
de Abrona y acamparon en Ezion-geber. 36Salieron
de Ezion-geber y acamparon en el desierto de Zin, que es de Cades. 37Y
salieron de Cades y acamparon en el monte de Hor, en la extremidad del país de
Edóm". Todas esta jornadas significan diversas experiencias las
cuales se indican por el nombre de los respectivos acontecimientos. "38Y
subió el sacerdote Aarón al monte de Hor, conforme al dicho de Jehová, y allí
murió a los cuarenta años de la salida de los hijos de Israel de la tierra de
Egípto, en el mes quinto, en el primero del mes. 39Era Aarón de edad de ciento
veintitrés años, cuando murió en el monte de Hor. 40Y el cananeo,
rey de Arad, que habitaba en el Neguev en la tierra de Canaán, oyó que habían
venido los hijos de Israel. 41Y
salieron del monte de Hor y acamparon en Zalmona. 42Salieron de Zalmona y acamparon
en Punón. 43Salieron de Punón
y acamparon en Obot. 44Salieron
de Obot y acamparon en Ije-abarim, en la frontera de Moab. 45Salieron de lje-abarim y
acamparon en Dibón-gad. 46Salieron de Dibón-gad y acamparon
en Almón-diblataim. 47Salieron
de Almón-diblataim y acamparon en los montes de Abarim, delante de Nebo. 48Salieron de los montes de Abarim
y acamparon en los campos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó. 49Finalmente acamparon junto al
Jordán, desde Bet-jesimot hasta Abel-sitim, en los campos de Moab". En total 42 jornadas, salieron y acamparon, salieron y
acamparon. Además de jornadas, hay también sazones En Hechos de los Apóstoles vemos una expresión del Señor
Jesús, cuando los apóstoles le preguntaron si había de restaurar el reino de
Israel en ese tiempo; El les
contestó: "No os toca a vosotros
saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola
potestad" (Hechos 1:7). Así
que existe algo como lo que el Señor Jesús llamó “sazones”. La sazón es un punto especial en el proceso. En la vida espiritual se tiene una sucesión de
experiencias, un cambio de circunstancias de tanto en tanto, lo cual se
significa con las jornadas; y éstas son según las sazones. Cuando ya se aprendió algo, entonces es
necesario avanzar. Por eso se habla en
el Pentateuco de "mudar el
campamento" de tanto en tanto. Cuando Dios juzga que ya se aprendió
una lección, ve que es la sazón para comenzar a aprender otra. Entonces se muda el campamento y comienza
otra jornada. Proverbios dice que "La
senda de los justos es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el
día es perfecto" (Prov.4:18).
Se avanza poco a poco. No podemos
estar siempre en lo mismo. En Oseas se
nos dice que Efraín era como una torta no volteada. Es decir, muy cocinada por un lado, pero
cruda en el otro lado. A veces pasamos
años en lo mismo. Esa cara de la torta
ya esta requemada, y sin embargo hay otras cosas de Dios, de Su Palabra, de la
vida espiritual, en las cuales estamos todavía crudos a pesar de los años. Es por eso que llega el punto en que Dios
decide voltear la torta, cambiar a nuevas circunstancias y enseñarnos nuevas
lecciones. Jeremías 48 nos dice que
puesto que Moab estuvo siempre reposado y no fue trasvasado de vaso en vaso,
por eso quedó su olor en él y su sabor no cambió. Hay personas de mucho tiempo en las
congregaciones que siguen siendo niños en Cristo y no han madurado. Por eso Dios dice a Moab que le enviará
trasvasadores que romperán sus odres y lo vaciarán. Solamente así podrá madurar. Los odres viejos no sirven para el vino
nuevo. Las viejas estructuras
eclesiásticas amordazan al Espíritu. Por
eso el Señor, para poder dar vino nuevo a su pueblo, se ve precisado a romper
los odres viejos, y a trasvasar a Su pueblo hacia nuevas experiencias más
profundas. Quizá ésta es ya la hora para
muchos creyentes, en que sus odres se romperán, su campamento se mudará,
saldrán de estaciones viejas y comenzará una nueva jornada, con la torta
volteada para no quedar crudos en muchas otras cosas de Dios en las que todavía
no han entrado en sazón. Nuestro Dios es el Dios de las jornadas y lo hace así
con Su pueblo para madurarlo y darle el sabor y el olor de Cristo, hasta que el
día sea perfecto.o [1]Enseñanza a la
iglesia en la localidad de Tunjuelito, Santafé de Bogotá, D.C., Colombia,
América del Sur, enero 31 de 1993. LA MUDANZA DEL CAMPAMENTO
Por Gino Iafrancesco V. - 19 de Diciembre, 2006, 18:51, Categoría: General
Segunda aproximación LA MUDANZA DEL CAMPAMENTO[1] Tipología veterotestamentaria para nuestra enseñanza Tomamos la
lectura bíblica en el Antiguo Testamento, libro de los Números 9:15-23: “15El día que
el tabernáculo fue erigido, la nube cubrió el tabernáculo sobre la tienda del
testimonio; y a la tarde había sobre el tabernáculo como una apariencia de
fuego, hasta la mañana. 16Así era continuamente: la nube lo cubría
de día, y de noche la apariencia de fuego. 17Cuando se alzaba la
nube del tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube
paraba, allí acampaban los hijos de Israel. 18Al mandato de Jehová
los hijos de Israel partían, y al mandato de Jehová acampaban; todos los días
que la nube estaba sobre el tabernáculo, permanecían acampados. 19Cuando
la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces los hijos de
Israel guardaban la ordenanza de Jehová, y no partían. 20Y cuando la
nube estaba sobre el tabernáculo pocos días, al mandato de Jehová acampaban, y
al mandato de Jehová partían. 21Y cuando la nube se detenía desde la
tarde hasta la mañana, o cuando a la mañana la nube se levantaba, ellos
partían; o si había estado un día, y a la noche la nube se levantaba, entonces
partían. 22O si dos días, o un mes, o un año, mientras la nube se
detenía sobre el tabernáculo permaneciendo sobre él, los hijos de Israel
seguían acampados, y no se movían; mas cuando ella se alzaba, ellos partían. 23Al
mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová partían, guardando el
mandato de Jehová como Jehová lo había dicho por medio de Moisés”. Tremendo pasaje. Yo sé que mis hermanos entienden que no solamente estamos
leyendo una historia del pasado; sí, claro, es historia del pasado; sí, claro,
es histórico, esto aconteció así; pero
la intención de Dios es empezar a poner orden en medio de Su pueblo y a enseñar
a Su pueblo a seguir la nube de Su presencia. Lo que aconteció en el pasado,
aconteció como un ejemplo para su pueblo en el futuro, en los días de hoy. Yo
creo que con unos dos o tres versos que pudiéramos leer en el Nuevo Testamento
comprenderíamos que estamos prácticamente obligados a interpretar este pasaje,
no solamente en el sentido histórico, lo cual sí es, mas también en el sentido
alegórico, de ejemplo, de tipología, lo cual es lo que nos toca hoy a nosotros
de manera muy directa. Así que vamos a leer dos o tres pasajes clásicos acerca
de esto en el Nuevo Testamento. Comencemos por ejemplo, en la epístola de Pablo
a los Romanos; vamos a entrar allí en el capítulo 15, uno de esos versículos
que nos obligan a tomar nosotros hoy muy en serio esta historia que estamos
leyendo del pueblo de Israel. Leemos en
Romanos capítulo 15:4: “Porque las cosas que se
escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la
paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza”. Para eso se escribieron. En la
primera epístola a los Corintios, capítulo 10, también encontramos otro pasaje
que nos obliga asimismo a leer con sumo cuidado y con aplicación
neotestamentaria, o para nosotros, en la época del Nuevo Pacto, estos pasajes
del Antiguo que estamos leyendo. A lo
largo de todo el capítulo 10 de la primera carta a los Corintios, el apóstol
Pablo viene narrando los distintos pasos que tuvo el pueblo de Israel cuando
salieron de Egipto, cuando estuvieron bajo la nube, pasaron el mar, cuando
comían el maná en el desierto; con todas las cosas que les acontecieron en su
peregrinaje, especialmente registradas en este libro de Números que estamos
leyendo, y después de ir narrando y recordando aquellas cosas registradas
durante los Libros de Moisés, nos dice el versículo 6 de este capítulo
mencionado: “Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para
que no codiciemos cosas malas como ellos codiciaron”, ni esto, ni lo otro, ni
lo otro, sigue diciendo hasta el verso 10 y en el verso 11, vuelve y dice: “y
estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a
nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. Me permito
recalcar que estas cosas acontecieron como ejemplos y están escritas para
nosotros, para amonestarnos a nosotros a quienes han alcanzado los fines de los
siglos. Acompáñenme también a un tercer testigo de esto, en la epístola a los
Hebreos, en el capítulo 3, allí en los versículos 5 y 6 se nos dice lo
siguiente: “Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como
siervo”, y fíjense por favor en esta frase siguiente, la frase final del
versículo 5 de Hebreos 3: “Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de
Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir”, o sea,
la fidelidad de Moisés no tenía que ver solamente con su propia época: Dios estaba soberana y providencialmente
siguiendo cuidadosamente los pasos de Su pueblo Israel, juntamente con Moisés,
porque Dios estaba preparando en aquella época un testimonio para esta
época. Dios estaba trabajando el Antiguo
Testamento en función del Nuevo Testamento; por eso dice: “Moisés fue fiel
en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir”;
lo que se iba a decir, se tenía que decir ahora durante el tiempo del Nuevo
Testamento, pero utilizando como tipología, como alegoría, como ejemplo, como
figura, lo que aconteció con Moisés y con el pueblo de Israel en el Antiguo
Testamento. El verso 6 dice: “Pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa
somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en
la esperanza”. Aquí el autor a los Hebreos está haciendo el traslado y
mostrando lo mejor, el Pacto Nuevo en relación con el Antiguo Pacto, del cual
dice que era solamente figura; lo mismo dice más adelante en el capítulo 9 y en
el capítulo 10 de la misma epístola a los Hebreos. Miremos por ejemplo en el
capítulo 9; al principio dice: “Ahora bien, el primer pacto tenía ordenanzas
de culto y un santuario terrenal. Porque
el tabernáculo estaba dispuesto así...”; y comienza a describir con cierto
detalle lo que había en el Lugar Santísimo, el mobiliario que había allí: el
arca, el incensario, lo que había en el Lugar Santo: el candelero, la mesa de
los panes; lo que había en el atrio, y después de describir aquellas cosas,
aquellas disposiciones tipológicas, dice entonces en el versículo 8: “Dando
el Espíritu Santo a entender con esto que...”; es decir, con estas
disposiciones del tabernáculo, del mobiliario, etc., algo propio del Nuevo
Testamento. La
sombra de las cosas verdaderas La intención de Dios era
dar un testimonio para lo que hoy, en el tiempo de la gracia, de la Iglesia del
Nuevo Pacto, del Nuevo Testamento, debía decirse. Entonces aquellas
disposiciones antiguas eran para que el Espíritu Santo las utilizara hoy y nos
pudiera dar entendimiento con estas herramientas. Unos versículos más
adelante, o sea en el 9, dice: “lo cual es símbolo para el tiempo
presente”, lo cual es símbolo. Estas cosas, acontecieron como ejemplo;
también dice que son figuras. En la página siguiente, en el versículo 23 de
Hebreos 9, dice: “Fue, pues,
necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas
así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que éstas”.
Entonces aquí el escritor a los Hebreos, por el Espíritu Santo, hace la
diferencia entre las figuras de las cosas celestiales y las cosas celestiales
mismas. Hoy en el Nuevo Testamento comienzan las cosas celestiales mismas que
estaban figuradas, simbolizadas, alegorizadas en el Antiguo Testamento. En Hebreos 10:1, dice lo mismo: “Porque la
ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de
las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente
cada año, hacer perfectos a los que se acercan”. La ley teniendo la sombra,
la ley teniendo la sombra, recalcamos, de los bienes venideros. Hay muchos pasajes más sobre esto, hermanos; por ejemplo en la epístola de
Pablo a los Colosenses, capítulo 2, leemos en los versículos 16 y 17: “16Por
tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta,
luna nueva o días de reposo, 17todo lo cual es sombra de lo
que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo”. Todo lo cual, esas ordenaciones de comidas,
de bebidas, de lunas nuevas, de días de fiesta, de sábados, todo lo cual es
sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo, el cuerpo que es el que produce
la sombra, el cuerpo es de Cristo. Sí, hay una luz que está proyectándose hacia el futuro, hacia delante,
algo, antes de que entre el cuerpo, la luz que lo está anunciando hace que el
cuerpo proyecte una sombra y primeramente llega la sombra. Cuando usted mira la
sombra, usted sabe más o menos, qué
clase de cuerpo es el que se está acercando. Si pasa un perrito, usted mira la
sombra y dice, ahí va un perro; si es de un hombre, o es una mujer, o es un
niño, no es una bicicleta, porque usted la ve proyectada primeramente en la
sombra, pero después llega el cuerpo real. Así el Antiguo Testamento con sus ordenanzas de comidas, de bebidas, de
sábados, de lunas nuevas, de días de fiesta como la pascua, como los ácimos,
como las primicias, como Pentecostés, como la expiación, como las trompetas,
como los tabernáculos, todas aquellas fiestas y ordenanzas eran sombra de lo
que había de venir; pero lo que había de venir, el cuerpo, la realidad de
aquellas sombras es Cristo. Hoy estamos en el Nuevo Testamento, estamos en la
época de la realidad de lo que aquellas sombras hablaban. Pero Dios quiso
hablar primero con sombras para que tuviéramos las herramientas para poder
entender a Dios y Dios quería que el mismo Señor Jesús, los apóstoles y la
Iglesia, utilizasen aquello de manera legítima como figura, como sombra, como
ejemplo, como alegoría. En Gálatas, por ejemplo, nosotros también lo leemos. Si ustedes quieren
acompañarme en la lectura, cada uno de los hermanos en sus propias Biblias. Los
hermanos más antiguos saben que estas cosas son así, pero los hermanos más
nuevos necesitan irlo comprendiendo en sus Biblias. Entonces miren por favor, en Gálatas capítulo
4, versículos 21-24: “21Decidme (dice el apóstol Pablo),
los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? 22Porque
está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava y el otro de la
libre. 23Pero el de la
esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa”. 24Lo cual es una alegoría”.
Claro que era una historia. La historia de Abraham, de Sara, de Agar, es una
historia real como la de Simón Bolívar, como la de Santander, como la de
Napoleón, incluso sagrada, no solamente secular. Sin embargo, Pablo no solamente está leyendo
una historia. Cuando Pablo lee la vida
de Abraham, Pablo por el Espíritu Santo está percibiendo una alegoría y por el
Espíritu Santo dice: “lo cual es una alegoría” y empieza a explicar la
alegoría, “pues estas mujeres son los dos pactos”; y empieza a explicar
que Sara representa el Nuevo Pacto, que Agar representa el Antiguo Pacto,
etc. De manera que esto nos da la clave
para hacer una lectura espiritual, posicionados en el Nuevo Testamento, en
Cristo, en el Espíritu, en la nueva creación, nos da esa posición para leer
desde allí el Antiguo Pacto. Así que hay diferentes maneras, digamos, dos principales, de leer el
Antiguo Pacto. En la segunda carta a los Corintios, el capítulo 3, dice el
apóstol San Pablo que algunos cuando leen el Antiguo Pacto lo leen con un velo
sobre su entendimiento; pero hay otra manera de leer el Antiguo Pacto, sin el
velo, lo dice así el apóstol Pablo.
Aunque todo el capítulo 3 se refiere a esto, sin embargo, leemos desde
el versículo 12: “12Así que, teniendo tal esperanza, usamos de
mucha franqueza; 13y no como Moisés, que ponía un velo sobre su
rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello
que había de ser abolido. 14Pero el entendimiento de ellos (no es de todos, no el de
la Iglesia, no el de los redimidos en Cristo, sino el de los judíos que leían a
Moisés y el de los que leían como ellos) se embotó; porque hasta el día de
hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el
cual por Cristo es quitado. 15Y aún hasta el día de hoy, cuando se
lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16Pero
cuando se conviertan al Señor el velo se quitará”. Ahora que las personas
están en Cristo, ahora que las personas están en el Espíritu, entonces pueden
leer detrás del velo, comprender el sentido espiritual, el testimonio que Dios
está figurando y señalando. Ahora vamos a ver en Romanos, porque es necesario que nosotros a la luz
del Nuevo Testamento y para la causa del Nuevo Testamento, debemos hacer uso
legítimo, no legalista, no judaizante, sino el uso legítimo, el uso neotestamentario
de los pasajes del Antiguo Pacto, como el que leímos al comienzo. Romanos
capítulo 16, versículos 25 y 26. Allí dice por el Espíritu Santo el apóstol
Pablo: “25Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la
predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido
oculto desde tiempos eternos, 26pero que ha sido manifestado ahora,
y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno,
se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe”. Por las Escrituras de los profetas, ese es el
Antiguo Testamento. El misterio que antes había estado oculto en Dios es revelado en el Nuevo
Testamento por la predicación de Jesucristo y el Evangelio apostólico, pero con
el uso del Antiguo Testamento y por mandato de Dios. Por eso dice: “El misterio que se ha
mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora”;
ese ahora es el Nuevo Testamento, la revelación propia del Nuevo Testamento, el
misterio ha sido manifestado ahora, y por las Escrituras de los profetas, según
el mandamiento del Dios eterno. El Dios eterno mandó que haciendo uso de las
Escrituras de los profetas del Antiguo Testamento, hoy el misterio que había
estado oculto sea manifestado a los santos, a los gentiles para la obediencia a
la fe del Evangelio. Así que la predicación de Jesucristo y el Evangelio
apostólico del que Pablo dice “mi Evangelio”, revelan hoy el misterio que
estaba oculto, pero haciendo uso de las Escrituras de los profetas; o sea del
Antiguo Testamento y esto según el mandato del Dios eterno. El Dios eterno, Yahveh Elohim, Jehová
Dios, el único Dios verdadero, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, mandó que
hoy, en la época del Nuevo Testamento, el misterio que estaba oculto en Él,
sea manifestado a la Iglesia por las
Escrituras de los profetas; es decir, haciendo un uso legítimo del Antiguo
Testamento. No estamos leyendo el Antiguo Testamento para someter legalistamente a los
hermanos a la ley como si ésta fuese el medio de salvación, sino que estamos leyendo el Antiguo Testamento para
discernir el ejemplo, la sombra, la figura, la alegoría, el testimonio de lo
que hoy había de decirse. Todo esto se escribió para nosotros. Ahora, nos dice la Palabra del Señor
que Yahveh Elohim, Jehová Dios, comenzó a entrenar a su pueblo, cuando
su pueblo estaba esclavo en Egipto y fue libertado a través de la pascua, a
través de la muerte del cordero, del derramamiento de su sangre, de la
cobertura de la sangre del cordero y de comer el cordero con panes ácimos, sin
levadura y con hierbas amargas. El pueblo entonces salió libre de Egipto, fue
bautizado en el Mar Rojo, en la nube y en Moisés, como dice la primera carta a
los Corintios; pero salió como un tropel, todavía no como una tropa; por eso es
que después del libro del Éxodo no sigue todavía el libro de Josué, porque
había que hacer muchas cosas con el pueblo de Dios, para que el pueblo pudiera
realmente, como en el tiempo, de Josué, tomar posesión de la tierra y de ciudad
tras ciudad. Construyendo el verdadero tabernáculo Así en forma desordenada, como recién salidos, como cuando a un perrito lo
tienen amarrado mucho tiempo, de pronto le sueltan la correa y el perrito sale
corriendo para todas partes por un rato hasta que después se va calmando, se va
calmando y luego vuelve cerca de donde lo tenían amarrado, porque allí era
donde acostumbraba comer. Así, cuando el pueblo del Señor recién salió libre,
salió con mucha alegría, pero salió muy desordenado; cada uno hacía lo que bien
le parecía; entonces el Señor tenía que empezar a poner orden, poco a poco, en
medio de Su pueblo y para eso es que desciende la nube de la presencia de la
gloria de Dios, para poner orden en medio de Su pueblo. Así como en el libro del Génesis dice que en el principio había un caos,
dice que la tierra estaba desordenada y vacía, después de que Dios creó el
cielo y la tierra, en Su Palabra dice que la tierra estaba desordenada y vacía,
pero dice que el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. El
Espíritu de Dios comienza a poner orden en el caos, en el desorden de las aguas
y comienza a separar la luz de la oscuridad, lo de arriba y lo de abajo, y
comienza a reunir las aguas en un lugar, esto va aquí y la tierra va aquí y
luego hace brotar las plantas y empieza a colocar en su lugar las lumbreras y
hace producir a las aguas animales y
hace producir a la tierra plantas y animales y luego por fin va edificando una
casa, un tabernáculo que se llama el hombre para que Dios pueda, por fin,
reposar; y era un trabajo de Dios sobre el caos poniendo orden y ese orden
comienza primeramente con la luz. Cuando
hay luz, entonces sabemos donde está el día y donde está la noche. Al principio no había ni día ni noche, todo
era una confusión; después de que hay luz se sabe lo que es día y lo que es
noche; entonces Dios empieza a separar lo que es celestial de lo que es
terrenal. Y así también hizo Dios con Su pueblo en el libro del Éxodo. El pueblo salió como un tropel, pero había
que poner en orden al pueblo; por eso por allá en Éxodo, Dios le dice a Moisés:
Moisés, háblale al pueblo que hagan un santuario para mí, conforme al modelo
que Yo te mostré en el monte. Cuando ellos estaban en Egipto, ellos tenían los
modelos del mundo en su mente y aunque habían sido salvados y libertados,
muchos de los parámetros, de los paradigmas de su entendimiento, eran conforme
a Egipto; ellos habían salido de Egipto, pero todavía Egipto no había salido
del todo de ellos. Dios tenía que
empezar a moverse, como se movía en medio del caos, sobre aquel tropel de su
amado pueblo para empezar a poner orden. Y empezó a decirles que debían
erigirle un santuario, un tabernáculo; y luego empieza el Señor a decir cómo
había que servir coordinadamente alrededor de ese santuario único; porque dice
ahí en Deuteronomio 12, donde el Señor habla del santuario único: “8No
haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le
parece, 9porque hasta ahora no habéis entrado en el reposo y la
heredad que os da Jehová vuestro Dios”.
No, cuando entréis en la tierra que Jehová juró a vuestros padres,
haréis esto y haréis aquello, derribaréis esto, derribaréis aquello, pero
levantaréis esto en nombre del Señor; Él establecerá un lugar, pondrá su nombre
en ese lugar, allí acudiréis, a ese nombre, ese lugar buscaréis y allí
ofreceréis los holocaustos, y cuidaos de no hacer esto que viereis. Ellos en
Egipto estaban acostumbrados a hacer las cosas a la manera de ellos, pero el
Espíritu de Dios que se movía también sobre Su pueblo, empezaba etapa tras
etapa, jornada tras jornada, sazón tras sazón, pisada tras pisada, a enseñarle
a Su pueblo como era que se iban a tomar la tierra. Por eso es que después de
Éxodo, no sigue Josué; sigue Levítico, porque en Éxodo está la orden de
levantarle un santuario y ejercer un sacerdocio. En el capítulo 25 y 26 de
Éxodo, Dios empieza a dar la orden de edificar un tabernáculo conforme al
modelo que Él quiere. Ahora, claro que Moisés fue fiel en toda la casa de Dios
como siervo para testimonio, pero hoy nosotros somos la casa de Cristo, aquel
tabernáculo era solamente figura del verdadero tabernáculo de Dios con los
hombres que es el cuerpo de Cristo; que es la casa de Dios, que es la Iglesia,
sin apellido, la Iglesia del Señor. San Pedro dice: “Sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo[2]”.
Fíjense que San Pedro tenía en su mente Éxodo. En los capítulos 25 y 26 aparece
la edificación del tabernáculo y en los capítulos 27 y 28 aparece el
sacerdocio. Y él dice: “Sed edificados como casa espiritual y sacerdocio
santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de
Jesucristo”. Y después en Éxodo, de contar lo de la casa y el sacerdocio,
cuenta lo del sacrificio y ahí aparece Levítico donde aparecen las distintas
variedades de los sacrificios, el sacrificio por las transgresiones, el
sacrificio por el pecado, el sacrificio de paz,
la ofrenda mecida, el holocausto totalmente quemado, la ofrenda de
harina mezclada con aceite, la ofrenda de grano y todas aquellas clases de
ofrendas y sacrificios que representan los diferentes aspectos de la obra única
del sacrificio único del Señor Jesucristo hecho una vez para siempre. Pero es
tan rico, es tan profundo el sacrificio del Señor, que Dios el Padre tuvo que
simbolizarlo a través de muchas clases de sacrificios en el Antiguo Testamento;
y Dios está reuniendo a Su pueblo alrededor de Cristo Recién cuando llegamos a Números, cuando ya Dios ha hecho levantar un solo
tabernáculo y un solo sacerdocio colectivo, el ministerio del Antiguo Pacto,
donde todos los ministros trabajaban en coordinación para edificar una sola
casa para Dios, eso era la figura; entonces ahí sí comienza el Espíritu de Dios
a poner orden en las tribus y a formar el ejército de Israel alrededor de la
casa única de Dios. Y ahora sí estaban al norte: el campamento de fulano, de
zutano y de mengano; al sur, el campamento de fulano, de mengano y de zutano;
al oriente, el campamento de zutano, de fulano y de mengano; al occidente el
campamento de fulano, de mengano y de zutano. Al norte, al sur, al este, al
oeste, así como en la Nueva Jerusalén, hay tres puertas al norte, tres puertas
al oriente, tres puertas al occidente, tres puertas al sur. Dios empieza a
poner orden en sus ejércitos para que pudieran después prepararse, alistarse, a
través de Deuteronomio, con todas las leyes para poder entrar a poseer la
tierra, conforme al modelo de Dios. Entonces sí llega la hora de Josué cuando el pueblo del Señor empieza a
tomarse ciudad tras ciudad; pero si ellos hubieran seguido como un tropel y no
como la tropa que fue formada en Números, no se hubieran podido tomar la
tierra. De hecho, cuando no seguían al pie de la letra las instrucciones de
Dios, eran derrotados; cuando dejaban algún anatema, algo que ellos dejaban que
Dios no quería, pero ellos se hacían los tontos, o alguno de ellos lo mantenía
oculto; causaba perturbación y Dios señalaba Su desaprobación manteniéndose al
lado y dejando a Su pueblo que fuese derrotado. Hermanos, como dicen las Escrituras, todas estas cosas les acontecieron
como ejemplo y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes hemos
alcanzado los fines de los siglos. Aquello era un testimonio de lo que se
habría de decir en el Nuevo Pacto, en el Nuevo Testamento, un símbolo, una
alegoría, una sombra, una figura, un tipo, tipología. Hoy nosotros debemos comprender que Dios a lo largo de la historia conduce
a Su pueblo de triunfo en triunfo y de gloria en gloria. Primero hay que
triunfar en algo para estar listos para triunfar en algo más allá, para estar a
su vez listos para triunfar en algo mucho más allá. Su pueblo debe conocer
primero esta gloria, para estar preparados para conocer una gloria aún mayor.
Si somos fieles en lo poco, estaremos preparados para lo mucho, pero si no,
estaremos dando vueltas y vueltas en el desierto y nos habrá dejado la nube de
la presencia de Dios. Es normal que un niño de un año ensucie los pañales; se permite que lo
haga hasta los dos años, pero a partir de los dos años el niño ya tiene que
aprender a controlar los esfínteres y lo que se le podía permitir al niño
cuando tenía un año, no se le permite al muchacho cuando tiene siete años,
mucho menos cuando tiene quince o veintiuno. Y así después de que se aprenden
las lecciones del primer grado, entonces viene el segundo; cuando se aprendió
la del segundo, se pasa al tercero y así sucesivamente. Por eso dice la Palabra
de Dios en un versículo que, creo que todos nosotros nos sabemos de memoria; es
el que está allí en Proverbios 4:18: “Mas la senda de los justos es como la
luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”. La senda
de los justos es el camino, y el camino es el Señor Jesús que ha sido conocido y
comprendido por su Iglesia a medida que Él se va formando en Su pueblo y
conduciendo a Su pueblo de triunfo en triunfo y de gloria en gloria. Las jornadas y lecciones del Señor Parece que el Señor presenta jornadas. En el libro de Números, ustedes van
a ver una lista como de cuarenta y dos jornadas. En el capítulo 33 de Números
ustedes pueden fijarse que Dios mandó a Moisés que escribiese las jornadas del
pueblo de Israel; o sea que la intención de Dios no era que aquellas lecciones
se perdieran con ellos en el desierto y murieran con los que quedaron postrados
allí. La intención de Dios, era que se escribieran para amonestarnos a
nosotros; por eso dice allí en Números, en el capítulo 33, desde el versículo
1: “1Estas son las
jornadas de los hijos de Israel que salieron de la tierra de Egipto por sus
ejércitos, bajo el mando de Moisés y Aarón. 2Moisés escribió sus
salidas conforme a sus jornadas por mandato de Jehová. Estas, pues, son sus
jornadas con arreglo a sus salidas”. Leíamos allí en Números 9, el primer pasaje que leímos, que constantemente
el pueblo estaba saliendo y llegando y acampando. Durante un tiempo
permanecieron bajo la nube de la gloria, de la presencia de Dios. Dios mantenía
a Su pueblo en una determinada estación para aprender una lección. Cuando Dios
juzgaba que ya Su pueblo había aprendido esa lección, entonces la nube se
levantaba y el pueblo de Dios ya no sentía lo mismo que al principio; parece
que todo es lo mismo de siempre. Entonces la nube del Señor comienza a
dirigirse hacia la próxima estación; si el pueblo no ponía atención se quedaba;
el pueblo no podía adelantarse ni quedarse, sino que debía poner atención hacia
donde se dirigía la nube de Dios. Y cuando la nube se levantaba, los hijos de
Israel partían y cuando la nube se detenía los hijos de Israel acampaban. Al
mandato de Jehová partían y al mandato de Jehová acampaban. Es Dios mismo el que conoce las sazones de Su pueblo. Una vez los
apóstoles, cuando resucitó el Señor Jesús (y lo dice el capítulo 1 del libro de
los Hechos), le preguntaron al Señor Jesús: Señor, ¿restaurarás el reino a
Israel en este tiempo? Y el Señor Jesús les respondió: No os toca a vosotros
saber los tiempos y las sazones que el Padre puso en su sola potestad. No es ningún hombre el que dice cuando el
pueblo parte y hasta cuando se queda en una situación; es Jehová; y Jehová lo
señala por el movimiento de la nube, por el movimiento de Su Espíritu, de Su
presencia y de Su gloria. “Al mandato de Jehová partían y al mandato de Jehová
acampaban”. Dios está llevando a Su pueblo, poco a poco, etapa por etapa, de triunfo
en triunfo y de gloria en gloria como la luz de la aurora. Y el pueblo de Dios
pasa por diferentes etapas y Dios es el que conoce las sazones. Cuando una
señora está cocinando, ella da unas probaditas a ver si el arroz ya está. No,
todavía está durito, hay que seguirlo cocinando. ¡Ah! Le falta un poquito de
sal, o se me fue la mano en la sal; tengo que echarle un poco de agua; en fin,
la señora cocinera sabe cual es la sazón de su comida; así es también el Señor,
como un panadero, sabe si la masa ya está cocinada, porque si se cocina más de
la cuenta se le quema el pan, pero si la cocina menos de la cuenta, le queda
cruda. Entonces el Señor conoce a Su pueblo. Las sazones y los tiempos están en
la sola potestad del Padre y por eso es que al mandato de Jehová que el pueblo
parte, y al mandato de Jehová que el pueblo acampa. ¿Por qué las sazones? Si ya está en alguna estación, si todavía tiene
que aprender algunas lecciones o si tiene que aprender lecciones, nuevas de
Dios, de la misma Palabra invariable de Dios, pero cada vez más profunda, Dios
sabe cuándo es la hora de que el pueblo parte; por eso se habla de jornadas, en
plural, de salidas y llegadas. Al mandato de Jehová partían. Si ustedes echan una mirada panorámica a este capítulo 33 de Números, se
darán cuenta que dice: “De Ramesés...”. Allí en Egipto donde estaban
haciendo ladrillos para el faraón Ramsés. “De Ramesés partieron en el mes
primero...”. Luego en el verso 5 dice: “Salieron, pues, los hijos de
Israel de Ramesés y acamparon en Sucot”. Allí en Sucot acontecieron ciertas
cosas y el pueblo aprendió ciertas lecciones; pero luego dice: “6Salieron
de Sucot y acamparon en Etam”. Luego dice: “7Salieron de Etam
y volvieron sobre Pi-hahirot”, etc. Salieron de Pi-hahirot... salieron de
Mara.... Salieron de Elim.... Salieron del mar rojo.... salieron del desierto
de Sin.... Salieron de Dofca.... Salieron de Alus.... Salieron de Refidim....
Salieron del desierto de Sinaí.... Salieron de Kibrot-hataava..., etc. Cada uno de esos extraños nombres era una estación a la que la nube de
Dios guiaba a Su pueblo. Dios guía a Su pueblo a tener cierto tipo de
experiencias para aprender ciertas lecciones, y cuando ya el grueso del pueblo
que ha de avanzar ha aprendido esas lecciones, la nube se levanta y los guía a
aprender otra lección y esto es necesario hacerlo así, porque si no nos va a
pasar una cosa: nos quemamos por una lado y nos quedamos crudos por el otro
lado. Fíjense conmigo en una expresión de este tipo en el profeta Oseas,
capítulo 7, versículo 8. Allí dice Dios por la palabra profética la siguiente
expresión: “Efraín se ha mezclado con los demás pueblos; Efraín fue torta no
volteada”. Efraín fue torta no
volteada. Las señoras que hacen tortas saben lo que es una torta no volteada.
Cuando no se discierne el momento de pasar la torta de la parte de abajo a la
parte de arriba para que se cocine la otra parte de la torta, ¿qué sucede? se quema por un lado y se queda cruda por el
otro. Entonces Dios hace que Su pueblo aprenda ciertas lecciones, que se vaya
cocinando, pero así como al pollo le dan vueltas y vueltas para que se cocine
por todos los lados, hermano, cada vez que pases por donde venden pollos,
acuérdate que Dios te está dando vueltas y vueltas, porque Dios quiere que
seamos perfectos en todas las cosas en Cristo Jesús. A veces te trata por la
izquierda y te cocina un poco, a veces te trata por la derecha y te cocina un
poco y así lo hace con cada persona y así lo hace con Su pueblo, como pueblo.
Efraín fue torta no volteada. ¡Oh Señor, Tú conoces cuando vas a dar vuelta a la torta! Cuando ya estamos cocinados en algunas cosas,
Dios empieza a trabajar en otras en las cuales estamos crudos y eso no lo
decides tú, ni lo decido yo, ni lo decide hombre alguno, porque en la potestad
única del Padre están los tiempos y las sazones; en su sola potestad. De pronto
nos encontramos atrapados en una situación nueva y no sabemos qué es lo que
pasó. Estaba acostumbrado a que las cosas fuesen así, pero ahora son de este
otro modo, y lo que pasa es que Dios está empezando a cocinar otra cosa que
estaba cruda en tu vida y en la de Su pueblo, y es una cosa grave si no se le da
vuelta a la torta. Vamos al libro de Jeremías, capítulo 48, versículos 11 al 13. Así dice la
Palabra del Señor: “11Quieto estuvo Moab desde su juventud, y
sobre su sedimento ha estado reposado, y no fue vaciado de vasija en vasija ni
nunca estuvo en cautiverio; por tanto, quedó su sabor en él, y su olor no se ha
cambiado”. Por eso, y porque tiene el mismo olor de siempre, el mismo sabor de
siempre, parece que fuera nuevo todavía.
Dice que tiene 30 años de ser creyente y todavía parece que sigue con lo
mismo de siempre. “12Por eso vienen días, ha dicho Jehová, en que
yo le enviaré trasvasadores que le trasvasarán; y vaciarán sus vasijas, y
romperán sus odres. 13Y se
avergonzará Moab de Quemos, como la casa de Israel se avergonzó de Betel, su
confianza”. Cuando no pasa nada en nuestras vidas, es cosa de pensar. Desde su
juventud estuvo quieto, reposado, no pasó por ninguna prueba; eso del camino
angosto, de llevar la cruz, son unos versículos por allá en el papel, pero nada
de ser experimentados; y por eso esa persona no ha sido transformada, y por eso
Su pueblo sigue con lo mismo de siempre. Entonces el Señor dice que va a tener
que trasvasarla, pasarla de un vaso al otro como los que están refinando el
vino. Primero machacan las uvas y sale el jugo, y luego dejan que se asiente el
sedimento y la parte de arriba la pasan a otra vasija, para que el sedimento no
se vuela a mezclar, y así continúan después con la otra vasija, con la
sedimentación, y cuando ya bajó todo lo que puede bajar, entonces la otra parte
de arriba se trasvasa en otro vaso. Y Dios lo lleva de una situación a otra, enseñándole una lección tras
otra, porque estamos en las manos de Dios y nadie nos arrebatará de Sus manos.
Pero en sus manos aprendemos una serie de lecciones y no eres tú, ni yo, ni
hombre alguno el que dice cuando empieza y cuando termina; es Dios el que
levanta la nube cuando Él quiere. A veces se queda un día, a veces dos días, a
veces una semana, a veces un mes, a veces dos meses, a veces un año, a veces
dos años quietos; y nosotros más o menos en lo mismo por un tiempo hasta que
Dios dice: aquí ya está cocinado, vamos a dar vuelta a la torta, vamos a
cambiarla de vasija, vamos a romper los odres, para que el pueblo no esté crudo
sino que cambie y sea transformado de gloria en gloria, de triunfo en triunfo,
como la luz de la aurora. Yo pienso que estos versículos que hemos leído nos hacen pensar mucho de
nuestra propia vida. A veces parece que
el fuego está muy abajo, que el pollo está por alla arriba, pero de pronto se
va calentando la cosa, y de pronto se calienta mucho y parece que se va a
quemar; pero antes que se queme, el Señor nos sube y nos consuela y nos deja
por allá en las nubes un rato y luego volvemos a bajar al fuego y luego subimos
de nuevo a las nubes. El Señor sabe lo
que está cocinando, no creo que haya mejor cocinero que nuestro Dios. A Él no se le han quemado las tortas. El que
comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Vamos al libro de Números 4:5; vamos a mirar allí algunas expresiones
curiosas porque allí en esas expresiones Dios nos enseña la manera que Él tiene
de hacer las cosas: “Cuando haya de mudarse el campamento...”, entonces
Dios empieza a dar instrucciones de cómo es la manera en que se muda el
campamento; no se puede mudar el campamento de cualquier manera. Dios establece un orden; primero vienen los
sumos sacerdotes, que hacen determinadas cosas y las cubren, después vienen los
de Coat, los de Gersón, después los de Merari y después viene el pueblo. Primero debían ir los sacerdotes llegando
hasta el Jordán y ponerse en el fondo del Jordán para que se abra, y el pueblo
tenía que guardar distancia como de 2000 codos porque todavía no había pasado
por ese lugar; por eso los sacerdotes tenían que ir primero, despacio, y el
pueblo, cuando viera el Arca sobre los hombros de los sacerdotes, de los levitas,
de los coatitas, entonces el pueblo seguía el Arca porque nunca antes había
pasado por ese lugar, porque nadie nació aprendido, y la nube tiene que ir
adelante trabajando con unos primero, luego con otros, porque Dios ha puesto en
Su pueblo vanguardia, guardia y retaguardia, y nadie debe adelantarse ni
retrasarse. Por eso dice “cuando haya de mudarse el campamento”; o sea que
muchas veces en la historia de la Iglesia, el campamento tiene que ser mudado a
una posición más avanzada, más adelantada; habíamos estado algunos años hasta
aquí, ha sido una gran bendición. Pero
Dios tiene que enseñarnos algo más, y Dios dice que el campamento debe mudarse
de una posición a otra más avanzada; pero no de cualquier manera, no con
desorden sino como dice Dios: primero esto, después esto... y Dios establece un
orden. Primero va el Arca, después va la
mesa y el candelero, después va el incensario y después van tales tribus de
primeras, tal tribu va de segunda, tal tribu va de tercera... Así es que se trasladan las cosas, hay un
orden de mudanza, hay un principio de traslado en la Palabra de Dios. Dios quiera que nuestros corazones estén
preparados por Dios para avanzar. Esto es para preparar nuestros corazones para
Dios, para que Dios pueda llevar a su pueblo de triunfo en triunfo y de gloria
en gloria como la luz de la aurora. La misma Palabra de siempre pero
cada vez con más luz de Dios, para obedecer a Dios; porque Dios gobierna a
través de la visión de Su Palabra. Por eso dice el Apóstol Pablo “No fui
desobediente a la visión celestial”. Cuando Dios te muestra la visión de Su
propósito eterno, la visión de Su programa, de Su deseo, de Su manera, tú vas
siguiendo calmadamente sin ningún apuro, la mano, la nube, la gloria de Dios;
pero no se puede hacer de cualquier manera; no podemos tomarnos la tierra
prometida como un tropel desordenado, sino que tenemos que aprender a ser
movidos, ordenados por la nube de gloria, separando lo que es luz de lo que es
tinieblas, lo que es del cielo (de arriba) de lo que es de abajo, separando lo
precioso de lo vil, lo santo de lo impuro. Aprendiendo todos a respetar la
autoridad del Espíritu de Dios. Muchas lecciones en el
libro de Números eran muy tristes. A veces se abría la tierra y se tragaba a
algunos; a veces el campamento tenía que esperar que le pasara la lepra a
Myrian; a veces había rebelión, a veces codiciaba el pueblo cosas malas. Muchas lecciones hay que aprender de jornada
en jornada. El Señor tenga misericordia y ponga orden en medio de su pueblo y
nos prepare como un ejercito para cuando llegue la hora de cruzar el Jordán y
tomar ciudades, las tomemos conforme al modelo de Dios, para que no salgamos
perdiendo.o LA PREEMINENCIA DEL ARCA DEL PACTO
Por Gino Iafrancesco V. - 19 de Diciembre, 2006, 18:46, Categoría: General
Tercera aproximación LA PREEMINENCIA DEL ARCA DEL
PACTO[1] Novedad de vida Números 4: 1-3. Que nos sirva este pasaje de
introducción. “1Habló
Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: 2Toma la cuenta de los hijos de
Coat de entre los hijos de Leví, por sus familias, según las casas de sus
padres, 3de edad de treinta años arriba hasta cincuenta años, todos
los que entran en compañía para servir en el tabernáculo de reunión”. Fíjense cómo el Señor establece
aquí el requisito de los 30 años. Yo
pienso que a todos nos recuerda al Señor Jesús.
Recuerden que en Lucas 3:23, allí donde aparece la genealogía del Señor Jesús,
dice: “Jesús mismo al comenzar su
ministerio era como de treinta años”; es decir, que Él esperó para
acercarse a servir en el ministerio público, y los 30 años representaba en
Israel la mayoría de edad; y los levitas no podían entrar antes de cumplir esa
edad; incluso estaban allí, pero no
participaban de ciertas labores que solamente a los 30 años se podían
realizar. De manera que estos 30 años de
Números y Lucas es diciente, y cuando leemos Números a la luz del Nuevo
Testamento mismo, y entendemos que lo que está diciendo el Espíritu para el
Nuevo Testamento, a través de Números, es que para servir al Señor hay que
estar en Cristo. Cuando dice hasta 50 años, quiere
decir que el viejo hombre no participa legítimamente del servicio a Dios; hay
que participar entre 30 y 50, lo cual significa en novedad de vida; es
decir, en Cristo Jesús, en el nuevo hombre. Para entrar a servir en compañía en
la casa de Dios, hay que hacerlo de 30 a 50 años; pero en el Antiguo Testamento
era figura; hoy, en el Nuevo Testamento, no importa la edad de la persona,
puede tener ochenta años, pero si está en Cristo Jesús está en novedad de vida;
no tiene nada de viejo en sí. Con Cristo
no pasa nunca de 50 años. Dice que entra en compañía para servir en el
tabernáculo de reunión. Esta es una
palabra importante; el servicio del Señor en Su casa es en compañía, es en
comunión unos con otros. El Señor estableció compañías; por eso era que el
apóstol Pablo decía a los Corintios en la segunda carta: “Teniendo nosotros (plural)
este ministerio” (singular); ahí se refiere al ministerio del nuevo pacto,
al ministerio del Nuevo Testamento, al ministerio del Espíritu, al ministerio
de la justificación, al ministerio de la reconciliación, al ministerio de la
Palabra, al ministerio de la edificación del Cuerpo de Cristo, de la casa de
Dios. Servir en
Cristo, en espíritu y en compañía Entonces ese ministerio es un
ministerio corporativo; ningún miembro es suficiente en sí mismo; todos tenemos
que participar en la comunión del cuerpo de Cristo; por eso dice: entrar en
compañía para servir. ¡Qué curioso! Uno
diría: ¿servir para entrar? Pero ¿entrar en compañía para servir en el
tabernáculo de reunión, al cuerpo de Cristo?
Solamente se puede servir en compañía, en comunión; y este capítulo se
escribió para enseñarnos el orden de prioridades, las disposiciones divinas
para el avance del campamento de una etapa a otra. Por eso dice lo siguiente: El oficio de los
hijos de Coat en el tabernáculo de reunión, en el Lugar Santísimo, se ofrece en
el espíritu. El apóstol Pablo dice en Romanos 1.9: “Porque testigo me es
Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo”. No solamente a quien sirvo, sino a
quien sirvo en mi espíritu, que son dos cosas diferentes. Servir en espíritu, servir en compañía y en
Cristo. Aquí tenemos tres requisitos del
legítimo servicio a Dios en Cristo, en comunión y en compañía; son tres centralidades
concéntricas, o sea que en el puro centro está Dios mismo, el Padre que mana
por Cristo para nosotros Su Espíritu a nuestro espíritu, y de ahí al cuerpo de
Cristo, la Iglesia. Dios mediante, de mi
parte, porque creemos que Dios nos dará otras partes con otros hermanos,
estaremos siguiendo una secuencia sobre estas tres centralidades: En Cristo, en
el Espíritu y en el cuerpo. Son tres
cosas que Dios estableció como requisito para servir. En Cristo de 30 a 50
años; en el Espíritu en el Lugar Santísimo, y en el oficio y en compañía. Entonces son tres cosas centrales que nunca
debemos olvidar, y que tenemos que tener siempre en el centro de nuestro
corazón. Dios siempre estará purificando
nuestro servicio para que no sea en la carne, sino en el espíritu, para que no
sea en Adán, sino para que sea en Cristo; que no sea en división, sino en
comunión, en el cuerpo. Trabajo legítimo
que el Señor merece, tiene que ser en Cristo, en el Espíritu, y tiene que ser
en el cuerpo de Cristo. El caminar del
pueblo de Dios Ahora también, aparece un orden de
prioridad en la marcha, y dice así: “4Cuando
haya de mudarse el campamento, vendrán Aarón y sus hijos y desarmarán el velo
de la tienda, y cubrirán con él el arca del testimonio”. El
campamento siempre se está mudando, siempre está avanzando; la nube guía al
campamento, y el Señor comienza a moverse en Su pueblo, y el Señor hace un
movimiento en una determinada dirección. La Palabra dice que cuando la nube se
levantaba, entonces el pueblo se levantaba.
Yo sé que algunos hermanos ya conocen esto, pero otros todavía no lo
conocen; entonces vamos a honrarlos siguiendo estos versículos delante de
ellos. Estamos ahora en Números capítulo
9:15. Allí dice: “15El día que el tabernáculo fue erigido (la
casa de Dios, ese es el cuerpo de Cristo, la Iglesia), la nube cubrió el
tabernáculo sobre la tienda del testimonio; y a la tarde había sobre el
tabernáculo como una apariencia de fuego, hasta la mañana”. Así como en
el día de Pentecostés, aquella Columna de Fuego se repartió en Lenguas de Fuego
sobre el verdadero tabernáculo, que es la Iglesia. “16Así era
continuamente: la nube lo cubría de día,
y de noche la apariencia de fuego. 17Cuando
se alzaba la nube del tabernáculo, los hijos de Israel partían (había que
adelantarse); y en el lugar donde la nube paraba, allí acampaban los hijos
de Israel”. Debían
parar, porque la nube guiaba la pueblo por varias estaciones. Estaban un tiempo en un lugar, mientras
estaban aprendiendo una determinada lección en ese lugar; y cuando el Señor
juzgaba que era hora de dar un paso adelante, entonces la nube los guiaba a
otra estación, a otro lugar. Entonces
por eso dice: “17Cuando se alzaba la nube del tabernáculo, los
hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube paraba, allí acampaban los
hijos de Israel. 18Al mandato de Jehová los hijos de Israel partían,
y al mandato de Jehová acampaban; todos los días que la nube estaba sobre el
tabernáculo, permanecían acampados”. Ese es el
caminar del pueblo de Dios. A veces la
nube se detenía por un período de tiempo en una estación hasta que Dios juzgara
que ya habían aprendido la lección; cuando el Señor juzga que esa sazón ya está
en su punto. Porque sólo en Su potestad
están los tiempos y las sazones. Cuando ya juzga que hay que darle la vuelta a
la torta porque ya está cocinada por un lado, ahora hay que cocinar el otro
lado; entonces la nube se levanta y baja a otro lugar que Él conoce y ahí en
ese lugar se comienza un nuevo proceso, porque lo que estaba crudo en otra
parte empieza a cocinarse. “19Cuando
la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces los hijos de Israel guardaban la ordenanza de
Jehová, y no partían. 20Y
cuando la nube estaba sobre el tabernáculo pocos días, al mandato de Jehová
acampaban, y al mandato de Jehová partían.
21Y cuando la nube se detenía desde la tarde hasta la mañana,
o cuando a la mañana la nube se levantaba, ellos partían; o si había estado un
día, y a la noche 1a nube se levantaba, entonces partían. 22O si dos días, o un mes, o un
año, mientras la nube se detenía sobre el tabernáculo permaneciendo sobre él,
los hijos de Israel seguían acampados, y no se movían; mas cuando ella se
alzaba, ellos partían”. A veces
había que partir de día, a veces había que partir de noche, a veces al día
siguiente, a veces era después de un tiempo, dos días, un mes, un año; mientras
la nube se detenía en el tabernáculo sobre los hijos de Israel, seguían
acampados. Había que dejar al Señor
empollar esa situación, como la gallina empolla sus polluelos; no se levanta
antes de tiempo porque se le mueren los pollitos que están en los huevitos, y
quién sabe cuánto tiempo tiene que quedarse ahí sentada, y cuando ya es la
hora, los pollitos empiezan a picar y a abrir el huevito y ya nacen los
pollitos; entonces se levanta la gallina, empieza a andar y los pollitos
detrás. Así el Señor sabe cuánto es el
tiempo que tiene que empollar sobre nosotros.
Él nos comparó con eso. Él dijo: “¡Cuántas
veces quise juntar a tus hijos, como la gallina
a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!”[2] Poniendo orden en el caos Porque es
que en el libro del Éxodo estaban acostumbrados a hacer cada uno como bien le
parecía. Además, después de ser esclavos
en Egipto, salieron en tropel; pero entonces Dios empezó a poner orden; así
como en el principio había también desorden y la nube del Señor, o sea el
Espíritu del Señor comenzó a moverse sobre la faz de las aguas y empezó a poner
orden, empezó a traer luz, separaba el día de la noche, separaba lo de arriba y
lo de abajo, y luego hacía brotar la vida y edificaba para Sí mismo una casa,
al hombre a Su imagen y semejanza; hízose el trabajo del mover del Espíritu de
Dios. Cuando
Israel salió de Egipto parecía más o menos un caos, pero el Señor comenzó a
moverse sobre ellos, los liberó, comenzó a ponerlos en orden, les empezó a
pedir que le hicieran un Santuario con determinadas disposiciones, que Él iba a
morar en medio de ellos; y luego de que más o menos hicieron eso, entonces una
etapa tenía que ser seguida por otra; la del libro de Levítico; y ahí en
Levítico era necesario que el pueblo empezara a vivir en función de la casa de
Dios, conforme a los arreglos de santidad de parte de Dios, conforme a las
ofrendas establecidas por Dios, los distintos aspectos de la cruz de Cristo,
del sacerdocio del Señor, la coordinación del ministerio. De eso se habla precisamente en el libro de
Levítico. Cuando esa etapa ya estaba, entonces se llegaba al libro de
Números. Si usted compara la situación
del pueblo en Éxodo, cuando están recién saliendo y con lo que el Señor estaba
poniendo en orden en Su pueblo a través de sus distintas jornadas, puedes ver
que a través de cada nueva revelación, el Señor va trayendo luz para ir
poniendo en su lugar todas las cosas, para que todas las cosas estén en su
lugar. Entonces en
este libro de Números se comienza a poner en orden al pueblo. Primero se iban para donde querían; pero
esperen, ustedes juntos van a hacerme un tabernáculo, y ese tabernáculo no se
va a mudar cuando ustedes quieran. Yo
les voy a decir cómo yo los voy a entrenar, cuándo levantarse y cuándo
quedarse. Al principio todo era un caos,
cada uno salía para donde quería; como en el libro de los Jueces, no había rey
en Israel, y cada uno hacía lo que bien le parecía; pero en Deuteronomio ya el
Señor le dice: no haréis más como habéis hecho vosotros hasta ahora, cada uno
como bien le parezca, sino en el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere para poner
allí Su Nombre, allí iréis y le serviréis, allí ofreceréis los holocaustos; o
sea en Cristo, en el Espíritu y en el Cuerpo de Cristo. Porque eso
es lo que representa el Santuario de Dios, donde Dios pone Su Nombre. Representa primeramente a Cristo, representa
también nuestro espíritu en el Lugar Santísimo y representa también la Iglesia,
que es el Cuerpo de Cristo. Un solo
santuario, y allí le serviréis; no haréis como lo habéis hecho hasta ahora;
cada uno como bien le parezca, sino como el Señor se va moviendo en medio de Su
pueblo, y va enseñando a Su pueblo el orden de marcha. Entonces, por eso dice aquí: “23Al
mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová partían, guardando la
ordenanza como Jehová lo había dicho por medio de Moisés”. Esto es lo
que nos explica el capítulo 4 del libro de Números, verso 5, la frase en que
nos detuvimos, Números 4:5: "Cuando haya de mudarse el campamento",
porque e1 Señor sabía que hay jornadas de Su pueblo, había varias mudanzas del
campamento, todas dirigidas por el Señor; pero cada una era una etapa nueva, y
había que mudar el campamento cuando era la hora, cuando el Señor daba la señal
y la nube se levantaba y comenzaba a moverse en algún lugar, en algún sentido. Orden en la mudanza Entonces
había que levantarse, seguir a la nube en un orden establecido por Dios, y ese
orden es el que está aquí justamente en el capítulo 4 de Números; porque
Números es el libro que pone orden. Por
eso se llama Números, porque es para poner orden: primero, segundo, tercero,
cuarto, quinto. Lo de quinto no debe ir
primero, lo primero no debe quedar de once, lo séptimo no puede ir de cuarto;
lo primero es lo primero, lo segundo es lo segundo, lo tercero es lo tercero,
lo cuarto es lo cuarto, y luego lo que viene.
Hay un orden en el que el Señor se está moviendo sobre Su pueblo. Su pueblo está un poco desordenado para
ponerlo en orden; entonces lo primero con lo que hay que tratar en el traslado
del campamento, es como lo dice el verso 5: “5Cuando haya de
mudarse el campamento, vendrán Aarón y sus hijos y desarmarán el velo de la
tienda, y cubrirán con él el arca del testimonio; 6y pondrán sobre
ella la cubierta de pieles de tejones, y extenderán encima un paño todo de
azul, y le pondrán sus varas”. Vemos que
lo primero que tiene que ver es el velo.
¿Se dan cuenta? Todo comienza por
el Lugar Santísimo; desarmar el velo para colocar allí los paños, el arca, y
cubrir el arca con paños azules y seguir avanzando. Es un orden establecido por Dios; lo primero
que se trata aquí es en re1ación con Cristo, incluso antes de la mesa de los
panes, incluso antes del candelero, incluso antes del incensario, es el asunto
del arca, es el asunto del Lugar Santísimo; comienza todo por el Lugar
Santísimo. “Vendrán Aarón y sus hijos
y desarmarán el velo”. Hay cosas que
están en una situación determinada, y hay que trasladarlas a una situación más
avanzada, porque hay que mudar el campamento, pues hay una manera de hacerlo
mudar, una manera que es la que está aquí en figura. Dice: "Vendrán
Aarón y sus hijos", o sea, el sacerdocio; todo el pueblo del Señor es
sacerdote, pero aquí se está representando la autoridad delegada del sacerdocio
de Cristo, y dice: "desarmarán el velo de la tienda, y cubrirán con él el
arca del testimonio". Lo
primero es el arca, porque la parte que corresponde con la nube es primeramente
el arca. Es todo el tabernáculo, pero
primeramente el arca. Es todo el
mobiliario del tabernáculo, pero primero el arca. Cuando vemos en Éxodo 25, "y haréis
Santuario para mí", lo primero que describe es el arca; después
describe la mesa y el candelero, uno frente al otro. Las cuatro cosas principales Como en
Hechos de los Apóstoles dice en el capítulo 2 que la Iglesia perseveraba primero en la doctrina de los
apóstoles, que era acerca de Jesucristo, en
la comunión unos con otros y en el partimiento del pan, que se relaciona
con los panes de la proposición, el candelero, y en las oraciones; o sea en el
altar de oro y el incensario; es decir, que ese orden que aparece aquí, esas
cuatro cosas, el arca, la mesa, el candelero y el altar del incienso con el
incensario, es el orden. Son las
primeras cosas que se trasladan, y esas cuatro cosas se corresponden con
aquellas cuatro del libro de los Hechos de los Apóstoles. Para los
hermanos que son más nuevos, vamos a leer esos versos. En Hechos 2:42 está el camino de la Iglesia;
aquello en que la Iglesia, desde que fue fundada, perseveraba en estas cuatro
cosas, en las cuales andaban; y dice: “Y perseveraban en la doctrina de los
apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las
oraciones”. Ahí están las cuatro cosas. Esas cuatro cosas empiezan por la
doctrina de los apóstoles. Ahora, ¿en qué consiste la doctrina de los
apóstoles? Aquí mismo en Hechos capítulo 5, verso 42 dice de los apóstoles: “Y
todos los días en el templo y por las casas, no cesaban de predicar y enseñar a
Jesucristo”. Claro que hablaban otras cosas, pero todo en relación con
Jesucristo; entonces era como si sólo hablaran de Jesucristo. Porque ninguna
cosa tiene ningún sentido si está separada de Jesucristo; no tiene ni sentido
ni valor. En Cristo las cosas tienen sentido y tienen valor, tienen
realización, tienen redención, porque ese es el centro de la doctrina de los
apóstoles, Jesucristo. La primera centralidad es Cristo Claro que
cuando nosotros leemos las cartas de ellos, ahí encontramos que hablan de
muchas cosas, pero en todas ellas está siendo revelado Dios por Jesucristo; o
sea que Jesucristo es el tema central de los apóstoles; Jesucristo siendo
enseñado y predicado. La palabra griega didaké
(enseñanza didáctica) y la palabra kerigma (proclamación), es la
enseñanza didáctica corriente ordenada de todo lo relativo al Señor Jesús, a Su
persona, a Su obra, a Su doctrina; lo esencial.
La Iglesia no puede tener otro centro; la iglesia no puede estar girando
a través de ninguna otra cosa. La
iglesia tiene que tener esta primera centralidad; la Iglesia no debe ser
descuidada en nada de lo relativo a Cristo.
El tesoro de la iglesia es Jesucristo; lo que la Iglesia tiene que
entender es a Jesucristo; a quien la Iglesia debe conocer es a Jesucristo; a
quien la Iglesia debe vivir es a Jesucristo; a quien la Iglesia debe testificar
es a Jesucristo; a quien la Iglesia tiene que glorificar es a Jesucristo; o sea
que la Iglesia está centrada en Jesucristo. A veces nos
centralizamos en otras cosas; a veces organizamos algo en función de algo
particularista, donde el centro no es Jesucristo; pero aquí dice la Palabra del
Señor que los apóstoles, todos los días en el templo y por las casas, no
cesaban de hacer dos cosas: de enseñar (aspecto didáctico) en forma ordenada,
secuenciada, que es lo que está debajo de la palabra didaké, en forma
didáctica, que se traduce enseñanza, y también la palabra kerigma, que
quiere decir proclamación; es decir, aquel tema coyuntural de aplicación del
Señor Jesús a cualquier coyuntura, a cualquier necesidad. La Iglesia en cualquier momento debe predicar
a Jesucristo y presentar a Jesucristo como la solución para cualquier cosa que
se presente en el camino; pero no sólo se predica, sino que también se enseña;
y no solamente se enseña, sino que también se predica. No podemos
quedarnos sólo con la enseñanza, porque constantemente tenemos necesidades
prácticas y olvidamos el depósito que nos fue encargado a la Iglesia, como un
consejo de Dios centrado en el misterio de Cristo para estar constantemente
recibiéndolo íntegramente, transmitiéndolo constantemente. Por eso se necesita que Jesucristo sea
enseñado y sea predicado. Ese es el
centro de la doctrina de los apóstoles; por eso es que cuando allí dice que la
Iglesia es el pueblo del Señor, su perseverar en su camino se centraba en esas
cuatro cosas, la primera de las cuales era la doctrina de los apóstoles; o sea,
que ellos eran cristocéntricos, porque los apóstoles enseñaban y predicaban a
Jesucristo. En la
primera epístola a los Corintios, capítulo 15, vamos a ver cómo el apóstol
estableció esas prioridades, y entonces nosotros aquí tendremos estas
prioridades. La primera es Cristo, la segunda es el Espíritu, la tercera es el
Cuerpo de Cristo (la Iglesia). Dice en 1
Corintios, capitulo 15, los primeros versos: “1Además
os declaro, hermanos (esta es una declaración apostólica
de lo que es el evangelio en su primera esencia), el evangelio que os he
predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; 2por
lo cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no
creísteis en vano. 3Porque
primeramente (ahí está el orden de prioridad) os he enseñado lo que
asimismo recibí (es decir, que él también lo recibió de esta manera, de
Cristo, ahí está; lo primero es la persona, el Mesías, el Hijo de Dios): Que
Cristo (ahí está lo primero de esta declaración, lo que es el evangelio, la
doctrina apostólica: Cristo; segundo) murió por nuestros pecados, conforme a
las Escrituras (o sea, la muerte de Cristo según todas las riquezas de la
palabra de Dios, la persona de Cristo y la obra de Cristo en la cruz); 4y
que fue sepultado (sigue la secuencia de Cristo), y que resucitó al
tercer día, conforme a las Escrituras; 5y que apareció a Cefas y
después a los doce”. Y
ahí sigue dando una lista de todas aquellas personas que fueron testigos
oculares de la resurrección del Señor Jesús.
Entonces fijémonos, hermanos, que el apóstol Pablo había establecido un
fundamento, y nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual
es Jesucristo. Lo primero es Jesucristo. ¿Quién es
Jesucristo? El evangelio trata de
Jesucristo, de presentarnos a Jesucristo; depende de quién creamos ser
Jesucristo para nosotros, para llegar a aprovechar lo que seamos para Dios. Si Jesucristo es para ti sólo un personaje
histórico que pasó por la tierra y enseñó una ética más o menos parecida a la
rabínica, muy poco puedes disfrutar de lo que realmente Dios tiene para
ti. Todo lo que Dios tiene para
nosotros, lo tiene la persona, obra y doctrina de su Hijo Jesucristo, y en Su
Espíritu; amén. Entonces, hermanos, el Señor Jesús, lo que Él es, es algo
central. Los apóstoles, en lo relativo a
Jesucristo, eran muy cuidadosos. Entre otras
cosas, nos dice Juan que no se les reciba en casa a determinadas personas, si
en relación con Jesucristo están tergiversando los asuntos; dice el apóstol
Juan en la segunda carta. “Si alguno
viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le
digáis: ¡Bienvenido!” (2 Juan 10). El que le dice bienvenido participa de sus malas obras. La Iglesia tiene que conocer Su persona. Cristo, el fundamento del Evangelio Vamos a
Romanos 1; allí nos dice 1o siguiente: “1Pablo,
siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de
Dios”. Aquí Pablo
está memorizando aquel pasaje de Hechos 3:
“Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”. Ahora dice Romanos, ¿apartado para qué? “para el evangelio de Dios, 2que
él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras”. Se refiere al
Antiguo Testamento. El Antiguo
Testamento es la preparación de Dios para el evangelio de Dios; el Antiguo
Testamento era la intervención divina a través de los profetas para tipificar,
anunciar y fundamentar todo lo relativo al evangelio. Pablo en el verso 3 nos dice cuál es el tema
central del evangelio, de qué es de lo que trata el evangelio de Dios; dice que
Él había prometido antes por sus profetas a través de las Escrituras, el
evangelio acerca de Su Hijo; o sea, el tema central del Evangelio de Dios, es
el Hijo de Dios. Ahí comienza todo; ese
es el fundamento: nuestro Señor Jesucristo.
Ahora identifica quién es el Hijo de Dios; dice que es Jesús y que es el
Mesías. Lo que dijo Pedro: “16Tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 17Entonces le respondió
Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne
ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18Y yo también te digo, que tú
eres Pedro, y sobre esta roca (y no dice sobre ti)
edificaré mi iglesia” (Mateo 16:16-18).. Tú acabas
de confesar lo que el Padre te reveló y esa revelación y esa confesión es
acerca de Jesús, como el Hijo de Dios, como el Mesías de Dios, el Cristo; sobre
esta roca edificaré mi Iglesia. Ahí está
el fundamento, sobre el Hijo de Dios, Jesús el Cristo, muerto por nuestros
pecados y resucitado y hecho Señor; el Mesías hecho Señor y Cristo; sobre Él
está edificada la Iglesia. Él nos tiene
que ser revelado, tenemos que conocer al Hijo, cuando agradó al Padre revelarlo.
No te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre.
La Iglesia tiene que estar centrada, disfrutando al Señor Jesús,
conociendo al Señor Jesús, quedando perpleja del Señor Jesús. Hermanos,
Dios no recibe otro sacrificio de parte nuestra, sino lo que Jesucristo hizo
para nosotros. Nadie se puede acercar a Dios en base a ninguna otra cosa que no
sea el Señor Jesús; el mejor sacrificio que se puede presentar es tu fe en el
Señor Jesús; es tu aprecio por el Señor Jesús; es tu conocimiento no
intelectual solamente; claro que toca lo intelectual, pero prima el
conocimiento espiritual del Señor Jesús. El que conozca al Señor Jesús, lo
aprecie, lo reciba, lo viva, le agradezca y sólo en él confíe, ese es el único
sacrificio que Dios realmente recibe, qué aprecio tienes por Su Hijo. No es
nada que hay en tí, no es nada que tú mereces, no es nada que tú puedes; es
quién es Jesús para ti, qué confiesas de Él, cuál es tu aprecio por el Señor
Jesús, hasta qué punto lo conoces, de tal manera que te vayas pareciendo a Él, desde
adentro para afuera; eso lo que a Dios le importa; eso es lo primero, eso es el
fundamento, eso es lo que Dios tiene por valor, que puedas confiar
verdaderamente en Él; creerle de todo corazón. Todos los
sacrificios que Dios dio para que en el Antiguo Testamento se presentaran
delante de Él para poder recibir a Su pueblo, representaban al Señor Jesús; y
¿cuantos sacrificios eran? eran de muchas clases; se necesitaban cantidad de
becerros y de corderos, de toros y de palomillos; tenían que ser sacrificados
millares. Cuando había fiesta había que
sacrificar muchísimos, porque el sacrificio del Señor Jesús es muy grande; no
podía ser representado con mezquindad, tenía que ser representado por
abundancia, porque Él es abundante, Su obra es abundante. Como Iglesia nos reunimos alrededor del Señor
Jesús, a comer del Señor Jesús, a apreciar a1 Señor Jesús, a recibir el
testimonio de lo que Él hizo. El evangelio
de Dios es acerca de Su Hijo; de eso se trata el evangelio de Dios. Hay algo en lo que Dios tiene complacencia, y
es en Su Hijo, aún antes de crear todo; y toda la creación la hizo para Su
Hijo, y la hizo en Su Hijo, y Su anuncio es acerca de Su Hijo, que conozcamos
acerca de Su Hijo Jesucristo, a quien Él ha enviado; Jesucristo, la vida
eterna. El evangelio acerca de Su Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David. Ahí empieza a tener sentido todo el Antiguo
Testamento; que fue declarado Hijo de Dios; empezamos a ver los dos
aspectos: Hijo de David según la carne,
representado por la madera del arca; declarado Hijo de Dios, ahí está la
Divinidad, representada por el oro del arca.
Eso es lo primero que hay que tratar en una mudanza del campamento;
donde hay que centrarse siempre es en Jesucristo, porque lo que realmente hay
que mudar siempre es hacia una posición más avanzada en nuestro conocimiento en
Cristo, nuestro aprecio por Cristo y nuestro seguimiento de Cristo; eso es
realmente avanzar; avanzar para con Dios es el conocer más a Cristo, el
apreciarlo más, el vivirlo más y seguirlo más; solamente eso es realmente el
seguimiento. Luego se empieza a hablar
ya de la obra de Él, porque recibimos la gracia y el apostolado para la
obediencia a la fe en todas las naciones por amor a Su nombre (Romanos 1:1-5); ahí
aparece ya el resultado del seguimiento a Cristo el Rey; de seguir a Cristo es
que resulta el Rey. No hay reino sin
seguir a Cristo. Entonces
volvamos a Números capítulo 4:5: “Cuando haya de mudarse el campamento,
vendrán Aarón y sus hijos y desarmarán el velo de la tienda, y cubrirán con él
el arca del testimonio”. En Hebreos
capítulo 10 se nos dice que ese velo es la carne de Cristo; lo primero es
conocer al Señor en Su persona, en Su obra, en Su encarnación, cada vez más
profundamente; y dice: “cubrirán con él el arca del testimonio”; esa
arca representa a Cristo, no en una forma simple, sino en una forma completa,
los distintos aspectos de Su persona y de Su obra objetiva para con el Padre
en la cruz y sustitutivo aplicada a cada
uno de nosotros como personas; todos nosotros juntos como cuerpo, porque la
obra del Señor Jesús no es sólo para individuos. El Señor Jesús no sólo murió en la cruz para
perdonar pecados de personas, sino como dice Efesios, para purificar a la
Iglesia; para purificar no sólo personas sino a la Iglesia, y para presentar no
sólo a un salvo, sino una Iglesia salvada, santa y gloriosa, sin mancha, la
obra de Dios corporativa, y no sólo individualismos. Por eso es que después del arca, le toca el
turno a la mesa de los panes de la proposición y al candelero, lo que es el
partimiento del pan; o sea, la expresión práctica de la vida de la Iglesia; y
las oraciones son el incensario, que es el ministerio sacerdotal del pueblo del
Señor: liturgia sacerdotal del pueblo. Entonces
dice en el verso 6: “Y pondrán sobre ella la cubierta de pieles de tejones”,
o sea todo el aspecto de la vida del Señor Jesús. Recuerden que
cuando se miraba de afuera hacia
la casa de Dios, lo que se veía por fuera eran dos cosas: la cortina del atrio,
que era de lino fino, y la tienda adentro que estaba cubierta por pieles de
tejones; la parte visible que es con apariencias; porque el oro, la plata, el
mobiliario, todo esto estaba dentro de la gloria. La parte más visible son las pieles de los
tejones. El lino fino son las acciones
justas de los santos. Un pueblo celoso de buenas obras. Desde afuera se ve gente común y corriente,
presentado así sin hermosura y sin apariencia, como se dice de Jesús. Así como no
le conocieron a Él, tampoco a nosotros; ya somos hijos de Dios, pero todavía no
se ha manifestado lo que hemos de ser, por eso el mundo no nos conoce.[3] El mundo ve por fuera personas común y
corrientes, como aquellos animalitos en el desierto. Somos tejones, pero haciendo ya buenas obras;
es decir, las cortinas, pero de lino fino; Su pueblo común y corriente, celoso
de buenas obras. Entonces aquí aparecen
los tejones, y dice: “Y extenderán encima un paño todo de azul”. Ninguno de los otros tiene el azul por
fuera. Cuando tú ves después, cuando
cubren la mesa, cuando cubren el altar, y antes del altar, el candelero, verás
que por fuera siempre van los tejones.
En e1 único caso donde los tejones y las pieles van por dentro y el paño
de azul va por fuera, es en el caso del arca; porque lo azul representa lo
celestial. Como el Señor Jesús ya fue
glorificado, es nuestro precursor. Entonces Él ya fue glorificado en Su carne,
en aquel pasaje de Hebreos 2:9: “Pero vemos a aquel que fue hecho un poco
menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del
padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por
todos”. No vemos
las otras cosas que le sean sujetas, pero aquello lo vemos en gloria; o sea que
lo azul ya no lo tiene escondido, sino manifestado. Por eso es que como Él es el precursor,
entonces por eso tiene la señal de haber resucitado primero, de haber ascendido
en gloria como precursor, de tener lo celestial ya por fuera con un cuerpo
glorificado, y ya todos sabemos que el arca es Él. Él es el arca porque es la única que tiene el
azul por fuera; lo demás está por dentro todavía. Ya somos hijos de Dios pero todavía no se ha
manifestado lo que hemos de ser. Todavía
no vemos que todas las cosas le son sujetas, pero vemos a Aquel que fue hecho
menor que los ángeles, coronado de honra y de gloria; es el Señor Jesús a la
diestra del Padre. Por eso queda
señalado entre todos los montoncitos que hay por ahí; esos montoncitos con Él a
la cabeza. El Señor es el centro al que
hay que seguir. Entonces esta parte es
para que veamos el lugar preeminente de Cristo, la primera centralidad que
tenemos que desarrollar. INTRODUCCIÓN AL LIBRO DE LAS JORNADAS
Por Gino Iafrancesco V. - 19 de Diciembre, 2006, 18:41, Categoría: General
INTRODUCCIÓN AL LIBRO DE LAS JORNADAS[1] Introducción a las jornadas Hace algún tiempo deseaba
compartir esta serie. Pero creo que
después de todas estas lecturas efectuadas en las últimas semanas, y que se
relacionan con la salvación y otros aspectos fundamentales, esta serie va a tener
más sentido, más consistencia; pienso que le vamos a poder sacar un mayor
provecho. De manera que, si es el
acuerdo de los hermanos, podríamos iniciarla, a menos que los hermanos tengan
otro sentir; en ese caso me lo comunican.
Mientras tanto yo quería comenzar poco a poco una serie que hace tiempo
está en mi corazón compartir con los hermanos, y no se había dado porque no se
presentaba la oportunidad; pero habiendo acabado el anterior ciclo, podríamos
empezar con esa serie. Con algunos hermanos que
estuvieron en algunas de las reuniones que se realizaron en Tunjuelito, en una
ocasión se trató el tema de una manera muy panorámica, totalmente panorámica, y
la hermana Gloria Monroy lo transcribió; y en ese mensaje se daba una visión
muy panorámica de lo que es la serie que está en mi corazón compartir con mis
hermanos; pero la idea no es compartirla de manera panorámica, sino entrar
punto por punto para que nosotros le saquemos un provecho, y de hecho
entendamos un poco mejor nuestro propio caminar. La serie se llamaría así, El
Libro de las Jornadas. La idea es
tocar jornada por jornada; es decir, no es ver, como vimos en aquella ocasión,
el panorama, sino entrar jornada por jornada para que nosotros podamos, a la
luz de la Palabra, sacar el mejor provecho; porque esas jornadas fueron
escritas para nosotros poder entender nuestras propias jornadas y las jornadas
en que están nuestros hermanos. De modo,
pues, que si ustedes me permiten, yo quisiera hoy apenas introducirla, puesto
que algunos no estuvieron en la reunión de Tunjuelito, ni han leído la
transcripción de aquella charla.
Entonces hoy voy a hacer una breve introducción, y para eso quisiera que
fuéramos a algunos versos de la Palabra que están en pasajes que son bien
conocidos por los hermanos. El Libro de las Jornadas
aparece en el libro de Números; vamos, pues al capítulo 33 del libro de Números
de la Biblia. Vamos a mirar este verso
inicial y algunos otros versos que por una parte creo que nos autorizan, y por
otra incluso nos obligan a leer en clave hermenéutica el Nuevo Testamento este
pasaje del libro de las jornadas de Números 33.
Entonces miremos en Números 33, solamente el inicio: "1Estas
son las jornadas de los hijos de Israel, que salieron de la tierra de Egipto
por sus ejércitos, bajo el mando de Moisés y Aarón”. Llamo la
atención de una vez al plural, no sólo la jornada, sino que el Espíritu Santo inspiró
que se escriba en plural: las jornadas, porque en nuestra caminata no siempre
vamos en un mismo tono, o en una misma tónica, sino que a veces hay cambios
abruptos de una etapa a otra; hay varias etapas y son diferentes las unas de
las otras; entonces por eso se habla en plural, estas son las jornadas. Es como si Dios nos dijera: Hijos, por todas
estas experiencias ustedes tendrán que pasar, no todo de golpe, sino de a poco,
unas cosas primero y otras cosas después. “2Moisés
escribió sus salidas conforme a sus jornadas por mandato de Jehová". Quiero resaltar
esa frase: “Por mandato de Jehová”.
Ahora, ciertamente que el interés de nuestro Dios no es meramente
histórico. Dios no escribió historia
sólo por la historia; nosotros sabemos para qué Dios escribe historia. Para
nuestra enseñanza En Romanos 15 está ese versículo clásico que por
causa de los hermanos nuevos y de los que puedan oír la grabación o leer la
transcripción, voy a leerlo literalmente, dice Romanos 15: 4-5: "4Porque las cosas que se
escribieron antes (ahí está el libro de las jornadas, esa es una de las
cosas que se escribieron antes) para nuestra enseñanza se escribieron
(la de los santos del Nuevo Testamento, los cristianos, no solamente para
conocer la historia antigua. Dios no está interesado en que seamos anticuarios
de historia, no; Él quiere que de la historia saquemos provecho para hoy, para
ahora, tanto para nosotros como para los que caminan o peregrinan con nosotros),
a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos
esperanza. 5Pero el Dios de
la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según
Cristo Jesús”. ¿Para qué se escribió? Por mandato de Jehová, Moisés
escribió esas jornadas; por mandato de Jehová; es decir, que Jehová le mandó
escribir esas cosas y aquí nos dice para qué; se escribieron para nuestra
enseñanza; o sea, cada una de aquellas cosas; y allí vamos a encontrar unos
nombres extraños, pero todos esos nombres tienen significado, y algo sucedió en
cada una de esas estaciones, y hay una lección, o más de una, que aprender en
cada estación; y estas estaciones son más largas que el vía crucis. Pero
entendamos que se escribieron para nuestra enseñanza. Luego dice que “a fin de que por la
paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza". Nótese bien para qué se escribieron. Dice que se escribieron para que “por la
paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza"; o
sea, se escribieron en las Escrituras para que tengamos esperanza. Para que las Escrituras nos den por el
Espíritu, primero, paciencia, segundo, consolación, y por la paciencia y la
consolación tengamos esperanza. Es
decir, que sucedieron para nuestra enseñanza, se escribieron para nuestra
enseñanza. Lo que sucedió no sucedió
solamente como si sólo fuera con sentido histórico, arcaico, no. Aquellas jornadas fueron todas dirigidas por
Dios. Cada salida y cada llegada fueron dirigidas por la nube de gloria. El Señor se levantaba y decía cuándo salir y
a dónde ir y dónde detenerse y cuánto tiempo quedarse en cada estación; todo
eso fue enseñado por Dios a Israel y fue enseñado en vista de nosotros. Cuando Dios estaba dirigiendo a Israel, no estaba
pensando solamente en Israel; Dios estaba escribiendo la Biblia, Dios estaba
preparando las Escrituras para cuatro cosas: enseñanza, paciencia, consolación
y esperanza. Entonces la enseñanza nos guía a la paciencia y cuando tenemos
paciencia, tenemos también consolación y tenemos también, por la paciencia y la
consolación, la esperanza. Todas estas jornadas se escribieron para nosotros.
Hay muchos pasajes en la Biblia donde estas jornadas son resumidas, y en esos
resúmenes tenemos también lecciones que aprender; pero la intención ahora no es
leer los resúmenes, es leer jornada tras jornada, estación tras estación. La idea es, si el Señor lo permite, que en cada
reunión podamos ver una sola estación.
Quizá hay estaciones que requieran más de una reunión. ¿Por qué?
Porque una cosa es llegar a una estación y otra cosa es salir de esa
estación y esa es una experiencia. A veces estamos en una situación
"X" y Dios nos lleva a una situación “Y”, pero no es lo mismo llegar
a "Y" como en un avance y que llegue la hora de salir de
"Y"; "Y" no es bueno ni malo; es bueno cuando se llega,
pero es malo quedarse cuando hay que salir.
Para algunas personas que están llegando a "Y" está muy bien
porque estaban en algo más atrás, y la Biblia dice: salieron de allí y llegaron
allá; el hecho de salir es una cosa, llegar es otra; y salir de donde se había
llegado es otra. Una estación puede ser
buena cuando es un avance, pero puede ser mala cuando es una fijación. Cuando todavía no hemos experimentado algo,
está bien llegar a eso y estar en esa etapa hasta que el Señor juzgue
conveniente, pero habrá un momento en que el Señor, que es el (perdón, lo digo
entre comillas y con respeto y basado también en otra tipología)
"cocinero"; cuando ya sabe que la sazón de un cierto punto ya está,
es como una señora que está haciendo una determinada comida, pues las cosas
más duras hay que ponerlas a cocinar desde antes, las más blanditas se echan al
final. Así también hace Dios. Hay cosas que se tienen que cocinar por lado
y lado, y ya cuando están bien cocinadas, ya se le puede echar los menuditos
finales porque eso se cocina rápido e incluso si quedan medio cruditos es que
están bien. Entonces el que conoce las
sazones y los tiempos es Dios; no nos toca a nosotros saber las sazones y los
tiempos; es Dios el que dice: Bueno, te llegó la hora de salir de esto y llegar
a esto otro; ahí es cuando llegas, por ejemplo, a Pi‑hahirot. Pi‑hahirot es una estación, pero esa estación
tiene dos fases; tiene la entrada a Pi‑hahirot cuando tú nunca habías experimentado
eso, y de pronto Dios te introduce en esa experiencia que se significa con ese
nombre, Pi‑hahirot; o Kibrot‑hataava o Elim o cualquiera de esos nombres
raros; todos tienen significado; pero aunque el nombre es uno solo, tiene
entrada y tiene salida; por eso ustedes ven aquí que dice así: "3De
Ramesés salieron en el mes primero, a los quince días del mes primero; el
segundo día de la pascua salieron los hijos de Israel con mano poderosa, a
vista de todos los egipcios". No quedarnos en los rudimentos "5Salieron,
pues, los hijos de Israel de Ramesés, y acamparon en Sucot". El acampar en Sucot significa una cosa; acampar en
esa estación es una cosa, y salir de Sucot es otra cosa; así es que tenemos que
ver a Sucot en dos sentidos; en el de la llegada, que es algo muy bueno porque
Dios nos condujo de algo más atrasado ahí y nos tiene durante un tiempo en
Sucot, pero después llega un momento en que hay que salir de Sucot. Era bueno por un tiempo, pero después hay que
salir; por eso es que dice en el Nuevo Testamento: “Porque debiendo ser ya
maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a
enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis
llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido”[2]. No, sigamos adelante a la perfección; todas
estas jornadas son hacia la perfección. Está bien que haya un tiempo para rudimentos y vamos
a ver varios de esos rudimentos en las primeras estaciones, pero llega un
momento en que después de tanto tiempo hay que salir de esos rudimentos e ir
hacia delante hacia la perfección; pero no se llega a la perfección de golpe,
sino de gloria en gloria y de triunfo en triunfo y de prueba en prueba. Claro que la palabra triunfo es más bonita,
pero la Biblia dice que para que fueran probados los llevó por el desierto y
por todos esos lugares; para que fueran probados[3]. Amén. Entonces, ya vimos lo que significan estas jornadas:
son experiencias espirituales del pueblo de Dios, y esas experiencias son
progresivas y cada estación tiene una doble faz: Una etapa bienaventurada de
llegada, donde llegamos a eso como a algo nuevo y precioso y acampamos
allí. Gracias a Dios por el tiempo que
sea necesario tomar para estar allí acampando, pero de pronto el Señor sabe que
es la hora de salir de lo que había sido bueno hasta aquí; había sido muy
agradable llegar allí y había sido muy bueno, pero igual, hay que salir otra
vez. De manera que cada estación tiene
dos aspectos: el de llegada y el de salida. Miremos otro pasaje, así como el de Romanos, en 1
Corintios, capítulo 10. En este capítulo
podemos leer uno de esos resúmenes, en los primeros versos, inclusive hasta el
14 podemos leer. Dice: "1Porque
no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la
nube, y todos pasaron el mar".
Y empieza el apóstol Pablo a llamar la atención de la Iglesia hacia las
jornadas de los padres en el desierto, a las jornadas de Israel. No quiero que ignoréis, dice Pablo; es decir,
que estas son cosas, que la Iglesia no debe ignorar, se escribieron para
nuestra enseñanza, a fin de que por la paciencia y la consolación de las
Escrituras tengamos esperanza. Por eso
Moisés fue mandado por Dios; Dios le mandó a Moisés: Escribe estas jornadas en
orden; es decir, Dios está interesado en que eso no se borre y no sólo se
escribió para recuerdo histórico y arcaico, arqueológico, sino para nuestra
enseñanza, como dice aquí. No quiero, hermanos, que ignoréis, y aquí hace el
resumen: "que nuestros padres, todos, estuvieron bajo la nube, y todos
pasaron el mar; 2y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en
el mar, 3y todos comieron el mismo alimento espiritual (fíjese
cómo Pablo está recordando todas las jornadas, pero se lo está diciendo a la
Iglesia, no ignoréis eso), 4y todos bebieron la misma bebida
espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía y la roca era
Cristo (mire cómo va Pablo trasladando aquellas experiencias de Israel por
el desierto, a la Iglesia). “5Pero de los más de ellos no
se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto". Habían salido y se habían bautizado y habían
estado bajo la nube, pero se quedaron trabados en alguna estación; algo pasó en
alguna estación que algunos no avanzaron de ahí, se quedaron en ese nivel; y
¿qué pasó? Dice acá: "Quedaron postrados en el desierto". Ahora mire el siguiente verso: "6Más
estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos
cosas malas, como ellos codiciaron". ¿Cuáles son todas estas cosas que menciona
Pablo? Aquí está resumiendo en cuatro
versículos todas las jornadas del pueblo hebreo. Está llamando la atención sobre algunos
puntos sobresalientes de la cordillera para recordar toda la cordillera, y
ahora dice: "estas cosas", o sea todos los acontecimientos y las
lecciones en las distintas jornadas sucedieron como ejemplos para nosotros. ¿Por qué debemos estudiar este libro de las
jornadas minuciosamente? Porque son ejemplos para nosotros. Eso es lo que quisiéramos hacer con la ayuda
del Señor y de su Espíritu en la comunión, acercarnos a esos ejemplos. Note que se utiliza el plural; en otras
partes utiliza el singular, pero aquí dice: "estas cosas",
porque fueron muchas y diferentes y muy variadas, porque la experiencia
cristiana es muy variada; estamos en muchas situaciones. El proceso de crecimiento Aquella vez en Tunjuelito, usamos el símil del pollo
asado en un horno. Cuando usted va a ver
como se está asando un pollo, a veces está arriba, a veces está abajo, a veces
se cocina por la derecha, a veces se cocina por la izquierda, a veces está patas
arriba, a veces patas abajo; bueno, a veces está cerca al fuego, a veces se
está enfriando un poquito, a veces lo vuelven a calentar; así es la vida
cristiana. Yo pienso que si usted lleva
una vida muy tranquila y hace mucho tiempo que está en lo mismo, eso no sabe
bueno, eso no es una buena señal, hay que darle vuelta al pollo para que se
cocine por todas partes. Como dijo el
Señor, ¿recuerdan de aquella torta en el libro de Oseas? dice que la torta no
se volteaba[4];
entonces ¿qué pasa cuando no se voltea la torta? Se quema por un lado y por el otro queda
cruda. ¿Qué es la sazón?
La sazón es saber cuándo hay que sacarlo de ahí y cuando hay que ponerlo
en otra situación para cocinar otra cosa que estaba cruda; eso es lo que hace
Dios con nosotros cuando nos traslada de una situación a otra. A veces algo pasó en el trabajo, te cambiaron
de trabajo, te quedaste sin trabajo, estás en un buen trabajo; a veces no es el
trabajo, a veces son problemas de la salud, a veces de la Iglesia, a veces del
país; una multitud de situaciones tipificadas, y por eso dice claro en 1
Corintios: "Estas cosas
sucedieron como ejemplos" (plural), muchos ejemplos, muchos. Una cosa está ejemplificada en esta estación
bajo este nombre raro, otra cosa está tipificada en otra estación bajo otro
nombre raro y bajo un mismo nombre hay llegada y hay salida. “Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros,
para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron". Fíjate cómo actuaron ellos, cómo fue que
ellos codiciaron, igualito que nosotros; o sea, Dios estaba pensando en
nosotros, porque nosotros sí tenemos el Espíritu. Él estaba pensando en nosotros cuando estaba
haciendo todo eso; y después de haber acumulado esos 40 años de enseñanza, le
dice: Moisés, escribe todas las
jomadas. ¿En quién estaba pensando
Dios? En nosotros; Él sabía que éramos
nosotros los que teníamos que sacar muchas lecciones de muchas situaciones.
Sigue diciendo Corintios: "7Ni seáis idólatras, como algunos
de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se
levantó a jugar". ¿Cómo fue que
fueron idólatras? Ya estaba
escrito. Ahí hace referencia a Éxodo
32:4-6. Mire como es ser idólatras. "Se
sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar"; esa es la
idolatría, dedicarse a comer, beber y jugar; no es buscar a Dios. Parece que era normal, comer, beber y jugar,
pero eso lo llama Dios "idolatría" cuando es el centro de las
ocupaciones del hombre. Un ejemplo para nosotros Tremendo todo esto, ¿no, hermanos? y eso que solamente estamos viendo el
panorama. Tenemos que entrar bien en
cada una de estas jornadas. “8Ni
forniquemos (o sea ni esto, ni aquello, ni aquello otro), como algunos
de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. 9Ni tentemos al Señor, como
también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes
(todas esas experiencias son múltiples, una comer, otra beber, otra jugar, otra
fornicar y la última tentar al Señor). 10Ni
murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el
destructor. 11Y estas cosas
les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a
quienes han alcanzado los fines de los siglos”. Ahora sí viene en singular;
primero cuando las va a desglosar lo dice en plural, porque son muchas
experiencias, pero todas esas experiencias son nuestra única larga caminada;
entonces ahora viene en singular; es de cir, ejemplo y ejemplos. Un ejemplo compuesto de muchos ejemplos, y
están escritas para amonestarnos a nosotros; entonces ¿cómo vamos a hacer caso
omiso de ese capitulito y dejarlo así? ¿Dejar todos esos nombres raros? Moisés,
¿para qué habrá escrito todos esos nombres tan raros? Migdol, Kibrot‑hataava, Elim, Pi‑hahirot,
todos esos nombres raros; pero son raros porque están en hebreo; pero tienen
significado. Por ejemplo, Kibrot‑hataava
quiere decir tumbas de los codiciosos.
Cada nombrecito habla mucho, ¿no?
Cada nombrecito es muy significativo. ¡Ah Señor Jesús! Dios tenga piedad, así es. “Y estas cosas les acontecieron como
ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros; (y parece como si
Pablo no se quedó contento con decir nosotros) a quienes han alcanzado los
fines de los siglos”, y punto.
Claro, yo me voy a morir, puede ser que me muera antes de que venga el
Señor. Puede ser que venga en otras
generaciones, pero de todas maneras el Señor va a venir en la última
generación. Entonces a nosotros, a
quienes ya han (no dice hemos), a quienes han alcanzado los fines de los
siglos. O sea, es para nosotros, para
nosotros se escribió esto, para quienes han alcanzado los fines de los siglos. O sea, esto no es para otros tanto como para
nosotros. Para otros ha sido claro; pero
mucho más para nosotros, y están escritas para amonestarnos a nosotros a
quienes han alcanzado los fines de los siglos. “12Así que, el que piensa estar firme,
mire que no caiga”. Para no
caer hay que mirar. ¿Y a dónde hay que mirar?
Al Señor, y ¿qué es lo que nos dice en su enseñanza? que nos llama a la
paciencia y también nos consuela y nos amonesta. Amén. Y luego dice: “13No os ha
sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os
dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. Mire que el contexto dice esto, porque son
muchas pruebas, son muchas, son 40 años, número de prueba, número de juicio; es
para juzgar, para sacarnos de Egipto. No
os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana. Ya pasó aquí.
Unos pasaron, miren cómo les fue, consuélense. Otros, tengan paciencia, porque miren los que
no pasaron y se quedaron postrados en el desierto, miren cómo quedaron. Esto ya ha pasado; muchas veces sucede, no os
ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no
os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir. Vamos a ver cómo al principio Dios decía: Bueno,
para que estos recién salidos no se asusten con la guerra, no vamos a entrar
derecho; vamos a dar la vuelta por el Sur.
Pero eso era al principio, después no.
O sea, esas tentaciones al principio son unas, después son otras más
sutiles, más difíciles. El Señor no te
permite el ser probado con otras todavía, pero un poquito más adelante,
sí. Ven un poquito más adelante. ¿Recuerdan lo que le decían al hermano Rick Joyner?
Ahora se te ha permitido esto, pero si eres fiel se te permitirá sufrir, se te
concederá el honor de sufrir. Ahora no,
porque ya se devuelven, pero después más adelante se les podrá confiar algo
más. Entonces dice que Dios no os dejará
ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará juntamente con la
tentación la salida; y me gustan esas dos cosas, juntamente, y ahí están las
dos cosas, la salida. Y aquí se habla de
la salida y de una tentación de este tipo, luego de otro tipo y otro tipo;
algunos nombrecitos tan significativos por aquí, ¡Ah Señor Jesús! Y dice: “para
que podáis soportar. 14Por
tanto, amados míos, huid de la idolatría”.
Noten que este “por tanto” es la conclusión de todo. Huid, esa es la salida ¿de qué? de la idolatría. O sea que Dios nos lleva a amarlo a Él por
sobre todas las cosas, por sobre nuestro propio yo, por sobre todo. Todo eso es
huir de la idolatría; ahí está resumido: HUIR.
Todo esto es para huir, de muchas maneras y por muchos años. Huid de la idolatría para que podáis
resistir. El Señor nos saca de Egipto,
Sodoma y Jerusalén Todavía, en esta introducción, quiero llamar la
atención a otro verso; porque para poder entender esto de huir, esto de salir,
hay que conocer un poco cuál era la situación de la primera estación que se
llama Ramesés. Aquí nos vamos a detener
un poco, vamos a detenernos en Ramesés para entender bien que quiere decir la
situación de estar bajo el gobierno de Ramesés haciendo ladrillos para Faraón. Vamos a entender eso. Hay que entender eso porque tenemos que saber
de qué es de lo que nos está sacando el Señor.
Hay que saber en qué nos tiene presos el diablo, para entender de qué
nos está sacando Dios, porque si no entendemos dónde estábamos, no vamos a
entender de dónde nos saca el Señor, y cómo y por qué. Entonces quiero llamarles la atención, ya
para terminar, digamos, esta primera etapa, vamos a un pasaje que se encuentra
en Apocalipsis 11; quiero llamarles la atención ya dejando los inicios para la
próxima. Encontramos en Apocalipsis 11:8
alguna expresión, escrita por San Juan, pero inspirada por Dios. “Y sus
cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se
llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado”. Aquí en Apocalipsis 11 habla de los dos testigos que
testifican contra la bestia y luego los matan.
La bestia los mata y se reparten regalos. En ese contexto, miren esa expresión tan
importante de Juan. Sus cadáveres
estarían en la plaza de la grande ciudad, y fíjense en esta expresión, “que
en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue
crucificado”. El Señor utiliza y
unifica 3 ciudades: Jerusalén la vieja, no la nueva, Sodoma y Egipto; y a esas
tres ciudades las relaciona, porque son 3 y son 1; son tres aspectos de la
misma; porque cuando dice: donde también nuestro Señor fue crucificado ¿dónde
fue crucificado Nuestro Señor? pues en Jerusalén. Bueno, Jerusalén la vieja, también es Sodoma,
y también es Egipto, y eso tiene un sentido espiritual. Así que Egipto tiene un sentido
espiritual. Entonces por eso necesitamos
entender qué es Egipto, y luego no sólo qué es Egipto sino también Sodoma. El Señor a veces a Su pueblo lo trata de
Sodoma. Príncipes de Sodoma, les dice, y
a veces es Jerusalén; pero fijense que Jerusalén, allá donde el Señor murió, aquella
ciudad religiosa, la capital, digamos del antiguo pacto, sin embargo es la
misma Sodoma, y existe un sentido espiritual.
Por eso quería llamarles la atención a esa expresión y a esas
conexiones, porque Dios nos da a mostrar una salida, que Él ha estado haciendo;
Él ha estado sacándonos y conduciéndonos. Por eso dice aquí al final del versículo 8 de
Apocalipsis 11, “en sentido espiritual”; la grande ciudad, fíjense, la
grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma, pero la misma ciudad,
también en sentido espiritual se llama Egipto.
¿Pero cuál es? donde también,
fíjense también en el otro aspecto, nuestro Señor fue crucificado; es decir,
Jerusalén. Así que aquí tenemos tres
aspectos: Jerusalén la vieja, Sodoma y Egipto; pero todas esas tres son la
misma ciudad; pero son tres aspectos distintos de la misma ciudad. De manera que el Señor nos saca de Egipto;
Egipto tiene un sentido espiritual; pero resulta que Egipto es también Sodoma,
de modo que el Señor nos saca también de Sodoma; y Sodoma también tiene un
sentido espiritual; pero resulta que también Egipto y Sodoma en lo espiritual
son la Jerusalén, la fiesta, la religión, la ley, y también de allí hay que
salir. Vemos, pues que hay salida de muchas partes. Dios nos saca de muchas cosas; Dios nos saca
de los pecados, del pecado, del yo, del ser natural, de la religión; la
experiencia es de salir, llegar, salida y llegada, salida y llegada, y por eso,
son muchas las estaciones, son muchas las jornadas, son muchos los ejemplos, y
en cada estación hay que aprender algo.
Me llamaba la atención especialmente esa expresión: “en sentido
espiritual”, la grande ciudad que en sentido espiritual se llama: Sodoma y
Egipto, donde también, ese también equivale a y; Sodoma y. Esa
palabra en griego es kaí (και). Esa palabra kaí en griego se
traduce: tanto también como y.
Conclusión: kaí. Sodoma kaí
Egipto kaí Jerusalem. Todo esto tiene un sentido espiritual, es un ejemplo
para nosotros; es toda una jornada. Para
terminar hagamos nuevamente una lectura de corrido de Números 33 para concluir
la introducción, para que tengamos una visión panorámica; pero la idea es
detenernos en cada estación porque ya nos damos cuenta de que esto tiene todo
totalmente que ver con nosotros. ¿Verdad
que sí? Puede ser que ahora que leamos estos nombres les parezcan raros, pero
tranquilos, Dios no los hizo incomprensibles ¿Amén? No son
incomprensibles. Leemos desde Números
33:1 para terminar sólo con la lectura de corrido. "1Estas
son las jornadas de los hijos de Israel, que salieron de la tierra de Egipto
por sus ejércitos, bajo el mando de Moisés y Aarón. 2Moisés escribió
sus salidas conforme a sus jornadas por mandato de Jehová. Estas, pues, son sus jornadas con arreglo a
sus salidas. 3De Ramesés (que era nada
menos que la capital de Egipto, en el tiempo del Faraón precisamente Ramsés II,
que es donde viene a tomar sentido esa frase: Egipto en sentido espiritual) salieron
en el mes primero, a los quince días del mes primero; el segundo día de la pascua
salieron los hijos de Israel con mano poderosa, a vista de todos los egipcios, 4mientras
enterraban los egipcios a los que Jehová había herido de muerte de entre ellos,
a todo primogénito; también había hecho Jehová juicios contra sus dioses. 5Salieron, pues,
los hijos de Israel de Ramesés y acamparon en Sucot. 6Salieron de
Sucot y acamparon en Etam, (que eso es tambien Edom) que esta al confín del
desierto (pero al confín no porque terminó, sino porque va a empezar). 7Salieron de
Etam y volvieron sobre Pi‑hahirot, que esta delante de Baal‑zefon, y acamparon
delante de Migdol. 8Salieron de Pi‑hahirot
y pasaron por en medio del mar al desierto, (ahí se bautizaron, porque
fue la cruzada en el mar; fueron bautizados en el mar) y anduvieron tres
días de camino por el desierto de Etam y acamparon en Mara. 9Salieron de
Mara y vinieron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras;
y acamparon allí. 10Salieron de
Elim y acamparon junto al Mar Rojo. 11Salieron del
Mar Rojo y acamparon en el desierto de Sin. 12Salieron del
desierto de Sin y acamparon en Dofca. (Cuando estaba estudiando
esto, nunca entendí este nombre, pero ahora le tengo un significado, gracias a
Dios). 13Salieron de
Dofca y acamparon en Alús. 14Salieron
de Alús y acamparon en Refidim, donde el pueblo no tuvo aguas para beber. 15Salieron de Refidim y acamparon
en el desierto de Sinaí (no es el mismo de Sin, es otro desierto; o sea que
hay varios desiertos). 16Salieron del
desierto de Sinaí y acamparon en Kibrot‑hataava. 17Salieron de Kibrot‑hataava y
acamparon en Hazerot. 18Salieron
de Hazerot y acamparon en Ritma. 19Salieron
de Ritma y acamparon en Rimón‑peres. 20Salieron
de Rimón‑peres y acamparon en Libna. 21Salieron
de Libna y acamparon en Rissa. 22Salieron
de Rissa monte de Sefer. 24Salieron
del monte de Sefer y acamparon en Harada.
25Salieron de Harada y acamparon en Macelot. 26Salieron
de Macelot y acamparon en Tahat. 27Salieron
de Tahat y acamparon en Tara. 28Salieron
de Tara y acamparon en Mitca. 29Salieron
de Mitca y acamparon en Hasmona. 30Salieron
de Hasmona y acamparon en Moserot. 31Salieron
de Moserot y acamparon en Bene‑jaacán. 32Salieron
de Bene‑jaacán y acamparon en el monte de Gidgad. 33Salieron del monte de Gidgad y
acamparon en Jotbata. 34Salieron de
Jotbata y acamparon en Abrona. 35Salieron
de Abrona y acamparon en Ezión‑geber. 36Salieron
de Ezión-geber y acamparon en ell desierto de Zin, que es Cades. 37Y salieron de Cades y acamparon
en el monte de Hor, en la extremidad del país de Edom. 38Y subió el sacerdote Aarón al
Monte de Hor, conforme al dicho de Jehová, y allí murió a los cuarenta años de
la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mes quinto, en el
primero del mes. 39Era Aarón
de edad de ciento veintitrés años, cuando murió en el monte de Hor. 40Y el cananeo. Rey de Arad, que
habitaba en el Neguev en la tierra de Canaán, oyó que habían venido los hijos
de Israel. 41Y salieron del
monte de Hor y acamparon el Zalmona. 42Salieron
de Zalmona y acamparon en Punón. 43Salieron
de Punón y acamparon en Obot. 44Salieron
de Obot y acamparon en Ije-abarim, en la frontera de Moab. 45Salieron
de Ije-abarim y acamparon en Dibón‑gad. 46Salieron
de Dibón‑gad y acamparon en Almón‑diblataim.
47Salieron de Almon‑diblataim y acamparon en los montes de
Abarim, delante de Nebo. 48Salieron
de los montes de Abarim y acamparon en los campos de Moab, junto al Jordán,
frente a Jericó. 49Finalmente
acamparon junto al Jordán, desde Bet‑jesimot hasta Abel‑sitim, en los campos de
Moab”. Así que nos espera, si Dios permite, una
consideración interesante. El número 6, número del hombre, para completar el
trabajo de Dios con el hombre, el número 7, con el hombre en 42 jornadas: 7x6 =
42. Bueno, vamos a dar gracias a Dios.o RAMESÉS
Por Gino Iafrancesco V. - 19 de Diciembre, 2006, 18:39, Categoría: General
RAMESÉS[1] “De Ramesés
salieron en el mes primero, a los quince días del mes primero; el segundo día
de la pascua salieron los hijos de Israel con mano poderosa, a vista de todos
los egipcios”. Números 33:3 Ramesés, el mundo de donde
salimos Continuamos con el libro de las jornadas. Hoy vamos a detenernos en la consideración de
Ramesés, ya que no en la experiencia.
Vamos a considerar los cuatro primeros versículos del capítulo 33 del
libro de Números, incluso hasta la mitad del cinco. Estamos entonces mirando las jornadas del
pueblo de Dios, Israel, en el desierto, lo cual, como lo veíamos la vez pasada,
se escribió para nuestra enseñanza, y sucedieron como ejemplos para nosotros,
para amonestarnos a nosotros; de modo que
no estamos leyendo solamente una historia del pasado, sino que, a través
de la historia del pasado, estamos leyéndonos a nosotros mismos, leyendo
nuestra propia experiencia espiritual. Estamos comenzando esta serie, pues este es apenas
el segundo capítulo. El primero fue una
introducción; hoy nos detendremos en la consideración de lo que es Ramesés, el
punto del cual salieron por primera vez; pero para que podamos entender y sacar
provecho de las próximas jornadas, que con la ayuda del Señor, se deben
considerar, debemos tratar de comprender de una manera más amplia, y no
superficial, lo que significa haber estado en Ramesés. A veces cuando no tenemos conciencia del
lugar en el cual estábamos, entonces tampoco tenemos conciencia de lo que
significa salir de allí. Vamos a leer
desde el versículo 1 del capítulo 33 de Números. "1Estas
son las jornadas de los hijos de Israel, que salieron de la tierra de Egipto
por sus ejércitos, bajo el mando de Moisés y Aarón". Este es el verso clave; este verso se va a repetir
constantemente a lo largo del todo el camino.
Salieron, salida. Eso es
lo que quiere decir Éxodo; aquí se esta refiriendo precisamente al Éxodo. Aunque estamos siguiendo Números 33 como
esqueleto conductor, estaremos constantemente volviendo a los libros
anteriores, porque aquí está haciendo un resumen de cosas que sucedieron. La palabra clave aquí es SALIERON. Es importante salir, pero entonces debemos
comprender de qué es que salimos. A
veces no tenemos la suficiente conciencia en dónde estábamos y por lo tanto no
sabemos por qué tenemos salidas.
Salieron de aquí, salieron de allá y salieron, siempre estaban saliendo;
para avanzar hay que estar siempre saliendo.
Cuando verdaderamente se avanza es cuando verdaderamente se sale. Y eso
es lo que quiere decir Éxodo, salidas. La redención corporativa Dice el versículo 1 que "salieron de la
tierra de Egipto por sus ejércitos".
Aquí nos muestra el aspecto corporativo de la redención, esta salida es
por la redención; la redención siempre es corporativa. Desde el principio tenemos que aprender a ver
esto como corporativo. Claro que esto se
entiende mejor después, en jornadas más adelantadas; pero la intención de Dios
y los hechos divinos redentivos son corporativos. A veces nosotros hemos tomado
a nivel personal la redención, a nivel personal la salvación; pero fíjense que
en el principio Dios mismo proveyó un sacrificio para la familia y
en ese momento la familia representaba el género humano. Luego cuando el Señor le llama a Abraham, le
dice también en promesa: "Abraham, todas las familias de la tierra
serán benditas en ti y en tu simiente"[2],
las familias de la tierra. O sea que la
salvación y la redención son la intención de Dios para alcanzar las familias. Luego un poquito más adelante cuando llega la
pascua, vuelve a hablar también así en forma colegiada, en forma corporativa
"prepárese cada uno un cordero por familia”. Por eso dice:
"Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa"[3]. Eso no quiere decir que cada persona no deba
creer personalmente, y que si yo recibo al Señor, ya de carambola, como se
dice, ya es salvo mi hijo; no aún; ellos deben recibir al Señor; pero el Señor
hizo una promesa que si nosotros creemos en el Señor Jesucristo, Él incluirá a
los nuestros, aunque cada uno de ellos debe recibir de forma personal al Señor
Jesús. Mas la intención del Señor era
salvar familias. Él los cubrió a ambos,
a Adán y a Eva. Él le dijo a Abraham: en tu simiente serán benditas
las familias. Él hubiera podido decir
las almas, pero dijo las familias; y Él hubiera podido decir, cómase cada
individuo una torta, pero dijo, un cordero por familia; o sea que Él siempre
está hablando en aspecto corporativo. Por eso es que Pedro le dice al varón que trate bien
a la esposa, para que sus oraciones no sean estorbadas, porque ellas, sus
esposas, son coherederas de la gracia; entonces la gracia es coheredada o
heredada colegiadamente, corporativamente; porque el problema del
individualismo, es el problema de la caída; por eso desde el principio llama la
atención al aspecto corporativo del pueblo, del cuerpo de Cristo, que esta
tipificado por el pueblo de Dios, Israel, aquí en estas jornadas. "Salieron de la tierra de Egipto por sus
ejércitos". Vamos a detenernos un poquito más en el aspecto de
la tierra de Egipto. La vez pasada veíamos
un verso, el 8, en Apocalipsis 11 donde se habla del sentido espiritual de
Egipto. Habla de Sodoma y Egipto. La ciudad donde el Señor fue crucificado, que
en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto; es decir, que debajo del nombre
de Egipto hay todo un sentido espiritual.
Salir de Egipto significa salir de un sistema de esclavitud que
representa muchas cosas negativas que nosotros teníamos en el mundo. Si nosotros pensamos que solamente teníamos
algunos pecadillos, no estamos realmente entendiendo qué significa Ramesés, que
es estar bajo esclavitud. De cierto la condición del hombre no es solamente
que de vez en cuando comete algunos pecadillos.
Tenemos que entender bien el diagnóstico real de la condición humana de
todo ser humano en Adán para que podamos verdaderamente comprender en pleno
sentido lo que significa salir; o si no es solamente salir de la culpa de
algunos pecadillos, aunque, claro, eso está incluido, pero eso no es todo. Entonces salieron bajo el mando de Moisés y
Aarón, o sea la dirección de Dios. “2Moisés
escribió sus salidas conforme a sus jornadas por mandato de Jehová. Estas, pues, son sus jornadas con arreglo a
sus salidas”. Nótese cómo le llama, salidas. Le podía decir sus anécdotas, sus experiencias;
pero no, lo llamó sus salidas, porque ese es el énfasis, esa es la palabra
clave: sus salidas. Constantemente
estamos saliendo de algo. Fíjense en esa
frase tan profunda: "sus jornadas con arreglo a sus salidas". ¿Para qué son las jornadas? Para sacarnos. Las jornadas representan
eso. Sí, las anécdotas de nuestra vida
diaria; todas las cosas que tenemos que enfrentar cotidianamente, todo eso es
con arreglo a las salidas; es decir, lo que experimentamos en nuestra vida como
cristianos dirigida por Dios. Es una
ayuda de Dios para sacarnos de un lugar.
La otra parte es introducirnos en Él mismo, en la tierra rica que mana
leche y miel, que representa la plenitud de Cristo. La descripción de Ramesés "3De
Ramesés (esa es la primera estación, la de la salida inicial) salieron en
el mes primero, a los quince días del mes primero; el segundo día de la pascua
salieron los hijos de Israel con mano poderosa, a vista de todos los
egipcios". Aparece allí Ramesés, es decir, de allí es de donde
parten, de Ramesés. Salieron con mano
poderosa. ¡Qué hermoso esto! Para salir
se necesita la mano poderosa de Dios. El
hombre puede patinar y patinar en sus fuerzas y no va a salir; para salir
necesita la mano poderosa de Dios.
Salieron a la vista de todos los egipcios. Eso es muy tremendo; como dice en Salmo 23: "Aderezas
mesa delante de mí, en presencia de mis angustiadores". “4Mientras
enterraban los egipcios a los que Jehová había herido de muerte de entre ellos,
a todo primogénito; también había hecho Jehová juicios contra sus dioses. 5Salieron, pues, los hijos de
Israel de Ramesés". Y vamos a para allí, porque lo de Sucot viene
después. Vamos a detenernos a comprender
un poco lo que significa Ramesés. Sería
bueno volver entonces al libro del Éxodo; y vamos a mirar por ahora, no a leer,
sino a mirar en forma panorámica los primeros capítulos del libro del Éxodo,
que son del 1 al 12, que son los que nos describen lo que acontecía en Ramesés
y lo que hizo Dios para sacarlos de Ramesés.
Leamos los primeros versos del capítulo 1, y vamos a ir mirando el
contenido a vuelo de pájaro de estos capítulos. "Y estos son los nombres". Ese es el título de este libro que llamaron
Éxodo. En el hebreo se llama: Welh
Shemot. Welh, estos son; Shemot: los nombres. Ese es el
nombre hebreo de este libro al que después se llamo Éxodo. Su nombre original es: Welh Shemot. Estos son los nombres auténticos en hebreo de
los libros del Pentateuco; son las primeras frases del libro. Por ejemplo Génesis se llama Verichips
que quiere decir, en el principio. Bereshit
bara Elohim, en el principio creó Dios, vet hashamayim a los
cielos, vet haerets y a la tierra.
Welh Shemot, o sea, estos son los nombres. Ese es el nombre original del libro del Éxodo
en hebreo. “1Estos
son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob; cada
uno entró con su familia: 2Rubén, Simeón, Leví, Judá, 3Isacar,
Zabulón, Benjamín, 4Dan, Neftalí, Gad y Aser. 5Todas las personas que le
nacieron a Jacob fueron setenta. Y José
estaba en Egipto. 6Y murió
José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación. 7Y los hijos de Israel
fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en
extremo, y se llenó de ellos la tierra. 8Entretanto,
se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José; y dijo a su
pueblo:...” Resulta que las dinastías egipcias tuvieron una
interrupción entre la época de José y la época un poco anterior al Éxodo, con
la invasión de los llamados hicsos, que fueron pueblos que venían de la
tierra de Canaán y de la tierra de Edom, de la tierra de los amalecitas; y
estos pueblos se fueron tomando a Egipto, y fueron estableciendo unas dinastías
en Egipto de faraones hicsos, llamados reyes-pastores; y fue durante esa época
cuando los hicsos, que eran de la tierra de Canaán, estaban como faraones de
Egipto, fue en aquella época cuando José tuvo acceso a ser visir de Egipto; y
la familia de José también tuvo acceso cercano al faraón hicso; es decir, Jacob
llegó a tener un lugar privilegiado mientras los hicsos estuvieron al
frente. Pero luego, a partir de Tebas,
se levantaron unas nuevas dinastías de los egipcios nativos y aborígenes, y
expulsaron a la vieja dinastía de los hicsos, no siendo favorables a
Israel. Debido a eso es que dice aquí
esta frase: “8Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey
que no conocía a José”; es decir, empezaron a gobernar los antiguos
egipcios: los camitas. “Y dijo a su
pueblo: 9He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más
fuerte que nosotros. 10Ahora,
pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que
viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros,
y se vaya de la tierra”. Los egipcios no querían que se fuesen los
israelitas, sino mantenerlos esclavos.
Desde aquí vemos ya que aparece la situación de esclavitud y de opresión
en Egipto. El espíritu del anticristo “11Entonces
pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas;
y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés”. Aquí aparece otra palabra descriptiva de Egipto:
molestia, carga. Pitón significa
serpiente. De ahí es de donde se deriva
la palabra pitonisa. Ramesés significa
hijo del sol, nacido del sol. El trono
del faraón Ramsés II tenía también unas tremendas serpientes en el trono. Eran gente directamente identificada con la
serpiente. Para entender un poco más lo
que es Egipto, podemos ir por un momento al libro de Apocalipsis, en donde
miramos dos pasajes respecto de esto. “Me
paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete
cabezas y diez cuernos” (13:1). Este
texto lo complementamos con el capítulo 17: “7Y
el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y
de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez
cuernos. 8La bestia que has
visto era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los
moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la
fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que
era y no es, y será”. La que aparece aquí realmente fue una bestia, pero
no era la definitiva, no es la final que está por establecer ahora su gobierno
mundial. Era, pero no es la
definitiva. La definitiva estaba para
subir en tiempos de Juan. No. Cuando Daniel (en el capítulo 7 de su libro)
vio cuatro bestias, él estaba en tiempos de Babilonia, y miró cuatro bestias
desde él para adelante. La primera bestia, a Nabucodonosor, que era una
bestia vista como un león con alas (los asirios y los caldeos); la segunda
bestia, el oso que se alzaba más de un costado que del otro, los medos-persas;
la tercera bestia, un leopardo con cuatro alas, símbolo del imperio griego, al
cual, a la muerte de Alejandro Magno, se lo dividieron sus cuatro generales:
Seleuco, Ptolomeo, Antioco y Casandro.
De allí surgieron los famosos reyes del norte y del sur, los seléucidas,
los antiocos y los ptoloméos; y después vino el imperio romano, caracterizado
por la cuarta bestia. De la cabeza de
esa cuarta bestia salieron diez cuernos, de los cuales salió un cuerno
blasfemo, que es el gobierno final mundial blasfemo, que es lo que estamos a
punto de ver. Pero hay que tener en cuenta que Daniel estaba
viendo desde Babilonia para adelante. En
cambio Juan, en Apocalipsis, está en tiempos de Roma mirando para atrás y para
adelante. Por esa razón Daniel no ve
sino cuatro bestias. Él ve al imperio
babilónico, al medo-persa, al imperio griego, y luego ve al imperio romano que
continúa hasta dar lugar al hijo de perdición.
Como dice Pablo a los Tesalonicenses[4]: 7Porque ya está en acción el
misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene (ahí estaba el
imperio romano gobernando), hasta que él a su vez sea quitado de en
medio. 8Y entonces se
manifestará aquel inicuo...”; en aquel cuerno blasfemo que tenía que surgir
de entre los diez cuernos de la cuarta bestia, el Imperio Romano. El Imperio Romano tenía que salir para que
pudiera aparecer el imperio final del anticristo. Daniel está viendo desde Babilonia cuatro
bestias y su desarrollo final; en cambio Juan, no. Seguimos leyendo lo que dice Juan en
Apocalipsis 17: “9Esto,
para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre
los cuales se sienta la mujer”. Claro que la ciudad de Roma está asentada sobre los
llamados siete montes palatinos; pero cada monte de la profecía en “10Y
son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido;
y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo”. Cuando dice siete reyes, la palabra rey no se
refiere a una persona; porque ahí es donde a veces se puede cometer un
error. Cuando en Daniel 7 dice que había
cuatro reyes, no se refería a cuatro personas.
El rey de Babilonia es un rey, pero Nabucodonosor es el rey de
Babilonia, Nabonido es el rey de Babilonia, Belsasar es el rey de
Babilonia. Lo mismo sucede con los
persas: Ciro es el rey de Persia, Cambises es el rey de Persia, Darío es el rey
de Persia; lo mismo sucede con Grecia, en el caso de Alejandro Magno y otros;
lo mismo sucede con Roma. Julio César es
el rey de Roma, Augusto es el rey de Roma, Tiberio, Claudio, Nerón, Calígula y
muchos más son el rey de Roma. Decir,
por ejemplo, Pío XII es el papa, Juan XXIII es el papa, Pablo VI es el papa; es
decir, cuando dice un reino no se refiere a una persona sino a un reino, a un
imperio, a una posición que es representada por varias personas en la historia
pero que tienen el mismo cargo u ostentan el mismo título. Juan dice que son siete reyes, y que cinco de ellos
han caído. Note que Juan está en el
tiempo de Roma y él mira hacia atrás a cinco grandes imperios anteriores a
Roma. Uno es, o sea Roma, y el otro aún
no ha venido; es decir, ese es el cuerno blasfemo, el gobierno del anticristo,
que debe salir de Roma, y que cuando venga, es necesario que dure breve
tiempo. Sabemos que durará siete años la
septuagésima semana de Daniel de la cual, la segunda mitad corresponde al desolador. “11La
bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a
la perdición”. El séptimo es lo que se llamaría el reino dividido
que aparece en el sueño de la gran estatua de Nabucodonosor. El imperio romano llega a formar los diez
cuernos de la bestia o los diez dedos de la estatua, y es lo que se llama el
reino dividido, es decir, la situación actual.
La situación actual es el séptimo reino que proviene de Roma, que son
los cuernos que le salieron a la cuarta bestia de Daniel 7. Pero de entre esos cuernos sale el
anticristo. Dice que (Apocalipsis 17:13)
estos diez reyes “tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y
autoridad a la bestia (al anticristo)”. A lo que quería llamar la atención es a cómo Juan
miraba hacia atrás, al presente y al futuro.
Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido. Entonces, ¿cuál era el que era en tiempos de
Juan? Roma, el Imperio Romano. Ahora, antes del Imperio Romano, Juan cuenta
cinco imperios. Si vamos retrocediendo,
encontramos esos cinco imperios así: (1) Antes de Roma estaba Grecia;
(2) antes de Grecia estaba Persia; (3) antes de Persia estaba Babilonia;
(4) antes de Babilonia estaba Asiria, y (5) antes de Asiria estaba Egipto. De manera que Egipto es la primera de las
cabezas de la bestia, que representa una de las cabezas del dragón. Notemos que existen las siete cabezas de la
bestia y las siete cabezas del dragón.
También en En el capítulo 10 de Daniel aparece aquel ángel que
vino con la respuesta de Dios para Daniel, y que demoró porque fue interrumpido
por el príncipe de Persia. Ese príncipe
de Persia era un príncipe demoníaco, y se le llamaba el príncipe de
Persia. Mientras operaba ese príncipe
demoníaco espiritual, ese principado diabólico, ¿cuál sería esa cabeza del
dragón? Sería la cuarta. Ese príncipe espiritual de Persia, significa
que era el Imperio Persa el que gobernaba en lo natural; estaba ejerciendo su
hegemonía. Ese príncipe de Persia era la
expresión del gobierno espiritual de ese principado. Cuando el principado de Persia cayó en la
lucha en que Miguel le ayudó a este ángel que visitó a Daniel, entonces el
imperio persa también cayó. Pero después
vino el príncipe de Grecia, otro principado rebelde espiritual, gobernador de
las tinieblas de este siglo. Entonces, ¿qué sucedió? Surgió en la tierra el
dominio del Imperio Griego. ¿De qué somos liberados? De modo que las cabezas del dragón se corresponden
con las cabezas de la bestia, pues las cabezas del dragón son principados
demoníacos que expresan y determinan las llamadas civilizaciones de los grandes
imperios. Tenemos que Egipto era la
primera cabeza del dragón y la primera cabeza de la bestia. Debemos, pues, entender un poco qué significa
estar en Egipto y qué significa salir de Egipto. La intención de Dios a través de la redención
por el Cordero, por la sangre del Cordero, por la carne del Cordero, por el pan
sin levadura, por las hierbas amargas, por la salida, por el cruce del Mar
Rojo, etc., esa salida, ese éxodo, no es sólo de nuestros pecados. La condición en Ramesés es una condición de
verdadera esclavitud; y al mencionar los pecados, se refiere a las
transgresiones, lo que hicimos mal; el pecado se refiere a la naturaleza
pecaminosa vendida al poder del pecado que heredamos de Adán. Eso lo ha heredado todo ser humano, con
excepción del Señor Jesús. El pecado es
algo más grave que los pecados; pero al decir el pecador, no sólo tenemos
problemas con lo que hicimos sino también con lo que somos. De manera que la salida no es sólo salir de
la culpa, sino también salir de lo que somos.
Debemos ser librados de lo que hicimos y debemos ser librados de lo que
somos. Pero todavía el problema no ha
sido del todo cubierto; no ha llenado la medida de la cabeza del dragón y de la
bestia; la primera cabeza, que es Egipto. A raíz del pecado, los pecados y los pecadores,
surgió un sistema, una “civilización” que se llama el mundo; y la intención de
Dios es también librarnos del mundo. Salir de Ramesés no es una cosa sencilla; por eso se
necesita la mano poderosa de Dios. Pero,
hermanos, para eso viene el Señor, para sacarnos por completo de Ramesés; y por
eso hay que estar saliendo y saliendo y saliendo. Salimos de una cosa y luego de otra, y luego
de otra, y todo eso gracias a la obra del Señor. Pero es conveniente que miremos en las
Escrituras algunos textos que nos ayuden a ver esos diferentes aspectos. Los tres primeros aspectos los encontramos en
Romanos. Primero: Allí encontramos el
aspecto de los pecados, que son las transgresiones que hemos cometido, y que
necesitamos ser perdonados por la sangre.
Segundo: El pecado, y tercero, el aspecto de la ley del pecado en
nuestra carne. En los primeros capítulos
de la carta a los Romanos, Pablo muestra la condición caída del hombre. En el capítulo 3 trata del asunto de nuestras
transgresiones. En Romanos dice: “Bienaventurados
aquellos cuyas iniquidades son personadas” (4:7). En el capitulo 4 sigue hablando en plural, de
iniquidades, transgresiones, de pecados.
Al principio habla de los pecados, es decir, las cosas malas que
nosotros hacemos. Entonces, ¿cuál es el remedio para salir de los
pecados? Allí está en Ramesés. ¿Qué es
lo que preparó el Señor cuando Su pueblo estaba en Ramesés? Preparó la pascua, y preparó el derramamiento
de la sangre del Cordero, para que la sangre del Cordero librara al pueblo de
sus pecados. Pero no sólo había que
tener la sangre, también había que hacer algo más. Había que comer el Cordero, es decir, había
que constituirse con lo que es el Cordero; y ese es un aspecto ya no sólo
judicial, jurídico, objetivo, sino un asunto orgánico, un asunto subjetivo. Objetivamente delante de Dios nuestros pecados
fueron pagados por el Señor Jesús, Su sangre nos limpia de todo pecado, y eso
fue hecho por Él en la cruz; pero ahora ese Cordero que derramó Su sangre debe
ser comido por mí. Yo debo alimentarme
con ese Cordero. Yo debo constituir
ahora mi ser, no con la comida de Egipto, sino con ese Cordero. Antes yo estaba constituido con lo que producía
Egipto, y yo vivía en Egipto y vivía para Egipto, y vivía haciéndole ladrillos
al Faraón. Era seguir al sistema de la
bestia y el dragón, al mundo. Egipto y el mundo La gente vivía para el mundo. ¿En qué se ocupaba la
gente? En hacer tumbas, en hacer
pirámides. Las pirámides eran tumbas.
¿Cómo empieza Génesis? Génesis empieza
así: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. ¡Qué hermoso
comienzo el de Génesis! Pero miren cómo
termina Génesis: “25E
hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará,
y haréis llevar de aquí mis huesos. 26Y
murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un
ataúd en Egipto” (50:25-26). Termina con huesos momificados en un ataúd en
Egipto. Todo empezó muy bonito. Pero notemos ahora cómo va a empezar
Éxodo. Génesis terminó con muerte, con los
huesos de José, pero él les pidió que no dejaran sus huesos en ese ataúd en
Egipto, sino que los llevaran y los enterraran allá en la tierra prometida con
sus padres, porque él esperaba la resurrección.
Génesis termina en forma terrible: Huesos, momias, ataúdes. Hoy en día eso es lo común: calaveras, cruces
invertidas, color negro, luto, muerte, revólveres y rosas, es decir,
muerte. Ese es el mundo; ese es
Egipto. Egipto es una condición que
representa lo que nosotros hemos hecho, lo que nosotros somos y a lo que
servimos en este mundo y a quién se enseñorea al hacer esto. La preparación del éxodo Estamos viendo los primeros doce capítulos de Éxodo,
que es Ramesés. Ahí aparece la situación
de la esclavitud. Cómo eran los niños
hebreos decretados para muerte. Si nacía
un bebé varón lo tenían que arrojar a los cocodrilos, animales que eran
adorados por los egipcios en el Nilo.
Allí fue cuando aquellas parteras vieron a aquel niño bonito y tuvieron
cuidado de él; se lo llevaron a la madre, y luego Faraón quería matarlo; y el
Señor guardándolo a través de su madre, y después a través de la propia hija
del Faraón. Cómo Dios empieza a preparar
a Moisés en la misma corte de Faraón, con los estrategas militares que se
entrenaban en el Sinaí. Los grandes
herederos y los grandes príncipes egipcios eran los militares, y ellos se
tenían que entrenar en esa parte del desierto. ¿Y saben dónde se entrenaban los
madianitas? ¿Saben cuál era el terreno de los madianitas? El otro lado del Sinaí. Y justamente Dios tuvo cuarenta años a Moisés a este
lado del Sinaí y cuarenta años al otro lado, entrenándolo por punta y punta en
el Sinaí, para poder conducir al pueblo, porque él los iba a meter en algo que
no conocían. Dios entrenó a Moisés
cuarenta años en Egipto; creció con toda la sabiduría de los egipcios, conocía
la manera de gobierno del Faraón, conocía el estilo militar, porque los
príncipes tenían que entrenarse; y se entrenaban era allá. Y luego cuando huyó matando al egipcio, ¿a dónde lo
llevó el Señor? A Madián, que era
exactamente al otro lado de aquella península de Sinaí, allí donde estaban Edom
y Madián; y allí su suegro Jetro (Reuel) era sacerdote de Madián; y los
madianitas procedían de Abraham. De
manera, pues, que Moisés heredó la tradición madianita, la tradición egipcia y
estuvo también otros cuarenta años pastoreando el ganado, las ovejas, de Jetro
su suegro justamente en esa región donde iba después a pastorear las ovejas del
Señor. Él lo entrenó cuarenta años
pastoreando otras ovejas. ¡Oh, Dios hace las cosas muy bien! Dios hizo unas cosas tremendas con Moisés; y
eso es lo que aparece aquí en estos primeros capítulos. Entonces aparece Dios, y dice: He visto la opresión
de mi pueblo y he venido a librarlo. Y
ahí es cuando Dios envía a Moisés.
Moisés ya no quiere ir, y dice: Yo soy tartamudo. Antes Moisés era muy voluntarioso, y después
de ese entrenamiento, ahora para ir tenían que empujarlo; pero el Señor lo
empujó, le dio a Aarón para que lo ayudase.
Se presentan ante la corte del Faraón, vienen las plagas, las cuales
eran la exageración de cosas naturales que se daban en Egipto. En Egipto se daban esas ranas, se daban esos
piojos, se daban las neblinas, se daban esas cosas en un nivel normal. Hasta hoy se dan; pero se daban de una manera
benéfica, de tal manera que los egipcios tenían a estos animales como dioses. Entonces el Señor, al exagerarles, les quiso como
decir: Miren, estos son vuestros dioses.
Ah, ustedes aman las ranas, pues tengan.
Les iba mostrando el verdadero carácter de sus dioses, y haciendo juicio
en sus dioses. ¿Saben quién era tenido también por dios? El mismo faraón. Y el mismo heredero del faraón era casi como
un faraón, pues casi llegaba a gobernar en vida de su padre, mientras éste
estaba haciéndose viejo. Era normal que
el faraón pusiera a su hijo adelante en las procesiones y que le fuera cediendo
poco a poco el gobierno, hasta que después quedaba gobernando el siguiente
faraón, y era adorado como dios, era tenido como un hijo del sol, y eso es
precisamente lo que quiere decir Ramesés, nacido de Ra, hijo del sol. Ra se llamaba el sol, y el sol era
considerado una divinidad. Entonces, ¿qué significa Egipto? Una condición de esclavitud terrible en
nuestra vida personal y en nuestra vida social.
Por eso los israelitas que han sido entrenados con el libro del Éxodo y
otros libros, apoyan la izquierda.
Cuando ellos oyen la palabra redención, la relacionan con liberación en
el sentido político; pero sí, ellos no se ponen de siervos de nadie. Ellos prestan plata, son los que mandan y los
que gobiernan, y no van a ponerse de siervos de nadie; porque ellos desde el
principio fueron entrenados a ser liberados de eso. Pero en el sentido espiritual esto es todavía más
profundo; porque se puede ser liberado de un sistema político capitalista y
salir a uno socialista y continuar más encadenado de lo que antes estaba. Porque el verdadero problema no es sólo el
sistema; el verdadero problema es la naturaleza humana. Es el egoísmo y es el pecado, no sólo
individual sino también estructural. Por
eso es que yo quise que nos detuviésemos sólo en Ramesés en el día de hoy, a fin
de que viéramos todo lo que está implicado debajo de esa sola palabra: Ramesés. El pecado, los pecados y la ley
del pecado Ramesés y Pitón, la serpiente y el hijo del sol, son
las dos ciudades que los israelitas fueron obligados a construir; y eran
tremendamente oprimidos, como lo leemos en estos primeros capítulos de
Éxodo. Eso representa no sólo la
opresión de Satanás, sino también la opresión de nuestros propios pecados, de
nuestro pecado, que es la naturaleza pecaminosa, como dice en Efesios 2:3b, que
“éramos por naturaleza hijos de ira”, vendidos al poder del pecado. No sólo hacemos cosas malas, somos
malos. No sólo debemos ser librados de
la consecuencia de lo que hicimos, sino que también debemos ser librados de lo
que somos. En los primeros capítulos de Romanos aparece el
tratamiento de los pecados. En 4:7 dice:
“Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados
son cubiertos”. Note que aparece en
plural. Pero luego en el capítulo 6 dice
otra cosa; ya no habla sólo de los pecados, sino del viejo hombre. Leemos en el versículo 6: “6Sabiendo
esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el
cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”. Ahora ya no se habla en plural, sino en
singular: el pecado. “7Porque
el que ha muerto, ha sido justificado del pecado”. Aquí se habla de ser librados del pecado y de ser
siervos de la justicia. Eso en el
capítulo 6. Ya cuando llegamos al
capítulo 7, ahí se nos descubre otro problema.
No sólo los pecados, esas cosas malas que hemos hecho. No sólo el pecado, la naturaleza pecaminosa
que hace que cometamos pecados. Ahora se
habla de la ley del pecado y de la muerte en nuestra carne. Eso es muy importante; y los hermanos nuevos
deben entender eso. A veces un hermano nuevo, que no entienda esto, que
no entienda la complejidad de lo que significa Ramesés, de lo que significa
Egipto, la carne, el mundo, la opresión, esa persona a veces puede pensar:
Bueno, yo ahora estoy siguiendo a Cristo, porque yo no era tan malo; yo siempre
creía en Dios; claro, en el catolicismo, pero yo siempre fui buenecito, y por
eso ahora soy cristiano. A veces
pensamos eso. Y de pronto a ti mismo o a
algún otro hermano se le sale la uña de la carne. Ay, yo no pensaba que eso podía darse entre
hermanos. Eso se debe a que todavía no
comprende el verdadero problema; todavía está pensando que el problema era sólo
en el mundo. En el mundo éramos más o
menos buenitos, no tan malos como los otros, y si hacemos algo y surgen algunos
problemitas, pues le pedimos perdón al Señor y Él nos perdona algunos
pecaditos. No eran tan graves como los
de Pablo Escobar. Pensamos que ese era
el problema y ahora ya Dios nos perdonó, y así se ha solucionado el problema. Y de pronto se le salta la piedra, y otra vez... Y
dice: Dios mío, ¿será que de veras me convertí a Cristo? Sí, se convirtió; lo que pasa es que no sabía
que el problema no era sólo pecaditos.
Desde Romanos 5, No es que tú, cuando cometiste el primer pecadito,
ahí empezaste a ser pecador, no. No es
así. Antes de que cometieras el primer
pecado, ya eras pecador. En pecado te
concibió tu madre, dice Una liberación completa “33Aunque
todos se escandalizaren de ti, yo nunca me escandalizaré. 34Jesús le dijo: De cierto te digo
que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces”[7]. Pedro no sabía lo que era ser esclavo de una
condición pecaminosa. El pecado es algo
más grave. Eso representa también
Ramesés; esa esclavitud, no sólo cosas que hemos hecho. De pronto cuando quieres seguir al Señor, es cuando
más descubres qué malo eres. Bueno, yo
pensaba que era bueno, pero ahora que quiero seguir al Señor, mire lo curioso
que soy yo, perezoso, egoísta, también avaro, orgulloso, amargado. Eso no es cosa de la suegra, no es por culpa
de la suegra. Ah, si no tuviera suegra,
yo sería el hombre más dichoso del mundo.
No, no, no es así. Pobre suegra
con ese yerno. Esas cosas están en todo
ser humano. El problema del hombre no es que sólo de vez en
cuando hace cosas malas, sino que es malo por naturaleza. Jesús dijo: ¿cómo podéis hacer vosotros cosas
buenas siendo malos? El problema es que
nacimos malos; nacimos en una condición de maldad. El mal no está solamente afuera. No es como decía Juan Jacobo Rousseau, que el
hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe.
Lo raro es cómo se corrompió la sociedad con gente tan buena. No, el hombre no nace bueno; el hombre nace
malo, y por eso la sociedad es también mala.
Es injusto. A veces hasta la
constitución es bonita, pero el cumplirla es lo que no queda bien. ¿Verdad? ¿Qué es, pues, estar esclavo en Ramesés? ¿Qué es
salir de Ramesés? Hay que entender
primero qué es Ramesés para ver a dónde apunta la liberación del Señor. El Señor no sólo quiere perdonarnos lo que
hicimos; el Señor quiere librarnos de lo que somos y hacernos de nuevo, hacer
de nosotros nuevas criaturas, porque la vieja no puede heredar. Lo viejo que hemos sido en la carne, es
carne, y la carne no puede heredar. No
se puede heredar en la carne. Algunos piensan que hay que educar un poco al
hombre, como dicen por ahí algunos adagios, como: Educad al niño, y no habrá
necesidad de corregir al adulto. Eso es
mentira, pues ese niño educado va a ser un pecador muy refinado, muy
astuto. Va a ser un pecador disfrazado,
pero él no va a cambiar. Tiene que nacer
de nuevo; tiene que ser constituido con el Cordero una nueva nación, nuevo
nacimiento, una nueva criatura; una nueva constitución. “Así también por la obediencia de uno, los muchos
serán constituidos justos”. Note la
palabra que es constitución. Por la
desobediencia de Adán somos pecadores por constitución, y por la obediencia de
Cristo, somos justos por constitución.
Lo que te hace justo es recibir por la fe a Cristo, es alimentarte del
Cordero. No es algo que tú tengas, que
tú puedas. Si tú estás esperando algún
día ser bueno, te vas a quedar esperando.
No, nunca podrás ser bueno; el único bueno es el Señor, y Él nos es dado
por gracia. Siempre en nosotros habrá
cosas desagradables, cosas malas.
Siempre estaremos luchando contra eso hasta que prevalezca Cristo en
nosotros, hasta que salgamos completamente, no sólo de lo que hicimos, sino de
lo que somos; y no sólo de lo que somos, sino también del sistema, del mundo; y
no sólo del mundo visible, sino también del invisible. Tiene que ser una liberación completa. Debemos ser librados de la culpa de los pecados,
pero debemos también ser librados del pecado.
En Romanos 7 se nos habla de la ley del pecado y de la carne en nuestros
miembros. Quiere decir que nuestros
miembros están programados bajo una ley de la naturaleza pecaminosa para pecar
y para morir. Eso es lo que se llama
así. Romanos 7 lo dice con toda
claridad. “14Porque
sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado”. Amar a Dios sobre todas las cosas es espiritual, “mas
yo”, ese es el problema. La ley es
muy buena; la constitución puede ser magnífica, pero yo, ese es el
problema. El problema soy yo. “Yo soy carnal,
vendido al pecado. 15Porque
lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco,
eso hago”. ¿Usted cree que los que casan, se casan para
pelear? Claro que no. Los que se casan piensan otra cosa; pero
cuando están casados, vienen los problemas, y se dicen: ¿Qué nos pasó? Yo no sabía con quién me había casado. Pero debió haberlo sabido. “Lo que hago, no lo entiendo; pues no hago
lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
16Y si lo que no quiero, eso hago, apruebo que la ley es
buena”. Yo no lo quiero; aunque lo
haga, no lo quiero hacer. Lo hago. “17De manera que ya no soy yo
quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí”. El pecado que mora en mí, en singular, me
hace pecar. No es el pecado en la
suegra, ni en el presidente Pastrana. Es
en mí. “18Y
yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el
bien está en mí, pero no el hacerlo”. Gracias a Dios que Pablo era sincero, pues aquí está
hablando san Pablo en “19Porque
no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20Y si hago lo que no quiero, ya
no o hago yo, sino el pecado que mora en mí”. Otra vez pecado en singular. Ya no son los pecados que hago, sino el
pecado que mora en mí. “21Así
que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí”. Ahora hemos encontrado una palabra grave, una ley;
una ley de la naturaleza caída. Como la
ley de la gravedad, la ley del pecado y de la muerte operando en todo hijo de
Adán y Eva. Una ley. Ya no es un mandamiento afuera, no; es un
mandamiento de la naturaleza heredada. “22Porque
según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23pero veo
otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me
lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros”. Me lleva cautivo, ¿a quién? A mi alma.
El poder de mi alma no es suficiente para vencer el poder del
pecado. Necesitamos ser librados, ya no
por medio de nuestra propia fuerza y poder, sino con mano poderosa. Con mano poderosa en presencia de los
egipcios. Allí en medio de la tentación,
en medio de la impureza, ser puro; en medio de la debilidad, ser fuerte; en
medio de la avaricia, ser generoso, etc.
Ahí delante de los egipcios con mano poderosa por el Señor, por haber
comido del Cordero provisto por Dios; porque nosotros solos no tenemos de dónde
sacar sino pecado. “24¡Miserable
de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” Hasta aquí había tratado de librarme, pero queriendo
hacer el bien, no puedo, porque el mal está en mí, que no hago lo que quiero,
sino lo que no quiero. Quiero ser
generoso, pero soy egoísta; quiero ser puro, pero soy impuro; quiero ser
diligente, pero soy negligente. ¿Qué pasa conmigo? Sucede algo malo; ¿será que yo no soy para
ser cristiano? ¿Eso es para otro? No, es
para ti, para mí es que es. “¡Miserable
de mí! ¿quién me librará? Hasta aquí
era: ¿cómo me libraré de esto? Haría
esto, haría aquello para librarse. Así
es cuando uno es nuevo en el Señor; hace muchas cosas queriendo librarse; y
mientras más hace, menos pude librarse.
Es como cuando más patalea en la arena movediza, más se entierra. Entonces ya no pregunta, ¿cómo me libraré? Ya es otro, ya no soy yo. Yo ya hice todo lo posible y nada, no
pude. No, esto no es para mí. Sí es para mí, pero no por medio de mí, sino
por medio del Cordero. Él es mi pascua,
esta es mi salida. “25Gracias
doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.
Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne
a la ley del pecado”. San Pablo con la carne sirve a la ley del
pecado. San Pablo, san Pedro, cualquier
santo con su carne sólo sirve al pecado.
Luego nos adelantamos un poco en el capitulo 8, así: “3Porque
lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne”. Hasta aquí había sido yo. Ahora es Dios, ya no yo. Antes era por medio de quién sería; por medio
de la riqueza, por medio de las leyes del éxito, por medio de un montón de
fuerzas. Usted va y encuentra cantidad
de librerías sobre estos temas. Pero
aquí dice que vino Dios. He descendido
porque he visto la opresión de mi pueblo.
Yo he descendido a librarlo.
Jesús vino y venció al pecado en Su propia carne. Él vino en carne como la nuestra, pero Él no
se dejó vencer por el pecado. En Cristo
no hubo pecado. Él venció al pecado en
Su carne. Él lo hizo, ¿para qué? Para ahora darnos a nosotros a comer Su
carne, para alimentarnos de Su carne, y adquirir nosotros lo que nosotros no
tenemos en nosotros mismos, y entonces lo tenemos en Él. “4Para
que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu. 5Porque
los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero os que son del
Espíritu, en las cosas del Espíritu”. Ahora miremos en el versículo 2, qué es lo que nos
libra de la ley del pecado: “2Porque la ley del Espíritu de vida
en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. ¿Qué es
lo que nos libra de la ley del pecado en la carne? Solamente la ley del Espíritu. No es algo que la carne misma pueda
hacer. Tú no puedes cambiarte a ti
mismo, pero tú fuiste puesto en Cristo, y Cristo fue puesto en ti. Su sangre te limpió, Su cruz te crucificó, Su
resurrección te resucitó, Su Espíritu te hace espiritual, te hace nueva
criatura y fluye en ti dándote en todo el regalo de ser una nueva criatura que
tú no eras. Ahora no es por algo que tú
te esfuerces, es por recibir por fe al Espíritu. Puedes estar en lo más hondo, pero la sangre te
limpia y el Espíritu pronto te impulsa y proclamas con fe lo que Él te ha
hecho, o que Él es para ti; y empiezas a ser nuevo. En la cara de los egipcios Su sangre te limpió
y el Espíritu te constituyó en nueva criatura, y te libró en una salida. Aquí hemos visto estos aspectos iniciales de lo que
significa Ramesés, capital de lo que antes era el reino faraónico; pero en el
tiempo de Ramesés, fue en Ramesés donde el faraón estableció su trono, su
gobierno, su palacio veraniego, y allí era donde él estaba. Ahora miremos otro aspecto. Miremos un pasaje en Gálatas 1:4: “El cual se dio
a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo,
conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre”. De manera que hay otra cosa de que debemos ser
librados; no solamente de los pecados, no solamente de lo que hicimos y no
solamente de lo que somos; sino también el Señor se entregó a Sí mismo. Dice:
se dio a Si mismo por nuestros pecados para librarnos no solamente de nuestros
pecados sino del presente siglo malo; o sea, esta liberación es
también del presente siglo. Tú debes comprender de qué estamos saliendo. No es solamente el ser perdonado de pecados,
no. El Señor nos ha librado también del
presente siglo. Ese siglo tiene dos aspectos: uno espiritual y uno
natural. En Gálatas 6, dice lo
siguiente: “12Todos
los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis,
solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo. 13Porque ni aun los mismos que se
circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para
gloriarse en vuestra carne. 14Pero
lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por
quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”. El mundo me es crucificado a mí, no solamente los
pecados, no solamente el viejo hombre, sino también el presente siglo malo, el
mundo; el mundo me es crucificado a mí, y también yo soy crucificado. En Entonces Ramesés en Egipto es una cabeza de la
bestia y una cabeza del dragón, porque detrás del mundo natural están los
gobernadores de este mundo; es el príncipe de este mundo, y también somos
librados del príncipe y de las potestades y principados y del acta de decretos
contraria a nosotros que ellos utilizan acusándonos delante de Dios. De todo eso somos librados a través de
Cristo. Estamos viendo un panorama de cuántas cosas hay en
Ramesés, de cuántas cosas el Señor nos libra.
Salir de Ramesés es mucha cosa, significa mucho. De manera que sea esto como un panorama para
ver lo que es Ramesés y lo que es salir de Ramesés.o SUCOT
Por Gino Iafrancesco V. - 19 de Diciembre, 2006, 18:35, Categoría: General
S U C O T[1] “Salieron,
pues, los hijos de Israel de Ramesés, y acamparon en Sucot” Números
33:5 Liberados de la esclavitud por la sangre Vamos con
la ayuda del Señor a estudiar la palabra que corresponde al día de hoy. Con la ayuda del Señor estamos siguiendo la
serie de las jornadas, y mientras el Espíritu Santo no cambie y confirme, continuamos. Vamos al
libro de Números, capítulo 33. Hoy tomaremos con la ayuda del Señor, a manera
de epígrafe o versículo inicial el versículo 5.
Números 33:5. Estamos siguiendo el libro de las jornadas una por una,
con la ayuda del Señor. Dice así: “Salieron,
pues, los hijos de Israel de Ramesés, y acamparon en Sucot “. La vez pasada estuvimos viendo en forma
panorámica, porque nunca se puede agotar Esa
palabra, salieron, es muy grande, pero la palabra salieron, se debe a la
siguiente palabra: pues.
Salieron, pues. Habíamos visto
primero lo que era Ramesés. Todo lo que
significaba Egipto en sentido espiritual; la condición pecaminosa heredada de
nuestra carne, el pecador, el pecado, la naturaleza pecaminosa del pecador;
porque al decir pecador podría decirse del que comete pecado, pero no es
suficiente la palabra, el pecador es más grande, el pecador es la persona
sujeta al poder del pecado, porque en él por naturaleza opera la ley del pecado
y de la muerte que está en la carne y que hemos heredado de Adán; no hay opción en esto. Ningún hombre es libre de esta condición, excepto
el Señor Jesús, que venció al pecado en la carne y fue libre del pecado y vino
a librarnos, a sacarnos de ese aspecto.
Pero ¿qué veíamos que era Ramesés? la situación en Egipto; no sólo la
esclavitud a lo que somos, sino a lo que hemos hecho; también al mundo y el
mundo en sus dos sentidos: el mundo
visible, o sea el sistema de cosas, y también el príncipe de este mundo y sus
principados, lo que en “Salieron,
pues”; esto es una obra inmensa del Señor, desde el
capítulo 1 de Éxodo hasta el capítulo 12 ahí tenemos todo el proceso de lo que
era Ramesés, de lo que fue la mano poderosa de Dios, redimiendo, juzgando a los
dioses de Egipto, juzgando a los egipcios y hubiera juzgado también a los
israelitas, porque no piensen que los israelitas eran mejores que los egipcios;
ellos vivían en Egipto y muchos de ellos tenían los dioses de Egipto, pero el
Señor hizo la diferencia por la sangre del Cordero; lo que hizo la diferencia
fue la sangre del Cordero. Si los
israelitas no se hubieran cubierto con la sangre del Cordero también el juicio
de Dios hubiera estado sobre ellos, porque también ellos eran pecadores. La razón por la que los israelitas fueron
sacados con mano poderosa fue porque el juicio de Dios cayó en el Cordero en el
que ellos se cubrieron. Ellos se
cubrieron con la sangre por fuera; eso quiere decir en el sentido jurídico; y
también comieron el Cordero y se alimentaron de Él; eso es en el sentido
orgánico; son dos aspectos por los cuales nosotros somos participantes de
Cristo. Él hizo una
obra, incluso antes de que nosotros naciéramos y esa obra es una obra de tipo
jurídico; fue una redención de pagar el precio de nuestros pecados ante un
tribunal que nos acusaba con un acta de decretos que había en contra de
nosotros, con acusaciones y acusador; es decir, con fiscal y con policía; pero
Dios nos amó y proveyó a Jesús, proveyó el Cordero, y el Cordero lo proveyó de
dos formas: Su sangre, que es muerte; la
sangre habla. La primera vez que se
derramó sangre humana en la tierra fue la de Abel, y ya en esa ocasión Dios le
dijo a Caín: la sangre de tu hermano Abel clama a mi desde la tierra; o sea que
la sangre clama. Por el derramamiento de
sangre, Dios no puede quedarse quieto; por el derramamiento de sangre Dios
tiene que hacer justicia. Pero ahora,
fijense, vino el Hijo de Dios que no tenía por qué derramar Su sangre, porque
Él no pecó, y derramó Su sangre, y así como la sangre de Abel clamaba por
venganza contra Caín, ahora resultó la sangre de Cristo clamando por perdón,
por redención, por justificación de nosotros. Una nueva constitución Pero no
sólo había que estar bajo la sangre; eso es para ser limpios, libres de los
pecados. Salir de los pecados es por la
sangre; pero no sólo tenemos que salir de los pecados, sino que también tenemos
que salir de nosotros mismos; es decir, tenemos que vivir por una nueva
constitución, porque al vivir por la constitución heredada de Adán vamos a ser
pecadores; entonces ahora necesitamos no sólo ser perdonados de lo que hicimos,
sino ser constituidos en nuevas criaturas y alimentarnos con lo celestial, con
lo divino y con lo resurrecto; o sea con la carne del Cordero. Por eso en la pascua también había que comer
el cordero pascual, y había que comerlo sin dejarlo para mañana; o sea, sin
ninguna negligencia, con plena conciencia, y entonces había que comerlo con
hierbas amargas; es decir, eso representa el arrepentimiento. Uno debe arrepentirse, creer, recibir a
Cristo. ¡Amén! Por eso el
cordero se acompañaba de hierbas amargas; es una especie de esas lechugas como
escarolas que son de sabor amargo.
Entonces eso significaba constituirse ahora en lo que se come. Uno se va constituyendo en aquello que uno
come; uno se constituye en aquello de lo que se alimenta. Si uno se alimenta de telenovelas, se vuelve
algo de eso, y después si usted es amigo de esos espíritus, esos espíritus van
a ser sus amigos también; van a venir y usted se va a sentir muy cerca del
mundo, y esos espíritus lo van a rondar a usted. Si usted no quiere ser rondado por esos
espíritus, entonces tiene que ser muy claro con ellos y decirles: En verdad no
quiero saber nada de ustedes. Y decirle
a Dios: Señor, quiero vivir por Ti, para
Ti, delante de Ti. Los
israelitas salieron con los pies calzados, habiendo antes despojado a los
egipcios. Los egipcios les dieron las
cosas; de todas maneras no es que robaron a los egipcios, no; los egipcios
habían oprimido a los israelitas y era justo que se llevaran algo. ¡No! Después de 400 años de trabajo, era justo que
se llevaran algunas alhajas, animalitos para servir a Dios en el desierto,
¿verdad? No era un robo, era muy justo. Las tiendas de los peregrinos Ahora salen
de ese lugar y se dirigen a una primera etapa, y esa primera etapa se llama
SUCOT. La palabra Sucot tiene un
significado en el hebreo. La palabra
Sucot significa como enramadas, como cabañas, como tiendas, como
tabernáculos, y nos recuerda la actitud de peregrinos. Fíjense en una cosa: Sucot quedaba más o
menos a unos veinte kilómetros de Ramesés, que hoy se llama algo como Bakus en
el Egipto. Era donde el Emperador Ramsés
II decidió vivir, porque en Egipto hubo capitales en Menfis, en Tebas, según la
dinastía; pero los Ramésidas decidieron establecerse allá y ponerle el nombre
de Ramesés, el nombre del mismo faraón; y pusieron a los israelitas a edificar
Ramesés y a edificar Pitón, que quiere decir serpiente. Ustedes ya saben lo que significa estar
haciendo ladrillos para edificar ese sistema. Sucot
quedaba más o menos a unos veinte kilómetros de Ramesés; todavía no tenemos
aquí el mapa, pero es un poquito hacia el norte. Si usted mira bien el mapa,
desde Ramesés se corre hacia el oriente y hacia el norte un poquito, a unos Aunque no
hay que confundir este Sucot con otros dos Sucot que hay en Ahora
estamos es en ese Sucot de Egipto, el que queda en la frontera de Egipto. Era un lugar donde había agua y provisiones;
era un lugar donde se podía descansar, aunque el Señor no los dejó descansar
mucho tiempo allí; pero de todas maneras ellos empezaron por Sucot. La primera etapa, la primera noche, salieron
de noche, prácticamente para caminar durante toda la madrugada y todo el día,
porque caminaron como 600.000 adultos armados, con sus familias; son como de
dos millones a dos millones y medio de personas caminando en caravana por
veinte kilómetros durante un día entero.
Eso significa una caminata. Yo no
sé cuántos aquí se han pegado esa caminata de veinte kilómetros, pero
cualquiera que haya caminado veinte kilómetros en un día sabe que no es una
cosa pequeña. Y salieron nada menos que
a esa hora; habrán llegado bastante cansados, pero iban felices, iban
contentos, habían iniciado un éxodo, la salida, la partida. Fíjense en
el significado de Sucot: enramadas, tabernáculos, cabañas. Ya desde el
principio, Dios colocó a Su pueblo como peregrino. Esa es la primera característica; el pueblo
empieza a peregrinar. Fijense que cuando el Señor lo saca a uno, lo saca para
empezar a andar, y anduvieron bastante; no se quedaron muchos días en Sucot,
una sola nochecita, después de una caminata de veinte kilómetros; y al otro
día, otra vez se levantaron, otra caminata igual, pero iban con mucho
ánimo. Pero no pasemos a la otra,
detengamos en Sucot. ¿Qué puede
significar Sucot espiritualmente para nosotros? Primero la condición de
peregrinos. Igual le dijo Dios a
Abraham cuando aún estaba en su tierra,
en su parentela, y Dios le dijo a Abraham: Deja tu tierra y tu parentela. Deja
y ven a la tierra que yo te mostraré[2];
y dice que Abraham salió sin saber a donde iba[3],
o sea, salir sin saber a dónde se va, significa salir a confiar en Dios; es
decir, Dios comenzaba a enseñarles la fe, y qué manera usó Dios para enseñarles
la fe. Primero, estaban arraigados con
su vida segura aquí en este mundo; por lo menos en Egipto tenían cebollas,
ajos, pepinos, puerros, y algunos querían volver a la esclavitud, porque tenían
seguridad, y las carnes de Egipto. El
Señor los puso a ser peregrinos, y ser peregrino es una cosa importante. Disponibles para el Señor Jesús dijo
que el que no renuncia a padre, madre, etc, y le sigue, no puede ser su
discípulo[4];
o sea, que al Señor hay que seguirle; seguirle quiere decir ser peregrino,
quiere decir empezar a estar disponible para el Señor; ser disponible quiere
decir que ya no puedo estar tan arraigado a nada, porque estar arraigado es
idolatría. A veces estamos tan aferrados
a situaciones, a personas; puede ser el modus vivendi, la manera cómo
hemos vivido dependiendo del mundo, que no tenemos la suficiente fe para
confiar, y que Dios nos ponga a salir como a Abraham, sin saber a dónde
vamos. Claro que Dios sí sabe; nosotros
no sabemos a dónde vamos, pero sabemos que Dios sí sabe, Dios sí sabe a dónde
nos lleva. Él nos sacó con mano fuerte. Dios
siempre sacó a los patriarcas; los patriarcas siempre fueron personas de
tienda, personas de enramadas, personas de tabernáculos, y son caracterizados
por el altar y la tienda. Esa fue la
vida de los llamados por Dios, los que Dios llamó; los llamó a vivir en tienda
y a hacer altar. Hacer altar quiere
decir consagrar a Dios las cosas; y vivir en tienda significa no estar
arraigados a nada. En cualquier momento
que el Señor te lleve, tienes que estar dispuesto. ¡Cuántas cosas dejamos de
hacer para Dios debido que estamos atados a las cosas! Las cosas nos tienen atados; amamos las cosas
de tal manera que no somos capaces de dejarlas para seguir al Señor. No, si nosotros adoramos las cosas que
tenemos, ellas nos atan; entonces hay que comenzar siendo peregrinos, tener un
corazón dispuesto a ser desatado, un corazón dispuesto a dejar de ser idólatra
para pasar a ser adorador. Para dejar de
ser idólatra y ser adorador, hay que aprender a hacer altar y hay que aprender
a vivir en tienda; es decir, a ser peregrino.
Nuestro corazón aquí es de peregrino. Hay un
dicho del Señor Jesús que sobrevivió en la tradición extra-bíblica, que dice:
Sed transeúntes; la vida es como aquel que pasa un puente, tiene que pasar el
puente pero no puede hacer la casa en el puente. Dice que si uno hace la casa en el puente, no
está siendo transeúnte; uno no puede hacer la casa en el puente, pues el puente
es para pasar de aquí a allá. Hermanos,
realmente nuestra vida es la grandísima oportunidad que tenemos de escoger cuál
va a ser nuestra verdadera casa; pero nuestra verdadera casa no es aquí,
nuestra verdadera casa es allá. Allá es
donde se nos dará lo que es nuestro; esto aquí es solamente para que seamos
probados y tomemos al fin la decisión en qué decidimos ocupar nuestra vida, qué
fue lo que amamos, qué fue lo que adoramos, a qué estuvimos unidos o
atados. Entonces esto es muy importante,
entender lo que es la vida de tienda. Falsos creyentes entre el pueblo de Dios Hubo algunas
cosas específicas que acontecieron en Sucot; que fueron acontecimientos en
Sucot. Cuando tú lees cuidadosamente los
capítulos 12 y 13 de Éxodo, por lo menos una parte del 13, allí ustedes van a
encontrar algunas frases claves de cosas.
Cuando lees el contexto general, descubres qué fue lo que aconteció en
Sucot. Podemos mirar por lo menos
algunas cositas allí, en 12:37 dice: “Partieron los hijos de Israel de
Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños”. El censo está en Números; a algunos les ha
parecido exagerado, pero el censo está en Números, y sumando da alrededor de
seiscientos y pico de mil, o sea que aquí estos seiscientos es redondo, sin
contar los niños. Ahora,
fíjense en esta frase siguiente que nos ayuda a entender un poco esta etapa
inicial. Aquí en Sucot hay todavía gente que acompaña al pueblo sin haber
participado de Cristo. Miren lo que dice
el verso 38: “También subió con ellos grande multitud de toda clase de
gentes, y ovejas, y muchísimo ganado”.
Subieron con ellos a Sucot. ¿Qué significa Sucot? Una primera etapa; somos peregrinos y algunos
nos acompañan en las primeras etapas, pero nos acompañan de la boca para afuera. Acompañar las cosas de corazón es una cosa,
acompañar las cosas con revelación es una cosa distinta a estar en el ambiente;
alguna persona fue atrapada en el ambiente y puede acompañar el ambiente
cristiano; puede saberse los coritos, puede ser hijo o sobrino o nieto de la
abuelita que es creyente y la abuelita lo lleva a la escuela dominical, y saber
muchas cosas como los creyentes, pero no haber tenido una experiencia personal
con Dios. Dios está representando en
esas primeras etapas, y mire el verso 38. Éxodo 12:37-38. “37Partieron
los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie,
sin contar los niños. 38También (aquí está
ese también; son personas que más adelante van a causar problemas en etapas
posteriores) subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y
ovejas, y muchísimo ganado”. Voy a
detenerme un poquito aquí antes de entrar en el siguiente punto de Sucot. El segundo punto de Sucot es el de los
alimentos de los ácimos, pero ese es después.
Primero aparece aquí gente que no es de Dios, pero que está entre el pueblo
de Dios; gente que está en las primeras etapas, cuando no se nota quien es y
quien no es. Es cuando el Señor dijo la
parábola del trigo y la cizaña[5]. Cuando el trigo es tierno, es parecido a la
cizaña. Vino el enemigo y sembró cizaña
entre el trigo y luego crecieron juntos la cizaña y el trigo; cuando el trigo
no ha madurado se parece a la cizaña. Y
cuando le dijeron: Señor, ¿no sembraste acaso buena semilla? ¿Cómo es que hay
cizaña en el campo? Un enemigo hizo eso.
¿No quieres que arranquemos la cizaña? No, no sea que al arrancar la cizaña,
arranquéis también el trigo; es decir, que al principio, cuando se es nuevo en
la caminata, cuando apenas se comienza la peregrinación , no se nota bien quién
de verdad nació de nuevo y quién no, y el no nacido de nuevo, apenas está
siguiendo una forma cultural, algunos no fueron llevados al Señor, fueron
llevados, como dicen muchos hermanos, a la reunión de los hermanos. Venga, lo invito donde unos hermanos muy
queridos; allá son muy buenos. Lo
llevan, pues, a donde los hermanos o a donde un pastor que predica muy bonito,
o allá cantan muy hermoso, pero la persona no fue llevada al Señor. Todo comienza con la pascua Nótese que
aquí en Sucot fue cuando el Señor les dijo a los israelitas lo de la
consagración de los primogénitos, en el capítulo 13 de Éxodo; y hay otra cosa
que sucede en Sucot. En Sucot el Señor
le dice a los israelitas que celebren ese día.
Ellos salieron el día 15 del mes de Abib-Nisan que es el primer mes del
año. Aparece tanto en Éxodo 12 como en
Números 33. Dice Números 33:3: “De Ramesés salieron en el mes primero, a
los quince días del mes primero; el segundo día de la pascua salieron los hijos
de Israel con mano poderosa , a vista de todos los Egipcios”. Vemos, pues, que la pascua se celebraba el
14. Vamos a Éxodo 12 y lo comparamos con
Números 33. En Éxodo 12, el Señor
establece que Abib es el primer mes, y es el mismo mes de Nisan; es el que
corresponde a la llamada semana santa, que a veces en el calendario gregoriano,
cae en marzo, a veces en abril. El
verdadero año nuevo, según Dios, es en la semana santa, no es en enero, porque
esto de enero es del dios Jano, febrero del dios Febo, marzo del dios Marte;
así como lunes de El
calendario de Dios está aquí en Éxodo 12.
Mire lo que dice Dios. Éxodo 12:2 “Este mes os será principio de los
meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año”. Esto significa que para el pueblo de Dios,
éste será el primero de los meses del año; pero claro, Roma heredó de Grecia,
Grecia de Egipto, entonces el calendario del mundo es un calendario pagano; el
verdadero calendario es éste. Entonces
miren, hermanos, esto que pasó. Para el Señor todo comienza con la pascua. Este será para vosotros el primer mes, ¿cuál
mes? El mes en que se celebra la pascua.
¿Qué es la pascua? El sacrificio del
Cordero. Ese el verdadero comienzo del
pueblo de Dios; el verdadero comienzo es cuando el Señor murió por nosotros,
derramó Su sangre, creímos en El, lo recibimos; ahí recién nacimos de nuevo y
ahí recién comenzamos. Entonces para
Dios, el verdadero comienzo es con la pascua; por eso en Abib es el comienzo
para vosotros; no importa cuál sea el calendario del mundo. Para vosotros, Mi pueblo, éste será el primer
mes. El mes de Abib, que se llama
también Nisan, que a veces cuadra con marzo o con abril, ese es el primer mes
del año. Por eso es que a un mes se le
llama septiembre, porque era el séptimo, octubre, el octavo, noviembre, el
noveno; fue que los paganos nos corrieron la cosa, pero el verdadero orden es
el bíblico. Entonces
fíjense que todo para el Señor comienza con Cristo. Cuando venimos con la
sangre de Cristo y recibimos al Cordero, ahí es cuando comienza para nosotros
la vida; ese es el verdadero comienzo.
Pero, ¿qué pasó en Sucot? ¿saben
qué pasó en Sucot? Primero tengamos en
cuenta que ellos salieron el día 15. En Ellos
salieron en la noche, que era la tarde, y viajaron durante el día 14; mataron
el cordero a la noche, o sea al llegar el día siguiente, el 15, que empezó a
las 6 de la tarde del 14; comenzaron entonces a reunirse a comer el cordero por
familia y a la medianoche pasó el ángel
por ahí a las 12 de la noche, una o dos de la mañana; estaban los egipcios
llorando y diciendo: Váyanse de aquí porque vamos a morir todos, y llévense
todo lo que sea necesario. De allí
ellos salieron de madrugada, apurados, llevando todas las cosas; eso fue el 15,
entonces –oigan para entender algo de lo que significa Sucot–, el día 15,
cuando llegaron a Sucot, el Señor les dijo: Este día lo van a celebrar todos
los años, este día va a ser sagrado para vosotros; todos los años van a
reunirse con su familia y van a comer el cordero de la pascua con panes ácimos,
con hierbas amargas; van a comer la pascua de pie, y cuando su hijo le pregunte
¿qué es este rito que ustedes tienen?
ustedes les responderán, nosotros éramos esclavos en Egipto y tal, y el
Señor nos libró de esta manera. Pero
fijese en un detalle que añadió el Señor.
El Señor allí, ustedes lo pueden leer en su casa, lo estoy resumiendo,
les dijo que cuando se celebrara la fiesta de la pascua que Él instituía -en
Sucot fue que se instituyó para celebrar ese día, porque ese día salieron de
Ramesés y llegaron a Sucot-, ¿saben qué dijo el Señor? que ningún extranjero ni forastero podía
probar de la pascua y si algún extranjero quería probar tenia que circuncidarse
como cualquier israelita y aceptar al Dios de Israel; es decir, tenía que
recibir a Cristo en sentido simbólico, y recién ahí recibía la pascua; no sería
ya más contado como extranjero, sino como un natural más; ya no habría
diferencia. Pero si no se circuncidaba,
si no aceptaba el pacto con el Dios de Abraham, que es Cristo, seguiría siendo
considerado un extranjero. Porque Dios
hizo un pacto con Abraham y ese pacto es que en la simiente de Abraham serían
benditas todas las naciones; o sea que ese pacto se refería a Cristo; y la
señal del pacto era la circuncisión; es decir, cortar con la carne, cortar con
el viejo hombre y comenzar con el nuevo hombre, nacer de nuevo. Ahí sí era considerado parte del pueblo y ya
no había diferencia; pero si no se circuncidaba y aceptaba el pacto de Abraham
con el Dios de Abraham, entonces no podía participar de la pascua. ¿Dónde dio
Dios esa instrucción? Precisamente en Sucot. De Sucot
salieron los israelitas que comieron la pascua; pero hubo gente que salió
también que no eran nacidos de nuevo, y fueron las personas que después
llegaron a causar problemas; pero que estaban entre ellos como si fueran de
ellos, andaban siempre con ellos, pero ellos no podían participar de la pascua;
ellos no tenían a Cristo, tenían religión,
y en las primeras etapas de la caminada cristiana hay mucha gente que
está en esa situación; está merodeando por ahí, viene y visita; por ahí le han
hablado de esto y de aquello, pero no han nacido de nuevo. El Señor dice que no puede si es extranjero,
no puede, si es extranjero no puede, pero si acepta el pacto con el Dios de
Abraham y en señal del pacto se circuncida, entonces sí puede; es decir, que no
importa si es un incrédulo, si acepta la bendición de Dios que es Cristo, ya
dejó de ser extranjero y pasa a ser como un natural del pueblo de Dios, pero si
no recibe a Cristo, si no recibe la circuncisión como señal del pacto de Dios
de Abraham, con Abraham y su pueblo, entonces es considerado forastero y dice
que ninguno de ellos podrá comer la pascua. Los problemas de la cizaña ¿Qué
caracterizaba esta primera jornada de Sucot?
Primero: Para el pueblo de Dios era comenzar el peregrinaje, comenzar a
dejar las cosas, comenzar a caminar por fe.
Segundo: Entre los que caminaban algunos no habían participado del
cordero, ni de la sangre, y salieron porque vieron que salieron los israelitas. Ellos
vieron lo que Dios hizo y se fueron con ellos, pues resulta que en esas
ciudades egipcias había barrios de los de Asia Menor, barrios de amalecitas, de
semitas, había barrios de libios, de sudaneses, de etíopes, que vivían junto
con los israelitas y allí tenían su santuario de la diosa Astarté y tal y cual
otra. Todo eso lo tenían en Egipto, y
cuando salieron los israelitas, mucha gente caminó con ellos; entonces fíjese
lo que significa Sucot. Es un
comienzo de peregrinación, pero hay mezcla, hay gente que no es del pueblo
hebreo. Por ejemplo, podemos ver en la
epístola de San Judas Tadeo la explicación que hace Judas de cosas que dice el
mismo San Pedro, pero leámosla primero en Judas, porque a veces si no las
leemos en Judas se puede malentender la de San Pedro. Vamos a leer en los últimos versículos desde
el 16, donde dice: “16Estos son murmuradores”, o sea, a una
persona que no ha nacido de nuevo le es tan fácil murmurar, decir, criticar,
porque como no tiene el Espíritu, no es enseñado por dentro, no se da cuenta de
lo que hace. Cuando una persona tiene el
Espíritu puede fallar pero inmediatamente se da cuenta y tiene que pedir
perdón; la otra persona no se da cuenta ni pide perdón, parece que no ha nacido
de nuevo, está en la cultura evangélica pero no ha nacido de nuevo, no está en
el reino de Dios. Continúa diciendo Judas: “16Estos
son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca
habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho, 17pero
vosotros (mire la diferencia), amados, tened memoria
de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor
Jesucristo; 18los que os decían: En el postrer tiempo habrá
burladores, que andarán según sus malvados deseos”. ¿No era eso
lo que decía San Pedro en la segunda carta?
Pues fíjate, cuando tú lees sólo a San Pedro diciendo que vendrían
falsos maestros que incluso enseñarían herejías de perdición, que estarían en
medio de los ágapes de los hermanos, comiendo con los hermanos, pero que
andarían también fornicando, adulterando, murmurando[6].
¿Qué sucede entre el pueblo de Dios? ¿Por qué hay personas del pueblo de Dios
que con tanta facilidad pecan y sin embargo tienen la cultura evangélica? Aquí lo explica Judas. Dice: “19Estos
son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu”. Esa es la
explicación. Si tú lees sólo a Pedro, te
preguntarás: ¿Cómo puede haber estas personas que hasta son maestros? Sí, son maestros, pero enseñan herejías de
perdición y niegan al Señor, pero lo niegan religiosamente, lo niegan en pleno
púlpito. ¿Saben ustedes que hay púlpitos en catedrales con vidrios de colores,
con órganos de tubos, donde el predicador está con su cuello volteado, con su
toga, donde vive de los diezmos de la organización y enseña que Jesucristo no resucitó,
ni que nació de la virgen María, ni que Hermanos,
cuando el trigo es nuevo, es decir, cuando acaba apenas de brotar o de salir,
pues no se diferencia mucho de la cizaña, y si tu arrancas la cizaña, puedes
arrancar el trigo también, porque no se nota la diferencia. A medida que se va caminando, se va caminando
y se va caminando, ahí empiezas a ver que pasó con aquellos que salieron, pero
que no habían nacido de nuevo, que no habían comido al Cordero, ni estaban bajo
la sangre. Hay personas que no están
bajo la sangre, que no tienen a Cristo, que no tienen el Espíritu, pero que
están entre los cristianos sin ser ellos cristianos. Eso sucede
en Sucot. No es suficiente estar entre
el pueblo cristiano. A veces nosotros
podemos pensar que todos los que están presentes están entendiendo todo, y
están caminando con el Señor, y no siempre es así. Muchos no están entendiendo bien; muchos
están entendiendo naturalmente y tomando las cosas por otro lado; pueden
acompañar y hasta pueden enseñar, pero la clave está en haber participado del
pacto con Dios, de la alianza con el Dios de Abraham, una verdadera relación
personal; estar de verdad bajo la sangre y haber comido del cordero y el haber
sido circuncidado; entonces es un israelita verdadero. No es un sirio, ni un asiático, ni un libio,
ni un sudanés que está acompañando a los egipcios. No. Ahora, pudo
haber sido un egipcio, pudo haber sido un cananeo, pero si aceptó el pacto de
Dios y fue circuncidado, puede comer de la pascua, puede participar y es
considerado como del pueblo; es decir, nadie es excluido; ningún pecador por
muy perverso que sea es excluido; cualquier persona puede recibir directamente,
pero tiene que ser una relación directa y personal con Dios; no es suficiente
un acompañamiento cultural. Miren,
hermanos, un pastor luterano le decía al hermano Aniceto Mario Franco en
Brasil, que de la colonia luterana de la que él era pastor, que era como de
2.000 luteranos, 26 eran nacidos de nuevo, porque los otros eran luteranos, por
el hecho de haber nacido en Alemania, tal como sucedió en la época de la
reforma, que según la religión del príncipe era la del pueblo. Si nacía en España era católico, si nacía en Suecia
era luterano y si nacía en Holanda era reformado, y depende, porque si era
reformado de Amsterdam, era calvinista, y si era reformado de Rotterdam, era
arminiano; pero dependía era de haber nacido en esa cultura; no era que había
nacido de nuevo ni que tuviese una condición personal, no. Si el príncipe aceptaba las ideas de Lutero,
todo su país era luterano; entonces miremos cuántos luteranos hubo en Alemania. La religión
de Alemania era la religión luterana, entonces el Estado subvencionaba a los
clérigos luteranos que habían sido clérigos católicos que se habían pasado al
luteranismo, y había una religión del Estado; no era nacimiento de nuevo; y eso
continúa así en mucha gente, que no tiene un nuevo nacimiento personal, no
tiene una relación personal con el Señor, él y Dios, a través de Cristo; una fe
sincera y verdadera con Él. No se trata de excluir a nadie, no; es la persona
misma la que no ha venido al Señor, la que no ha recibido al Señor en forma
directa y personal. Los panes sin levadura Entonces,
esta es una lección que hay que aprender en Sucot. En Sucot Dios dijo: Me
consagrarás a todo primogénito. ¿Qué fiesta continuaba después de la fiesta de Por eso
Pablo dice a los Corintios: “7Limpiaos, pues, de la vieja
levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra
pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. 8Así que celebremos la fiesta, no
con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con
panes sin levadura, de sinceridad y de verdad”[7]. Los panes sin levadura fue lo que comieron
los israelitas en Sucot, porque ellos, dice aquí en Éxodo 12:37-39: “37Partieron
los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie,
sin contar los niños. 38También
subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo
ganado. 39Y cocieron tortas
sin levadura de la masa que habían sacado de Egipto, pues no había leudado,
porque al echarlos fuera los egipcios, no habían tenido tiempo ni para
prepararse comida”. Ya no están
en Egipto, ahora están en Sucot. Esa era
la comida en Sucot: Panes sin levadura, ácimos, y por eso fue que cuando el
Señor estableció la fiesta de En el mismo
principio, desde la primera etapa, el Señor pide ya santidad de Su pueblo, es
ya una separación; todavía ni siquiera se han bautizado porque es apenas en el
Mar Rojo que se bautizan, pero ya comieron, ya creyeron; si creyeron, salen y
si salen, caminan en dirección a Dios y caminan en santidad, ya desde el
principio. Desde el principio panes
ácimos, sin levadura. Y cocieron
tortas sin levadura de la masa que habían sacado de Egipto, pues no había
leudado, porque al echarlos fuera los egipcios, no habían tenido tiempo ni para
prepararse comida”. Entonces, ésta
fue la primera comida; la primera comida fue el cordero con panes sin levadura
y hierbas amargas, eso fue en Ramesés, y en Sucot fue panes sin levadura. ¿Qué
sucedió en Sucot? Comenzaron a
peregrinar y a caminar con el Señor en
santidad, pero había mucha gente que los acompañaba que no era de ellos. Dice San Juan: “Salieron de nosotros, pero
no eran de nosotros; porque si hubieran sido de nosotros, hubieran permanecido
con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de
nosotros”[8]. Uno ve multitudes, pero ¿cuántos de esas
multitudes realmente son de Dios? Cuando
se está comenzando el cristianismo, hay muchas conversiones, mucha gente, pero
el Señor no se engañaba. ¡Ah, me seguís, porque habéis comido el pan y os
saciasteis”, por eso me siguen, porque quieren salud, dinero, amor, etc., pero
caminar con el Señor, comer el Cordero, comer panes sin levadura, eso ya no. Entonces,
hermanos, es muy significativa esta primera noche pasada fuera de Egipto:
Sucot. Entonces en Sucot había panes sin
levadura, consagración de los primogénitos con la institución de Ya no había
diferencia entre sudanés, entre libios, entre cananeos, egipcios e israelitas;
ahora eran el pueblo de Dios. ¿Qué los hacía uno? El Cordero, o sea la identificación con el
Dios de Abraham, con la bendición de Abraham, con la simiente de Abraham, con
el Cordero, con la sangre del Cordero, con la circuncisión, o sea la
identificación con Él en Su muerte y en Su resurrección; entonces por eso Sucot
no quedaba en Canaán, quedaba en la frontera, y eso es lo que esa primera etapa
representa, apenas el comienzo de la caminata, pero es muy bueno que nosotros
sepamos estas cosas. ¿Amén, hermanos? o [1]Enseñanza
en la localidad de Teusaquillo, Bogotá D. C., Colombia, América del Sur,
en noviembre 26 de 1999. Pertenecer a El Libro de las Jornadas.
[2]Referencia
a Génesis 12:1 [3]Referencia
a Hebreos 11:8 [4]Ver
Lucas 14:33 [5]Ver
Mateo 13:24-30, 36.43 [6]2
Pedro 2:13.14; 3:3 [7]1
Corintios 5:7-8 [8]1
Juan 2:19 ETAM
Por Gino Iafrancesco V. - 19 de Diciembre, 2006, 18:33, Categoría: General
E T A M[1] “Salieron
de Sucot y acamparon en Etam, que está al confín del desierto” Números
33:6 Al
borde del desierto En esta serie del Libro
de las Jornadas, después de haber visto con la ayuda del Señor una visión
panorámica y del sentido espiritual que tiene este registro en Aquí
en el mapa que tenemos no aparece Etam, pero Etam es un poquito hacia arriba,
en esa parte del mar, allí donde están estas marismas; allí es donde queda
Etam. Es muy interesante ver la manera
cómo el Espíritu del Señor los dirigió a ellos.
Acordémonos que Moisés había sido formado durante cuarenta años en la
corte de Egipto y que había sido instruido en toda la sabiduría de los
egipcios, y una de las tareas que tenían los descendientes, los hijos, los
sobrinos de Faraón, era entrenarse en lo militar, y Moisés conocía muy bien la
línea en la cual los militares seguirían.
Si tomarían el norte, si tomarían el sur, y precisamente cuando se
estudia la historia del aspecto militar de los egipcios y se compara con esas
escalas que siguió Moisés, Etam, después Pi-hahirot, uno se da cuenta que ellos
siguieron un camino por donde no se les ocurriría a los militares egipcios ir;
y esta es una cosa muy interesante, porque fíjese en esa frase clave: “Etam,
que está al confin del desierto”. No está en el puro desierto, ni tampoco
está en la parte bonita, sino en el confín, una parte intermedia. Vamos a complementar esto para entender un
poco mejor la circunstancia de Etam. Vamos
a ir al Libro del Éxodo, capítulo 13, para ver las circunstancias de Etam y el
sentido espiritual que puede tener para nosotros. Etam
tiene una parte bonita. Vamos a ver primero la cara bonita, pero ahí cerca está
el desierto; no está dentro del desierto, pero ahí está a la entrada del
desierto. Gracias a Dios que estas
experiencias empiezan a darse desde el principio. Fíjense que es apenas después de Sucot. Después de Sucot viene Etam y ya vemos algo
agridulce; y al principio de nuestra experiencia cristiana también
experimentamos algo agridulce; la parte dulce es la siguiente. Vamos a leer
Exodo 13, donde se nos muestra cómo son las primeras etapas en las jornadas del
pueblo de Dios. ¡Qué cuidados tiene Dios!
Porque no nos mete primeramente al desierto y nos lleva directamente a
la guerra, sino que nos mantiene en un punto agridulce, con beneficios, pero al
mismo tiempo entrenándonos, pero muy de a poquito en lo difícil. Si el Señor nos pusiera en lo difícil de
golpe, retrocederíamos, pero si todo fuera dulce y no hubiera nada de agrio al
borde del desierto, tampoco sería sabio. Los cuidados del Señor En el principio de
nuestra experiencia, el Señor nos hace experimentar dos cosas, y vamos a
verlas, primeramente el lado dulce. Leemos
en Éxodo 13:17-22: “17Y
luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la
tierra de los filisteos, que esta cerca; porque dijo Dios: Para que no se
arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto”. Cuando uno es aún nuevo, el Señor no lo pone
a uno frente a la guerra dura; puede haber pequeñas guerritas. Estamos al lado del desierto, vamos a ver esa
parte también, pero no es la guerra difícil, no es la guerra con los gigantes
en Canaán todavía; esa guerra es posterior.
Aquí el Señor tenía cuidado que en las primeras etapas ellos estuvieran
más o menos cómodos, se sintieran bien; y por eso cuando uno es nuevo, uno se
siente muy feliz, tiene experiencias casi todas de alegría, siente paz , siente
tranquilidad; ahora conseguí trabajo, ahora ya dejé esto, ahora sí empiezo a
sentir la protección de Dios y toda esa protección es verdadera; sólo que hay
un aspecto de la protección de Dios que se tiene que aprender después, pero uno
no está preparado para aprenderla de golpe.
Si el camino empezara muy difícil, uno se asustaría y no empezaría. Por eso dijo Dios: para que no se arrepienta
el pueblo cuando vea la guerra; es decir, sí va a haber guerra, pero no
todavía, entonces no los voy a llevar directo por el camino de los filisteos,
porque allí entrarían directo en la guerra con los gigantes de Canaán, de
manera que vamos a darle una vuelta al pueblo, vamos a llevarlo por otro lado y
vamos a entrenar al pueblo para la guerra.
Sí va a haber guerra después, y guerras serias, pero antes de entrar a
la guerra, el pueblo tiene que ser entrenado; por eso al principio el Señor no
nos mete directamente a la guerra, sino que tenemos etapas donde nos sentimos
protegidos, como vamos a leer aquí. “18Mas
hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo. Y subieron los hijos de Israel de Egipto
armados”. Todavía no se mete al
desierto; antes de entrar a la guerra el pueblo debe ser entrenado; porque es
que de lo que se trata es de una guerra; hay un conflicto inmenso, y de lo que
se trata es de tomar posición en ese drama, pero entonces el Señor tiene que
entrenarnos y no nos lleva directamente a pelear con los gigantes de Canaán,
sino que nos va introduciendo, pero no de golpe, sino de a poquito hacia el
desierto, de a poquito nos va entrenando para que seamos soldados bien
entrenados, para que después de haber pasado las experiencias estemos ya
preparados y poder entrar a la guerra. “Y subieron los hijos de
Israel de Egipto armados”; es decir, que va a haber guerra y están
armados, pero la guerra no va a ser todavía muy fuerte, la guerra va a ser
pequeña, va a empezar por casa como vamos a ver ahora. “19Tomó
también consigo Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los
hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis
huesos de aquí con vosotros”. Esto es muy interesante,
porque aunque ellos no iban hacia la tierra directamente; irían a la tierra de
Canaán, y ahí los huesos de José que representa a Cristo y la esperanza de la
resurrección, esos huesos sí iban para Canaán, porque José no dijo que los
dejaran en Sinaí, no. Dios os llevará de
vuelta y allá van mis huesos, allá a la tierra de la resurrección; pero de a
poco, eso no es tan rápido, eso se llega de a poco. “20Y
partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto”. Uno pensaría: Bueno,
ahora que me convertí al Señor...; sí, verdad, al comienzo todo es tan lindo,
tan precioso, y uno no se imaginaba que tenía que andar por el desierto para
poder estar preparado para vencer a los gigantes cananeos; pero Dios si sabe
que es necesario no entrar en la lucha
directa, pero sí ser entrenado de a poquito; y por eso el Señor los llevó a la
entrada del desierto. Y dice allí
que vinieron a Sucot, luego salieron de
Sucot y fueron a Etam. Mire cómo el
Señor permite que las primeras experiencias que empezaron a tener fuera la
parte bonita, la parte agradable. “21Y
Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el
camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que
anduviesen de día y de noche”. Fíjense en esas dos
palabras claves: Guiarles y alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de
noche. Hay que aprender a andar; Por eso cuando nosotros
vemos en Cantar de los Cantares, si ustedes quieren acompañarme, porque como
todo esto es espiritual, todo esto se corresponde. Las primeras palabras en Cantar de los
Cantares cuando ella habla, son palabras de sentimientos agradables
principalmente. Dice: “1¡Oh, si él me besara con
besos de su boca! Porque mejores son tus
amores que el vino”; así empieza el Cantar, cuando ella es nuevita, eso es
lo primero que dice. Ella estaba
enamorada. Luego sigue desde el
versículo 2: “2A más del
olor de tus suaves ungüentos, tu nombre es como ungüento derramado; por eso las
doncellas te aman. 3Atráeme;
en pos de ti correremos. El rey me ha
metido en sus cámaras; nos gozaremos y alegraremos en ti; nos acordaremos de
tus amores más que del vino; con razón te aman”. Fíjense en esas primeras experiencias de
ella; son de sentimientos religiosos agradables. ¿Quién se iba a imaginar que
por aquí unos capitulitos más adelante iba a tener otras experiencias? Por ejemplo, dice en 5:7: “Me hallaron los
guardas que rondan la ciudad; me golpearon, me hirieron; me quitaron mi manto
de encima los guardas de los muros”. ¿Qué se iba a imaginar ella que esa
iba a ser su experiencia unos capítulos más adelante? Tratamiento
con la parentela Al principio todo era
suave, nadie la hería, menos los guardas de los muros; la guardaban; ahora los
mismos guardas la hieren; es una experiencia difícil, pero más adelantada, de
más madurez. Al principio son
sentimientos agradables, son sentimientos bonitos, hay protección, hay guianza;
pero miremos lo que nos decía, que Etam está al confín del desierto, y dice
aquí a la entrada, ese es el confín, no es algo terminado, sino apenas empezar
a entrar en el desierto, bajo la guianza
de Dios para aprender en el desierto; porque Dios quiere que aprendamos a
conocerlo por fe y no por vista. Es
necesaria la paciencia, porque la paciencia es la que produce la esperanza. Fíjense ahora al otro lado; el desierto está
cerca, pero empieza, como decíamos, por casa.
Sabe que la palabra Etam es una pronunciación más egipcia de la palabra
Edom. La palabra Edom era justamente la
que se refería a todo el territorio de ellos; Edom quedaba al nordeste. La frontera era en Sucot, atrás quedaba lo
que se podía llamar Egipto. Por esta
tierra de nadie era por donde andaban los edomitas; toda esta parte era la de
los edomitas. Entonces se le llamaba no
solamente desierto de Shur, sino desierto de Etam. La palabra Shur, quiere decir, los
beduinos. Muchos de los beduinos de Edom
venían a apacentar en estas marismas, porque esta parte verde que aparece en el
mapa era la parte bonita, la parte donde había alimento, donde había peces, donde
había aves, donde había puerros, ajos, cebollas, agua y también gavilanes. Después
vamos a ver lo de los gavilanes. La palabra Etam es una
pronunciación más egipciada de la palabra Edom.
Es interesante que el Señor de Sucot los llevó a Etam; hubieran podido
ir a otro lado, pero la nube del Señor a través de Moisés los llevó a Etam, o
sea a Edom, y ¿quién era Edom? Era Esaú,
el mellizo de Jacob que había sido formado en el mismo vientre, del mismo
padre, de la misma madre; hacían nacido en el mismo hogar y habían convivido
juntos; pero por esas “cosas de la vida”, por la elección de Dios, Jacob fue
atraído primero hacia Dios. Sí, también
vino una bendición luego para Esaú y vamos a ver eso después. Padre. ¿no tienes
otra bendición? Sí, claro que sí habrá
otra bendición para ti, pero no esa; esos son primicias, esos son los
primogénitos. Sí, tú también serás un
pueblo fuerte y al final vas a quitar el yugo de tu hermano, pero el Señor le
dio la primogenitura a tu hermano; al final prácticamente el yugo del
primogénito que va a ser Jacob, te va a ser quitado; eso es después, pero
primero va Jacob y después Edom. Edom simboliza aquí la
parentela, y quiero llamarles la atención a algo por lo que empieza. Vamos a ver en Génesis Ya sea que sigamos las
jornadas de Israel en el desierto, ya sea que sigamos las pisadas de Abraham,
esas pisadas las seguimos nosotros, esas jornadas son un ejemplo para nosotros,
de manera que hay una correspondencia entre las pisadas de la fe de Abraham y
las jornadas de Israel en el desierto, y esas primeras pisadas, Sucot y Etam,
están aquí cuando comienzan las primeras pisadas de Abraham. En Génesis 12:1 dice. “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de
tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te
mostraré”. Esa es la primera etapa,
ahí está Sucot; Sucot es la enramada, que quiere decir peregrinaje; quiere
decir, salimos del mundo y entramos sin saber a dónde vamos, pero vamos por la
fe, detrás de Dios; Dios nos va a llevar a una tierra que Él sabe, y nos pide
salir de la nuestra. Pero no sólo hay
que salir de la tierra; ahora viene Etam.
“1Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu
padre, a la tierra que te mostraré. 2Y
haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás
bendición. 3Bendeciré a los
que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti
todas las familias de la tierra”. Las familias van a ser
benditas, sí, pero después de que tú hayas obtenido la simiente que yo te
prometo; pero antes de que hayan obtenido la simiente que yo te prometo, las
familias todavía no son benditas; por eso tienes que salir de tu parentela; tu
parentela todavía no es bendita. Si va a
ser bendita, cuando reciba la simiente que yo te voy a dar a ti, el Cristo,
entonces ahí las familias serán benditas, pero no al principio. Entonces las primeras luchas que tienen los
cristianos, es con su propia parentela. Es
necesario salir de tu tierra, ahí está Sucot.
Fíjese que Ur de Caldea representa a Ramesés, la estadía en Aram
representa a Sucot, la primera etapa de la caminata; pero en Aram todavía está
Taré. Hasta que no se murió Taré, no
continuó Abraham. Sólo después que se
murió Taré, continuó Abraham, pero todavía seguía caminando hacia la tierra
prometida; es que no se sale de golpe, sino de a poco. Jesús
causa de disensión en la familia Hermanos, este asunto de
la parentela, siempre comienza al principio de la vida cristiana. Cuando alguien se convierte, con los primeros
que empieza a tener problemas es con sus propios parientes; como dijo el Señor
Jesús, que los enemigos del hombre serán los de propia casa[2]. Si es mujer, su marido; si es padre, sus
hijos, y si es madre, sus hijos, o si es hombre, puede ser su mujer, y por eso
el Señor comenzaba a decir: “Si
alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y
hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo”[3]. Es decir, que para comenzar en el
discipulado hay que poner al Señor primero que a la parentela, y por eso hay
que tomar el carácter de peregrino en Sucot, y dejar también la parentela en
Etam, Edom, su pariente cercano. Analiza el Salmo
45. Dios le dice lo mismo a la amada;
ese es un Salmo de matrimonio, es donde se canta al Rey en el día de Su
desposorio. Claro que, como corresponde,
en los primeros versos se le habla a la cabeza, al marido. “1Rebosa mi corazón palabra
buena; dirijo al rey mi canto; mi lengua es pluma de escribiente muy ligero. 2Eres
el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se derramó en tus labios;
por tanto, Dios te ha bendecido para siempre”. Y empieza a hablar del rey, y habla del rey
hasta que llega al versículo 9, pero en el versículo 10, dice: “Oye, hija”, esta es la esposa, porque
mire cómo comienza el Salmo. Al
músico principal, sobre lirios. Masquil de los hijos de Coré, Canción de amores;
y no hay amores de un solo lado. Entonces la primera parte es el marido, la
segunda parte es ella, y dice: “10Oye,
hija, y mira, e inclina tu oído; olvida tu pueblo, y la casa de tu padre; y
deseará el rey tu hermosura; e inclínate a él, porque él es tu señor“. Ahora ya no es como
antes; antes no habías dejado tu parentela, antes estabas al lado del gobierno
de tu padre y de toda la familia y de tu
clan; las costumbres familiares; pero ahora estás comenzando a salir en pos del
Señor, siguiendo las pisadas de la fe de Abraham. Entonces hay que salir de la tierra y hay que
salir también de la parentela. Hermanos,
¡Ay, si yo les leyera
algunos versos! No se los voy a leer a
mi esposa, porque ella ya pasó el desierto, pero les voy a leer algunos versos,
por ejemplo, en el libro de Miqueas. Vamos a leer en el Libro de Miqueas
algunos versículos que son un poco serios.
Miren lo que dice el Señor a Su propio pueblo; note que es Dios el que
nos manda a ser sociables, pero es tan difícil serlo; y nos dice Dios en
Miqueas 7:5-6: “5No creáis
en amigos, ni confiéis en príncipe; de la que duerme a tu lado cuídate, no
abras tu boca (bueno, pero por lo menos mi esposa. ¿Quién lo dice? Dios). 6Porque el hijo deshonra al padre,
la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos
del hombre son los de su casa”. Eso
lo dijo Jesús, y lo decía primero, a través de Miqueas, que los enemigos del
hombre son los de su casa. Esta palabra
de Miqueas demuestra que la lucha del cristiano al principio, comienza por casa. Cuando no se convierten al tiempo, cuando uno
se convierte primero, si fue primero el marido, la esposa y los hijos le van a
poner problemas. Si se convierte primero
la mujer, el marido y los hijos le van a poner problemas. Si se convierte primero el hijo, los padres y
sus hermanos le van a poner problemas, lo van a criticar, lo van a acusar, lo
van a atacar. Ese es Etam, dejar la
parentela. Esa es una etapa que hay que
empezar desde el principio. Los enemigos
del hombre, serán los de su casa. Dice
que los hijos aborrecerán a los padres, los entregarán, algunos hasta para
morir; puede ser que después se conviertan.
Sí. Pablo estuvo de acuerdo con que se matara a Esteban, pero si usted
se fija en lo que registró Lucas de Esteban en Hechos, ve que lo que enseñó
Pablo en sus cartas ya estaba en germen en la enseñanza de Esteban cuando
moría; lo que Esteban enseñó antes de ser apedreado ya contiene el mensaje que
después por el Espíritu de Dios desarrollara Pablo; pero fíjese que cuando
Pablo escuchó ese mensaje, no lo oyó muy contento, crujía los dientes contra
Esteban y aprobaba que lo mataran, y se encargaba de cuidar la ropa para que lo
mataran a pedradas. Pero esa semillita
entró y empezó a molestar y él empezó a darle patadas a ese aguijón, y le daba
patadas y patadas, pero esa semillita seguía hincando, seguía hincando, hasta
que le dice el Señor: “Dura cosa te es dar coces contra el aguijón”[4];
y así nuestros parientes de a poquito después entenderán; hay un aguijoncito
que les está hincando, hay una promesa: “Cree en el Señor Jesucristo, y
serás salvo, tú y tu casa”[5];
pero eso está en futuro, mientras tanto habrá que soportar. Yo pienso que cada uno aquí tiene su historia
que contar, y en verdad que fue desde el comienzo, desde que se decidió por
Cristo ya empezó el mal entendimiento, ya empezó el malestar, tienes una lucha
grande, son tus seres queridos, pero eso es el borde del desierto, apenas la
entrada al desierto, pero ay! ay! ay! no hay cuña que más apriete que la de uno
mismo. ¿Verdad, hermanos? Ahora, miremos
en relación con estos versos de Miqueas 7:5-6. Vamos a Mateo 10:34-39 y luego a
Lucas 12:49-53. Dice Jesús en Mateo 10:34-39:
“34No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no
he venido para traer paz, sino espada (es decir, así como está la tierra
ahora, a decirles que estén en paz, no, no;
cosechen lo que ustedes son, y si se convierten, sí, pero mientras tanto
no he venido a traer paz a la tierra).
35Porque he venido para poner en disensión al hombre contra
su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra”. ¿Y la causa es quien? Cristo. Yo he venido, dice, para poner en
disensión; ustedes van a empezar a pelear por causa Mía. ¿Por qué fue que el
emperador Claudio expulsó a los judíos de Roma?
Porque discutían acerca de Cristo.
Así lo dice el historiador Suetonio.
Y a causa de las discusiones de los judíos con los cristianos en Roma,
se alborotaron tanto que el emperador Claudio tuvo que expulsarlos de Roma
porque discutían acerca de Cristo; y además del historiador Suetonio, algo de
eso menciona Lucas en Hechos de los Apóstoles.
Los creyentes que comienzan, todavía tienen que pasar por muchas cosas,
tienen que aprender muchas cosas. “36Y los
enemigos del hombre serán los de su casa.
37El que ama a padre o madre mas que a mí, no es digno de mi;
el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí”. ¿Dónde comienza esa decisión? Justo al borde
del desierto, al entrar al desierto; ahí es donde hay que tomar la
decisión. Si por no molestar a los
padres, o al esposo, te quedas en el mundo con ellos, o sí te decides a ser
peregrino y a dejar a tu tierra y a tu parentela. Entonces dice: “38Y el que no toma su cruz y
sigue en pos de mi, no es digno de mi. 39El
que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la
hallará”. En Mateo 16:24, también
encontramos estas mismas cosas: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y
sígame”. Nótese que eso lo dijo en
el contexto de amarlo a Él antes que al padre, antes que a la madre, antes que
a los hijos, antes que a las hijas. ¡Amén! Ahora vamos a mirar a
Lucas 12:49-53: “49Fuego
vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido? 50De un bautismo tengo que ser
bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla! 51¿Pensáis que
he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión. 52Porque de aquí en adelante,
cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos, y dos contra
tres. 53Estará dividido el
padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la
hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra”. Fíjese por qué fue necesario escribir la
epístola a los Hebreos, porque hubo esa persecución contra los creyentes
israelitas que se convertían a Cristo; sin embargo, empezaban esos conflictos y
no se atrevían a dar el paso completo hacia la fe, y querían volver otra vez a
lo acostumbrado, y especialmente en el judaísmo; como consecuencia lo
desheredan, los musulmanes también lo desheredan, y a veces hasta los mandan
matar. Por eso dice Pablo a los
Tesalonicenses: “Porque vosotros,
hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús
que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las
mismas cosas que ellas padecieron de los judíos”[6]. Es decir, de nuestra propia parentela, que
nos desheredó y nos acusó. Por ejemplo,
lo que le pasó a nuestro hermano Nacho, tan pronto se convirtió a Cristo lo
sacaron de la casa, tuvo que irse a vivir con el hermano Sixto López; y hay
muchos a los que les ha pasado esto; y no sucede después, sucede al principio
de la caminata. ¿Por qué? Porque es algo que acompaña a la conversión, y ¿qué puede
seguirle a Sucot sino Etam? Porque Sucot
es comenzar a ser peregrino, y cuando se comienza a ser peregrino, ¿de quiénes
se tiene que apartar uno primero? ¿No es de la familia, si la familia no va con
uno? Si la familia va con uno, no hay
problema; pero si no va con uno, y si te estorba y si te acusa y si está en
contra tuya, te toca tomar una decisión. Gracias a Dios por los
que pueden ir juntos, y creemos que eso está bien, que los que se nos están
oponiendo van a ser salvos, porque el Señor dijo: “Orad por los que os
ultrajan y os persiguen”[7];
y eso comienza por casa. Los enemigos
del hombre serán los de su casa; los que más le pondrán problema serán los
suyos propios. Entonces ¿qué dice el
Señor? Hay que dejar la tierra. “Oye,
hija, y mira, e inclina tu oído; olvida tu pueblo y la casa de tu padre; y
deseará el rey tu hermosura”. El Señor
desea la hermosura de la esposa. En Etam se inicia una
experiencia agradable, donde el Señor nos guía, donde el Señor nos alumbra,
donde el Señor no nos lleva a la guerra dura; pero me lleva al borde de la
guerra, nos lleva armados desde el principio.
Salieron armados y no fueron directo a pelearse allá con los cananeos,
los gigantes en Israel, en Canaán, no. Fueron
por Etam, pero ahí ya empezaba el desierto, ahí empezaba la lucha con el
desierto; después es con Egipto, con el mundo, pero primero comienza con la
misma familia. ¡Amén, hermanos! Entonces
el Señor está con nosotros, tenemos experiencias agradables; el Señor no
permite que tengamos luchas muy difíciles; tenemos experiencias espirituales
muy lindas. Recibimos perdón, gracia,
muchas cosas, pero al mismo tiempo un sabor agridulce; la parte agria es que no
nos entienden. Yo pensaba que les iba a
contar y ellos me iban a entender, pero no entendieron; al contrario, lo que
pasó fue que me insultaron y dijeron que me había vuelto loco. Yo recuerdo que una vez
estaba ahí en la sala doblando unos folleticos de esos que repartimos por todas
partes, de evangelización, y vino mi hermana y agarró el folleto y lo leyó, y
lo primero que hizo fue llamar a mi mamá.
Oye mamá: Gino se volvió loco.
Ese fue el efecto del folleto para ella; ahora ella ya se convirtió,
ahora es una hija de Dios, ya es mi hermana en la fe y mi mamá también; mi papá
también recibió a Cristo, pero no fue así al principio. Cuando oré al Señor por ellos, el Señor me
los dio, pero pasaron nueve años para que empezaran a convertirse desde que el
Señor me los dio. Yo oraba al Señor y Él
me dijo: Te los doy. Yo lo creí.
Señor, los recibo, recibo mi familia.
Pero nueve años se demoró hasta que llegó la primera en convertirse, que
fue mi mamá; nueve años después de que el Señor me los había dado. Entonces, hermanos, por algo el Señor
menciona desde el comienzo a Abraham. Abraham,
vamos a empezar: Estás en Ur, que es como decir, Ramesés; bueno, deja tu
tierra, o sea, vamos a ser peregrinos, pasa para Sucot, pero también deja tu
parentela, pasemos a Etam. Las primeras
pisadas de la fe de Abraham y las primeras jornadas de Israel en el desierto. ¡Amén!o PIHA-HIROT
Por Gino Iafrancesco V. - 19 de Diciembre, 2006, 18:31, Categoría: General
PI-HAHIROT[1] "Salieron de Etam y volvieron sobre Pi-hahirot, que está delante de Baal-zefón, y acamparon delante de Migdol". Números 33:7 Localidades fronterizas Comenzamos esta jornada yendo al libro de Números, capítulo 33, versículo 7. Hemos visto lo relacionado con una introducción sobre el Libro de las Jornadas, entonces vimos a Ramesés, luego a Sucot y a Etam. Hoy, con la ayuda del Señor, vamos a ver lo relativo a Pi-hahirot. En esa cita, leemos: "Salieron de Etam y volvieron sobre Pi-hahirot, que está delante de Baal-zefón, y acamparon delante de Migdol". Llamo la atención a mis hermanos, en que desde el comienzo, estas primeras etapas son todas fronterizas, son cuestiones que acontecen en la frontera de Egipto y del Sinaí; es decir, que se refieren a las primeras etapas o primeras jornadas del pueblo de Dios, y que se relacionan con las experiencias que suelen darse al inicio de la caminada cristiana; no quiere decir que más adelante no puedan darse también , pero son acontecimientos espirituales típicos en las primeras jornadas. Aquí tenemos un mapa. Claro que en este mapa las cosas están muy simplificadas. Realmente ellos salieron de Ramesés y pasaron a Sucot, de Sucot pasaron a Etam. Esto que llaman aquí el desierto de Shur es el mismo desierto de Etam. Vamos a ver esto, para que consten en sus Biblias que se trata del mismo desierto. Ustedes lo pueden ver allí en el libro de Números, y vamos a compararlo con Éxodo. Estamos mirando el libro de Éxodo en el capítulo 13; en el 14 está Pi-hahirot, pero como estamos viendo que salieron de Etam hacia Pi-hahirot, entonces vamos a identificar este desierto. Y como aquí en el mapa aparece Shur, vamos a ver que según Entonces dice en Éxodo 13:20: "Y partieron de Sucot y acamparon en Etam a la entrada del desierto". Ustedes ven que habla de la entrada del desierto. Más adelante ustedes van a ver también aquí que cuando ellos pasan el mar, vuelven de nuevo al desierto. Tratándose del capítulo 14, que es donde vamos a estar siguiendo la lectura, hoy vamos a ver que allí habla del desierto de Etam, pero aquí en el capítulo 33 de Números se refiere al mismo desierto, como el desierto. Lo leemos en 33:8: "Y salieron de Pi-hahirot y pasaron por en medio del mar al desierto, y anduvieron tres días de camino por el desierto de Etam". ¿Se dan cuenta? Allí llaman desierto de Etam cuando salen de Pi-hahirot. Pero al seguir adelante, en Éxodo15:22, dice: "E hizo Moisés que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al desierto de Shur"; es decir, que el desierto de Shur es el mismo desierto de Etam. Entonces Pi-hahirot queda aquí en la parte de arriba del mapa. Estas marismas que son como ciénagas, se les llama también el Lago de Mansaleh, y se le llama también el mar de juncos (Yam-Sof); esa es la palabra exacta que aparece en hebreo. Se refiere, no a esta parte del Mar Rojo que vemos abajo; a esa parte llegaron después, al Mar Rojo que se ve en esta lengua desde el golfo, sino que se refiere por ahora a esta parte de arriba. En esta parte aquí, ya en este nuestro tiempo se mueve el Canal de Suez, pero en ese tiempo lo que se llamaba el Yam-Sof, es traducido aquí como Mar Rojo. En el hebreo aparece el Mar Rojo más adelante, y aquí el que vamos a leer ahora como Mar Rojo en estos versos, se refiere aquí al norte, estas marismas que se llaman el Yam-Sof, o sea el mar de juncos, o Mar de Cañas. Entonces de Ramesés ellos pasaron a Sucot, y de Sucot ellos pasaron a Etam; todo esto es el desierto de Etam, que es una pronunciación egipcia de Edom. Pi-hahirot, que es lo que vamos a ver hoy, queda ubicado en este lugar del mapa, al borde de las marismas del norte. De modo que ustedes se dan cuenta que tanto Sucot como Etam, como Pihahirot, todas son localidades de la frontera; queda exactamente en la frontera de Egipto, que es ésta hacia el desierto del Sinaí, que ya era tierra que se consideraba de los edomitas; aunque también los militares egipcios hacían sus entrenamientos en este desierto. Pero toda la ubicación en cuanto a Sucot, Etam y Pihahirot, son fronterizas, y representan experiencias espirituales de los comienzos de la fe cristiana. Claro que pueden repetirse algunas de esas experiencias más adelante, pero lo típico es que sean experiencias que se presenten en el principio. Una estrategia de Dios y las experiencias del pueblo Para entender un poco mejor el contexto de Pi-hahirot, vamos a Éxodo, capítulo 14, donde encontramos el desarrollo y la explicación de lo que está resumido en Números 33:7. Es decir, que en Números Ustedes saben que Moisés había sido entrenado por Dios como militar cuarenta años en la corte de Faraón, y después Dios lo entrenó otros cuarenta años en el desierto, y justamente era porque cuarenta años después tenía que andar con el pueblo. Entonces fíjense cómo Dios hizo algo dirigiendo a Moisés, que fue una estrategia tanto de Dios como de Moisés; porque era Dios usando a Moisés, una estrategia que parecía una locura, que era como una trampa que Dios estaba tendiendo a los egipcios. Dios estaba tendiendo una trampa a los egipcios. Ellos no tomaron la ruta normal, la ruta directa de este camino que va a Palestina, el camino al país de los filisteos, y tampoco tomaron esa ruta directa de Ramesés a Sucot bajando. Ellos bajaron después; ellos se regresaron hacia arriba, por eso dice que "volvieron hacia Pi-hahirot". Eso fue una cuestión misteriosa, porque los egipcios decían: Bueno, seguramente toman la línea de los filisteos, que va hacia Gaza, la franja de Gaza que ahora va hacia los filisteos, o toman directamente la línea del sur; la línea del Sinaí. Pero Dios hizo una obra misteriosa y confundió a los egipcios y les tendió una trampa. Pero, claro que mientras Dios le estaba haciendo una trampa a los egipcios, el pueblo estaba en esa frontera estaba experimentando algo para conocer a Dios. Es decir, a veces parece que Dios permite que el Diablo te ponga en una situación donde tú no sabes qué hacer, pero es justamente para Dios mostrar Su poder y hacer las cosas Dios. Nosotros hasta aquí, cuando estábamos en el mundo, estábamos acostumbrados a hacer nosotros mismos las cosas, y ahora parece que nos entregamos al Señor, pero de pronto pareciera que antes nos iba muy bien, pero cuando me entregué al Señor como que perdí el "negocio", como que empecé a ganar menos, como que empezaron a haber problemas, parece mejor como regresarme. ¿Será que cometí algún error? ¿Será que me metí en algo que no era? Ustedes conocen esos sentimientos. Ese es Pi-hahirot; experiencias. Entonces vamos a leerla aquí descrita en Éxodo para que se den cuenta cómo suceden esos asuntos interesantes. Estamos ahora en el capítulo14: "1Habló Jehová a Moisés, diciendo: 2Di a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-sefón; delante de él acamparéis junto al mar"; es decir, parecería que tomaron una dirección absurda; quedar atrapados entre los egipcios y el mar. A los ojos humanos, eso equivale a salir de las seguridades del mundo y confiarse en un Dios invisible que no conocemos y que apenas empezamos a conocer. Un creyente maduro ya ha conocido durante muchos años la fidelidad de Dios y sabe que esa es la dirección correcta, pero un creyente nuevo al principio no entiende cómo es útil tomar algunos riesgos en fe. Al creyente más maduro ya le es común que viva en la fe, pero no al creyente nuevo. El creyente nuevo no vivía de la fe, vivía de sus seguridades, de sus manejos, de sus cosas que para él eran lógicas, y ahora Dios empieza, primero, a llamarlo a salir de su tierra, segundo, de su parentela, y ahora ir a una tierra que él no conocía. Entonces esa es la tercera parte; salir de su tierra es ser peregrinos, es hacer enramadas: Sucot. Salir de su parentela equivale a Etam; pero ahora le dice sobre ir a una tierra que él no conoce, como Abraham, que dice que "salió sin saber a dónde iba". Dios sí lo sabía. Las vacilaciones de los comienzos Pero al principio, cuando el creyente está empezando a caminar con Dios, experimenta que no sabe qué hacer, no sabe a dónde va, no sabe lo que le está pasando, y a veces piensa que se equivocó y que tiene que volver a lo anterior. Nunca le visitaban los mormones ni las sectas heréticas, pero tan pronto le evangelizaron, empiezan a venirle toda clase de cosas y queda confundido, no sabe para dónde va a agarrar; si para adelante o para atrás. Pero fíjense en esa experiencia de dar la vuelta y despistar al enemigo. A Pihahirot en la edad media se le llamaba Airut; hoy en día en Egipto se llama Iangerut, y la raíz "pi" no es una palabra hebrea sino un artículo egipcio; una palabra con sentido egipcio que significa lugar de juncos y ustedes saben lo que son los juncos en Cuando el Señor decía de Juan el Bautista: "¿Acaso ustedes creen que Juan el Bautista es un hombre llevado por los vientos, una caña sacudida por el viento?[2]" No. Por eso Dios le cambió el nombre a Simón y le puso Pedro, para que dejara de ser una caña meneada por el viento y llegara a ser una piedra, una roca. Pero un junco es una caña meneada por el viento, y eso es lo que representa Pi-hahirot; esa experiencia de vacilación, una experiencia de duda. ¿Será que estoy bien o mal? ¿Será que me metí en algo que no era? Antes me iba bien en todo, pero ahora miren lo que me pasa. Leamos la descripción y veamos lo que es esta experiencia para los hermanos nuevos. Especialmente los nuevos a veces vacilan como las cañas meneadas por el viento, como los juncos, ese es Pi-hahirot. "Di a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol (lo que significa torre) y el mar hacia Baal-sefón; delante de él acamparéis junto al mar". Baal-sefón era el dios de esa región de Etam, que en el idioma de los edomitas y en el idioma egipcio se llama Baal-zefón; ya que de zefón pasa a zegón, ya por aquí en Gaza; especialmente ahí se le llama Dagón y después Baal-zegú o sea Belcebú. Ahí les toca a ellos enfrentarse a Belcebú; tienen que acampar en un lugar donde allí está. En Migdol (la torre) estaba nada menos que el templo de Baal-zefón; es decir, Baal-zefón era el lugar, y Migdol, donde estaba el templo de Baal-zefón, también a veces le llaman Baala-zefón, o sea en femenino, o a veces en masculino se refiere a Belcebú, el señor de las moscas, ese príncipe satánico. Entonces allí vemos la experiencia que ellos tenían que enfrentar; la resistencia del maligno, la conjunción de malignos, las vacilaciones, las cavilaciones meneándolos de un lado para el otro. Ese es Pi-hahirot, una situación creada por Satanás. Pero el Señor hizo eso a propósito, y aquí dice por qué lo hizo. "Di a los hijos de Israel..."; es Dios el que dirige las cosas así; Dios es quien a veces hace que pases por una experiencia donde te ves obligado a conocer a Dios. Antes no estabas acostumbrado a ver lo sobrenatural, vivías en lo natural, en lo común y corriente, en una situación que tú podías manejar; en todo te iba bien, pero ahora me hice cristiano. ¿Por qué Dios permite esto? ¿Será que me equivoqué? Entonces empiezas a tener unas experiencias donde Dios mismo te conduce a ellas para Él hacerse conocido. El propósito es Dios mostrar que cuando todo parece que está en contra de ti, alguien que tú no estabas acostumbrado a que metiera la mano, metió la mano. Todas esas son experiencias de la frontera, de los comienzos. Dios lucha por nosotros Es Dios quien habla aquí, Dios es el que dice "Di a los hijos de Israel que den la vuelta...", o sea que se tornen; ellos venían de Ramesés (arriba) hacia Sucot (abajo) y Etam por ahí cerca, y luego tienen que subir de nuevo arriba a Pi-hahirot, dar la vuelta. Son movimientos erráticos; seguramente los egipcios habrán pensado: ¡pero éstos están locos! Van para allá, ahora bajan para acá, ahora suben para acá. ¡No, ya los tenemos seguritos! ¡Miren dónde fueron a parar, mírenlos donde están! Y allá se fueron, pero aquí fue donde el Señor agarró a los enemigos; justamente esa era la carnada de Dios. Cuando parece que el diablo te llevó al borde, allí es cuando Dios actúa y ellos son esparcidos. Esa es la carnada de Dios para los enemigos. Dice: "3Porque Faraón dirá de los hijos de Israel: Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado"; pues el diablo los vio a ellos en una situación difícil y el diablo dijo, los he encerrado, aquí ya los tengo, aquí los tengo seguros. Pero miren lo que dice Dios: "4Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová. Y ellos lo hicieron así". Vemos que Dios mismo es el que está permitiendo al diablo hacer lo que es, creyendo que ya los tiene en el momento de la lucha, de la vacilación inicial, es el momento difícil; allí el diablo cree ya tenerlos. Cuando todo parecía estar en bandeja para Satanás, allí el Señor dice: Soy Yo, todavía el pueblo no, todavía Israel no lo entiende bien. Pero los egipcios lo entienden muy bien; los demonios saben qué fue lo que pasó. Son experiencias fronterizas. Y dice: "5Y fue dado aviso al rey de Egipto, que el pueblo huía; y el corazón de Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva?" Es la resistencia, es la lucha de los demonios para impedir el avance de los que están comenzando su caminar. Ese es el conflicto. "6Y unció su carro, y tomó consigo su pueblo; 7y tomó seiscientos carros escogidos, y todos los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos. 8Y endureció Jehová el corazón de Faraón rey de Egipto, y él siguió a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel habían salido con mano poderosa". Allí lo que se resalta es la intervención de Dios. Cuando empiezas a salir del modo de vida natural, empiezas el modo de vida espiritual, el modo de vida de fe; donde se dan las situaciones más absurdas, ves la mano de Dios, y ya no es lo humano, ya no es lo acostumbrado. Como dijo de Moisés: "Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo mirando al Invisible"[3]. "9Siguiéndolos, pues, los egipcios , con toda la caballería y carros de Faraón, su gente de a caballo, y todo su ejército, los alcanzaron acampados junto al mar, al lado de Pi-hahirot, delante Baal-zefón". ¡Qué experiencia! La primera lucha. Y dice cómo reaccionó el pueblo. "10Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos (se habían olvidado de la nube, se olvidaron de la columna de fuego, se olvidaron de las plagas), y he aquí que los egipcios venían tras ellos; porque los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Jehová". Ellos empezaron a ver los problemas que el diablo les causaba ya con el mundo, ya no sólo con la familia, sino con el mundo, con los egipcios; y es por esto por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera y clamaron a Jehová. Quizá si no hubieran temido, no habrían clamado; a veces temieron, pero clamaron. A veces el Señor debe permitir que pasemos por situaciones donde no sabemos para dónde agarrar, para que clamemos y empecemos a aprender a depender de Dios y no de nuestros acostumbrados manejos de siempre. Y dice: "11Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué haz hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?" Clamaron a Dios, pero se van a dar cuenta que ese clamor no fue como muy convincente al principio; aquí empezaron a quejarse delante de Moisés. Note, allí está el combate. Cuántos hay que en cierto momento piensan que se equivocaron, y que lo mejor era volver, y algunos vuelven. Es decir, empezaron a dudar, ¿por qué nos sacaste de Egipto para venir a morir aquí? Antes me iba mejor, antes no era cristiano y me iba bien, pero ahora, ¿qué es lo que me está pasando? Es que el diablo arremetió con todo, y Dios fue el que permitió eso, pero con un propósito. La persona todavía no entiende los caminos de Dios, esos son los caminos de Dios. Estas jornadas son los caminos de Dios. Le decían a Moisés: "¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto?" Ellos no creen que Dios realmente los va a guiar; se les sobrepone el problema de tal manera que piensan que es mejor volver a la "normalidad" antigua. Por causa del conflicto, del momento del conflicto y de tensión se busca a quien culpar; porque cuando eso ocurre con nosotros, se les hecha la culpa es a los líderes; pero fue Dios el que dijo, fue Dios el que los dirigió a algo que parecía absurdo; pero claro, ellos no veían a Dios, ellos clamaban a Dios pero con poca fe, iban a empezar a conocer a Dios. Ese es Pi-hahirot. Actuando en fe "12¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en este desierto. 13Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes (no seáis juncos, cañas meneadas por el viento), y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. 14Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos". Miren la diferencia; había temor, vacilación, pero el Señor está ahí para hacerse conocer. "Yo soy digno de confianza, es hora de que ustedes ahora crean en Mí. Hasta aquí no están acostumbrados a confiar en Mí; todavía confían en su cuenta corriente, en sus parientes, en su trabajo; algunos están confundidos". Primer escalón, no temáis; segundo escalón, estad firmes; tercer escalón, ved la salvación. No temáis. Dirán ellos: pero, ¿cómo no vamos a temer, si aquí está el mar, y allí están los egipcios? Tú nos condujiste aquí, Moisés, tú eres el culpable. "No temáis y estad firmes y ved la salvación". Hasta hoy estábamos acostumbrados a salvarnos a nosotros mismos, pero ahora empezaremos a conocer a Dios. "Jehová hará hoy con vosotros una gran salvación, porque los egipcios que habéis visto nunca más para siempre veréis, y Jehová peleará por vosotros y vosotros estaréis tranquilos "; es decir, cuando vemos a Dios peleando nos viene la confianza. "15Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen". Es decir, el mismo Moisés estaba clamando, y Dios le dice que cambie de actitud, de clamar a una actitud de fe activa; en vez de estar temiendo, actúe en fe. Que marchen, ¿pero para dónde? "16Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco". Ya no es cuestión de estar temiendo sino de actuar en fe; utilizando la fe activa de Moisés. Y note una cosa, a veces uno se queda orando pero no siempre la oración es fe; porque a veces la oración sólo expresa incredulidad. "Señor, pero ¿por qué permites esto? Pero, ¿por qué estoy en esto, Señor? Te he pedido y tú no me oyes, no me contestas. "¿Por qué clamas a mí? Dile al pueblo que marche, y tú alza tu vara y divide el mar". Es como si Dios dijera a Moisés que dividiera el mar, pero ¿quién, Señor, ha dividido nunca el mar? Pero ¿no soy yo contigo? Pero es contigo, tú tienes que dividirlo. Pero, ¿yo lo voy a dividir? Si, tú, divídelo tú. Pero ¿eres Tú o soy yo, Señor? Clama a mí y yo clamo a ti. Eso es actuar en fe. "17Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros, y en su caballería; 18y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en sus gente de a caballo. 19Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, 20e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros". Es como si a Israel le tocara el fuego y a los egipcios el humo. Todos los creyentes nos acordamos de aquella noche. Ese fue Dios. ¿Cómo fue que pudimos pasar esto? Porque la nube del Señor era luz para unos y confusión para otros. "21Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas". ¿Saben una cosa? Los meteorólogos de Egipto saben que a veces hay vientos tan fuertes que hasta eso se repite un poco, sólo que en aquella ocasión fue de una manera más fuerte, de una manera sobresaliente, especial. "22Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda. 23Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su gente de a caballo". Los dos bautismos Aquí es donde ellos se deciden y se bautizan. Cuando son bautizados con la nube, Etam; en el mar, Pi-hahirot. Ahorita vamos a ver esa secuencia. Vamos a la primera carta a los Corintios, capítulo 10; allí está resumida esta experiencia. El resumen de etapas fronterizas está sólo en los versículos 1 y 2. "1Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube (eso fue en Etam), 2y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar (es Pi-hahirot)". Nótese que aquí se habla del bautismo; se habla de dos bautismos, uno en la nube, o sea en la presencia de Dios, la nube que los guía era Cristo, que es por la fe; pero también se habla del bautismo en agua, ese es el mar. Son dos aspectos de bautismo, son bautizados en la presencia de Dios, en la gloria de Dios, se refiere a Cristo. Miren adelante que la roca que los seguía es Cristo. Dice aquí: "3Y todos comieron el mismo alimento espiritual, 4y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo". Vemos, pues, que bautizados en la nube es ser bautizados en Cristo, y ser bautizados en el mar es ser bautizados en agua. Ser bautizados en agua y en el Espíritu, los dos aspectos son experiencias iniciales. Primero la fe; por la fe se entra, o sea se sumerge dentro de Cristo, pero también se bautiza. Después de ese conflicto, el Señor sigue ayudando, metiendo la mano. Y extendió Su brazo y ahí pasaron, se abrió el mar; ese es el bautismo en Cristo y en agua. Al cruzar Pi-hahirot de aquí para acá, entonces ahí la persona ya está fuera de Egipto, o sea fuera del mundo. Cuando la persona ha creído, se ha salvado, pero todavía lo pueden considerar en el mundo como uno de ellos; pero cuando se bautiza esa persona, dijo: yo crucé la frontera, antes yo era del mundo pero ahora yo me bauticé. Ese bautismo en las aguas está representado en Moisés, por eso dice: "Y todos en Moisés fueron bautizados en la nube (que representa el bautismo en Cristo) y en el mar (que es el bautismo en agua)". Toda esa es la experiencia fronteriza de Pihahiort. Primero salieron de Etam y llegaron a Pihahirot y empiezan a sufrir la vacilaciones, las luchas, hasta que el Señor con mano poderosa sopla su viento y el viento del Señor es del Señor, pero a través de la decisión tuya. Eso es lo curioso. Moisés, tú alza la mano, no siguas clamando a mí, esto te toca a ti. Alza la mano y el mar divídelo tú. Si tú lo divides, Yo lo divido. Moisés alzó su mano y el soplo de Dios pasó a través de la decisión de fe. La decisión de fe de Moisés fue el canal para el soplo del Espíritu de Dios, y Él empezó a abrir camino donde no había camino. Esa es la acción de Dios por la fe activa, hay que actuar en fe y darle ocasión a Dios, pero Dios necesita que tú creas y que tú decidas actuar en unión con Él, y entonces Él actúa en unión contigo. Entonces ahora dejas tu mundo, dejas Egipto y empiezas a entrar. Figuras de lo espiritual Y extendió Moisés su mano sobre el mar; se abrió el mar y fueron bautizados en el mar. Recuerden que lo que dice aquí Éxodo, es a lo que se refiere Pablo en la primera a los Corintios 10:1-2; es decir, que Pablo habla a Al extender Moisés su mano, también fue Dios; pero fue Moisés al levantar su mano sobre el mar lo que hizo que Dios hiciera que el mar se retirase con el recio viento oriental toda aquella noche, y que se volviera el mar en seco y las aguas quedaran dividas. Y fue entonces cuando los hijos de Israel entraron por en medio del mar en seco, teniendo el mar como muro a su derecha y a su izquierda. Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad. Solamente hasta la mitad. Los israelitas pasaron al otro lado pero los egipcios fueron atraídos por una trampa, e Israel fue la carnada. Fíjense que el bautismo es la identificación con el Señor en Su muerte y en Su resurrección. Fue ahí cuando Satanás mató a Jesucristo y quedó sin ayuda. El Señor permitió que heredásemos una condición caída en la cual tiene parte Satanás, pero cuando nos identificamos con el Señor, Satanás es juzgado en nosotros, porque lo de Satanás está en nosotros, está en nuestra carne; pero cuando decidimos entregarnos a Cristo y morir con Cristo, quien es juzgado es Satanás. Por eso el que está en Cristo juzga a Satanás en su propia carne, y aunque sienta el mal en sí mismo, dice: no estoy de acuerdo contigo; antes sí, ahora no, ahora me aborrezco a mí mismo. Señor Jesús, ayúdame. Entra Jesucristo en ti y ahora Él te ayuda a vencer lo que tiene Satanás, y Satanás es juzgado. Es como decir que Satanás está atrapado en la carne del hombre, porque antes Satanás estaba fuera del hombre. Cuando el hombre pecó, comió del árbol de la ciencia del bien y del mal, el cual estaba fuera del hombre en Satanás, ahora está dentro del hombre. Pero ahora cuando el hombre está atraído a la cruz, el pecado es juzgado en la carne y también Satanás. Fue una trampa que Dios envió a Satanás. Yo endureceré su corazón y os seguirá, pero Yo lo voy a hacer venir hasta el medio del mar para sepultarlo allí. Ahí fue donde el Señor sepultó a Satanás. Por eso dice: "23Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su gente de a caballo. 24Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y transtornó el campamento de los egipcios, 25y quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios". Antes de que el agua viniera, el Señor les trabó los carros, y hasta ahora hay personas y marinos que las han sacado de esos restos. Yo leí una vez un artículo donde dice que han sacado todavía ruedas de los carros de los egipcios a través de anclas que suben, hasta hoy. Dios les trastornó los carros; antes de venir el agua, primero les trastornó los carros, y ahí se dieron cuenta lo que pasaba. Quitó las ruedas de sus carros y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: huyamos de delante de Israel. Ellos llegaron hasta la mitad, y en la mitad sus carros perdieron el poder de seguirlos. Entonces trataron de regresarse, porque vieron que Jehová peleaba por los israelitas. ¿No era sólo que el Señor había dicho: "Vosotros estad tranquilos porque Jehová peleará por vosotros"? De eso se dieron cuenta los enemigos. Eso es lo que quiere decir actuar en el nombre de Jesucristo; ya no eres tú solo, es Cristo en ti. Jehová pelea por ellos contra los egipcios. "26Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre su caballería. 27Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió con toda su fuerza (como si fuera una marea alta, más alta de lo acostumbrado), y los egipcios al huir se encontraron con el mar; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar. 28Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno". Miren lo que hace el bautismo; cuando nos bautizamos somos librados. "29Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda. 30Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar". Cuando creíste y te bautizaste, fuiste salvo. El que creyere y fuere bautizado será salvo, ya no es contado entre los mundanos sino entre los creyentes. E Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Por eso dice en Romanos: "Consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro"[4]. "31Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo". Antes el pueblo temía a los egipcios, ahora temió a Jehová y creyeron; antes dudaban, vacilaban, pero después de eso se afirmaron, cedieron, se bautizaron, entraron. Entonces este es el cántico de Moisés; ahí en Apocalipsis dice que cantarán los redimidos el cántico de Moisés y el del Cordero. En Éxodo 15 tenemos el cántico de Moisés: "1Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová y dijeron: Cantaré yo a Jehová (antes no cantaban, ahora cantan; antes maldecían, se quejaban, ahora cantan. Ese es Pi-hahirot), porque se ha magnificado grandemente; ha echado en el mar al caballo y al jinete. 2Jehová es mi fortaleza y mi cántico (antes era yo con mi cheque, o mi tía, o mi trabajo), y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré. 3Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre. 4Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército; y sus capitanes escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo. 5Los abismos los cubrieron; descendieron a las profundidades como piedra. 6Tu diestra, oh Jehová, ha sido magnificada en poder; tu diestra, oh Jehová, ha quebrantado al enemigo. 7Y con la grandeza de tu poder has derribado a los que se levantaron contra ti. Enviaste tu ira; los consumió como a hojarasca. 8Al soplo de tu aliento se amontonaron las aguas; se juntaron las corrientes como en un montón; los abismos se cuajaron en medio del mar. 9El enemigo dijo: Perseguiré, apresaré, repartiré despojos; mi alma se saciará de ellos; sacaré mi espada, los destruirá mi mano. 10Soplaste con tu viento; los cubrió el mar; se hundieron como plomo en las impetuosas aguas. 11¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios? 12Extendiste tu diestra; la tierra los tragó (nótese que ya no dice sólo el mar, sino la tierra también). 13Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste; lo llevaste con tu poder a tu santa morada (la redención es hacia la casa de Dios). 14Lo oirán los pueblos y temblarán; se apoderará dolor de la tierra de los filisteos (ahora sí empiezan a estar preparados para enfrentar a los filisteos). 15Entonces los caudillos de Edom se turbarán; a los valientes de Moab les sobrecogerá temblor; se acobardarán todos los moradores de Canaán. 16Caiga sobre ellos temblor y espanto; a la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra; hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste. 17Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad (esa es la parte de la cabeza), en el lugar de tu morada (esa es la parte del cuerpo), que tú has preparado, oh Jehová, en el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado". Es la redención la que hacía posesionarse en Cristo y formar parte de Su pueblo, de Su casa, de Su Iglesia. "Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad (ese es Cristo) , en el lugar de tu morada (ese es el Cuerpo de Cristo, "18Jehová reinará eternamente y para siempre (aparece Otros mensajes en Diciembre del 2006
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