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EL DEBER DEL SIERVO

Por cristianogivGino Iafrancesco V. - 25 de Marzo, 2012, 0:44, Categoría: General

(36) EL DEBER DEL SIERVO EL MISTERIO DEL REINO DE DIOS (36) EL DEBER DEL SIERVO Localidad de Teusaquillo (2 de septiembre de 2005) (Gino Iafrancesco V.) Hoy vamos a continuar, con la ayuda del Señor, la serie de los misterios del reino de los cielos en las parábolas del Señor Jesucristo, y vamos a llegar al libro de Lucas, al capítulo 17, donde está la porción que con la ayuda del Señor vamos a estar considerando hoy; sólo está en Lucas, no está en ninguno de los otros evangelios. Voy a leer desde el versículo 7 hasta el versículo 10: “¿Quién entonces de vosotros”, ¿se dieron cuenta de que leí la palabra “entonces” que aparece en el griego? Aquí en estos versos aparece tres veces la palabra “entonces” que no es mencionada en la traducción Reina Valera, pero sí está en el griego, y ese “entonces” liga con su contexto inmediato esta parábola. “¿Quién entonces de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: pasa, siéntate a la mesa? ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado?” Hasta aquí es el verso en los manuscritos más antiguos; algunos escribas respondieron explícitamente lo que era solamente algo tácito en la propia pregunta, o sea que los manuscritos más antiguos, en el verso 9, llegan hasta donde dice “mandado” “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos” ¡Qué interesante es este pasaje hermanos! Es un pasaje que está en un contexto que ustedes lo pueden ver. Después de que se habló la parábola del ecónomo inicuo, o del mayordomo infiel, el Señor contó un caso, porque Él había estado hablando de este mayordomo, había estado hablando de cosas que tenían que ver con lo siguiente; mostró cómo al morir aquel rico fue al Hades, y cuando murió Lázaro, fue consolado en el seno de Abraham y el Señor no le llamó aquí parábola; Él estaba contando hechos porque Él conoce lo que pasa en ultratumba, y Él les estaba contando lo que pasaba, lo que se cosechaba al otro lado. Lógicamente que al hablar aquí de Hades, es una cosecha que llega hasta el día del juicio, porque el Hades es antes del juicio del trono blanco; las personas que morían en el Antiguo Testamento, todas iban al Seol que es lo mismo que Hades; Seol es la palabra hebrea y se traduce Hades en el griego, o sea que Seol y Hades son lo mismo, y todos los muertos iban al Hades, incluso Jacob fue al Hades; Samuel vino al Hades; José vino al Hades, pero en el Hades había esa distinción, entre los que estaban siendo consolados en el seno de Abraham porque serían unidos a su pueblo cuando morían como Esteban, descendiente de Abraham, que fue acogido por su pueblo entre los cuales el patriarca principal era Abraham, entonces él fue recogido en el seno de Abraham, que era un lugar de descanso, y el otro, el rico, fue al Hades donde estaba en tormentos; esos tormentos no eran todavía los que le venían del juicio porque todavía no habían pasado por el juicio, pero de todas maneras sí era una persona que había vivido mal; digamos que a un ladrón se le pilla en la calle, lo meten durante un tiempo en una especie de comisaría, de una cárcel donde se le retiene, se le priva de su libertad, y cuando se soluciona su caso, que va a ser juzgado por un Juez, después de que lo juzgan, se le da la sentencia definitiva. Antes de darle la sentencia definitiva se le retiene porque es una persona peligrosa, entonces lo mismo hace el Hades; en la parte del tormento del Hades, las personas que no iban a descansar sino a ser atormentados, no era todavía el juicio, sino era una prisión preventiva, entonces el Hades es una especie de prisión preventiva donde ahora, después de que el Señor murió, Él bajó al Hades y el Hades no lo pudo retener, y Él predicó el evangelio a todos los que estaban esperando que llegara el Mesías y que estaban en el Hades en la región del seno de Abraham, en la parte de consuelo, y Él predicó también el evangelio a los espíritus encarcelados en el tártaro, que es otro lugar más abajo del Hades, que es la prisión de aquellos espíritus que tomaron mujeres y fornicaron, y el Señor no los dejó a esos sueltos, sino que los arrojó al tártaro, que es la palabra griega donde Pedro traduce “infierno”, pero que la palabra es “tártaro”, diferente de Hades, que es diferente de la gehena, entonces en el tártaro están los espíritus encarcelados, como en el abismo y en el Hades. Después de que el Señor bajó, Él tomó cautiva la cautividad, les mostró que Él era el Mesías que ellos estaban esperando, entonces dice Pedro que el evangelio fue predicado a los muertos por el Señor Jesús; Él se identificó como el Mesías, entonces trasladó estas personas del seno de Abraham, del descanso, al paraíso del tercer cielo; entonces ahora el Hades está con las personas que están como en prisión preventiva; la parte negativa del Hades está debajo de la tierra; y los santos que recibieron al Señor, que lo esperaban, como dice el profeta Oseas, que el Señor lo libraría del Hades, o sea del Seol, los trasladó al paraíso, porque dijo: -Hoy estarás conmigo en el paraíso1-, y por lo que Pablo dice, puede ser que sea, digo, puede ser, porque hay escuelas que interpretan que no, para no ser dogmáticos, y dejar apertura a las distintas escuelas, es que es el tercer cielo; otros piensan que no, pero Pablo llama tercer cielo al paraíso en 2ª a los Corintios capítulo 2; entonces estas personas descansan en la presencia del Señor ya en el tercer cielo, por eso era que cuando moría Esteban, él no miró hacia debajo de la tierra, sino hacia el cielo y dijo: -veo los cielos abiertos y veo al Hijo del Hombre a la diestra del Padre2-, y dijo: -recibid mi espíritu3- y el Hijo del Hombre no lo recibía debajo de la tierra sino a la diestra del Padre, en el paraíso, debajo del altar de oro; lo mismo también decía Pablo, que él esperaba partir y prefería partir y estar con Cristo4; lógico que no sería abajo, sino donde está Cristo, que está arriba, ¿verdad? Entonces, las personas que mueren en pecado, mueren sin Cristo; ellos van al Hades que es descrito aquí por el Señor, en Lucas 16, con fuego; un lugar de tormento; van al Hades, pero en el Hades no es todavía su situación definitiva, porque en el Hades todavía no han sido juzgados. Apocalipsis dice que Él va a resucitar también, después del milenio, a todos los muertos, o sea, todas las personas que están en el Hades van a resucitar; efectivamente, Satanás va a ser también suelto de la prisión, del abismo donde él estará sellado en el milenio mil años; también él será suelto, reunirá mucha gente contra el Señor, entonces el Señor, con fuego del cielo, los consume e inmediatamente desaparecen el cielo y la tierra y se establece el juicio del trono blanco que es entre la vieja y la nueva creación; todavía no está la nueva en ejercicio pleno; el cielo nuevo y la tierra nueva y ya el viejo desaparece; no se halló lugar para ellos5, se establece el juicio, y los muertos que había en el Hades, en la muerte o en regiones de sombra de muerte, y en el mar, son presentados al juicio, y el Hades mismo es echado a la gehena, que es la muerte segunda definitiva; el Hades fue hecho como un lugar de los muertos, pero la gehena fue hecha para el diablo y sus ángeles; en el Hades los espíritus no están todavía siendo juzgados porque también ellos tendrán su tiempo de juicio, los espíritus van a ser juzgados también. La Biblia dice que nosotros juzgaremos al mundo, y aún a los ángeles, y la Biblia habla de espíritus que hay en prisión para el juicio del gran día; también los espíritus tienen que ser juzgados, entonces los espíritus juzgados van a ir al lago de fuego que el Señor preparó para el diablo y sus ángeles; el lago de fuego no es el Hades, es otra cosa diferente, está relacionado, pero no es lo mismo, y ese sí, la gehena o el lago de fuego, fue preparado para el diablo y sus ángeles, pero allí le seguirán los que le siguieron al diablo y a sus ángeles, pero no pasarán directamente del Hades a la gehena sin pasar por el juicio del trono blanco, y en el trono blanco estará el libro de la vida, de manera que las personas que, en ese juicio del trono blanco, vengan de donde vengan, estén en el libro de la vida, ellos entraron a la salvación eterna, pero las personas que, vengan de donde vengan, en el juicio del trono blanco no estén en libro de la vida, serán echados con Satanás y sus ángeles al lago de fuego; entonces aquí describe el aspecto del Hades; no es todavía el definitivo, sabemos que el Hades entregará sus muertos al juicio del trono blanco, y después el Hades será echado en el lago de fuego y todo aquel que no esté en el libro de la vida. Después de haber hablado esto, Él siguió hablando en ese contexto, porque el “entonces” del verso 7 que leímos: “¿Quién entonces de vosotros”, ese “¿Quién entonces”, esa palabra “entonces” que aquí el traductor no puso, pero que sí está en el griego, relaciona esto que va a enseñar y que leímos como que venía diciendo; para poder entenderlo tenemos que ver su contexto más inmediato. Entonces en el verso 5, ya había dicho: “Entonces dijeron los apóstoles”, ahí donde dice: “dijeron los apóstoles”, dice: “Entonces dijeron los apóstoles” y en el verso 1 del capítulo 17, dice: “Dijo entonces Jesús”; fueron tres entonces que el traductor Reina y su compañero que lo completó, Valera, omitieron; les pareció que no era necesario, pero si tú no dejas esa palabra, le quitas sus conexiones; entonces cuando dice: “Dijo entonces Jesús” está relacionando esto que experimentó Lázaro en el Hades, lo está relacionando con lo que viene. Había hablado el Señor Jesús, en la parábola que vimos la vez pasada del ecónomo inicuo o el mayordomo infiel, de las moradas eternas, ¿verdad? y después ilustró aquí las moradas eternas como el Hades y el seno de Abraham en cuanto a que el Señor todavía no había muerto; cuando El murió, lógicamente que Él descendió, y a partir del descenso del Señor, tanto al Hades como al tártaro, y también su ascenso al paraíso, lógicamente que cambió la situación en ultratumba; cambió de Cristo en adelante, pero Él está describiendo un hecho del pasado que Él iba a modificar; los que se quedan en el lugar del Hades, en tormento, son aquellos que no recibieron al Mesías, ni creyeron, y vivieron sin tener en cuenta a Dios, pero el Mesías fue y visitó a los muertos y les dijo que Él era a quien estaban esperando, y el que las profecías decían que los sacaría del Seol o del Hades, como lo dice en el libro del profeta Oseas. Entonces cuando dice: “Dijo entonces Jesús”, quiere decir que lo que Jesús viene a decir acá tiene que ver con lo que acaba de contar de la experiencia del rico Epulón y de Lázaro, porque viene y dice lo siguiente: “Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen!”, o sea que aquí el Señor está mostrando por ejemplo a este rico allí en el Hades, y por eso aquí está diciendo: “¡Ay de aquel por quien vienen los tropiezos (la palabra “escándalos”)” “Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos”, o sea que esa palabra “entonces” está mostrando la descripción que Él hizo de los tormentos en el Hades, que es para que tengan más peso estos “¡ay!” que Él está pronunciando. “Mejor le fuera que se le atase a la traquea (dice el griego) y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos. Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare…”, y por favor hermanos, los manuscritos más antiguos dicen sólo “pecare”; ese “contra ti” también fue agregado por algunos escribas posteriores, y como Reina Valera se basa en el Textus Receptus que se basa en los pocos manuscritos tardíos que él conocía, entonces por eso, se lo añade; los manuscritos tardíos acrecientan los acomodos de los escribas que tienden a hacer la cosa más explícita, pero aquí, cuando tú vas al griego y vas a los manuscritos más antiguos, el Señor dice: “Si tu hermano pecare, repréndele”; no es sólo si pecare contra ti; si tu hermano pecare, hay que hablarle, hay que hablarle, ¿por qué? porque hay un lugar de tormento en el Hades, por eso hay que hablarle a tu hermano que hay un lugar de tormento en el Hades; “…repréndele; y si se arrepintiere, perdónale”, es decir, no es reprenderle sólo para guardar, no, no; hay que perdonarlo setenta veces siete, o sea que lo que el Señor quiere es que no lleguemos con cuentas sin pagar al tribunal de Cristo, y menos al juicio del trono blanco. ¿Usted ha hecho la lista de lo que no ha pagado? ¿O para usted es indiferente? ¿O se acostumbró a olvidarse de las deudas, de todo tipo, no sólo económicas?, claro que también están incluidas; no se nos debe olvidar lo que debemos, ¿amén? porque hasta no pagar el último cuadrante, no saldremos; pero claro, hay que reconocer los pecados, reconocer las deudas y no hacernos los tontos; a veces hermanos, no somos bendecidos porque no pagamos las deudas; nosotros pensamos al revés, que no pagamos las deudas porque no somos bendecidos, pero es que no somos bendecidos porque no pagamos las deudas, porque ponemos primero nuestros gastos que las deudas, entonces por eso la bendición se nos retiene. Entonces, después de decir eso, “Dijeron entonces”; ese es el contexto, “Dijeron entonces los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe” porque la única manera de enfrentar esto es con la fe, porque sólo la fe es la que recibe gracia para ponerse al día con el Señor. “Entonces”, ahora sí se lo puso acá, “el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro”; el sicómoro es la morera negra, aquella morera que no es una enredadera sino que es un árbol, que tiene unas raíces que los rabinos decían que duraban 600 años; la raíz era tan entrelazada que lo que Jesús está diciendo aquí es significativo; Él no escogió una planta de esas fáciles de desarraigar, no; una de las más difíciles de desarraigar. “Si tuvierais fe como un grado de mostaza, podríais decir a este sicómoro”, o sea que tienen 600 años de duración las raíces; imagínense como será: “Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería”. Entonces ahí si llega, ese era el contexto de este “entonces”, “¿Quién entonces…”, o sea, Él viene hablando de cuál es la actitud que deben tener los siervos, Él está hablando del otro lado y, claro, nosotros sabemos que hay recompensas y castigos. A veces tomamos esa actitud legalista de siempre pensar en qué hacemos nosotros, en lo que nosotros merecemos, y el Señor nos enseña desde el principio a olvidarnos de nosotros mismos; a servir, porque el Señor merece ser servido, por eso hay que servirlo. El rabino Johanat Belsakai, de la época del Señor Jesús, le decía a sus discípulos, los Talmudistas de la época; todavía no era el Talmud, apenas era la Misna, apenas se estaban dando los hechos, después se escribió; él les decía: -Si piensas que has adelantado mucho en la ley, no te jactes, para esto fuiste creado-, entonces el Señor está diciendo más o menos eso cuando dice: “¿Quién entonces de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado”; aquí habla de las distintas clases de los servicios; el arar es un trabajo de preparar la tierra para poder sembrar; todavía no es la siembra, la siembra es un trabajo, la siembra es como decir “evangelizar”; Pablo dice: -Yo sembré, Apolos regó6-, como quien dice: -yo evangelicé y Apolos vino a edificar encima, vino a apacentar, a acrecentar, a enseñar, a cuidar-, pero antes de sembrar está arar. Cuando estuvimos viendo aquí sobre la Teología Apologética y la Teología Natural, vimos cómo a veces una tierra está tan llena de piedras y de raíces que se necesita primero sacar esas cosas que estorban a la semilla, entonces hay trabajo de arar también. San Pablo, en primera a los Corintios, menciona también el arar, y dice que no hay que poner bozal al buey que trilla ni al buey que ara7, ¿verdad? Arar es trabajar preparando el terreno; el área de la apologética, el área de sacar todas esas clases de argumentos falsos que impiden que la persona entienda el evangelio. A veces, si no se hace un trabajo primero, no se puede sembrar; a veces tú vas a sembrar la semilla pero la persona está con un montón de cosas en la mente, entonces hay un trabajo de arar, y hay siervos de Dios que se ocupan de arar; otros se ocupan de apacentar; los maestros, por ejemplo, tienen que arar; los evangelistas, también; antes de evangelizar tienen que hacer un trabajo de preparación; el Señor es alguien que prepara; aún la venida de Él fue preparada por Juan; la esposa se ha preparado8; la Biblia habla de la preparación, de que hay que prepararse, entonces el arar es la preparación de la tierra para sembrar y, luego cultivar; pero apacentar ganado es un trabajo ya más pastoral, en cuanto a cuidar el rebaño del Señor, pero fíjense que uno podría pensar: -yo estoy dedicado a esto, estoy dedicado a aquello, pero nos olvidamos del derecho que el Señor, como creador y Redentor, tiene sobre nosotros, y de que nosotros debemos servirle al Señor mismo, no sólo servir en el campo, no sólo servir a la iglesia, no sólo servir al mundo evangelizándolo, no; hay que servirle al Señor mismo. Entonces dice: “¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa?” Es curioso que Ambrosio de Milán interpreta esto como el paso al otro lado para sentarse a la mesa, es decir, mientras no pasemos al otro lado, no podemos sentarnos todavía a la mesa con el Señor; el Señor dijo que Él nos serviría la mesa, pero eso es al otro lado, mientras tanto, aquí nos toca a nosotros trabajar; entonces dice acá: “¿No le dice más bien…”, en vez de pasar, y sentarse a la mesa, “¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete”, es decir, viene sudado, viene cansado del campo, pero Él tiene que hacer este trabajo, tiene que bañarse, arreglarse, porque no puede venir todo sudado a servir en la mesa, y no sabemos si el Señor está con amigos, y a lo mejor se demoran charlando, y el siervo tiene que estar ahí al lado, sin estar mirando el reloj, ¿se dan cuenta? Servir con paciencia, servir con dedicación, porque lo de el siervo es después; después es que él puede pasar y sentarse a la mesa, pero después de servir al Señor. Antes que servir a la obra, hay que servir al Señor, y aquí, este “servir a la mesa” para que el Señor coma y beba, se refiere a nuestra vida de comunión y de adoración con el Señor, y no es todavía servir afuera. Una vez recuerdo, perdonen esta anécdota personal; sólo para ilustrar este aspecto aquí. Yo me levanté, oré, hice mi oración común y corriente, y ya tenía planeado todo el día: -bueno, esta mañana voy a visitar a la hermana tal, después voy a pasar allá, por la tarde voy a hacer esto, y a la noche la reunión-, ya tenía todo el día preparado para servir al Señor, digamos, en el campo, sembrando y apacentando; pero cuando iba a salir de casa, me detuvo el Espíritu, no en la puerta, sino en el pórtico, y me detuvo, y me detuvo, y yo no sabía porqué me detenía, entonces me devolví a adentro y me encerré a orar, y cuando estaba orando, el Señor me dijo: -Yo te amo-, ¡así!, -yo sé que me amas-, pero me lo quiso decir, y me dijo: -está conmigo, está conmigo-. El Señor quería que estuviera evangelizando, pastoreando, enseñando en la reunión, pero antes, Él quería que esté con Él, por eso el Señor llamó a los discípulos primero para estar con Él y después, enviarlos. Entonces lo primero que el Señor quiere es que estemos con Él, no tanto que prediquemos, evangelicemos, ayudemos, sirvamos; primero es que le sirvamos a Él la comida y la bebida, es decir, que sirvamos al Señor mismo, que estemos con Él, delante de Él, servirle a Él en persona; después entonces lo otro. Entonces aquí el Señor pregunta: ¿Quién de vosotros? como quien dice, le pregunta a la gente de aquella época, que era muy distinto que ahora. Ahora por lo menos hay tribunales laborales y hay horarios, pero allá había esclavitud, había una guerra y los perdedores de la guerra quedaban de esclavos, y los que no podían pagar las deudas, tenían que pagarlas con su trabajo como esclavos, y por eso había la esclavitud y los esclavos eran posesión del amo; no es como ahora; el Señor está hablando de esa época; claro que Él es distinto, Él les dice como era lo normal allá en la época de ellos. Dice el verso 9: “¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado?”, es decir, uno lo que tiene que hacer, tiene que hacerlo, no tiene que esperar reconocimiento, ni que le den gracias, porque lo que hay que hacer, hay que hacer; eso es una obligación nuestra, claro que el Señor es distinto. Aquí el traductor añadió: “Pienso que no”, aunque el Señor no lo dijo, pero de todos modos, en la pregunta como que está diciendo: -¿cómo tratan ustedes a sus esclavos? ¿cómo los tratan? Ahora, el Señor es diferente. Si retrocedemos un poquito allí, al capítulo 12 del mismo Lucas, dice desde el verso 35, y leo hasta el 37: “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto…”, noten, el Señor comprometiéndose: -lo que yo voy a hacer-, lo dice en forma de parábola, “de cierto os digo que se ceñirá”, o sea, no les va a decir a ellos, cíñete, no; el Señor, como lo hizo con sus discípulos que se ciñó y les lavó los pies, “se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles”, el Señor es así, no tiene porqué hacerlo; ¿nosotros qué le debemos a Él? ¡Le debemos todo! y Él, ¿que nos debe a nosotros? Nada; nosotros merecemos es la muerte, pero Él nos salvó, nos hizo y nos perdonó, ¿qué podemos esperar? ¿qué podemos pretender? Ya el solo hecho de existir es un gran privilegio; existir y servirle es todavía más privilegio; eso debe ser nuestro galardón, nuestro galardón debe ser servirle con amor, no pensando en galardón; Él quiere que actuemos por amor, no de una manera calculada, no: -bueno, yo te di tres pesos, entonces me vas a dar trescientos-, no, claro que Él lo hará, pero nuestra mentalidad no debe ser esa; por eso el Señor habla de con qué actitud debemos servir, totalmente olvidados de nuestras pretensiones y de que estamos prestándole a Dios algún servicio; no, realmente es el Señor el que nos dio la vida y el que nos concede servirle a Él, eso es lo grande. Volviendo allí al capítulo 17, dice en el verso 9: “¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado?”, y el traductor, o el escriba, o el copista, añade: “Pienso que no”, pero el Señor no hizo así; el Señor sí nos da inclusive galardones y todo, pero ahora, ¿qué nos dice a nosotros? No debemos tener esa actitud de un siervo calculador que está mirando la recompensa. Nos dice en el verso 10: “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado”, o sea, eso ¿quién sabe cuándo será? ¿Cuándo vamos a alcanzar el grado de inútiles? Creo que nunca alcanzaremos el grado de inútiles; es cuando hayamos hecho todo lo que se nos ha mandado, que podemos decir que somos inútiles. Entonces dice: “decid: siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos”, es decir, cuando se hacen las cosas solamente porque hay que hacerlas, debemos considerarnos inútiles. Solamente dos veces aparece la expresión “siervos inútiles” en la Biblia. ¿Saben donde aparece la otra? En Mateo 25, en la parábola de los talentos, y aparece precisamente, no en los que usaron bien los talentos, sino en los que los usaron mal; los que enterraron el talento. En el capítulo 25 está la parábola del talento, y dice desde el verso 26 al 30: “Respondiendo su señor, le dijo: siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado y tendrá más; y al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil…”, noten, es la única otra parte donde se menciona la expresión “siervo inútil”; en Lucas 17, que estamos considerando, y aquí en Mateo 25, en la parábola de los talentos. “Y al siervo inútil”, o sea, ¿qué merece un siervo inútil? es esto: “echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”, o sea, lo que merece un siervo inútil, es eso. Entonces, ¿el Señor qué esta diciendo? Que nosotros nos consideremos a nosotros siervos inútiles, que no merecemos sino la condenación del Señor, ¿para qué? para que estemos sobre la base de la gracia en su presencia y le sirvamos en la base de la gracia, con amor y gratitud, y no en la base de la justicia propia, en la base del negocio al estilo de Jacob: -bueno, si tú me prosperas y me das, entonces vas a ser mi Dios y voy a darte en el futuro el diezmo-, esa es una actitud de negocio. Aquí, el Señor quiere que actuemos sobre la base de su gracia, es decir, cuando hagamos todo lo que podemos, sintámonos como si no merecemos ninguna aprobación, sino la condenación; el único siervo inútil que el Señor había mencionado antes era ese, el de los talentos, ¿y qué dice el Señor? Digan ustedes de sí mismos, no estén pretendiendo ustedes tener alguna pretensión, no; olvídense de sí mismos, sirvan al Señor por amor, ¿amén? porque lo que hay que hacer, es lo que hicimos; eso no es gran cosa, no; hemos hecho porque somos deudores; entonces considerémonos personas que sólo necesitan de la gracia, que si somos abandonados de esa gracia realmente ¿qué tendremos? ¿Por qué será que algún día iremos a alcanzar el grado de siervos inútiles? ¿Cuándo vamos a hacer todo lo que debíamos? ¿Cuánto tiempo hemos perdido, cuántas cosas hemos dejado de hacer? ¿Cuántas cosas que se nos encomendaron, se nos desbarataron en las manos antes de hacerlas? Entonces, ¿cuándo vamos a alcanzar a ser inútiles? Somos peor que inútiles; somos perjudiciales, porque inútiles es el que no hace nada, pero peor que inútil quiere decir que hace daño. Nosotros lo que hacemos en nosotros mismos, es daño. Sólo pidámosle al Señor que nos conceda su gracia y que nos perdone, y nos limpie, y servir al Señor por amor, sin esperar sino su gracia, sobre la base de su gracia. Ahora, Él es bueno, Él sabe qué va a hacer, entonces nosotros estemos pensando en lo que debemos hacer y amemos al Señor y confiémonos en Él, que Él es digno de confianza y digno del servicio. Gracias hermanos. Padre, en el nombre del Señor Jesús te agradecemos que nos concedes leer este pasaje donde Tú nos conduces a tener una actitud correcta delante de ti, sin pretensión ninguna; concédenos tu gracia, concédenos simplicidad, vivir para ti, y ojalá, poder hacer todo lo que debemos, y hacerlo con amor y por amor a ti; de nosotros Tú te ocuparás, concédenos de tu parte, en el nombre del Señor Jesús, amén. La paz del Señor sea con los hermanos. Transcripción: Hermana Marlene Alzamora Revisado por Johanna Alvarado de Salamanca, del comité de revisión, para revisión final del autor. 1 Lc 23:43 2 Hch 7:56 3 Hch 7:59 4 Fil 1:22-24 5 Ap 11:8 6 1 Cor 2:6 7 1 Cor 8:9-10 8 Ap 19:7

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