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EL HIJO PRÓDIGO
Por Gino Iafrancesco V. - 6 de Julio, 2011, 21:03, Categoría: General
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EL HIJO PRÓDIGO
Padre celestial, gracias te damos por estar entre nosotros, por tu gracia y por tu misericordia, por la sangre del Cordero. Señor, quisiste morar entre nosotros; queremos que nos hagas una casa digna para ti, por medio de tu propio cuerpo, de tu gracia, misericordia, Señor, tu sangre y tu Espíritu. Pedimos a Ti, Señor, que una vez más nos hables por tu Palabra; que tu Palabra, que es eterna, sea vida, sea como nueva en nuestro espíritu, que el Espíritu de tu Palabra nos toque, Señor; te conozcamos a Ti por tu Palabra, por el Espíritu de tu Palabra. Te pedimos que nos ayudes a deponer nuestro ser a tus pies, para que él no te sea estorbo; lo ponemos en tus manos para que nos puedas ayudar, en nombre de Jesucristo Tu Hijo Amado, amén.
Hermanos, vamos con la ayuda del Señor a seguir dando continuidad a aquella trilogía que se encuentra en Lucas capítulo 15; una trilogía de parábolas dichas en un contexto de rechazo a ciertas personas; y el Señor, con estas parábolas, nos mostró la actitud de la Trinidad; la del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo; y vimos la actitud del Espíritu Santo obrando a través de la Iglesia, y de su obra con el pecador, en el santo decaído, en la parábola de las diez dracmas, y de la dracma perdida en especial. Vimos también la obra del Hijo de Dios en la parábola de esta misma trilogía, de las cien ovejas, donde el Hijo es el buen pastor que da su vida por las ovejas; y el tercer elemento en esta trilogía es la parábola famosa, quizás una de las más famosas de las parábolas, la parábola del hijo pródigo; está en Lucas, y solamente en Lucas, en el capítulo 15 verso 11 hasta el 32; y es la parábola más larga; de todas las parábolas es a ésta a la que el Señor le dedicó más tiempo y más cuidado; quiso expresar de manera muy clara el corazón del Padre; porque ¿quién conoce al Padre? Sino el Hijo; gracias a Dios que el Hijo de Dios, el Verbo de Dios, se hizo carne; el Hijo del Hombre vino y nos ha dado a conocer al Padre. Muchas imágenes distorsionadas existen acerca de Dios, pero el Hijo nos dio la imagen exacta, la imagen exacta; eso es lo que quiere decir el carácter de su hipóstasis, como dice en Hebreos 1:3, la imagen exacta de Dios. Podemos conocer a Dios a través del Señor Jesús, a través de su carácter, a través de sus palabras que abren lo que está en su corazón a través de su obra. Entonces aquí en la parábola del hijo pródigo, exclusiva de Lucas, y la más larga de las parábolas registradas del Señor Jesús, el Señor nos muestra el corazón del Padre a través de esta conocidísima parábola que vamos a leer de nuevo, y vamos, con la ayuda del Señor, a masticarla, para que el Espíritu pueda tocarnos y nutrir nuestro espíritu. El objetivo de abrirnos a la palabra del Señor es poder ser nutridos en el espíritu. Hay cosas que ya sabemos, pero el Espíritu las puede usar una vez más, si estamos abiertos, no sólo al aspecto externo, que ya sabemos, sino si estamos abiertos al Espíritu de la Palabra.
Vamos a leer esta parábola con toda disposición de corazón para que el Señor nos pueda hablar y pueda tocar nuestro corazón. Voy a leerla de corrido, aunque sea larga, y luego volveremos sobre nuestros pies para masticar algunos puntos especiales: “También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó que era aquello. El le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”.
¡Preciosa palabra y parábola! Todos nosotros somos hijos pródigos. Volvamos sobre nuestros pasos allí al verso 11: “También dijo”; o sea, dijo varias parábolas, todas juntas, una detrás de la otra, porque es como si el Espíritu Santo quisiera que las cosas quedaran tan claras que no fue suficiente que hablara una, ni siquiera dos, sino tres, número perfecto, el número de Dios, el número de la Trinidad. “También dijo: Un hombre tenía dos hijos”; es interesante que aquí este hombre, que el Señor va a presentar en la parábola, representa al propio Dios, representa al Padre; y fíjense que entre los hijos de Dios no es la única vez que el Señor presenta dos; en otra parábola también había dicho que había dos hijos, que a un hijo le dijo: hijo, ve a servir mi viña; y él dijo: Sí padre, pero a la verdad no fue; y el otro dijo: no, no quiero ir; pero después se arrepintió y fue. Entonces Él presenta distintas actitudes en medio de su pueblo. Y aquí Él habla de dos hijos, porque al comienzo del capítulo, cuando Él comenzó a decir estas parábolas, dice: se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, o sea, los hijos perdidos; y los fariseos y escribas, o sea, los hijos que estaban en la casa y no habían ido a dilapidar los bienes, murmuraban diciendo: -Este a los pecadores recibe y con ellos come-; entonces les refirió la parábola de las cien ovejas, la parábola de las diez dracmas y de la moneda perdida, y esta del hijo pródigo, en ese contexto. Entre el pueblo de Dios hay personas con corazón duro, corazón que no tiene misericordia para con los caídos; entonces el Señor aquí, que vino con el objeto de llamar, no a justos sino a pecadores al arrepentimiento, quiere ablandar los corazones de ellos y explicar que Él está representando el sentir de Dios. A veces pensamos que el sentir de Dios es la dureza, aunque en ocasiones tiene que ser duro; pero en esta ocasión, como en este caso en que hubo una sincera búsqueda y un sincero arrepentimiento, Él no fue duro, sino que fue misericordioso.
Dice el verso 12: “y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde”. Lógicamente que ésta no era una obligación del Padre; ningún hijo tenía derecho a reclamar los bienes mientras el padre no muriera; pero de todas maneras, si el padre moría, entre los hijos tenían que repartirse los bienes de una manera que Dios había dicho. A este hijo menor le correspondía un tercio de la parte de los hijos, y al hijo mayor le correspondían dos tercios. Eso está, si quieren verlo, en Deuteronomio 21 verso 17, puesto que Dios estableció la ley de la doble porción para la primogenitura. El primogénito era el que heredaba el reino, si el padre era rey; el primogénito era el que heredaba el sacerdocio, si el padre era sacerdote; y el primogénito era el que heredaba la doble porción; es decir, que si un padre tenía varios hijos, a todos los hijos se les daba una porción, pero al primogénito, por ser el primogénito, por representar el vigor de su padre, se le daba una doble porción. Por eso José, que era el primogénito de Raquel, porque Rubén, que era el primogénito de Lea, mancilló el lecho de su padre, y entonces la primogenitura le fue quitada a Rubén, y el reinado fue a parar a Judá; el sacerdocio fue a parar a Leví, y la doble porción fue a parar a José. Pero esas tres cosas habían sido de Rubén, pero por el error de Rubén, perdió la primogenitura, y perdió sus derechos; uno de sus derechos era la doble porción. Entonces en Deuteronomio 21:17 dice precisamente esa ley; lo dice en paralelo con un contexto más inmediato; leámoslo con el verso 15: “Si un hombre tuviere dos mujeres, la una amada y la otra aborrecida, y la amada y la aborrecida le hubieren dado hijos, y el hijo primogénito fuere de la aborrecida, en el día que hiciere heredar a sus hijos lo que tuviere, no podrá dar el derecho de primogenitura al hijo de la amada con preferencia al hijo de la aborrecida, que es el primogénito; mas al hijo de la aborrecida reconocerá como primogénito, para darle el doble de lo que correspondiere a cada uno de los demás; porque él es el principio de su vigor, y suyo es el derecho de la primogenitura”. Entonces nos damos cuenta de cómo el Señor hacía respetar el derecho de la primogenitura; aunque fuere el hijo de la aborrecida, porque de todas maneras, el que hizo que ese hijo fuera el primogénito, fue de Dios; el hombre no puede hacer eso, es Dios; entonces hay que respetar la primogenitura. Por eso ustedes se dan cuenta que cuando se están nombrando los hijos de Israel, aunque la amada era Raquel, y no Lea, y aunque Lea le había dado más hijos, y después Raquel le dio más hijos, siempre menciona primero los de Lea; ¿por qué? porque de allí venía la primogenitura. Fue solamente el pecado de Rubén lo que hizo que perdiera la primogenitura; y la primogenitura vino entonces para Judá en cuanto al reino, para Leví en cuanto al sacerdocio, y para José en cuanto a la doble porción. Entonces este hijo era el menor, y como eran sólo dos hijos, entonces de la herencia de los hijos le correspondía al mayor dos tercios y al menor un tercio. De todas maneras, el Señor aquí, al decirlo de esta forma, sólo dos hijos, está mostrando como el hijo que se quedó en casa, que después se enojó porque el otro hijo fue recibido, tenía más de lo que el menor tenía.
Continúa diciendo Lucas 15:12: “y les repartió los bienes”, porque eso lo podían hacer los padres, si querían, antes de morir; pero era para cuando murieran. De todas maneras, entre los judíos, en el libro de Eclesiástico, no Eclesiastés, sino el Eclesiástico, que se encuentra entre los deutero-canónicos, apócrifos, había este libro que circulaba entre los judíos aunque no es reconocido canónico por ellos, ni por las Biblias protestantes que se atienen al canon judío, porque el Señor dijo que a los judíos les fue encomendada la Palabra; y como ellos no lo tienen entre los canónicos, los protestantes tampoco. Entonces en ese libro del Eclesiástico, le aconseja el escritor a los padres que no repartan sus bienes mientras están en vida, sino sólo cuando están a punto de morir, o cuando mueran; porque si no, va a tener que estar dependiendo de sus hijos, y pidiéndole a sus hijos. Entonces dice allí en el Eclesiástico que es mejor que los hijos le pidan al padre, y no que los padres les pidan a los hijos. Pero de todas maneras, es parte de los deutero-canónicos o apócrifos, y no del Texto Sagrado; mas esa mentalidad existía entre los judíos. Aquí dice: “les repartió los bienes”; o sea, un padre generoso. Ahora, este padre, en esta parábola está representando al Señor mismo, a Dios mismo; sin embargo, miren que un Dios omnisciente, que sabe lo que algunos de sus hijos van a hacer, aún así les entrega bienes, sabiendo que esos bienes van a ser dilapidados. Ahí vemos como Dios hace responsables a las personas, como Dios quiere que las personas actúen con libertad. Ciertamente que nuestra libertad está ahora caída; aún así, Dios permite que nosotros ejerzamos nuestra libertad aún caída. De manera que si alguien quiere irse al infierno, Dios se lo permite, y ha permito a muchos irse al infierno, porque el carácter de Dios no es obligar a nadie, porque El no está tratando con títeres, sino con personas; entonces Dios es tan respetuoso, que aún de antemano le dio los bienes; o sea, ese tercio de la herencia a este hijo.
Y claro, este hijo, ni corto ni perezoso, “No muchos días después”, lo que él quería era convertir esos bienes en dinero para írselos a gastar; es el hijo menor, o sea, es un muchacho joven. Los muchachos jóvenes sólo quieren salirse de la casa, porque se sienten muy restringidos; yo también me salí de mi casa, porque me sentía muy restringido; gracias a Dios que el Señor me recogió en el camino, antes de que me llevara el diablo que me quiso llevar antes de salvarme el Señor. Dios fue misericordioso. Los muchachos nos sentimos en casa, nos sentimos en la sociedad, nos sentimos molestos, nos sentimos restringidos, pensamos que nosotros queremos hacer las cosas a nuestra manera, estar lejos de casa donde no nos estén vigilando, donde no nos estén husmeando en nuestra vida, donde no estén detrás de nosotros regañándonos, dándonos cantaleta; entonces queremos irnos lejos, donde hagamos la vida como a nosotros nos gusta. Esto fue lo que este hijo hizo. Dice: “se fue lejos a una provincia apartada”; es decir, donde nadie lo reconozca, donde nadie lo moleste, donde pueda vivir; y el Señor lo dijo muy resumido: “viviendo perdidamente”; pero su hermano fue más explícito: “ha gastado tus bienes en rameras”; lo dijo más explícitamente. Aquí, cuando el Señor fue el que habló, Él simplemente lo resumió: viviendo perdidamente; pero el otro hermano sí lo dijo con pelos y señales, ¿verdad? Y dice aquí: “y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente”. Lógicamente que todo eso desgasta a la persona, los pecados lo destruyen, los pecados atraen la maldición, atraen los problemas; y vamos a ver lo que dice allí.
Verso 14: “Y cuando todo lo hubo malgastado”; es decir, las cosas se pueden gastar bien, o gastar mal; malgastar es invertir las cosas en algo improductivo; es ser totalmente irresponsable, totalmente inconsciente; no pensar en el futuro, sino solamente en su presente, en sus placeres del momento. Y dice: “vino una gran hambre en aquella provincia”; yo pienso que si el Señor no hubiera permitido esa hambre, este hijo se hubiera perdido definitivamente; aquí no dice que fue el Señor el que trajo esa hambre, no lo dice explícitamente, pero nosotros sabemos que el Señor controla todo; y quisiera que viéramos un pasaje que está en Jeremías, para que veamos el contraste, como a veces el Señor tiene que apretar la tuerca, pero para ayudarnos. Yo sé que es un pasaje duro, pero es necesario leerlo.
Jeremías capítulo 30, sólo para ilustrar este fenómeno. Voy a leerlo desde el versículo 10; claro que vamos a llegar al verso 14, pero vamos a leerlo desde el 10 para tener un contexto de los tratos de Dios, porque este hijo que tenía bienes y estaba mal usándolos, tuvo que ser corregido a través del hambre, un hambre que le hacía doler el estómago, que ni siquiera podía comer lo que los cerdos comían; leámoslo desde el 10 para ilustrar el tratamiento del hambre: “Tú, pues, siervo mío Jacob”; aquí está el Señor hablando en amor, “no temas”; o sea, el final va a ser bueno, pero ¿por qué le dice: no temas? porque cuando se pasa por el túnel, uno teme; el Señor dice: no temas, no cuando las cosas están fáciles, sino cuando están difíciles; por eso dice: “no temas”; o sea, vas a pasar por la estrechez, vas a pasar por el hambre, vas a pasar por la prueba, pero es porque Yo estoy tratando contigo para tu bien; “no temas, dice Yahveh, ni te atemorices, Israel; porque he aquí que Yo soy el que te salvo de lejos”; porque él estaba lejos; “a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad”; o sea, ¿dónde estaba Israel? En cautividad. ¿Qué profetas es? Jeremías, profeta de la cautividad. Así como aquel, al principio no era cautivo, al principio tenía muchos amigos seguramente, pero cuando le faltó, ahí tuvo que trabajar con lo peor para un judío, porque el Talmud decía que era una maldición el que criara cerdos; era un maldito, porque no estamos hablando aquí en Colombia, donde hay Zenú y todas esas fábricas de cerdos y salchichas, no. Para un judío, porque la Biblia llama a los cerdos animales inmundos, y había una maldición en el Talmud, que es el libro sagrado de los judíos, para los cuidadores de cerdos; que hubiera sido un griego, o que hubiera sido un polaco, que come muchas salchichas, ¡ok! Pero un judío tuvo que arrimarse, y después del ser un señor, ahora pasó a ser un arrimado, cuidador de cerdos; incluso los cerdos comían mejor que él. Estas algarrobas eran como una especie de cañandongas, como una especie de vainas que por dentro tienen algo pegajoso, medio dulce, que le daban a los cerdos; y él no podía ni siquiera comer las algarrobas; o sea que había otros que tenían la autoridad sobre él, y vigilaban para que él no le robara la comida a los cerdos; eso no lo dice, pero nadie le daba nada; o sea que había personas que eran las que le daban a los cerdos, y a él no le daban ni siquiera lo que los cerdos comían; o sea, estaba peor que un cerdo; su pecado lo hizo vivir peor que un cerdo, ¿verdad? Seguimos leyendo aquí en Jeremías: “te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá”, ¡aleluya!, como pasó con este hijo; “descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante. Porque Yo estoy contigo para salvarte, dice Yahveh, y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia”; o sea, el Señor está hablando de salvarlo, pero lo salva después de castigarlo. Digamos que lo castiga para salvarlo, ¿amén? Y dice: “de ninguna manera te dejaré sin castigo. Porque así ha dicho Yahveh: Incurable es tu quebrantamiento, y dolorosa tu llaga”; es el caso del hijo allá. “No hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces. Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan; porque como hiere un enemigo te herí, con azote de adversario cruel, a causa de la magnitud de tu maldad y de la multitud de tus pecados. ¿Por qué gritas a causa de tu quebrantamiento? Incurable es tu dolor, porque por la grandeza de tu iniquidad y por tus muchos pecados te he hecho esto”. Yo lo he hecho, dice el Señor. “Pero”, no solamente la corrección temporal, “serán consumidos todos los que te consumen; y todos tus adversarios, todos irán en cautiverio”; es decir, ellos están viendo que tu estás ahora en las vacas flacas, y ellos en las gordas; entonces a nosotros nos tocan primero las vacas flacas, después las gordas; a algunos les tocan primero las gordas y después las flacas. Entonces, cuando estamos pasando por las flacas, los otros, que están en las gordas, te menosprecian y te ofenden; entonces el Señor está corrigiendo a través de eso; pero después Él va a curar; tú no sabes lo que estuviste haciendo; ahora tú te vas a poner en los zapatos del otro, y vas a pasar por lo que tú no entendías; entonces ahora le toca a uno ponerse en los zapatos del otro, y ahora es a uno a quien le aprieta el callo. Si uno no se mete en los zapatos del otro, uno no aprende, uno es rápido para juzgar, hasta que le toca a uno, ¿verdad? “Serán consumidos todos los que te consumen; y todos tus adversarios, todos irán en cautiverio; hollados serán los que te hollaren, y a todos los que hicieron presa de ti daré en presa. Mas Yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Yahveh; porque desechada te llamaron, diciendo: esta es Sion, de la que nadie se acuerda. Así ha dicho Yahveh: He aquí Yo hago volver los cautivos de las tiendas de Jacob, y de sus tiendas tendré misericordia, y la ciudad será edificada sobre su colina”, o sea el monte Sion, “y el templo será asentado según su forma”. Aquí está la restauración del templo; lo fue con Zorobabel, y lo será de nuevo.
Volvemos a Lucas; pero quise leer este pasaje, que es tan diciente, para entender el tratamiento del Señor. Este hijo se había alejado, vivía lejos, y malgastó lo que fue puesto en sus manos; entonces le vino esta corrección, y este pasaje nos ayuda a entenderlo. “Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle”; y me alegra como Dios hace las cosas gradualmente: “comenzó a faltarle”; es decir, no le faltó todo de golpe; a veces nos falta una cosita, a ver si entendemos con una corrección pequeña; pero no entendemos con una pequeña, y entonces necesitamos una más fuerte; no entendemos tampoco con la fuerte, y entonces viene una más fuerte. Noten que el Señor no trae las siete copas de la ira de golpe. Primero vienen los sellos, después las trompetas, que es apenas un tercio de las copas, y después las copas que consuman la ira. “Y comenzó a faltarle”.
Dice el verso 16: “Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos”. Ya vimos que terrible condición. “Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.” Ahora, ¿qué estaba haciendo Dios cuando permitió esto? Produciendo lo siguiente: el verso 17, la primera parte: “Y volviendo en sí”; o sea que él estaba como fuera de sí, fuera de sí, él estaba fuera de sus cabales, él había entrado en un frenesí de locura, había perdido la cordura; y el Señor, para traerlo de nuevo a la cordura, para que volviera otra vez en sí, para que reflexionara, para que se diera cuenta, para que meditara, tuvo que permitir esas cosas difíciles; pero ¿eran para qué? Para que volviera en sí, aprendiera la cordura, y dejara de ser insensato. “Dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!”; estoy en esta situación; mi padre tiene siervos, jornaleros que le sirven. Yo no merezco ser llamado hijo. Noten que él fue alguien que se arrepintió con sinceridad.
Verso 18: “Me levantaré”; o sea que ahí está la gracia de Dios para permitirle ejercer su responsabilidad, porque “ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere”; pero el Señor, al decir esta parábola, está queriendo decir que la gracia de Dios está disponible para poder levantarse y volver; porque algunos quieren decir: yo no puedo volver, Dios no me va a ayudar, es que Dios a unos ayuda y a mi no me ayuda, yo me voy a quedar aquí; no, no, no; él tomó una decisión que Dios respaldó; no sé como discutirán esto los calvinistas y los arminianos, pero el Señor dijo la parábola como para poner a meditar: “me levantaré e iré”, y miren dónde, “a mi padre”; o sea, él continuaba teniendo certeza de que era un hijo y que ese era su padre; “me levantaré e iré a mi padre”; a donde hay que ir es al Padre; porque podría haberse ido a otro lugar; ya se había arrimado a un ciudadano que lo puso a guardar cerdos; entonces él dijo: no, no, aquí hay que ir es a mi padre; lo que el mundo ofrece es eso: cuidar sus cerdos; hay que ir es al Padre. “Y le diré: Padre”; o sea, confesaré mi pecado; y esta es la meditación interna, reconocer; el Señor por eso hizo esta parábola tan larga, para explicar bien ese proceso interior que es necesario, proceso de reflexión, de caer en cuenta, de tomar conciencia, de decidir arrepentirse y decidir buscar a Dios; todo eso es porque el Espíritu Santo está obrando. “He pecado contra el cielo y contra Ti”; porque no se peca sólo contra el Padre, porque el Padre está también con sus ángeles, y ellos están viendo, y el cielo también llora. Posiblemente a nuestros hermanos que ya partieron, una gran nube de testigos, el Señor les deja ver nuestras caídas, y se entristecen. Entonces nuestro pecado es contra el cielo. La vez pasada hablamos de la fanaticada, de la barra que tenemos a favor, y de la que hay en contra. Entonces nuestro pecado es contra el Padre y contra el cielo. Aquí menciona primero al cielo, y contra Ti, para mostrar que tenía vergüenza de los espectadores celestiales, y que antes de poder reconciliarse suficientemente solo con Dios, Él nos pide que nos reconciliemos antes con nuestros hermanos para poder venir a hacerle ofrendas de amor.
Verso 19: “Ya no soy digno de ser llamado tu hijo”; o sea que reconoció que había pecado, y reconoció su indignidad, reconoció que no tenía mérito ninguno. Esa es la única manera de volver: volver en sí y volverse al Padre sobre la base de la gracia del Padre, y no de ningún mérito nuestro. Aquí él fue sincero: no soy digno; es decir, se puso en la posición verdadera, en la posición de indigno, no iba a pretender engañar al padre, no iba a hacerse el bobo, no iba a tratar de justificar las cosas; no, él dice: “Ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. Y él había pensado también lo siguiente, pero el padre no se lo dejó decir; él le iba a decir: “hazme como a uno de tus jornaleros”, o sea, vengo acá aunque no sea como un hijo tuyo; pero el padre no le dejó decir esas palabras, no le dejó actuar meramente como un jornalero y no como un hijo.
Verso 20: “Y levantándose”; dos veces dice algo; primero dice: “me levantaré”; pero ahora dice: “Y levantándose”; porque a veces decimos: me levantaré, pero no nos levantamos; entonces es necesario esta repetición. Se propuso, y después hizo lo que se propuso; recibió gracia de Dios para ser convencido de su pecado, para mudar su manera de ver las cosas, convencerse de justicia y juicio, proponerse, y hacer lo que se propuso. Había dicho: Me levantaré, iré a mi padre y diré; y ahora no sólo se quedó pensándolo: voy a hacer esto; sino que lo hizo. No hay que quedarse diciendo: ¡ay! si yo pudiera; ¡no!, hay que definirse, hay que tomar una actitud responsable, que cuando tú la estás tomando, la gracia te está sosteniendo. “Levantándose, vino a su padre”, aunque él había pensado antes quedarse por los bordes allá, en las barracas, viviendo con los trabajadores, con los jornaleros; pero él venía ahora a su padre. Muy importante que su foco ahora era su padre. No es suficiente estar apenas entre los jornaleros; es necesario estar con el mismo Padre. Cuantas personas, en vez de buscar a Dios por medio de Cristo, simplemente se juntan a una compañía para tener un salario.
Ahora viene esta parte, la parte del padre; aquí no lo dice, pero hay muchos comentaristas que han visto como si el padre siempre estuviera buscando la llegada de su hijo; porque el padre no estaba adentro, sino que pudo verlo de lejos; es como si el padre oteara el horizonte a ver si de pronto aparecía su hijo; aquí no lo dice, pero lo da a entender. “Y cuando aún estaba lejos”, este es el amor de Dios. Yo creo que todos los hermanos hemos tenido esta experiencia; por lo menos, yo en muchas ocasiones no sé cómo hacer para empezar a arrepentirme, y ya siento el abrazo del Señor recibiéndome; y digo: Señor, todavía no he terminado de arrepentirme, pero Él ya me abrazó, ya me recibió; así es nuestro Padre; Él sólo vio la intención de lejos, el Padre no esperó. Nosotros a veces como padres decimos: vamos a ver qué hace, vamos a ver como se porta, vamos a darle un tiempito, vamos a ponerlo a prueba; pero fíjense en la misericordia de Dios; se saltó esos tiempitos, no se puso a tener en cuenta las fallas, lo único que vio fue a su hijo volviendo; y aunque venía de lejos, y había mucha distancia todavía para estar cerca de él, el padre se fue hacia él; ¿no es esto precioso, hermanos? Y dice: “cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió”, claro que si estos dos hijos eran como adultos, como para darles la herencia, este padre no era tan joven, y mucho menos en el oriente, donde ver un padre corriendo es raro; en el oriente se exige mucho obedecer a los padres, y los padres tienen que guardar su dignidad; pero aquí este padre se olvidó de sí; qué van a decir: este viejo corriendo; no; sino que él salió corriendo, el padre salió corriendo, “fue movido a misericordia”, la misericordia lo movió a correr. Hermanos, ¿entienden esa frase? Que la misericordia lo movió a correr. Cuando uno no tiene misericordia, uno no es movido a correr, y uno se queda probando; pero cuando uno tiene misericordia, porque ha recibido misericordia, corre, porque “bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia, y juicio sin misericordia se hará para el que no hiciere misericordia”. Cuando la misericordia nos mueve, corremos; no nos esperamos a que el otro lo haga; por eso dice: “haced frutos dignos de arrepentimiento”. Aquí ya el padre vio de lejos la intención de su hijo, y ya fue suficiente para el padre, no fue muy exigente, sino que le fue suficiente ese “me arrepiento”, esa reflexión, esa decisión; y el padre le ahorró muchas otras pruebas, se las ahorró; ¿no debemos nosotros también ahorrar, verdad? “Movido a misericordia”, como si la misericordia fuera el combustible para que corriera; “y corrió, y se echó sobre su cuello”, no le dejó ni siquiera arrodillarse; el hijo ya tenía planeado todo lo que iba a decir, pero el padre se le adelantó, y antes de que el hijo le dijera, el padre lo recibió. ¿No es esta obra grande del Señor? Ahí se ve como es nuestro Dios. Ya el hijo tenía preparado: voy a decirle esto, esto y esto; y antes de que empiece a decirle, el padre viene a recibirle. ¿No es esto amor, hermanos?¿ no está reflejando aquí el Señor verdaderamente, y como es nuestro Dios? Para que conozcamos a Dios, Él dijo esta parábola, y para que nosotros seamos como Él es; “se echó sobre su cuello”; y aquí el traductor dice: “le besó”; pero el original griego dice: “repetidas veces lo besó”; no sólo le dio un beso, sino que repetidamente lo besaba y lo besaba; estaba feliz de que su hijo hubiera vuelto sano y salvo; lo recibió sano y salvo, dijo después.
Verso 21: “Y el hijo le dijo:”; aquí empezó el hijo a cumplir lo que él se había propuesto: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”; ya la siguiente frase: “ya no soy digno de ser llamado tu hijo”, y la otra que había pensado decir: “ponme como alguno de tus jornaleros”, aquí ya no la dice; fue tal la restauración de la gracia; incluso la última frase falta en algunos manuscritos; algunos manuscritos no tienen la segunda parte de la frase, algunos se la añadieron como para completar más la confesión del hijo; pero hay manuscritos que no tienen la segunda parte; como quien dice: el padre ni siquiera le dejó a él terminar de confesar su arrepentimiento. Él iba a decir: padre, hazme como uno de tus jornaleros, porque no soy digno de ser llamado tú hijo. El padre no le dejó actuar como si no fuera su hijo; desde el principio la gracia le hizo saber que era su hijo; el padre siempre actuó con él como con un hijo; aunque él no era digno de ser hijo, el padre siempre fue fiel a la paternidad suya, y ni lo dejó terminar de arrepentirse en lo externo; le bastó el retorno.
Verso 22: “Pero el padre…” ¿ven ese “pero”? Cuando el hijo empezó a hablar, no había terminado de cumplir lo que se había propuesto en su arrepentimiento, y ya el padre empezó a decir: “hagamos fiesta”; como había dicho Jesús en parábola anterior, que “hay más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por 99 justos que no necesitan arrepentimiento”; aquí es la misma cosa: “El padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido”; o sea, los jornaleros tenían un vestido, pero ahora es el mejor vestido; es decir, hay vestidos, pero el mejor vestido es el vestido de hijo; aquí el hijo fue justificado, vestido con la vestidura de hijo; ahora sí podía actuar como hijo, pues el padre le está haciendo sentirse como hijo; el hijo está como queriendo humillarse tanto, pero el padre le dice: espera, espera, no te dejes hundir tanto, no te desplomes tanto, ya sé, ya vi tu arrepentimiento, levántate, vístanlo, porque él no se va a vestir, pónganle el mejor vestido; así como en el caso de Josué, hijo de Josadac, que estaba Satanás acusándolo, y Yahveh dijo: “quítenle esas vestiduras viles, y pónganle vestiduras de gala”; hermanos, eso es lo que hace el Señor, nos limpia de nuestras inmundicias y dice: hijo, ya es suficiente, levanta tu rostro, olvídate del pasado, ahora de aquí en adelante usa el mejor vestido. Y además de eso dice a sus siervos: “vestidle”, ustedes tienen que vestirlo, ayudarle, porque él como que no podía solo; imagínense los cielos vistiéndolo, ¿verdad? “y poned un anillo en su mano”; porque el anillo era donde estaba el sello de la familia, el sello de propiedad; las cosas se sellaban con el anillo; o sea que es ahora como si fuera de nuevo propietario, aun habiendo desperdiciado antes sus bienes; sin embargo vuelve a tener anillo; los esclavos no tenían anillo, mas los hijos tienen anillo. Y dice: “poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies”, porque estaba descalzo; los esclavos andaban descalzos, pero ahora ya tiene sandalias, el apresto del evangelio de la paz. Esa es la restauración divina proveniente de la gracia de Dios.
Verso 23: “Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta”; esto es como una expiación, ahora hay fiesta, comiendo el becerro gordo; esto nos habla del Señor Jesús que murió por nosotros para que nosotros podamos ser recibidos en la casa del Padre. En la casa del Padre hay fiesta; aquí el Señor no se pone con remilgos; como si dijera: no voy a mencionar anillo, no voy a mencionar música, ni danzas; ¡no! El Padre mandó el Espíritu sobre los gentiles en casa de Cornelio incluso antes de que fueran bautizados; el Señor no es nada de remilgado, aquí hasta mencionó danzas, ¿amén? Él no fue mojigato; aquí mencionó la palabra anillo, usó la palabra fiesta, la palabra danza, alegría; el Señor no fue mojigato; lo dijo con gran alegría, porque hay versículos en la Biblia que dicen que adoremos al Señor con danza; y habla de danza, y que los jóvenes y las vírgenes danzarán en el pueblo de Dios. La danza es normal en el pueblo de Dios, una danza santa; si es santa, no es problema; los ósculos, si son santos, no son problema; el problema es cuando el ósculo no es santo; cuando es sólo ósculo, no es santo; allí sí hay problema; pero si es santo, no es problema. Nos saludamos de ósculo santo, podemos danzar una danza santa y hacer una fiesta santa, ¿amén? Entonces dice allí: “Y comenzaron a regocijarse” porque había dicho: este mi hijo muerto era, pero ha revivido; se había perdido, y es hallado”. Las expresiones: “Y se había perdido” y “muerto” están mutuamente relacionadas; como también “revivido” está relacionado con “hallado”, o encontrado, o salvado; muerto es perdido, y revivido es salvado; entonces dice las dos cosas allí: “muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse”. Noten, el Señor hablando esto a los escribas duros, que decían: -¿cómo es que Él come con pecadores?- y el Señor hablándoles de esta fiesta.
Ahora viene la segunda parte de la parábola; uno pensaría que ya hubiera sido suficiente; pero ¿a quién era que el Señor les estaba hablando la parábola en esos momentos? Estaba hablando a los escribas y fariseos; o sea, a los religiosos, legalistas, duros, sin misericordia, gente amargada, gente religiosa pero amargada, gente que vive en su justicia propia, que no conoce su propia indignidad, y piensa que merece algo. ¿Cuánto tiempo te serví y no me diste ni un cabrito? Esa es la justicia propia de la religión, de la religiosidad humana que pone un ambiente totalmente desagradable en medio del pueblo. Aquí el Señor empieza a hablar de la otra parte de la parábola; porque Él habló de dos hijos; la parábola comienza con dos hijos, porque ahí están aquellos que oían al Señor y recibían la gracia de Dios, pero estaban también los que los que criticaban; entonces había que completar la parábola por el otro lado. “Y su hijo mayor”, ahí estaba el mayor, “estaba en el campo”, así como Caín trabajaba también en el campo, y era alguien que trabajaba, que producía, que hacía las cosas por moral, por ascetismo; y mucha gente religiosa no tiene el gozo de la salvación, porque no vive por la gracia, sino que viven en la justicia propia; entonces estaba en el campo, “y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó música, y las danzas”; estaban en pleno baile; “y llamando a uno de los criados”, porque eso se lo preguntó al criado, no al padre, “le preguntó qué era aquello”, danzas y fiesta; ¿qué pasó en esta casa? ¡Qué raro! ¿qué está pasando? Está todo fuera de lo normal. Verso 27: “Él le dijo”, y miren como habla el padre, como habla el criado, y como habla el hermano mayor. El criado le dijo: tu hermano; el padre le dijo: tu hermano; pero él no dijo: mi hermano, sino: este tu hijo ha desperdiciado tus bienes con rameras; eso fue lo que él dijo, no dijo: mi hermano, no quería reconocerlo ni como hermano, ¿se dan cuenta? Pero aquí el criado le dice: “tu hermano”, no es cualquiera, es tú hermano, otro igual que tú, no es de otra categoría inferior, es tu hermano, “Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano”; ¡cómo es el Señor!, bueno y sano; eso implica que no estaba muerto como se pudo haber pensado, sino como dice Salomón: “mejor es perro vivo que león muerto”, mientras esté vivo, aunque sea perro, puede salvarse; el león muerto ya no sirve.
Verso 28: “Entonces se enojó”, como se habían enojado los escribas y los fariseos: -éste tu maestro come con los publicanos, con los pecadores-; y Jesús era amigo de los pecadores; Él no pecaba con ellos, pero para salvarlos, se hizo amigo; pero aquel otro “se enojó”, el hermano mayor, “y no quería entrar”. No quería participar, quería guardar la distancia, estaba molesto con la gracia de Dios; ¿por qué? Porque él se basaba en la justicia propia. “Salió por tanto su padre”; noten como el padre es bueno para con los dos hijos; aún con este que está enojado; “y le rogaba que entrase”. Le rogaba; ahí está el Espíritu Santo tratando de convencer ese corazón para que acepte la gracia de Dios y se alegre también, se alegre que el otro fué salvo; pero en vez de alegrarse, está criticando y no quiere entrar.
Verso 29: “Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo”; él no había dicho eso externamente antes, pero miren lo que la justicia propia guarda en su corazón. Cuando estamos basados en la justicia propia, estamos comparándonos con otros, pensando que somos mejores que los otros, yo ayuno, yo diezmo, pero este publicano ¡qué va a diezmar, qué va a ayunar! ¿No es así? La justicia propia comparándose y expresando amargura; eso hace la religiosidad que no conoce la gracia, que no vive por la gracia; pura amargura, gente amargada, “tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás”; exteriormente él se aguantaba, y hacía lo que el padre quería, pero eso era por fuera; su corazón no estaba contento, ¿se dan cuenta? Su corazón no conocía al padre; “y nunca me has dado ni un cabrito”, noten esa ingratitud; en realidad todo era de él, ¿por qué? Porque el padre un tercio se lo da a su hijo menor, y los otros dos tercios le quedaron a él; “todo lo mío es tuyo”; todo era de él, pero él no veía lo que tenía, el sólo vivía en su justicia propia, quejándose; “ni un cabrito me has dado para gozarme con mis amigos”; como quien dice: -a éste le diste mucho, a mí no me diste nada; ¿se dan cuenta de lo que es ese espíritu religioso, hermanos? ¿qué triste que es? “Nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo”, no mi hermano, no, tú hijo, así como cuando las señoras están enojadas con su marido, dicen: tu hijo, como si no fuera de los dos, ¿verdad? Éste no quiso llamarlo hermano sino “este tu hijo”. El Señor fue como decíamos al principio; lo dijo resumidamente, él no entró en detalles con el morbo; porque nosotros somos tan morbosos que queremos saber todos los detalles del pecado, como fue, donde fue, a qué hora y todo, quien vio, quien no vio; nosotros somos morbosos; el Señor no; vivió perdidamente, lo dijo así rápido; pero este aquí no; lo dijo bien coloreado, lo puso bien con todos los colores. Dijo: “que ha consumido tus bienes con rameras”; el padre nunca había mencionado a las rameras, pero el hijo mayor sí las mencionó; el padre no, pero el hijo sí, el hijo mayor, el religioso; “has hecho matar para él el becerro gordo”; la expiación es para el que no tiene, pero el que se basa en la justicia propia piensa que él merece las cosas; no se da cuenta de que todo es por gracia. Cuando uno se basa en la justicia propia, uno no se da cuenta de que uno no tiene nada, que es por gracia; “has hecho matar para él el becerro gordo”; pero hijo, este becerro gordo también es para ti, porque todo lo mío es tuyo, es para ti, tú también vas a comer del becerro gordo, ven a la fiesta y come tú también del becerro gordo, pero él no, él pensaba que era sólo para el otro, así como Caín se enojaba porque Dios recibió a Abel, porque Abel se basó en el becerro gordo, en la sangre; por eso Abel fue recibido, en cambio Caín venía del campo a presentar sus frutos; claro, venía en su justicia propia, pero su justicia propia no podía ser aceptada delante de Dios; entonces se enojó contra Abel y se ensañó su espíritu hasta matarlo. Estos dos hermanos también son como Caín y Abel, ¿se dan cuenta? O como el publicano propiciado, justificado, y el fariseo que se gloriaba en su justicia y oraba consigo mismo.
Verso 31: “Él entonces le dijo: hijo”, hijo, qué lindo, el padre es bueno también con él, le sigue tratando de hijo; “Hijo, tú siempre estás conmigo”, tú no te apartas a otras partes, siempre estás conmigo; por lo tanto, todo lo mío es tuyo; el que está con el Señor, todo lo del Señor es de él; él pródigo se había apartado y por eso no tenía nada, y ahora vino, ahora déjame hacer fiesta, ¿verdad? Pero dice aquí: “tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta”, y aquí está el misterio de la gracia: “era necesario hacer fiesta”, y dice porqué, “y regocijarnos”. Jesús hablándoles también a los fariseos enojados, porque los publicanos oían del Señor, y se agradaban de recibir la gracia de Dios; y los otros enojados. Entonces dice aquí: “era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano”, no mi hijo solamente, “tu hermano”, uno igual a ti, “tu hermano era muerto”, y lo repite de nuevo, “y ha revivido; se había perdido, y es hallado”. Cuando alguien revive, y es hallado, es necesario hacer fiesta y regocijarnos. Si Dios revivió a alguien, lo halló, lo encontró de nuevo, lo vistió, le puso su anillo, lo calzó, hermanos, es necesario, aquí en esto no debemos pensar ser apenas opcional. Es necesario hacer fiesta y regocijarnos; y no podemos continuar con esas cosas malignas de la justicia propia. Aquí Lucas paró; no dijo ni como reaccionaron los otros; es decir, cada uno reacciona como debe reaccionar. ¿Cómo reaccionamos nosotros? ¡Que sea como reaccionó el padre, y no el hermano mayor! Vamos a dar gracias al Señor.
Señor amado, te agradecemos que Tú siempre quieres alcanzar nuestro corazón, y que seamos como eres Tú. Señor, opera en nuestro ser, ayúdanos a entrar en el gozo de tu fiesta, porque tú has provisto una fiesta en este becerro gordo, y has sacrificado para la expiación, y para el alimento con una justicia jurídica y también orgánica. Oh Padre, en el nombre del Señor Jesús, ayúdanos a conocerte, y danos un corazón amplio, un corazón como el tuyo, como eres Tú con nosotros; no sea que tengas que apretarnos porque no queremos perdonar. Ayúdanos, Señor, danos un corazón amplio, en el nombre del Señor Jesús, amén.
Gino Iafrancesco V., 20 de mayo de 2005, Localidad de Teusaquillo, Bogotá D.C., Colombia. Transcripción de la hermana Marlene Alzamora, revisada por el autor.LAS DIEZ DRACMAS
Por Gino Iafrancesco V. - 30 de Junio, 2011, 14:38, Categoría: General
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LAS DIEZ DRACMAS
Señor, Tú conduces por tu Espíritu a tu Iglesia a proclamar tu Nombre, tu grande victoria a nuestro favor. Gracias te damos, Señor; exaltado seas Tú, exaltado en medio de la iglesia, exaltado en los cielos y en la tierra; porque la tierra también será llena del conocimiento de tu gloria, en Cristo Jesús. Gloria a Ti, exaltado seas, exaltado por tu Iglesia, Oh Dios, en Cristo Jesús, amén. Padre, gracias por concedernos estar en tu Santa Presencia por Su preciosa sangre. Señor, seamos con tu socorro abriendo tu Palabra, que Tú nos hables por todos los rincones de tu Palabra, que Tú puedas, Señor, afirmarnos en tu gracia y en tu poder; que lo que veamos de tu Palabra, Señor, alimente nuestro hombre interior, nos establezca firmemente en Ti; seamos afirmados para la eternidad, y habiendo acabado todo, estar firmes en el Señor Jesús; amén.
Hermanos, muy buenas noches, la paz del Señor Jesús sea con todos. Con la ayuda del Señor, vamos a estar hoy dando continuidad a la consideración de las parábolas del Señor Jesús, por medio de las cuales el Señor nos habla de los misterios del reino de los cielos. Hoy vamos a considerar una de las parábolas de la trilogía de parábolas que comenzamos a ver la vez pasada; y la parábola de hoy se encuentra solamente registrada en el capítulo 15 de Lucas. Lucas capítulo 15, versículos 8-10. “O ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”. ¡Amén, hermanos! Esta parábola, como dijimos al principio, forma parte de una trilogía que aparece solamente aquí en Lucas; porque Mateo sólo menciona lo de las cien ovejas, y punto; pero Lucas sí menciona las cien ovejas, las diez dracmas y el hijo pródigo; y esas tres parábolas tienen un fondo muy semejante; y el Espíritu Santo le dio a Lucas un principio de asociación, y las agrupó aquí en este capítulo 15; de manera que todas ellas nos hablan algo parecido, solamente que con algunas pequeñas variantes; y esa trilogía nos muestra también la trilogía de la Trinidad. Ustedes se dan cuenta de que en la parábola del hijo pródigo, que consideraremos, si Dios permite, después, ahí aparece el personaje que representa al Padre; aparece el Padre recibiendo a su hijo pródigo. En la que vimos la vez pasada aquí mismo en el capítulo 15, la de las cien ovejas, ahí aparece el pastor buscando la oveja y llevándola en sus hombros; o sea que ahí aparece el Hijo; y nos queda, entre esas dos, esta parábola de esta trilogía, la de la moneda perdida, el dracma perdido, las diez dracmas, donde seguramente que es el Espíritu Santo el que busca; sólo que Él lo hace usando sus medios; y entonces vamos a ir viendo los medios que usa el Espíritu Santo para encontrar el dracma perdido. Lógicamente que aquí la mujer no representa al Espíritu Santo, sino que representa más bien a la Iglesia, porque la iglesia es el cuerpo de Cristo, es la casa de Dios, es la morada del Espíritu; por lo tanto, es el vehículo del Espíritu. Es decir que en esta trilogía aparece el Padre resaltado en la parábola del hijo pródigo, el Hijo como el pastor en la parábola de las cien ovejas, y aquí el Espíritu Santo obrando por los medios de gracia para salvar a las personas perdidas, y también a los que están caídos levantarlos.
Vamos a repasar las frases en esta parábola. Vamos a empezar desde el verso 8: “O ¿qué mujer…?”; sólo ese inicio está diciendo que es inaudito, que eso no se va a dar, que sería raro que a una mujer a quien se le pierde algo que tiene, algo que valora, no le va importar, y lo va a dejar perder; eso sería extraño; entonces el Señor está diciendo: Si una mujer de la tierra tiene cuidado de algo que ella valora, algo que ella tiene, ¿cuánto más Dios? En otras ocasiones también el Señor Jesús hace esas comparaciones, mostrando como incluso personas de la tierra, que somos malos, hacemos cosas buenas. Dice: Si un hijo le pide a su padre, un hombre de la tierra, si vosotros siendo malos, si su hijo le pide pan, ¿acaso le va a dar una piedra? y si le pide un huevo, ¿le va a dar una serpiente? Lo dice a propósito para hacer el contraste; ¿cuánto más vuestro Padre? Entonces el Señor quiere dirigir nuestro corazón principalmente a nuestro Padre, el Señor quiere que conozcamos al Padre; lo que el Señor Jesús hizo de una manera muy especial fue presentar a ese Dios que era tan Altísimo, tan lejano, presentarlo tan cercano, presentarlo como nuestro Padre, Dios totalmente cercano. Entonces esas parábolas lo que hacen es traer el cielo a la tierra, la presencia del Señor bien cercana, como que lo podemos tocar; y lo hace con preguntas como ésta: “¿O qué mujer…”; es que una mujer ni siquiera se descuidaría de una moneda; ¿cuánto más Dios? Entonces Él empieza y da estos detalles: “¿Qué mujer que tiene…”, o sea, hay un sentido de posesión; quiere decir: cuando tú aprecias algo, tú no quieres que eso se pierda, no eres indiferente, lo tienes. Si algo te es indiferente, si algo no te importa, pase lo que pase no te hace ni fu ni fa, lógicamente tú no tienes ninguna ligazón con eso, ¿verdad? Pero aquí lo que Dios quiere mostrar es que tenemos ligazón con Dios; el corazón de Dios está ligado a nosotros; por eso Él habla de una mujer que tiene, es decir, que posee algo; o sea que Dios sentiría en su corazón si le faltara; eso es lo que Él quiere decir.
Vemos el ejemplo de diez dracmas. El dracma es una moneda griega; realmente la moneda es griega, pero equivale a una moneda romana que es el denario; digamos que un dracma se cambiaría por un denario; y un denario es una moneda que equivale al salario de un día de trabajo. Cuando la persona trabajaba todo ese día, ganaba un denario; y con ese denario podía mantenerse él, mantener su familia, y quizás ahorrar un poquito. Entonces eso sería un denario; y esa es más o menos una dracma; y aquí Él usa diez dracmas.
El número diez en la Biblia es un número de universalidad, es un número de generalidad, o de totalidad; cuando aparece en la Biblia el número diez, aparece como la generalidad. Por ejemplo, en el capítulo 10 de Génesis aparece la Tabla de las Naciones mostrando toda la humanidad. Cuando aparece el reino final del mundo, aparece con diez dedos, o diez cuernos rodeando a la bestia final, hablando de un gobierno mundial. Cuando aparecen los hijos de Dios, las iglesias esperando al Señor Jesús, los compara con diez vírgenes. Entonces, es el número de la totalidad; quiere decir que el Señor, que es el Dios de todo, no quiere que le falte nada.
Ustedes recuerdan un pasaje, si lo quieren leer conmigo, y luego volveremos aquí; en Apocalipsis, vamos a leer allí un pasaje que nos ayuda a entender ese sentir del Señor, como es el sentir de cualquier padre, como lo decíamos la vez pasada, que si tiene tantos hijos, y el asiento de uno de ellos está vacío en la mesa, aunque se alegra con los que están, su corazón sabe que todavía le falta el otro hijo que se sienta ahí; sólo cuando todos los hijos están ahí, él está satisfecho, porque su casa es lugar de reposo de él. Entonces vamos allí a Apocalipsis, a los dos capítulos de las iglesias, al 2 y al 3, que es donde aparecen los mensajes a las siete iglesias; y quiero que miremos allí en el capítulo 3, en el verso 1, como el Señor le dice a Sardis, que como ustedes saben, era una iglesia que estaba perdiendo las cosas, y se estaban quedando con vacíos. Podemos leer lo de los vacíos en el verso 2 que dice: “Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir;” o sea, las cosas están muriendo, y sigue diciendo: “porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete”; o sea que el Señor no quiere que se pierda nada; aún cuando sobraron aquellos panes después de que comieron, esos que sobraron de aquellos pocos panes y peces que El multiplicó, hubo un principio de economía que siempre tenemos que recordar, que lo podemos escribir en el corazón y en las paredes: “que no se pierda nada”; es una frase corta, pero es un principio de economía: “que no se pierda nada”.
Entonces el Señor, al inicio del verso 1, le dice a la iglesia: “Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios”; el número siete es el número de plenitud; “y las siete estrellas”. Lo mismo le dice a Efeso; miren en el capítulo 2 al inicio: “Escribe al ángel de la iglesia en Efeso:”, o sea, la iglesia que había comenzado a aflojar, “El que tiene las siete estrellas en su diestra, El que anda en medio de los siete candeleros”. Cuando Juan vio la visión, eran siete candeleros; y ahora Él dice: -Yo soy el que ando entre los siete-; pero ¿por qué le menciona a Efeso los siete candeleros? A ninguna otra de las iglesias le mencionó los siete candeleros; ¿por qué a Efeso? Porque Efeso corría el peligro de perder su candelero, y Él es el que anda en medio de los siete, no seis, ni cinco, ni cuatro; entre los siete candeleros. Entonces dice allí en el versículo 5 del capítulo 2: “Recuerda, por tanto, de donde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”; tu candelero de su lugar; o sea que cada candelero tiene un lugar, y el Señor es el que anda en medio de los siete candeleros, o sea, en medio de la plenitud de las iglesias; Él no quiere que haya un lugar vacío; así es el corazón de Él, y así tiene que ser también nuestro corazón. Dios no es indiferente si faltamos, Dios no es indiferente si no estamos presentes; lo mismo a nosotros no nos puede ser indiferente ningún hermano; si no está, si falta algún hermano, y somos indiferentes, es como si no tuviéramos ligazón con los hermanos; pero si somos hermanos, tenemos el mismo Espíritu, y sentimos la carga del hermano. No porqué esté el otro ya no es necesario que esté éste, no; tenemos que estar todos, el otro y éste, todos, que no falte ninguno, ¿verdad? Entonces ese mismo principio aparece en Lucas.
Volvamos a Lucas: “tiene diez dracmas”; antiguamente, especialmente las mujeres casadas en ese tiempo, ellas hacían una especie de balaca con las diez monedas; las mujeres casadas acostumbraban tener esas monedas, y se ponían esas diez monedas porque ¿qué es lo que hay en una moneda? En una moneda está impresa la imagen del dueño de la moneda, allá era el César. Cuando le preguntaron a Jesús por qué no pagaba los impuestos, Él dijo: traedme la moneda. ¿Es lícito dar tributo al César? Traedme la moneda; y le trajeron la moneda; y ¿a qué fue a lo que Él les llamó la atención?: ¿De quién es esta imagen? O sea, ¿a quién le pertenece esta moneda? Pertenece según la imagen que esté grabada; eso es muy importante entenderlo. Nosotros le pertenecemos a aquel que está impreso en nosotros. Si el Señor se imprime en nosotros, quiere decir que somos sellados por Él, quiere decir que le pertenecemos a Él; pero si otra cosa se imprime en nosotros, le pertenecemos a aquello que se imprime en nosotros; por eso es que los que tengan la marca de la bestia en la mano o en la frente, le pertenecen al enemigo; ¿por qué? porque se dejaron marcar, tanto en su frente, y sus pensamientos son dirigidos por el enemigo; su servicio, su mano, es para trabajar para el enemigo; por eso tienen una marca en su frente y en su mano; y se dice que los que tienen esa marca de la bestia no tienen reposo ni de día ni de noche, sino que van a ser atormentados delante del Señor por los siglos de los siglos; lo dice allí en Apocalipsis. O sea que lo que está impreso en uno, indica a quien uno le pertenece. Si nosotros nos dejamos imprimir propaganda, ya sea directa o subliminal, porque ahora también hay subliminal, y no hay que estar exponiéndose, ni a la directa, menos a la subliminal, ¿verdad? Porque uno se va pareciendo a aquello que uno aprecia, a aquello en lo que uno se concentra. Yo les contaba una vez que había un político aquí en Colombia, yo no lo sabía, pero yo le decía a mamá: me parece que ese señor tiene cara como de caballo; y resulta que era amigo de los caballos y le gustaba pintarlos, dibujarlos.
Repito también para los hermanos más nuevos: vamos a 2ª a los Corintios capítulo 3 desde el verso 17 y 18, donde dice: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo…”, aquí la palabra dice: en, es una parte de la traducción, pero realmente el espejo somos nosotros, nosotros somos el espejo que mira al Señor; cuando el espejo se pone frente al Señor, entonces el rostro del Señor aparece en el espejo; la intención es que nosotros observemos al Señor. Cuando permanecemos delante de Él, vamos siendo transformados a la imagen de Él; pero ¿qué pasa si en vez de estar en la presencia del Señor, estamos en la presencia de una telenovela boba, y a veces no tan boba, sino bien sucia, o estar delante de cualquier cosa indigna? eso es lo que va a aparecer en el espejo, eso es lo que se nos va a grabar en nosotros, aquello que nosotros miramos. Entonces dice acá: “mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”, o sea que el ser humano fue diseñado para estar delante del Señor y expresar al Señor; pero ¿qué pasa cuando uno no está delante del Señor, cuando le da la espalda al Señor, y empieza a seguir a los demonios? se va pareciendo a los demonios; o ¿no les parece que así es como lucen muchos artistas de rock ahora? Con lenguas largas, bípedas, con ojos todos pintados; ellos se parecen más a los demonios. El diablo está profanando la imagen del Señor en los seres humanos, porque nos volvemos a las cosas bajas, y en eso nos vamos volviendo. Como dice también un Proverbio: “Según es el pensamiento en el corazón, tal es la persona”; lo que uno contempla en su corazón es lo que determina a lo que uno se va pareciendo. Entonces por eso hay que mirar al Señor, para ser transformados por el Señor.
Entonces estas monedas, eran monedas que tenían el sello del rey; las monedas son con lo que se paga, con lo que se compra, con lo que se entra, con lo que se sale; y en las monedas, en las dracmas, estaba la imagen del rey. ¿De quién es esta imagen? Del César; entonces dadle al César lo que es del César; si tiene la imagen del César, es porque es del César; entonces denle a él lo que es de él. Entonces ¿a quién le pertenecemos? A quien está forjando su imagen en nosotros. Amén.
Tomamos estos versos para enriquecer lo que quiere decir un dracma, una moneda; pero ya no es una, sino que son diez; y en esas diez monedas está impresa la imagen del dueño; y eso las mujeres se lo colocaban como una balaca en aquel tiempo; imagínense que se le perdiera, que se le saliera una moneda. Ellos antiguamente lo tomaban como un mal agüero; no estoy diciendo que nosotros hagamos eso; nosotros no tenemos que vivir por agüeros; pero si a alguna de ellas se le caía una moneda, ella pensaba, bueno, que se le iba a dañar el matrimonio, o que le estaba siendo infiel su esposo, o que algo le iba a pasar; ellas se preocupaban si les faltaba una moneda. Nosotros no lo tomamos en ese espíritu, claro que no. Como unos que dicen que se les cayó el anillo, y entonces ahora se les va a romper el matrimonio; nosotros no lo tomamos en ese sentido, pero lo digo para que comprendamos la preocupación de esta mujer, ¿verdad? Porque ellas acostumbraban ponerse esas balacas con las monedas. Si era una persona pobre, y no se ponía las monedas en la balaca, las guardaban como en un pañuelito; y lógico, al manipularlas, quizás en un tropezón se le cayó; y aquellas casas no eran como las de ahora. Recuerden que en ese tiempo no había luz eléctrica, y Jesús hablaba para el pueblo, ¿verdad? Las casas eran pequeñas, y el piso era de tierra, no había ventanas; algunas casas tenían una ventanita pequeña, pero lo normal era que no había ventanas; de manera que si se caían esas monedas, había que encender la lámpara, había que prender la luz, no como ahora, que hay luz eléctrica; allá era un problema si se le caía una moneda; si se caía, quedaba en la oscuridad; eso es lo que quiere decir una moneda perdida, es una moneda en la oscuridad.
Entonces dice aquí: “si pierde una dracma”; puede ser que tenga las nueve, pero si pierde una de las diez, no va a quedar contenta con las nueve que tiene, porque le falta la décima, porque la décima significa algo. No piense que porque tú eres apenas una persona, y a lo mejor quizá no seas un gran apóstol, un gran escritor, puedes pensar que tú no eres nadie; no es así. Para el Señor cada persona es importante, cada persona es de valor; para el Señor no hay montón; hay seres humanos a quienes el Señor los conoce íntima y profundamente y que los ama, que los creó para que lo reciban, lo conozcan, y participen de Su gloria; para eso creó los seres humanos. Él no quiere la muerte de ninguno, Él quiere que todos se arrepientan, y Él quiere que todos sean salvos y que todos vengan al pleno conocimiento, a la epignosis, al pleno conocimiento de la verdad; ese es el deseo de Dios para todos; no hay ninguno que pueda decir: -seguramente yo no estoy en el interés de Dios-, no; por eso nos está hablando esta parábola, para decirnos que cada uno está en el interés de Dios; Dios está interesado en ti, no pienses en otro; tú puedes ser esa moneda, allá escondida en la oscuridad, en el polvo; en ti está interesado el Señor, ¿amén?
Ahora vemos que aquí empieza a decir tres cosas claves para encontrar esa moneda: la primera, enciende la lámpara. Entonces vamos a ver cuales son los medios de gracia para encontrar la moneda perdida. Primero enciende la lámpara; la lámpara en la Biblia representa dos cosas, y esas dos cosas se relacionan; por una parte, representa la palabra del Señor. Dice en el Salmo 119: Lámpara es a mis pies tu palabra, o sea que la palabra del Señor es la lámpara; pero no es la palabra muerta, la palabra sin entender, no, sino la palabra vivificada por el Espíritu; por eso también nuestro espíritu humano representa la lámpara. Dice la Biblia que el espíritu del hombre es la lámpara del Señor; o sea que lo primero para encontrar lo que está perdido, es encender la lámpara, usar Su palabra viva, revelar Su palabra en el espíritu; eso es lo primero para que alguien sea encontrado; si no, vamos a seguir en la oscuridad, no va a haber luz; para ser encontrados tiene que encenderse la luz de la Palabra y del Espíritu, eso es lo primero. Entonces dice: “¿no enciende la lámpara?”, porque esa interrogación cobija a todas estas frases.
Segunda: “barre la casa”; la casa puede tener un significado colegiado, como estaba orando nuestra hermana Lisbeth al principio, pero también individual. Nosotros somos cada uno, la casa del Señor; y todos juntos somos la casa del Señor, porque cada uno lo es y todos juntos lo somos con mucha más razón. Entonces primero tiene que haber un trabajo de encender la lámpara, que tiene que ver con un trabajo en el espíritu, en el interior, es decir de regeneración; y es un trabajo del Espíritu usando la iglesia, llevando la Palabra del Evangelio para que haya primero luz. ¿Qué fue lo primero que dijo el Señor cuando tuvo que componer el caos, porque había un caos? ¿Qué fue lo primero? Sea la luz; y luego: sepárese lo de arriba de lo de abajo, porque estaba todo mezclado; y entonces Él empieza a separar lo que es de arriba de lo que es de abajo, lo que es del Espíritu de lo que es de la carne, lo que es del ego, lo que es de la naturalidad, lo que es del mundo, de lo que es de Dios; lo que es santo de lo que es profano, lo que es vil de lo que es precioso. Dios tiene que hacer primero un trabajo de regenerar, y luego de santificar, de renovar. Entonces aquí estamos viendo ese trabajo del Espíritu a través del testimonio de la iglesia, buscando la persona que está perdida pero que para el Señor es valiosa. Regenerando primero, es decir, trayendo luz al espíritu, trayendo vida; si no hay luz en nuestro espíritu, seguimos perdidos; pero esa vida en el espíritu tiene que pasar al alma; entonces tiene que haber una barrida de la casa, una limpiada, una renovación; o sea, se tienen que sacar todas las cosas sucias; porque a veces recibimos al Señor, y somos regenerados, pero todavía no renovados, porque son dos cosas diferentes.
Vamos a la epístola de Pablo a Tito, que nos habla de esas dos cosas. Vamos a Tito, capítulo 3. Miremos en el versículo 3, la moneda perdida, el dracma perdido. “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y aborreciéndonos unos a otros”. Esa es la moneda perdida, esa es la moneda en oscuridad, debajo del polvo, en la carne, en el mundo, en la perdición, éramos. “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Señor, y su amor para con los hombres”, allí es cuando Él estaba buscando con diligencia esa moneda perdida, trayéndonos la palabra de Dios, que es el evangelio, y que nos anuncia ese amor, esa obra a favor de nosotros. Entonces dice: “nos salvo, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho”; ¿qué era lo que nosotros hacíamos? Pecar, nosotros estábamos perdidos; el que buscó la moneda fue la mujer, no fue la moneda la que buscó a la mujer, fue la mujer la que buscó la moneda, es Dios el que nos buscó a nosotros a través de sus medios de gracia: “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia”; eso es algo jurídico, nos salvó por su misericordia; y ahora empieza lo orgánico, la operación en nuestro interior: “por el lavamiento de la regeneración”; no dice “la regeneración de lavamiento”, como si el lavamiento regenerara, sino que la regeneración lava. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que Yo os he hablado. Entonces primero viene el lavamiento de la regeneración, la palabra que limpia y que regenera, es decir, que comunica la vida divina a nuestro ser; entonces menciona primero la regeneración; la regeneración es la vida divina del Espíritu de Dios en nuestras vidas; por eso es la lámpara encendida; y dice aquí: “y”, no sólo la regeneración; “y por la renovación”; del lugar santísimo pasa al lugar santo; “y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”. Entonces aquí nos damos cuenta de que en un sentido inicial renovación es algo más que regeneración.
Vamos a ver esa misma renovación en Romanos capítulo 12; vamos a ver esa expresión allí en Romanos capítulo 12. Dice desde el verso 2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”; o sea, la renovación es la obra del Señor en nuestra alma; quiere decir también: en nuestros pensamientos; allí es donde hay que barrer; hay que barrer en nuestros pensamientos, en nuestras emociones; allí también hay que barrer; hay que barrer en nuestras emociones y en nuestra voluntad; ahí también hay que barrer, porque primero recibimos el Espíritu en nuestro espíritu por la fe, pero esa vida viene para comenzar un proceso de renovación; porque la regeneración es en un instante; la regeneración es cuando crees en el Señor y el Espíritu del Señor vino a tu espíritu; el Espíritu de Dios entró en el tuyo, y ahí tienes un nuevo Espíritu, eres una nueva creatura, eres un hijo de Dios en el espíritu; eso es instantáneo, la regeneración sólo requiere del instante primero de la fe verdadera. Cuando de verdad crees en el Señor, ya naces de nuevo. Pero ahora la renovación es una barrida que dura todo el tiempo; es decir, ahora necesitamos ser renovados, que es distinto de regenerar; la regeneración es la vida divina en nuestro espíritu, pero que ahora es necesario que pase a nuestra alma, o sea, a nuestros pensamientos, a nuestras emociones, a nuestra voluntad, o sea, a la casa; ahora viene la barrida de la casa; ¿para recuperar qué? aquello que Él aprecia, en lo cual está la imagen del dueño, ¿ven?, está la imagen del dueño. Lo que el Señor quiere recuperar es la imagen de Cristo en nosotros, porque nosotros la hemos manchado por causa del pecado; entonces tiene que haber una barrida; es decir, primero hay la encendida de la lámpara y entonces la barrida de la casa, barrer la casa; ¿para qué se barre la casa? Para que toda la mugre que está encima posiblemente de la moneda, salga, y pueda aparecer la moneda con la imagen; pero si está debajo del polvo, en la oscuridad, no se va a encontrar; entonces se tiene que encender la lámpara y se tiene que barrer; eso es lo que el Señor está haciendo.
Y dice más: “y busca con diligencia hasta encontrarla”. El Señor es diligente en la búsqueda; nosotros pensábamos que nosotros éramos los que buscábamos, pensábamos que nosotros éramos los buscadores, ¿verdad? A veces nos jactamos de ser creyentes. Nosotros leíamos filosofía, psicología y esoterismo, buscando la verdad, pero realmente esa hambre interna era el Señor buscándonos a nosotros; y luego tiene que barrer ese montón de porquerías con que nos atosigamos, porque el que en verdad nos busca es el Señor; Él es el que nos busca. Entonces dice:”y busca con diligencia”; ¡qué precioso es esto! dos palabras claves: buscar; o sea el Señor en verdad nos busca, en realidad le importamos a Él, de tal manera que si no nos encuentra en el lugar en que tenemos que estar, que es ahí en la mesa con los demás hijos, Él nos busca. ¿Cuándo te parece que Él ejercita la intercesión? No solamente cuando estoy bien, sino precisamente cuando estoy peor. ¿No le dijo eso el Señor a Simón?: Simón, Satanás te ha pedido, porque Satanás, para poder tocarnos, tiene que pedirle permiso al Señor; y el Señor le da permiso sólo un poquito, solamente para que nosotros reaccionemos y veamos en qué peligro estamos. Entonces le dijo: Satanás te ha pedido para zarandearte como a trigo, pero yo he rogado por ti; es decir, cuando tú estás en plena zaranda, mejor dicho, con esos nervios que suben y que bajan, porque ¿saben que es zarandear? Zarandear es sacudirlo; o sea, cuando estamos en esa sacudida, que estamos para arriba y para abajo, ahí es cuando Él está intercediendo; no es cuando estás bien, cuando todo está bien contigo, tú estás orando, ayunando, estar reuniéndote, estás amando, estás sirviendo; claro que también ahí, pero cuando tú necesitas, cuando estás en el peligro, cuando estás en la prueba, cuando estás en el conflicto, ahí es que Él está cuidando de ti, ahí es que Él está intercediendo por ti, ahí es cuando Él dice: yo rogué por ti para que tu fe no falte; es decir, fíjense que a Judas Iscariote le faltó la fe y se ahorcó, se reventó, se explotó. Pedro también negó al Señor, pero el Señor intercedió para que no le falte la fe, y él venció. Entonces por eso dice la palabra del Señor: cuando vuelvas, confirma tus hermanos; o sea, Él intercedió por Pedro cuando Pedro estaba en la zaranda; dice: yo he rogado por ti que tu fe no falte; es decir, no te puede faltar la fe cuando estás en la zaranda, porque la zaranda viene para hacerte sentir tus sentimientos, como si Dios te hubiera olvidado, como si ya no hay caso contigo, esas emociones negativas, pensamientos y sentimientos negativos que el enemigo trae, es como para hacerte sentir que estás en el aire, porque como a veces te quieres guiar por los sentimientos, y los sentimientos son como el ascensor que sube y baja, que no son seguros, cuando viene el día de la prueba, la hora difícil, cuando viene la andanada de dardos de fuego del maligno y tú empiezas a desconfiar porque no puedes sentir, ahí tu fe empieza a tambalear; esa es la zaranda. Pero dice: que tu fe no falte; la fe es en la Palabra, nunca busques la fe en los sentimientos, nunca te bases en lo que sientes, sino en lo que Dios dice. Si Dios dice algo, es así, tienes que creer, resistir otro pensamiento, resistir todo sentimiento; lo que Tú dices, Dios, es esto; y esto es lo que yo creo; porque los enemigos vienen a la mente, vienen a las emociones, vienen al sistema nervioso, viene a la piel; ahí es donde el enemigo viene; a veces viene deleitoso, y a veces viene terrible, de las dos maneras; él es terrible, él viene a matar, a robar y a destruir, él nos tiene un odio terrible. Gracias a Dios que el amor del Señor es mayor, y el poder del Señor es mayor. Pero ¿qué es lo que Él pide para mantenernos firmes y resistir? La fe, que tu fe no falte. Entonces allí es cuando el Señor intercede. Dice que El intercede por nosotros siempre; no que Él es sólo sacerdote cuando estamos bien, y luego deja de serlo cuando cometimos la falta; al contrario, es porque Él conoce que somos terriblemente falibles, más de lo que nos imaginamos, y eso es lo que vamos descubriendo a medida que caminamos con el Señor, cuán débiles somos; y entonces ahí es que Él intercede, intercede para que no nos falte la fe; la fe no en nosotros, porque nunca estaremos delante de El por la justicia propia; sino la fe en Su amor; nunca debemos dudar de que Él nos ama, no importa lo que pensemos, no importa lo que sintamos; Él nos ama, y ahí tenemos que estar seguros, y ahí nos afirmamos, y ahí resistimos, y ahí pasa la tormenta y nos levantamos de nuevo, ¿amén hermanos? Esa es la búsqueda diligente, es el Señor buscándote a ti, donde estás, en una cueva, porque si no estuvieras en una cueva no habría que buscarte; pero a veces estamos en pozos, y Él nos busca diligentemente en el pozo, porque ¿hasta dónde Él bajó? ¿saben hasta dónde? Hasta el Seol, a llevar a los que estaban cautivos en el Seol; y predicó el evangelio a los muertos, que Él era el Mesías que todos esperaban, para sacarnos del hueco; para eso vino el Señor, amén. La búsqueda diligente del Señor nos alcanza en el hueco. ¡Dónde estaba Elías? En un hueco, huyendo, temeroso; ¿qué haces ahí Elías? Sal, sal del hueco. Lázaro ¿qué haces en la tumba? Sal fuera; y salió; eso es lo que hace el Señor, ¿qué haces tú ahí? Sal fuera del hueco, sal a la luz , levántate y ven, ¿amén? “busca con diligencia hasta…”, ¡aleluya! La búsqueda del Señor, “…hasta encontrarla”. No es como nosotros, no, no; tiro la toalla; el Señor no tira la toalla, Él busca hasta encontrar; ¿a quién? a quien ama; Él nos ama, y entonces busca hasta encontrarnos.
Verso 9: “Y cuando la encuentra”, ¡aleluya! ¡Gracias a Dios! “Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas”; si esta es la iglesia local, serán las otras iglesias; “y vecinas”, que podrán ser los ángeles, porque después habla de los ángeles también; “diciendo: gozaos conmigo”, ¡aleluya! Ese es el amor del Señor; todavía no estaba gozando mientras está buscando, pero Él busca hasta encontrar para poder gozarse, porque dice que El menospreció el oprobio por el gozo puesto delante de Él; Él sabía el mal que existiría si dejaba a las personas libres, pero si hacía solo títeres, ¿qué gloria habría? Entonces son libres, tanto los ángeles, como los querubines, y los hombres; y se rebeló el maligno. Él sabía el daño que habría, pero Él sabía también el gozo mayor que habría; Él sabía la terrible cantidad de aflicción, pero conoce una cantidad mayor de consuelo; si Él no permite la aflicción, no vas a conocer el consuelo; sólo porque has probado la aflicción vas a conocer el consuelo. Una persona que nunca conoce la aflicción, no conoce el consuelo, no sabe lo que es salir del fango a la Roca firme. Entonces el Señor es sabio, y a veces nos tiene que dejar un poquito conociendo lo que es el fango, para que apreciemos lo que es la Roca firme, ¿amén?
“Gozaos conmigo”, es decir, hay que alegrarse con el Señor, con la Iglesia, que es el instrumento del Señor; gócense conmigo; es un gozo conjunto del Espíritu del Creador y de sus instrumentos, de la Iglesia, de las iglesias, de sus ángeles; gócense conmigo; qué lindo que en el reino hay gozo. Hay otro reino también, pero no hay gozo, sólo temor; aquí en este reino del Señor hay gozo; en el del Señor. “Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”. Precioso ¿no hermanos? Gozo en los ángeles, porque la película favorita que se ve en el cielo es lo que pasa en la tierra; no sólo la de los ángeles electos; incluso los ángeles caídos se la pasan mirando este planeta; ¿de dónde vienes Satanás? De recorrer la tierra y andar por ella. Dios también tiene siete ojos para recorrer la tierra, Dios está constantemente mirando sobre la tierra; sobre todo ¿saben qué es lo que Él mira? Nuestro corazón, eso es lo que Él mira, Él mira nuestros corazones, Él mira lo que está pasando en nuestros corazones, eso es lo que Él está mirando, lo que pasa en nuestros corazones. Lastimosamente no solamente Él ve eso; los ángeles también ven, y los demonios ven, y cuando nos “meten un gol”, ellos hacen fiesta, y los nuestros lloran; pero cuando nosotros “metemos el gol”, los nuestros hacen fiesta, y los otros se enfurecen, tiran la puerta, y hacen lo que puedan; si no te pudo matar a ti, mata al de al lado, pero te quería matar a ti, como no pudo, mató al de al lado. Yo he visto eso, accidentes aquí al frente y aquí detrás; yo sabía que era para nosotros, pero no pudo, porque el Señor nos guardó; entonces se lo hizo al otro; ese es el enemigo; el Señor nos guarde. Es como si fuésemos pescaditos en un acuario; nosotros estamos aquí en el acuario, y los otros están en la otra dimensión; el Señor que lo llena todo; Él está en todas las dimensiones, Él es omnisciente y omnipresente en todo, pero también los ángeles, que a veces vienen a ésta, lo normal es que están en la suya, y también los otros espíritus; nosotros no los podemos ver a ellos, pero ellos si nos pueden ver a nosotros, a veces hasta adivinan algo, ellos no conocen todo, por eso es que no hay que hablar de una manera errada cosas que vamos a hacer, porque vas a hacer algo para el Señor, y lo dices sin cuidado, sin la protección del Espíritu, y lo oyen los demonios, y ellos van a estorbar; entonces hay que ser muy prudentes no solamente con el mundo natural, sino con el espiritual, porque nosotros somos espectáculo. Vamos a leer esa frase allí en 1ª a los Corintios para ver ese aspecto.
1ª a los Corintios capítulo 4; vamos a ver esa noción de espectáculo, vamos a leer desde el versículo 9: “Porque según pienso, Dios nos ha exhibido”, noten esa palabra “exhibición”, “exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte, pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo”, pero no sólo al mundo, “a los ángeles”, y entre esos hay unos que no cayeron, dos tercios, y un tercio que cayó, que también son ángeles. Por eso nuestras hermanas tienen el velo puesto por causa de los ángeles, ¿por qué? porque ellos están viendo lo que significa este mundo, ellos saben lo que significa el velo, cuando se hace con revelación; significa: yo proclamo que el reino es del Señor y me someto al Señor, y estoy bajo la cobertura del Señor. Entonces Dios te ve bajo esa cobertura y se sabe a quién tienes por rey, se sabe a quién le perteneces, y bajo quién estás cubierta, y no pueden llegar, porque tienes señal de autoridad sobre tu cabeza. Esa señal de autoridad quiere decir que reconoces la autoridad del Señor. A diferencia de los demonios que se rebelaron, la Iglesia sí lo reconoce, y las mujeres representan a la Iglesia; cuando se cubren la cabeza, están dando testimonio, están dando señal de autoridad, están mostrando que ellas reconocen un gobierno que es el Dios, y que ese gobierno es su protección, su cobertura. Pero si se actúa de una manera rebelde, descuidada, es como decir: yo no necesito cobertura: entonces le llegan directo los demonios; ese es el problema; quien no está cubierto es pasto de los demonios.
Les cuento una anécdota: una vez un hermano le dijo al presbiterio, y no voy a decir el lugar, ni el nombre, sólo voy a contar el acontecimiento; dijo: ah! ya estoy cansado de que los hermanos me estén cuidando, déjenme vivir mi vida, no estén pendientes de lo que yo hago, déjenme vivir mi vida; y salió; los hermanos lo respetaron, y él salió. Tan pronto salió a la calle, vio a lo lejos una nube de demonios felices que llegaban en dirección a él, porque él dijo: déjenme vivir mi vida; entonces los demonios encontraron lugar para venir a atacarlo. Cuando él vio eso, el Señor fue misericordioso, le dejó ver lo que pasaba, salió corriendo y les dijo: hermanos, perdónenme, oren por mi y cúbranme; y fue cubierto. No piensen que el mundo maligno es inocente, es asesino, hace las peores cosas. Si tú no estás bajo la cobertura del Señor, si tú no tienes en cuenta el cuidado del Señor, la sujeción al Señor, tú sales a tu propia manera, tú te burlas de las prescripciones del Señor, tú estás saliéndote de la cobertura, estás inmediatamente expuesto o expuesta a los ataques del maligno. Cuando tú estás en sujeción al Señor, y cuando tú pronuncias la sujeción, las hermanas cuando se colocan el velo para orar están diciendo: yo le pertenezco al Señor, reconozco que Él es el Señor, es una señal de autoridad, yo estoy bajo autoridad y bajo cobertura; entonces la persona está protegida.¿ Qué pasa si un equipo de fútbol pierde cinco partidos?, ¿a quién echan? Al técnico, porque el técnico es el que dirige, el técnico es el que dice: vayan por allá, hagan ese juego así; y nunca le sale bien; entonces el general es el que lleva la cuenta, porque él es el responsable. Eso es lo que quiere decir estar bajo sujeción. Si los jugadores hicieran lo que dijo el técnico, si los soldados hicieren lo que dijo el general, entonces la responsabilidad no está en los jugadores, no está en los soldados, está en el técnico, está en el general; eso es lo que quiere decir estar bajo cobertura. Cuando tú no aceptas la cobertura del Señor, tú estás expuesto a los ataques de los espíritus; cuando tú te sometes al Señor, estás protegido por el Señor, protegida por tu marido si eres mujer, protegido por los ancianos de la iglesia si obedeces lo que ellos dicen; pero si te sales y haces lo que tú quieres en tu casa, si tú no cuentas con el cuidado de tu marido, sales y no saben para dónde, tu marido no sabe para dónde saliste, ni que hiciste, así como cuando los hijos no obedecen una prohibición del padre, quedan desprotegidos, porque existe un mundo espiritual. El Señor estableció la cobertura para la protección, ¿por qué? porque somos espectáculo y esos espectadores intervienen; los ángeles fieles intervienen a nuestro favor; se dice que son espíritus ministradores a favor de los herederos de salud, pero los que se rebelaron no están a favor, están en contra, y también intervienen, provocan accidentes, provocan cosas, y a veces Dios tiene que permitir que algo le pase a alguno de los suyos, porque no se mantuvo debajo de la cobertura, no se mantuvo debajo de la protección, salió por sí solo haciendo las cosas, como decía el verso anterior. Miremos el verso anterior aquí en 1ª a los Corintios capítulo 4, verso 8: “Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinaseis, para que nosotros reinásemos también juntamente con vosotros!” Ya estamos saciados, no necesitamos a los apóstoles, no necesitamos que nos digan nada, ya estamos saciados, ya reinamos, no queremos oír opiniones, no queremos ser guardados, queremos hacer las cosas, reinar solitos, ahí es donde se abre la puerta y la brecha a los demonios. Del Libro de Crónicas, ¿qué se escribió en él? No hay el tiempo ahora por causa de la hora; pero allí se trata de cuando los demonios tienen acceso, por cuanto no hay cobertura. Cuando lean los últimos capítulos de mi libro “Aproximación a Crónicas”, los que pueden sacar fotocopia de las lecciones del libro y de los conceptos claves del libro de Crónicas, ahí van a detenerse en más detalles sobre esto que para ahora ya no tenemos tiempo, pero esto lo quise decir por causa de lo que decía esa última frase: Gozo delante de los ángeles; o sea que los ángeles son espectadores porque nosotros somos espectáculo; nosotros estamos siendo vistos por un mundo invisible, y en ese mundo invisible existe una guerra, y existe un campamento que nos cubre, y un cerco que nos cerca, como Satanás se quejaba delante de Dios porque había cercado a Job y que por eso Job lo adoraba, pero que lo dejara probar y vería como Job iba a maldecir. Hermanos, si Dios no nos tuviera cercados, ya estaríamos muertos; somos cercados, pero a veces nosotros mismos nos salimos del cerco, y Dios respeta nuestra decisión, ¿por qué? ¿saben qué, hermanos? Con esta frase termino: El temor de Dios es la sabiduría y el principio de la sabiduría. Cuando tú respetas a Dios, y te guardas, esa es la sabiduría; y esa es la inteligencia: el apartarse del mal; el avisado ve el mal y se aparta; pero los insensatos pasan, y llevan el daño; ¿no es así? Entonces, hermanos, mejor es temer a Dios, vivir en la comunión, vivir en la sujeción mutua unos a otros, respetándonos, y así estamos protegidos, y así los “hinchas” del otro equipo no nos van a molestar; nosotros tenemos que ganar este “partido”, ya el Señor lo ganó y nos dio la victoria, y ahora nos toca a nosotros demostrar Su victoria; y esa es nuestra misión, viviendo en unión con Él. Vamos a orar al Señor.
Padre amado, en el nombre del Señor Jesús, te agradecemos que eres bondadoso, te agradecemos que Tú eres una cobertura verdadera, te agradecemos que nuestras hermanas no tienen sólo un trapo en la cabeza sino la cobertura del Dios Altísimo, el cerco de Dios, porque se han sometido a Ti y a tu protección. Padre, en el nombre del Señor Jesús, gracias porque nuestras hermanas representan a la Iglesia; lo que la Iglesia es, se ve en ellas; ayúdanos a ser personas que te amamos, personas que quieren vivir en el Espíritu, personas que quieren vivir en unión contigo; Tú eres el marido que te haces cargo de las cosas, déjanos vivir bajo tu regazo, bajo tu cobertura, en el nombre del Señor Jesús, amén.
Puede ser que una hermana piense que su esposo no es lo suficientemente bueno, maduro, para cuidarla; pero acuérdese de que es Dios quien la está cuidando a través de su marido, no es sólo él. La Biblia dice que usted esté allí en ese lugar y que ahí Dios la protege, si usted respeta a los que Dios puso para protegerla, ¿amén? La paz del Señor sea con los hermanos.
Gino Iafrancesco V., 13 de mayo de 2005, localidad de Teusaquillo, Bogotá D.C., Colombia. Transcripción de la hermana Marlene Alzamora, revisada del autor. LAS CIEN OVEJAS
Por Gino Iafrancesco V. - 23 de Junio, 2011, 21:36, Categoría: General
(27) LAS CIEN OVEJAS Vamos a continuar con la serie de los misterios del reino de los cielos como son vistos en las parábolas del Señor Jesús. Vamos a abrir en dos lugares, hermanos, en Mateo 18 y en Lucas capítulo 15. Vamos a considerar hoy la parábola tan cercana, creo yo, a nuestros corazones, de las cien ovejas; es una parábola que aparece en Mateo 18 desde el versículo 10 hasta el versículo 14; sin embargo, aparece incrustada en un contexto especial. Ustedes se dan cuenta de que desde el versículo 1 aquí empiezan los apóstoles a pensar antes de ser, digamos, ungidos por el Espíritu Santo, cuando apenas estaban empezando a caminar con el Señor; empiezan a decir que ¿quién de ellos sería el mayor? Ellos estaban pensando en su propia grandeza, pensaban en función de su propia grandeza mundana en el reino; porque los reinos mundanos son para la grandeza de los hombres. Como dice el Señor Jesús, los que en ellos gobiernan se enseñorean sobre los demás; y los mismos apóstoles, cuando todavía no tenían el Espíritu Santo, tenían esas preocupaciones de querer mirar a los demás desde arriba, y querer ser superiores unos a los otros; y entonces, en ese contexto, el Señor les habla de ese niño pequeño, que en la tradición se dice que era Ignacio de Antioquía ese niñito; Jesús dice que si no os hacéis como uno de esos pequeñitos, no entraréis en el reino; y habla de no causar tropiezo a ninguno de esos pequeñitos; y entonces, en ese contexto del Señor presentando el contraste de ser como niños y de no causar tropiezo a los pequeños, es que el presenta, en ese contexto, según Mateo, la parábola de las cien ovejas. Y luego, si ustedes se fijan, después del verso 14, en el verso 15, dice: “Por tanto”; quiere decir que el Señor viene respondiendo a ese interés de nuestra propia grandeza, respondiendo con una invitación a ser como niños, y no causar tropiezo ni siquiera a los más pequeños; y habla de lo seriamente grave que es causar tropiezo a los pequeños. Entonces Él habla de cómo el pastor fue en busca de su oveja perdida, y como consecuencia Él habla de cómo perdonar a los hermanos, y buscar a los hermanos que han pecado, especialmente contra nosotros, aunque esa frase “contra nosotros” no figura en todos los manuscritos. De todas maneras, si pecan contra nosotros, debemos buscar al hermano, pero no para saciar nuestra venganza, ni para desahogarnos nosotros, sino para ganar al hermano; porque un pequeñito que peca, nuestro hermano que peca contra nosotros, es importante; y hay que ganar al hermano, al hermano importante que peca, y no yo, que soy el ofendido. Y luego, Lucas capítulo 15 presenta esa parábola también en un contexto interesante. En el capítulo 15 aparecen tres parábolas que tratan también con el mismo principio de la oveja perdida de entre las cien, o del dracma perdido entre diez, o del hijo prodigo perdido entre dos; de cien, de diez y dos. Eran cien ovejas perdidas, eran diez dracmas perdidos, eran de dos hermanos, uno, el pródigo, que se fue a malgastar los bienes; y en ese contexto, esas tres parábolas tienen una lección semejante; pero, como es una parábola que aparece en Mateo y también en Lucas, ellas tienen unas pequeñas variantes, cositas que se acordó Mateo que no se acordó Lucas, cositas que se acordó Lucas y que no se acordó Mateo; entonces hay que unificar esas dos parábolas para tenerlas de una manera más rica. Quise antes de leerla, que pudiéramos ver el contexto en que aparece, dónde es colocada esa parábola en el contexto en que la pone Mateo, en el contexto circunstancial, y también las otras parábolas que dijo Jesús en aquella ocasión, que no mencionó Mateo, pero que registró Lucas; porque Lucas es el único que registra la parábola de los diez dracmas, y es el único que registra la famosa parábola del hijo pródigo; sólo Lucas; Mateo sólo recordó esta parábola de las cien ovejas, y no recordó el contexto en que fue dicha; pero Lucas nos recordó las otras. Hoy no vamos a detenernos en las otras, ni vamos a detenernos demasiado en el contexto, aunque lo vamos a tener en cuenta, pero principalmente vamos a detenernos en la parábola de las cien ovejas. Entonces vamos a leer integrando Mateo 18:10-14 con Lucas 15:1-7, integrando los dos testimonios, el de Mateo y el de Lucas, acerca de esta parábola de las cien ovejas: “Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. Entonces él les refirió esta parábola diciendo: Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. ¿Qué os parece? ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si un hombre tiene cien ovejas, si pierde y se descarría una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va por los montes tras la que se perdió, a buscar la que se había descarriado hasta encontrarla? Y si acontece que la encuentra, cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. De cierto os digo que se regocija más por aquella, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. Os digo que habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. Así, no es la voluntad de nuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños”. Tremenda parábola; y ¡cómo se enriquece juntando los dos testimonio! En el llamado Evangelio de Tomás, que se encontró en 1945 en Nag-Hamadí, en Egipto, que contiene 114 dichos del Señor Jesús coleccionados, en el dicho o logión 107 está resumida esta parábola con las siguientes palabras: “Jesús dijo: El reino se parece a un pastor que tenía cien ovejas; una de ellas se extravió, la más gruesa (otros traducen la más grande), El dejó a las noventa y nueve y buscó aquella sola hasta que la encontró. Después de haberse fatigado dijo a la oveja: te quiero más que a las noventa y nueve”. Así es como lo cuenta el llamado evangelio de Tomás; es un recuerdo de Tomás que fue un poquito retocado por los gnósticos. Pero en Oxirrinco, que es otra ciudad más al norte, se descubrieron unos fragmentos también de estos dichos, no completos, en griego; y lo que se encontró en Nag-Hamadí es en copto, que fueron completos; los que están en copto tienen un sabor medio gnóstico, pero de todas maneras nos recuerdan estas palabras del Señor. No vamos a detenernos en la exégesis de este pasaje de Tomás; apenas lo cito como ilustración para que los hermanos lo sepan, pero vamos a detenernos en la exégesis de los pasajes que la providencia de Dios hizo canónicos en la historia de la Iglesia. Vamos a ir leyendo de nuevo, abiertos a que el Espíritu Santo nos detenga en estas frases; porque a veces, cuando vamos muy rápido, no le permitimos al Espíritu Santo tocarnos. Nunca debemos leer la palabra del Señor solamente para saber, porque así no le permitimos al Señor tocarnos. Debemos leer la palabra del Señor en oración, en su presencia, con el deseo de que su Espíritu a través de su palabra, que también es Espíritu, nos toque. La intención no es leer rápido para saber algo; ¿de qué sirve saber si no somos tocados? Lo importante es que podamos ser tocados, para que nuestro hombre interior pueda ser nutrido en el propio ser, naturaleza y Espíritu del Señor, que se ministra a nosotros a través de su palabra; entonces por eso estamos en su presencia. “Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle”; ese es un buen marco para esta parábola; si esto no fuera así, esta parábola hubiera sido solamente palabras; pero antes de que estas palabras de esta parábola fueran pronunciadas, la vida que reflejaba esta parábola se manifestaba en el Señor; por eso las personas se sentían agradadas de venir al Señor, no se sentían acusadas, ni molestadas, no se sentían rechazadas, sino que tal como eran se sentían cómodas en la presencia del Señor; y acostumbraba a venir. Hendriksen, el llamado príncipe de los comentaristas de la reforma, o de los reformados, él traduce de esa manera: acostumbraban reunirse con Jesús; así traduce él: “Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle”; o sea, Él les hacía fácil el acercarse; no era una persona complicada como nosotros, como yo; Él hacía que las personas pudieran venir a oírle con gusto; no se sentían acusadas; se sentían más bien atraídas, porque Él estaba lleno de gracia y de verdad. La ley vino por mano de Moisés, pero la gracia, que es de lo que nos habla esta parábola, la gracia y la verdad, vinieron por medio de Cristo. No eran sólo palabras, porque Él todavía no había dicho esta parábola, y ya, como moscas estaban los publicanos y los pecadores alrededor de Él. “Y los fariseos y los escribas”, o sea, las personas que se sentían mejores, confiando en su propia justicia, como los escribas en su propio conocimiento, “y los fariseos y los escribas murmuraban”; el Señor transmitía gracia, pero ellos murmuraban; como en el caso del pródigo, también su hermano se enojó y no quería entrar a la fiesta. “Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe”; ellos esperaban que no los recibiera; pero Él los recibía, porque no hay otra manera de ayudarlos. “Y con ellos come. Entonces…”, o sea, en ese contexto, “Él les refirió esta parábola diciendo: Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños”. Uno podía preguntar: ¿quiénes son estos pequeños? Pero más adelante está diciendo que estos pequeños son los pecadores que se arrepienten; no necesariamente, en este contexto, la palabra “pequeños” se refiere a los cristianos, no; Él está defendiendo a aquellos contra los cuales ellos murmuraban: esos pecadores; y son publicanos que se dedican a extorsionar al pueblo, etc. Ustedes saben bien la historia de los publicanos; y Jesús los recibe y come con ellos; y los fariseos y escribas los menospreciaban. Como dice en uno de los profetas, que algunas personas dicen: -apártate de mí porque yo soy más santo que tú- Quizá no son las palabras, pero a veces son las actitudes. Entonces dice allí en el profeta que el Señor los avergonzará a ellos, los confundirá a ellos, y se mostrará para con aquellos que son menospreciados. Jesús está en el mismo espíritu que está en los profetas. “Mirad”, o sea que hay que poner atención, “que no menospreciéis”, no tener en poco, “a uno de éstos”, o sea, a ninguno, “a ninguno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos”. Este es uno de los versos de la colección de otros con este versículo que han dado pie para el entendimiento acerca del ángel de la guarda; porque aquí habla de sus ángeles. Ellos son pecadores, y son menospreciados, sin embargo para Dios son importantes, porque Dios los hizo a su imagen y semejanza, y pueden llegar a ser sus hijos, y algunos son sus hijos que están caídos; de manera que para Dios son de tal valor que El envía ángeles para protegerlos, para guardarlos, para guiarlos; es decir, el cielo interviene, y esos ángeles tienen un privilegio: ellos pueden ver el rostro del Señor constantemente, ellos tienen acceso a la presencia del Señor; entonces, imagínense lo importante que es este pequeño, a quien nosotros menospreciamos, cuando Dios mismo pone a su servicio ángeles; porque dice en Hebreos que los ángeles están al servicio de los que han de heredar salvación. Para los hermanos más nuevos quiero leerles ese verso para que se lo graben; está en la epístola a los Hebreos, capítulo 1 versículo 14, donde viene hablando de los ángeles y dice: “¿No son todos”, hablando de los ángeles, “espíritus ministradores”, es decir, servidores, “enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” No dice solamente que ya lo son, sino que lo serán. Claro que Dios, desde antes de la fundación del mundo, sabe quien va ser salvo en el futuro; y Él empieza a cuidarlo no solamente desde que se salva, no; Él lo cuida desde que es concebido y nace, y aún lo cuida mientras está pecando, para que el diablo no se lo mate. Hermanos, yo me acuerdo de cuando todavía no era cristiano; venía de un concierto de Rock con artistas nudistas y todo, medio locos, allá en la calle 60, en el teatro La Comedia; terminó el concierto, y venía yo bajando, y como la acera estaba ocupada, yo venía bajando por el borde de la calle; y el diablo me quiso matar; un carro se me vino por detrás a atropellarme, y yo no escuché el carro, pero en el momento en que menos me imaginé fui cambiado por la persona que iba a mi lado en la acera; yo iba por la calle; él bajó y yo subí; pero eso fue en cuestión de segundos; yo me demoro mucho en contarlo; y el carro vino y atropelló al hombre donde yo estaba, de donde yo fui sacado y él fue puesto; y él murió delante de mí; yo vi que era yo quien tenía que estar muerto; el diablo a quien quería matar a mí; y el Señor me cambió en el momento; el hombre murió, y yo me quede como grogui allí asustado, y me puse a pensar que estábamos siendo espiados, que alguien nos miraba desde otro mundo invisible; yo todavía era incrédulo, pero me di cuenta desde ese momento que éramos guardados. Entonces el Señor tiene ángeles para guardar a los pequeños; ¿eso no es muy grande? ¿Cómo vamos a menospreciar a una persona a quien Dios, para cuidarlo, le envía ángeles que tienen el privilegio de ver Su rostro? Cuando hoy en día solamente los secretarios privados pueden ver el rostro del Presidente, o de algunos de sus ministros; pero el público común difícilmente puede darles una palabra a los Presidentes o a los gobernadores o a personas prominentes de esta tierra. Así que llegar a tener el privilegio de ser alguien que tiene acceso, eso no es para cualquiera, eso es para personas recibidas por esa gran autoridad y esa gran eminencia. O sea que estos ángeles tienen acceso a la presencia de Dios, a la gloria de Dios, tienen valor ante Dios, y sin embargo Dios los pone a servir personas que nosotros menospreciamos. Una vez, cuando Pedro estaba preso, y lo querían matar, y ya habían apresado a Jacobo, y mataron a Jacobo, y ya pensaban matar a Pedro, el Señor envió a los ángeles que lo libertaran de la cárcel; y cuando él llega a tocar a la casa de la madre de Marcos, porque allí se reunían los hermanos adentro, pues ellos no se reunían con las puertas abiertas sino con las puertas cerradas, tocó Pedro la puerta, y salió Rode, aquella chica, y al escuchar a Pedro, ni siquiera le abrió, sino que salió corriendo y dijo: vino Pedro, vino Pedro. Entonces ellos no le creyeron y dijeron: -no es Pedro, sino su ángel-; por esa expresión: “su ángel”, quiere decir que la iglesia primitiva en Jerusalén participaba también de ese concepto que era normal entre los suyos, que cada persona tiene su ángel; porque ellos habían leído en Daniel que cada nación tiene su ángel; Israel tenía nada menos que a Miguel como su ángel; una virgen humilde allá en Nazareth, de la que nadie pensaba que sería alguien, el propio Gabriel fue a visitarla; y ella dijo: ¿Quién soy yo? Soy una simple chica como cualquier otra; sin embargo, Gabriel vino a visitarla; ¿se dan cuenta, hermanos? Fíjense lo que pasó con Moisés; cuando menospreciaban a Moisés, no sabían a quién estaban menospreciando; ellos le dijeron: -¿quién te puso por juez sobre nosotros?- Pero Esteban dice: -A ese puso Dios por legislador-; entonces ahí se da uno cuenta de cómo el Señor hace. Seguimos leyendo acá: “os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido…”, fíjense para qué fue que vino; Él no vino a condenar, no vino a criticar, no vino a terminar de hundir a las personas; Él sabía para qué vino. Juan y Jacobo le decían: -Señor, mira, llegamos a Samaria y no nos recibieron; ¿no quieres que así como Elías mandó a caer fuego del cielo, nosotros también hagamos lo mismo? Tenían fe hasta para hacer lo que hizo Elías. Señor, ¿quieres que lo mandemos? Menos mal que preguntaron, y el Señor les dijo: -No sabéis de que espíritu sois-. Y aquí vuelve a decir lo mismo: El Hijo del Hombre no vino para perder, sino para salvar. “El Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido”. Esta es la identidad del Señor, este es el Espíritu de gracia propio del Nuevo Testamento. Y entonces les llamo la atención a esta introducción: “¿Qué os parece?” Cuando te preguntan así: ¿Qué os parece? Inmediatamente tú pones atención a qué es lo que te quieren decir; porque a veces se dicen cosas, y uno las pasa por alto; entonces Él, para que no pasen por alto las cosas, les llama la atención para ver qué es lo que va a decir; les llamó la atención para que pongan atención, para que no les pase como el agua por encima de las plumas del pato. “¿Qué hombre de vosotros…”; ustedes saben que ellos estaban allá en Israel, que era un país pastoril; “Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas”, o sea que era riquito porque tenía cien ovejas, porque aquel Urías sólo tenía una ovejita, que fue la que se le comió David; lo mandó a matar a él; pero éste tenía cien; sin embargo, aún teniendo cien, porque, fíjense, uno puede pensar: si fuera una sola oveja, por ser la única oveja de la cría, porque era la única por eso la quería; pero el Señor quiere mostrar que Él quiere a todos; y no sólo puso una, sino que puso una entre cien; cien ovejas para el contexto de ellos allá en Israel era mucho; una persona que tenía cien ovejas era una persona rica en ese contexto; y aún teniendo cien ovejas, si son ricos, ni se dan cuenta de que tienen una oveja menos o no. Cuántos de los mayordomos se comen los carneros del dueño, y el dueño ni sabe cuantas vacas tiene, ni cuantos carneros, ni caballos; no sabe, ni le importa. Pero aquí a éste le importa cada uno; por eso les llamo la atención al contraste de cien por uno. Cada una de esas cien es valiosa, cada una de ellas puede ser esta oveja que se perdió; o sea, todas las cien son importantes. “Si un hombre tiene cien ovejas, si pierde, y se descarría una de ellas…”; el Señor diciendo: -pónganse en mi lugar-, “¿no deja las noventa y nueve en el desierto y va por los montes tras la que se perdió?” Aquí el Señor no está poniendo muchas prioridades, porque ellas no se van a perder, ellas no necesitan de arrepentimiento, ellas son justas, un justo no necesita de arrepentimiento; Yo no vine a llamar justos, dice el Señor, sino a pecadores; o sea que el Señor aquí nos está llamando la atención a la carga que Él tiene por los que están perdidos, o por los hijos que están apartados, ya sea perdida o descarriada; perdida es que nunca se salvó, y descarriada es que siendo salva se fue a vivir al mundo, ya sea que fue débil, o que el diablo le puso una trampa, o cualquier cosa que le haya sucedido, sea la que sea, de todas maneras se descarrió; y dice acá: “¿no deja las noventa y nueve en el desierto?” ¿por qué? porque la urgencia es por ésta; la urgencia es con la que está descarriada; la urgencia es con la que está perdida; no es que el Señor no ame a las noventa y nueve, sólo que las noventa y nueve ya están a salvo, ya están seguras, no están en peligro, están en la vida normal, están disfrutando de los pastos, están disfrutando de las aguas, están lejos de las fieras, están protegidas, están bajo el pastor y los que trabajan para el pastor; porque si son cien ovejas, tiene que ser alguien que contrata quien le ayude; pero la número cien no estaba protegida; puede ser que tuviera hambre, que tuviera sed, que tuviera frío, que los lobos, o los leones, o los jaguares, o los pumas se la vayan a comer, o los ladrones se la vayan a robar, o a esquilmar y a comer también. Entonces hay una urgencia que el Señor quiere despertar aquí también en nuestros corazones; nosotros a veces pensamos sólo en las noventa y nueve, pero el Señor quiere que nos acordemos de la número cien, el Señor está pensando en la cien. El hermano Rick Joyner decía que si un padre se sienta en una mesa con sus hijos, y falta un hijo, por el puesto de un hijo que está vacío, su alegría no es completa; claro que él tiene alegría con los demás, él no está menospreciando a los otros, los otros también valen para él; si fueran los otros los que se perdieran, sentiría lo mismo por ellos; pero gracias a Dios que esos noventa y nueve están bien; pero ese puesto vacío no permite que su corazón esté tranquilo. De manera que si nuestro Padre no tiene el corazón tranquilo porque le falta uno de sus hijos, ¿cómo nosotros podemos tenerlo tranquilo? No podemos tenerlo tranquilo, debemos estar pensando en aquellos por los que el Señor está preocupado, cargado; orar por los que se han apartado, o por los que no han llegado, ni se han decidido. Entonces por eso dice así: “¿no deja las noventa y nueve en el desierto y va por los montes tras la que se perdió, a buscar la que se había descarriado hasta encontrarla?” O sea que el objetivo no es hacer el papel de que va por ahí, y como no es el dueño, se hace el que estuvo buscando por allá, y luego viene a cobrar por adelantado, y dice: son trescientos dólares; porque el asalariado hace eso, ¿verdad? Pero aquí dice: “hasta encontrarla”; el objetivo era encontrarla, salió a encontrarla, como decía en el llamado Evangelio de Tomás, fatigándose por ella. Y dice: “y si acontece”, y esta es la parte que a mí me deja preocupado, que aquí el Señor puso un condicional; hay casos en que no se cumple la condición, y la oveja no se deja encontrar, o se la comieron los lobos, o quién sabe qué; pero dice: “Y si acontece que la encuentra”, o sea que podría acontecer que no la encuentrase; ¡que triste es eso! Pero si el Señor dijo “si”, le pone una situación condicional, “si acontece que la encuentra”, es decir, no se ahogó, no se la robaron, no murió, no se la comieron, la encontró, como dice el canto: gimiendo y llorando de frío, pero la encontró, la cargó en sus hombros y al redil volvió, ¿amén? Sigue diciendo: “Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;” todos recuerdan aquella persona que veía en la arena siempre dos pares de huellas, y una vez no vio si una, y dijo: -Señor, pero aquí me dejaste solo, justo cuando estaba en el mayor problema me dejaste solo; Él dice: -no, no, ahí fue que te puse en mis hombros, por eso donde están mis huellas, no son tus huellas, sino mis huellas. Cuando pensaba que lo había dejado solo era cuando estaba más seguro, sobre los hombros; ahí era que estaba seguro, cuando parecía que estaba solo, ahí estaba en los hombros y no estaba en la tierra. Qué misericordioso el Señor, la había podido traer caminando, ah! se me escapó, ahora vas a ver, te voy a llevar a rejo; nada de eso, qué comprensivo, se puso en el lugar de ella, ¿cómo va a caminar si no ha comido, si está asustada? hay que tranquilizarla; y se la puso en los hombros, así como las dos piedras de ónice con las tribus de Israel sobre los hombros del sumo sacerdote, se la puso sobre los hombros, y no dice: “triste”, sino “gozoso”; el Señor llevando el peso gozoso de su oveja; ella ya no estaba sufriendo, pero Él gozoso se la pudo poner a los hombros porque la encontró. Y dice: “Y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos”; yo pienso que aquí, como Él después lo explicó, de cierto os digo que hay más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por muchos justos que no necesitan arrepentirse, ya están en paz de Dios; entonces yo pienso que estos vecinos y amigos se refieren a los ángeles; hay más vecinos que los ángeles, que son los arcángeles; y unos más vecinos que son los querubines; y unos más vecinos que son los serafines. No piensan ustedes que los serafines no se van a alegrar también por las ovejas; ellos también conocen al Señor, ellos saben quien es Él. Santo, Santo, Santo, llenos están los cielos y la tierra de Tu gloria, como cantamos. Entonces sus vecinos y amigos son convidados por el Señor para alegrarse por haber encontrado esa ovejita, ¡qué cosa preciosa! “Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido”, ¡qué precioso! Por eso hay gozo celestial. Yo digo a los hermanos que nosotros tenemos una barra de fans a nuestro favor en el otro lado, en el mundo invisible; cuando logramos superar nuestros problemas, cuando logramos volver al seno de nuestro Señor, arrepentidos y perdonados, hay un gozo tremendo; y hay una palpitación terrible cuando estamos alejados. Es como cuando están viendo un partido de fútbol, los seguidores de un equipo; cuando le meten gol a su equipo, que cosa terrible, muchos se mueren del corazón viendo fútbol porque su equipo pierde; pero nosotros tenemos nuestros torcedores, y el diablo tiene los de él, los demonios; cuando logran hacernos caer, ellos se alegran y nuestro Señor llora y los ángeles; pero cuando somos encontrados y volvemos a estar sobre sus hombros, ya estamos en el redil, entonces ahí se alegran el Señor y nuestros torcedores angélicos del mundo invisible. Entonces dice: “De cierto”, eso es verdad, cuando El dice: amén; esa es la palabra que se traduce: en verdad o de cierto, amén, así es. “De cierto os digo que se regocija más por aquella, que por las noventa y nueve que no se descarriaron”. No quiere decir que entonces vamos a descarriarnos para que Él se goce, no, claro que no; Él se goza de encontrarnos, Él nos salvó. Una hermana, que antes de ser cristiana era una bruja y hacía “trabajos”, como dicen ellos, terribles, era terrible, terrible. Alguien una vez le predicó y le dijo: El Señor Jesús no te va a dejar; y dice ella que por todas partes donde ella iba, iba el Señor Jesús; sólo ella lo veía, pero iba con ella; se subía al bus, y el Señor Jesús con ella; se bajaba del bus, y el Señor Jesús detrás de ella; llegaba a la casa, y el Señor entraba; no le hablaba nada, pero detrás de ella; ella asombrada; ella era una bruja, y las brujas pueden ver el mundo invisible, ver demonios, pero ella veía al Señor Jesús detrás de ella. Ella hoy es la esposa de uno de los ancianos de la iglesia en Curitiba, una hermana queridísima hoy en día, y era tremenda, y el Señor detrás de ella. Este hermano le habló del evangelio y le dijo: El Señor no te va a dejar; el Señor le cumplió, y ella lo podía ver detrás de ella todo el tiempo; Él no le hablaba nada, pero ella percibía el cuidado del Señor acompañándola a donde fuera. Entonces ella empezó a hablarle: -ahora vas a ir a mi casa; mi casa es un desastre; me peleé con mi esposo, hace tiempo no habló con él-. Y el Señor la oía, y ella le contaba todas las cosas; y un día dice que el Señor le dio una visión, que ella estaba en un pozo, y que la única manera de salir del pozo era que se agarrara de Él; y ella extendió los brazos desde el pozo, ella no dijo: Señor, sólo lo recibió; nada técnico sino espiritual; y dice que el Señor la tomó en sus brazos, la tomó con gran alegría, como quien dice: te salvé. Hoy es una hermana queridísima; su esposo después recibió al Señor y son ancianos en la iglesia en Curitiba. Cosas preciosísimas, porque es verdad que el Señor salva, y dice: “os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.” Miremos aquí una frase muy importante; me perdonarán los híper-calvinistas; pero da de frente contra el hiper-calvinismo; algunos hablan de una predestinación en la que Dios no quiere sino la salvación de algunos; pero aquí el Señor dice: “Así”, esa es palabra máxima del Señor Jesús; Dios dijo: “A Él oíd”, al Hijo es al que hay que oír; “Así no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños”. Porque algunas personas se han ido al extremo del híper-calvinismo de la predestinación; ellos piensan: nosotros, la raza blanca, los ingleses, los holandeses, nosotros somos predestinados; pero esos negros del África, esos son predestinados a la perdición; y algunos actúan como si hubiera personas de las cuales Dios no quiere que se salven; pero ¿qué dice el Señor Jesús? No es la voluntad de vuestro Padre que se pierda uno de estos pequeños. Como dice también en otros lugares con toda claridad: Dios no quiere la muerte del impío, sino que se arrepienta y viva. Entonces nunca podemos pretender decir que si alguien no se salvó es porque Dios no quería; no, Dios no quiere que alguno perezca, Dios quiere que todos sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad; así le escribe Pablo a Timoteo, así escribe también Pedro en la segunda carta, Dios no quiere que alguno perezca; lo dice Pablo: Dios quiere que todos sean salvos, que todo hombre sea salvo, las mujeres también, los niños también, todo hombre se refiere a todo ser humano, que todos sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Nosotros tenemos que tener esa claridad. Dios quiere que todos sean salvos; nunca debemos decir, ah! a ese no le predico porque a lo mejor no está predestinado para la gloria sino para el infierno, a él no le voy a predicar, por algo no tengo ganas de predicarle. No, hermano, eso no es así; cada persona que vemos Dios quiere salvarla; nunca debemos mirar a nadie como si Dios no quisiera; no es la voluntad del Padre que se pierda ninguno de los pequeños; dice que Él no quiere que alguno perezca, Él quiere que todos sean salvos; y nosotros tenemos que tener esa certeza, no mirar a nadie como si nosotros supiéramos los que están en el libro de la vida y encontramos que faltaban fulanos y fulanos; no, el Señor dijo: vayan y prediquen a toda creatura; a toda creatura hay que predicarle el evangelio; hay que ir a cualquier hueco porque Dios valora cualquier persona. Hermanos, a veces uno no conoce lo preciosas que son las personas, y las menosprecia, hasta que el Señor te muestra la belleza espiritual en las personas. Yo recuerdo una vez como el Señor me avergonzó; estábamos en una reunión con la iglesia en Guarujá; era la primera vez que iba a Guarujá, en el Estado de San Pablo, en la costa, en el año de 1980, la primera vez que fui a Guarujá; había varios hermanos, y había un hermanito ahí de esos que juegan pelota, un muchacho de esos peloteros, sentado en un banquito, y estábamos todos hablando del Señor; y el Señor me mostró Su presencia en ese muchacho; el Señor me lo quiso mostrar para que yo no lo menospreciara; me quiso mostrar que el que en lo exterior me parecía el menos valioso, del que menos uno pensaría algo, el Señor me mostró lo precioso que era para Él, como para corregir mi corazón, para que yo no estuviera pensando mal. Y en otra ocasión y lugar también me corrigió el Señor. Nosotros pensamos saber dirigir la alabanza, tenemos los cantos bonitos, vamos a cantar en espíritu y en verdad, vamos a conducir a la iglesia en adoración; y por allá había un hermano que interrumpía la alabanza y decía: cantemos: ven pecador a Jesús; y con cánticos que no tenían nada que ver con el momento, todo en la carne; y cuando yo lo iba a corregir, el Señor instantáneamente me corrigió a mí primero; yo me demoro más contándolo; cuando el Señor te hace entender, lo entiendes ya; entendió, ya entendió. Me hizo entender esto: -Yo no lo estoy mirando a él como tú lo miras; tú no sabes que Yo los miro a todos a través de la sangre de mi Hijo, y Yo no recibo nada de ustedes, sino a través de Su sangre; él se está expresando de esa manera como él es; es lo mejor que él puede hacer; pero no es en los méritos de él que le he recibido, sino por los méritos de la sangre de mi Hijo que lo he recibido-; y no porque nosotros sí sabemos cantar bien bonito, bien ungido, que lo hemos recibido, no, igual que él somos recibidos por la sangre de Cristo. Me hizo recordar mis hijos: la mayor, Silvana, la más grande, lógicamente que ella pinta muy bonito; y la más chiquita viene con un garabato y me lo muestra; pero yo me alegro con ese garabato, es lo mejor que pudo hacer, era pequeñita e hizo un garabato, yo recibo ese garabato con alegría, tengo una colección de garabatos. Entonces el Señor recibe a través de la sangre de Cristo; nunca nosotros venimos porque somos mejor que los otros y sabemos más que los otros; ah, nosotros sí sabemos y los otros no saben; nunca venimos por nuestros méritos; somos recibidos por la sangre de Cristo igual que todos, porque Dios recibe a todos por medio de esa sangre, y no podemos menospreciar a ninguno. Ay! ay! somos corregidos. Una vez el Señor me tuvo que dar una palmada en la mano por causa de pretender, yo soy aquí el maestro, los otros son las ovejitas que están aprendiendo; ay! ay! ay! Soy apenas un sirviente del verdadero pastor, ¿entienden, hermanos? “No es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños” Permítanme unos minutos más, hermanos. Hemos terminado la lectura de la parábola, pero quiero que nos detengamos ahora en el contexto de la parábola ahora sí. Vamos a Mateo 18 y veamos que esa parábola está en el corazón de una serie de enseñanzas; la parábola está en el capítulo 18, entre el verso 10 y el 14, pero el capítulo tiene 35 versículos; antes del verso 10 hay 9 versos; y del 15 al 35 hay 26 versos; y miren de qué habla antes, de lo que estábamos diciendo: Quién es el mayor, la pregunta es: ¿quién es el más importante? Esa es la preocupación de nosotros; sentimos: aquí el más importante soy yo, a quien se debe la pleitesía y el honor es a mí; así es que actuamos nosotros; y luego el Señor les habla de las ocasiones de caer, y luego les habla de los dos deudores, de la necesidad de perdonar y cómo se debe perdonar al hermano; entonces este es el contexto de esta parábola. Esta parábola está en el corazón de estos temas, porque no es una parábola aislada, aino que es una parábola que está en el corazón de estos temas, porque esta parábola ilustra estos temas. Entonces leamos desde el verso 1 de Mateo 18: “En aquel tiempo”; ahí está, esa sola frase está ubicando el contexto de la misma parábola en la tierra, en aquel tiempo; acababa de anunciar su muerte; luego había hecho un milagro para pagar el impuesto; y ellos, como si no les hubiera hablado de la muerte, como que no entendieron, les acababa de anunciar, mírenlo ahí en el capítulo 17, versos 22 y 23, les anuncia que va a morir, y ellos están como cuando uno no tiene interés en algo, como que no se da cuenta sino de lo que a uno le gusta. Cuando uno no tiene interés en algo, no se da cuenta de lo que se dijo; y Jesús les habló de su muerte y ellos estaban pensando quien era el mayor, imagínense; están tan cegados por sus intereses que el Señor hablando de que iba a morir y ellos ni se daban cuenta; ellos pensaban que eso era quizás otra parábola; llegar a Jerusalén y allí agarraba a Herodes por el cogote, y después los iba a poner a ellos de Ministros, ¿verdad? Eso era lo que estaban pensando. “En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” Ellos pensando en el mayor, y el Señor empieza a hablar de los pequeños, porque al Señor le importa lo que es pequeño, mas nosotros miramos por lo grande. “Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños…”, y aquí hay dos verbos: el primero tiene que ver con conversión y el segundo con compromiso para crecimiento. “Si no os volvéis”, eso es convertirse, “y os hacéis”, compromiso; una cosa es que el Señor nos haga, y eso tiene que ver con la conversión; cuando Jeremías le dice al Señor: conviérteme y seré convertido; nadie se puede convertir solo; para poder volverse, uno tiene que ser ayudado por el Señor; entonces aquí es el Señor en nosotros, Cristo en mi el que me dio por gracia la capacidad para poder elegir; aquí uno tiene que tomar una decisión: hacerse niño; hay que volverse de lo que uno es; estaba buscando grandeza, estaba buscando ser el primero, pero ahora se trata de hacerse, tomar la decisión: Señor, yo quiero hacerme pequeño, yo quiero tener en cuenta a los pequeños, quiero estar con los pequeños, porque en verdad yo soy un pequeño; hacerse como niños. “Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis…”; y aquí esta palabra que aparece: “no”, aquí aparece simple; pero cuando tú vas al griego, usas dos negatividades para decir: de ninguna manera entraréis en el reino; no solamente ese no que son dos letricas que casi no las vimos; en el griego es más enfático; no dice “no”, sino “de ninguna manera entraréis en el reino de los cielos”; o sea que para participar en el Milenio hay que convertirse y hacerse niño; es decir, despojarnos de toda grandeza, de toda pretensión, de toda exigencia y hacernos niños. Hermanos, ¡qué cosa es el reino de los cielos! Si no os volvéis y os hacéis como niños no entraréis, de ninguna manera entraréis en el reino de los cielos. Verso 4: “Así que, cualquiera…”, y esto es para cualquiera, no es para algunos en especial, no, esto es para toda la iglesia, más adelante, en el 18, va a incluir a toda la iglesia; aquí ya empezó a incluirla: “cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos”, o sea que la grandeza en el reino de los cielos es la humildad, la simplicidad, es hacerse niño, es confiar, es no pretender cosas; esa es la grandeza. “Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como éste, a mi me recibe”; o sea, el Señor envía como embajadores de Él mismo a los más pequeños. Cualquiera que recibe a un niño como éste, en mi nombre, es decir, póngale cuidado a los pequeñitos, Dios puede estarte hablando por un pequeñito; a veces uno no se da cuenta de que está rechazando al mismo Señor; por eso tenemos que ejercer una vigilancia constante sobre nuestro propio corazón, sobre nuestras maneras, sobre nuestras pretensiones, porque el que recibe a un pequeñito en el nombre del Señor está recibiendo al mismo Señor; el Señor se deja representar por los más pequeñitos. Uno dice: no, si no va fulano, no voy, porque el único que me entiende es él; no es así; el Señor, hasta al más pequeñito le da Su nombre; lo que digas en mi nombre será hecho; lo que atéis será atado y lo que desatéis será desatado, ¡qué cosa! El Señor haciéndose representar por los más pequeñitos, honrando a los pequeños, como el mismo Juan Bautista tenía que anunciar. El hacha ya está puesta, así que los montes se tienen que bajar, los valles tienen que subir; era la aplanadora del Señor, anunciando la aplanadora que es el mismo Señor. Y en ese contexto, “Y”, fíjense en el verso 6, porque como las Sociedades Bíblicas le pusieron ese titulito, uno a veces piensa que la perícopa ya se acabó, pero no; aquí “Y” es la continuidad: “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mi, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno”; la piedra de molino de asno se refería a piedras que eran tan pesadas que los hombres no las podían mover, la tenían que mover los asnos. Es mejor, y la palabra más exacta, es preferible, que le pongan en el cuello, en el pescuezo, alrededor, en el perímetro de la traquea, una piedra de molino de la que mueven los asnos, que no hacer tropezar a un pequeñito; porque irse al fondo del mar es una cosa, pero irse a la gehena es otra peor, ¿verdad? Entonces dice: “Mejor” o sea, “preferible le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. ¡Ay” este ¡ay, “¡Ay del mundo por los tropiezos!”; la palabra tropiezo aquí es escándalo; el mundo a veces no solamente inconscientemente, sino a propósito, escandaliza; no sólo el diablo; ya sabemos que el diablo está condenado, y él lo que quiere es condenar a los más que puede con él; pero seres humanos a veces hacen cosas a propósito para destruir al otro; es terrible. ¡Ay del mundo por los tropiezos! Y luego dice: “porque es necesario que vengan tropiezos”, escándalos; el Señor sí permitió el período del mundo, y permitió que su propio Hijo fuera probado, y su Hijo venció a Satanás; ahora Él va a permitir que nosotros seamos probados, para que la victoria de Cristo en nosotros se demuestre como verdadera; entonces Él va a permitir los tropiezos, las tribulaciones y las pruebas. Por eso, de esa manera San Pablo consolaba a las iglesias: Es necesario, no sólo opcional, es necesario que a través de muchas, no solamente ésta, sino muchas otras, muchas tribulaciones entremos en el reino. Es necesario que haya tribulación y es necesario que enfrentemos distintas pruebas y que vencemos diferentes tropiezos y escándalos; es necesario que vengan estas cosas. Por eso dice aquí: “Es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre…”. Y yo pienso que aquí hay que poner también a las hermanas, las mujeres, los niños, los viejos, al ser humano; es decir, debemos hacer lo absoluto para no poner tropiezo; a veces podemos ser tropiezo sin quererlo, pero ay de aquel que a propósito hace algo para causar tropiezo, para causar escándalo; Dios nos guarde, hermanos, nos guarde, porque mejor sería que nos pongan esa piedra de molino y nos manden al fondo del mar; en estos tiempos es así, están ofreciendo drogas a los niños en los colegios, les dan un caramelo con droga para enviciarlo; si no, tú vas a abrir el computador en algo y te sale una mujer desnuda, a propósito; ¿no es así? a propósito lo hacen, gente que hace a propósito las cosas; se le obliga a los amigos a tomar, tienes que tomarte este aguardiente, y se lo embuten por la nariz, ¡terrible! Son maldades que se hacen a propósito. Entonces dice aquí: “¡Ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer…”, o sea que ni siquiera tienes que ponerte tropiezo a ti mismo, ni mucho menos a otros, porque no eres tuyo, le perteneces a Dios. “Si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno”, o sea, en la gehena; aquí puede ser, si es creyente, el daño de la muerte segunda temporalmente; y si es un impío entonces es eónico, se le echa en el fuego eónico. “Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego”. Aquí la palabra es gehena. Entonces, hermanos, aquí está hablando de lo drásticos que tenemos que ser con nosotros mismos; este corte es del que habla Colosenses capítulo 2; es la circuncisión del corazón, y esto no es solamente la parte física, porque si a ti te quitan la mano física, pero el corazón sigue siendo ladrón, y el ojo sigue siendo adúltero o perverso, ¿de qué sirve que le quiten la mano física si su corazón no ha sido circuncidado? Este corte no es solamente un asunto exterior sino principalmente en la cruz; la cruz es lo único que nos separa de nuestro propio tropiezo; sólo abrazar la cruz de todo corazón va a aplicar ese corte en nuestros ojos, en nuestras manos, en nuestros pies, para que no nos vayamos donde no nos tengamos que ir, ni agarremos lo que no tenemos que agarrar, ni miremos lo que no tenemos que mirar; tenemos que cortarlo, cortarnos a nosotros mismos, abrazar la cruz que nos corte lo más profundo para no ponernos tropiezo a nosotros mismos ni a otros. Yo creo, hermanos, que abrazando la cruz podemos hacer mucho bien; pero si no, podemos hacer mucho mal, y podemos escandalizar a muchos, y evitar que muchos reciban al Señor, o crezcan en el Señor. Esto es para detenernos para pensar. Gracias al Señor que nos da esta oportunidad de encarar sus palabras para que ellas nos ayuden; ¡amén, hermanos! Entonces en ese contexto es que habla de la parábola. Pero luego fíjense que en el verso 15; después de la parábola de las cien ovejas, dice: “Por tanto”, es decir, no podemos menospreciar a un pequeñito; por lo tanto, no podemos escandalizarlo, ni siquiera a nosotros mismos; y por tanto es que en la vida de la iglesia tenemos que buscar que cada hermano sea restaurado. Ese “por tanto” es que no está aislando esas instancias que el Señor establece aquí, no; es para nosotros, es para cumplir la parábola de lo importante que es cada pequeño. Entonces dice: “por tanto”, o sea que esta parábola tiene consecuencias y esa consecuencia es en la vida práctica, en las relaciones de los miembros de la iglesia. Esa parábola no es solamente: yo era la oveja perdida y me salvó, qué lindo. No sólo eso, sino que tu hermano puede ser la oveja y tú tienes que cuidar a tu hermano. Si tu hermano pecó contra ti, no te preocupes porque pecó contra ti, preocúpate del problema que se le viene a tu hermano si no arregla su problema; no es para tú estar en paz; es para que al otro no le venga la cosa. Entonces dice allí: “Si tu hermano peca”, y algunos manuscritos añaden “contra ti”, otros no, no sabemos, pero ya sea que lo diga explícitamente o tácitamente, el contexto lo implica; entonces vamos a decir: contra ti; “ve”, tú, no es que eso no tiene que ver conmigo, él pecó, eso es problema de él; no, no es sólo problema de él, es problema tuyo, tú tienes que ir a hablar con él, y en privado; no vayas a tratar esto en público, no vas a avergonzarlo en público, ni vas a ir a otro, sino a él mismo, “ve y repréndele, estando tú y él solos”; solos los dos; los problemas no son para el público, nuestros problemas son sólo nuestros; si pecamos contra el Señor, es con Él; si pecaste contra alguien, es con esa persona; si la persona pecó contra ti, tienes que ir a esa persona y a solas; eso no se tiene que tratar fuera de esa instancia; es a solas; y ¿qué hay que hacer? “has ganado a tu hermano”; o sea que lo importante era ganarlo, o sea que no le venga algo peor a esa persona; hay que ganar a esa persona; lo importante no es desahogarme yo; lo importante es que el otro sea ganado porque se metió en un problema grave al pecar contra un pequeñito; porque lo que hacemos a un hijo o a una hija de Dios, a Cristo se lo hacemos. Entonces por eso dice allí: “Mas si no te oyere”, es decir, si la persona insiste en ser solamente externa, no ha sido tocada en su espíritu, no ha percibido la magnitud del pecado que ha hecho, ni del peligro en que está, entonces dice: “toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres”; uno o dos; tú eres el que decides si llevas a uno, o si llevas a dos, para que sean dos o tres contigo; no dice que tiene que ser uno, ni que tienen que ser dos; a veces puede ser uno para que contigo sean dos; o pueden ser dos para que contigo sean tres; eres tú el que debes decidir; sólo después de tratar las cosas en privado, sólo después, cuando no ha habido realmente una conciencia clara, un arrepentimiento y un pedir perdón, entonces “testigos”, personas que conocen la realidad del asunto, “que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”, es decir, todo rhema, todo asunto; dos o tres testigos. Verso 17: “Si”, tercera instancia es la última instancia, hermanos, el Señor estableció sólo tres instancias: la privada; segundo, la instancia de los amigos íntimos, cercanos, que conocen la cosa; y tercero, la iglesia de su localidad; ahí se acaba todo; de ahí no tiene que salir; última instancia: “Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia”, es decir, a la iglesia en su localidad, no a la iglesia universal, ni de todos los siglos, ni de todos los países, sino a la iglesia en donde tú vives, “dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia…”, miren que delicado es no oír a la iglesia: “tenle por gentil y publicano”. ¿Qué relación tiene la iglesia con “gentil y publicano”? No, no lo condena, no lo manda al infierno, no lo decapita; simplemente guarda distancia, porque sabe que es una persona que está actuando impíamente; pero si una persona no oye a la iglesia, la iglesia guarda distancia de esa persona de la misma manera que lo hace con un gentil, como si fuera uno del mundo; no se le pueden confiar las cosas de la iglesia; la iglesia se guarda; por eso la iglesia no come con aquellos que llamándose hermanos son borrachos, ladrones, y esas cosas. Verso 18: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra”, aquí esta traducción dice: “será atado en el cielo”; la traducción más exacta es “ha sido atado en el cielo”; o sea que los cielos son los que ponen el sentir en esos dos o tres, o en la iglesia, para pronunciar una sentencia por una situación difícil. La cosa es así, y en ese caso no podemos tratar más con esa persona, tenemos que dejar a la persona que siga su propio camino; eso es delicado; “lo que atéis habrá sido atado en el cielo y todo lo que desatéis en la tierra, o desliguéis, habrá sido desligado en el cielo”; o sea que hay una relación entre el cielo y la tierra. Cuando un grupo de hermanos, de los ancianos, o de dos o tres testigos, están examinando una situación con imparcialidad, con temor de Dios, no representando el sentido del lado A ni del lado B, sino el sentir del Espíritu, y cuando el Espíritu pone ese sentir, nos damos cuenta de que fue el Espíritu el que puso en la iglesia el sentir; entonces la iglesia se pronuncia; no sólo se pronunciaron los hombres; el cielo se pronunció a través de la iglesia. “Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo”; esa palabra “de acuerdo” es la palabra “sinfonía” en el griego; o sea, sinfonía es cuando hay el acuerdo de varios instrumentos que a una voz están dando una melodía acorde, ordenada, bonita; entonces ponerse de acuerdo es como una sinfonía, cuando hay el mismo sentir entre los santos sobre un asunto, no es sólo los santos los que están hablando, es el testimonio del propio Espíritu Santo de Dios hablando a través de los hermanos; por eso nunca debemos procurar hablar sino lo que el Espíritu Santo diga, nunca tenemos que actuar en función de nuestras propias afinidades naturales; nosotros podemos tener afinidades naturales, podemos tener inclinaciones naturales. Estas personas me gustan más, son mis amigas; estas personas me son antipáticas, éstas me son simpáticas; nunca la naturalidad es buena consejera; tenemos que renunciar a nosotros mismos; puede ser nuestra madre, nuestra esposa, nuestro esposo, nuestros hijos, los parientes, los que sean; pero si está fuera del Señor, hay que decir, está errado. Hubo un rey que fue aprobado por Dios porque incluso a su propia madre la sacó del palacio por idólatra; el rey Asa; ustedes lo pueden ver en el libro de Reyes. El Señor Jesús nunca se guiaba en los asuntos en un plano de la naturaleza. Cuando le dijeron: -Bienaventurados los pechos que mamaste y el vientre que te trajo-, ay! Él Señor dijo: antes que eso, bienaventurados los que oyen la palabra y la guardan; eso es más importante que mi propia madre. Otra vez le dijeron: -Señor, tu madre y tus hermanos te necesitan allí en la puerta-. El respondió: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Estos, los que hacen la voluntad de Dios, esos son mi madre y mis hermanos; nunca tenemos que resolver los asunto en base a cosas naturales, porque somos parientes, porque somos amigos, nada de eso; nunca tenemos que andar en el plano natural. Las emociones en el plano natural son usadas por Satanás. Una vez vino Pedro en el plano natural a defender a Jesús. Señor, pobrecito mi Señor, ¿qué te va a pasar allá en Jerusalén? Tú no vas a ir a Jerusalén a la cruz. Y el Señor no dijo: ay Pedro, como me quieres, como me amas, nada de eso. Le dijo: apártate de mi Satanás porque me eres tropiezo; le era tropiezo por medio de emociones humanas, por medio de un compañerismo en la carne; Satanás usa los compañerismos en la carne para ponernos tropiezo, para enredarnos más, por eso nunca debemos actuar en la carne, porque entonces no vamos a representar al Espíritu; tenemos que negarnos a nosotros mismos para que el Espíritu nos pueda dar el discernimiento real de la cosa y poder pronunciarnos en el nombre del Señor, ¿amén, hermanos? Nunca debemos entrar en la batahola, en el remolino de las emociones; debemos frenar, y abrazar la cruz, despojarnos de todo afecto o desafecto, simpatía o antipatía natural; negarnos a nosotros mismos y decir: -Señor, tú ves las cosas-; y ser absolutamente honestos consigo mismos y honestos con las personas, y pronunciarse en el nombre del Señor. Cuando el Señor puede expresarse a través de dos o tres, lo que ellos atan ha sido atado en el cielo; lo que ellos desatan ha sido desatado en el cielo; cuánto más cuando no sólo dos o tres, sino la iglesia en general expresa su sentir verdadero. Por eso, hermanos, tenemos que preocuparnos cuando la iglesia siente algo, cuando ofendemos a la iglesia, cuando entristecemos a la iglesia; es cosa de preocupación; no debemos justificarnos a nosotros mismos, debemos preocuparnos si la iglesia fue entristecida, porque la iglesia es la última instancia en la tierra; ya no hay otra apelación, sólo el tribunal de Cristo; eso es cuando Él venga. La última instancia de apelación en la tierra es la iglesia en el Espíritu; la iglesia no andando en sus afinidades o desafinidades naturales, sino que cuando en el Espíritu se pronuncia fue el atar o el desatar del Señor, ligar o desligar. Por eso el Señor, cuando sopló el Espíritu cuando resucitó, les dijo al final: Recibid el Espíritu; lo que remitiereis será remitido; lo que retuviereis será retenido. Como la iglesia se da cuenta de que no ha habido un sincero arrepentimiento, la iglesia retiene. Dice: esta persona está jugando, esta persona está solamente queriendo salirse con la suya; cuando la iglesia retiene, el cielo retiene. Cuando la iglesia ve que hubo un sincero arrepentimiento, ¿cómo no se ha de perdonar? La iglesia perdona, la iglesia remite y el cielo remite, lo que remitiereis será remitido, lo que retuviereis será retenido; y esto en el contexto de las cien ovejas, ¿se dan cuenta? En el contexto de no causar daño a ninguno de los pequeñitos, de los santos de la iglesia; si ni siquiera a los de fuera hay que hacerles tropezar, cuánto menos a los hermanos, ¿amén? Entonces, por eso dice aquí en el verso 19: “Otra vez os digo,” o sea, repito, ya lo dije una vez, ya lo había dicho allá en el 16, ahora lo dice en el 18 “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra”, es decir, sinfonía, si hubiera una coherencia en el sentir del Espíritu, el Espíritu da testimonio a través de varios hermanos que están en el Espíritu, “acerca de cualquiera cosa que pidieren”, y aquí lo que hay que pedir es por los hermanos que pecan; hay que pedir por quien está en problema, no pedir que se vaya al infierno, sino pedir que se salve, que se restaure; si ya está salvo, entonces que se restaure; si está perdido, que se salve, ¿verdad? Y dice: “les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre…”; congregados en mi nombre quiere decir que el Señor está donde esas personas se reúnen para buscar al Señor, interceder al Señor, pedir al Señor; “donde están dos o tres congregados en mi nombre allí estoy yo”. No son sólo los tres hermanitos, sino que el propio Señor está ahí. Puede ser que veamos a tres hermanitos orando, pero el Señor está ahí, ¿amén? Verso 21: “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor”; ay! eso ya le pareció un poco duro a Pedro; bueno, debo perdonar a mi hermano, pero ¿hasta cuándo? Ya no lo puedo perdonar tanto, es demasiado; “Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?” Nosotros no queremos ni una segunda vez; a la tercera ya se acabó, pero no; “Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”; o sea hasta cuarenta y nueve, y después cuarenta y nueve por cuarenta y nueve, y después quinientos ochenta por quinientos ochenta, o sea infinito. Porque de 7 pasó a 7 x 7, y después se va por encima, ese es un principio, “no te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”, no 7 x 7, sino 70 x 7, cuatrocientos noventa; hay que estar dispuestos a perdonar por siempre, ¿por qué? porque nosotros, cada vez que nos acercamos al Señor, queremos que Él nos perdone. El Señor dijo: Si perdonáis a los hombres sus ofensas, también vuestro Padre perdonará las vuestras, pero si no perdonáis, ahí tiene que enseñarte lo que significa no perdonar. Ya me pasé de la hora. Vamos a orar. Padre eterno, Tus palabras, que las hemos leído muchas veces, las hemos oído muchas veces, ojalá Señor no pasen por encima de nosotros, ojalá nos volvamos a Ti, nos humillemos, nos hagamos simples, no menospreciemos a nadie, no pretendamos nada; te lo ponemos todo a Ti para que te puedas expresar a través de nosotros, para que puedas cargar en tus hombros a los extraviados, y volverlos a tu redil y ganarlos para ti, para que no haya un lugar vacío en la gloria donde debiera haber estado alguien que todavía estará sufriendo fuera. Oh Padre, en el nombre de Jesús, no nos dejes que esta palabra pase, ayuda que nuestro ser sea abierto a Tu palabra, que esta palabra gobierne nuestro corazón, gobierne nuestro ser. Ayúdanos, Tú sabes cuán difícil es para nosotros en nuestra situación el vencer sin Tu ayuda. Tú sabes cuán difícil a veces es perdonar, cuán difícil a veces es cortar con nuestros propios ojos, manos o pies; Tú sabes que necesitamos de Tu socorro, no nos abandones en nuestra debilidad terrible, concédenos la gracia de vencernos, ya que Tú dices que los que aman a Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Oh Señor, ayúdanos, ayúdanos por amor de Ti mismo y de nosotros, guárdanos para Ti, ayúdanos a tomar resoluciones constantes y permanentes con Tu socorro. Oramos a Ti por cada uno de nosotros mismos, y oramos unos por otros para que esta palabra sea sanadora aunque sea dura, Señor, y no que vaya a aparecer en nuestra contra en aquel día; preferimos ser heridos ahora como dice Tu palabra: fieles son las heridas del que ama, pero son terribles los besos del que aborrece; preferimos las heridas que Tú nos causas, porque Tú eres el que hieres y eres el que sana; preferimos ser heridos por Ti para ser sanados, para ser purificados y libertados; ayúdanos a preferir las heridas que vienen del cielo, y no a seguir los aplausos del mundo que quieren crear un sopor; ayúdanos, Señor, a volvernos a Ti. Tú sabes la prueba de cada uno y de cada una; Tú sabes por lo que cada uno y cada una tiene que pasar; ayuda a cada uno en su prueba; Señor, y perdónanos a todos, rogamos todos por todos y nos amamos en Tí. Queremos que Tú nos ganes a todos, en el nombre de Jesucristo. Te pedimos que de aquí en adelante tu Espíritu Santo sea usando ésta Tu palabra; que nunca la olvidemos. Amén. Gino Iafrancesco V., 6 de mayo de 2005, Bogotá D.C., Colombia. Transcripción de la hermana Marlene Alzamora, revisada del autor. EL SIERVO FIEL O INFIEL
Por Gino Iafrancesco V. - 14 de Junio, 2011, 23:15, Categoría: General
EL SIERVO FIEL O INFIEL
Padre, en el nombre de Jesús te agradecemos por estar con nosotros y en nosotros. Rogamos con confianza que tu Santo Espíritu pueda hablarnos, Señor, convidarnos a estar cerca de ti mientras consideramos tu palabra. Tú sabes que separados de ti nada podemos hacer, que te agradecemos, Señor, por tu sinceridad, por estar disponible para nosotros, para cada uno de nosotros. Gracias por eso, Señor, por tu fidelidad. De ti comemos y de ti bebemos en el Señor Jesús. Todo nuestro ser es para ti, Señor, porque fuera de ti todo es muerte. Oh Dios, en el Señor Jesús háblanos, tócanos en esta noche, Señor, vivifica nuestro hombre interior profundamente para que seamos atraídos a ti por sobre todas las cosas y guardados en ti, para ti y para la gloria tuya en Cristo Jesús, amén.
Hermanos, vamos a continuar hoy con la serie de los misterios del reino de los cielos en las parábolas del Señor Jesús; y hoy nos corresponde ver una parábola que está en dos pasajes, en Mateo y en Lucas. En Mateo se encuentra en el capítulo 24 desde el verso 45 al 51, y en Lucas se encuentra en el capítulo 12 desde el versículo 41 hasta el 48. Mateo coloca estas palabras del Señor Jesús en el contexto del llamado “Pequeño Apocalipsis Sinóptico”, aquellas enseñanzas del Señor unos pocos días antes de morir, en el monte de los olivos cuando cuatro de sus discípulos le preguntaron y El dijo muchas cosas, entre ellas esta parábola que hoy vamos a considerar. Lucas la registra posiblemente por asociación temática en otro contexto, aunque puede ser que el Señor haya hablado de lo mismo en varias ocasiones también; así que sea que la habló en dos ocasiones, o que Lucas la colocó en otro contexto por causa de su asociación con el tema que venía tratando, ya sea una o dos veces que el Señor trató esta enseñanza, es la misma, la parábola es la misma; casi el 90% coinciden Mateo y Lucas; pero vamos a integrarla como solemos hacerlo, porque realmente uno dice unas cositas que el otro no dice, y uno por el Espíritu Santo las dice de una manera, y el otro de otra manera, y las dos son complementarias, y las dos son inspiradas. Entonces, como solemos hacer cuando una parábola aparece en dos o más lugares, las integramos. Los que puedan seguir en sus Biblias, vayan comparando Mateo con Lucas y Lucas con Mateo. Yo voy a leer la integración, y voy a leer despacio para que ustedes puedan hacer la comparación. Mateo 24 del 45 al 51 y Lucas 12 del 41 al 48; es la parábola del siervo fiel o infiel; no son dos siervos; es un mismo siervo que puede ser fiel o puede ser infiel:
“Entonces Pedro le dijo: (eso no lo dice Mateo) Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos? Y dijo el Señor: ¿quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor, al cual su señor pondrá sobre su casa, para que les dé el alimento a tiempo? Para que a tiempo les de su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. En verdad, de cierto os digo que le pondrá sobre todos su bienes. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, a los criados y a las criadas, y aún a comer y a beber y a embriagarse con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles, pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes. Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, mas se le pedirá”. ¿Se dieron cuenta al comparar los dos pasajes, el de Mateo y Lucas, cómo se complementan? Cómo uno le agrega cositas que el otro había olvidado, y también uno dice algunas frases en pasado, otras las dice en futuro, y eso es complemento; porque cuando las dice en pasado se refería a los que ya El había puesto; cuando las dice en futuro se refiere a los que después pondría en el lugar en que había puesto a otros; entonces el pasado y el futuro, en vez de contradecirse, se complementan y enriquecen la palabra del Señor.
Vamos a ir meditando poco a poco sobre lo que hemos leído. Empieza Pedro preguntando, lo dice Lucas, porque esto no lo dice Mateo: “Entonces Pedro le dijo:” Si ustedes ven el contexto de Lucas, que es en el capítulo 12, había narrado antes la parábola de los siervos vigilantes, que la vez pasada consideramos, y después de oír esa parábola que sólo Lucas registra, entonces en ese contexto es que Pedro le pregunta; porque hay palabras que uno pensaría que se refieren a otros, algunas que se refieren sólo a nosotros, otras que se refieren a todos; y a veces el Señor también en ocasiones decía: lo que a vosotros digo, a todos lo digo; también al final allí en Mateo capítulo 28, él también habla de ir y hacer discípulos a todas las naciones, dice, enseñándoles que guarden todas las cosas que yo os he mandado; o sea que lo que él dijo a algunos, también es para todos; y aquí, cuando vemos que uno de los evangelistas lo dice en pasado: a unos puso sobre su casa, y el otro lo dice en futuro: pondrá sobre su casa, así que ninguno de nosotros puede pensar que eso no es para uno. Puede ser que en este momento no sea yo el que esté puesto, pero quien quita que voy a ser puesto? A unos puso, pero a otros pondrá; y a esos que pondrá es porque quizá estén pensando que no los ha puesto todavía; así que esa pregunta surgió en Pedro: “Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola…?” La parábola de los siervos vigilantes, que analizamos el viernes pasado, “ a nosotros, o también a todos?” Y el Señor no les dijo: sólo a ustedes, ni les dijo: a todos, sino que respondió con otra parábola, y en esa otra parábola podemos estar o no estar; depende de si te das cuenta del llamamiento que tienes o no.
“Y dijo el Señor: ¿Quién es, pues,” pues, quiere decir que esta parábola que va a decir a continuación es un desarrollo de la parábola pasada. Tanto el entonces de la pregunta: “Entonces Pedro le dijo:”, como el pues de la respuesta, “¿Quién es, pues,”; está ligando y dando continuidad a las dos parábolas. “Quién es, pues, el siervo” dice uno, doulos, y el otro: “mayordomo” o ecónomo; esa palabra que aquí se tradujo mayordomo, es ecónomo; la palabra ecónomo es la persona encargada de la economía. Existe algo en la Palabra que se llama la economía de Dios, el programa de Dios, el arreglo administrativo del Señor para llevar adelante su propósito eterno. Entonces los siervos son siervos en función de la economía divina; servimos a Dios en su economía, siervo mayordomo, “fiel y prudente”, dos palabras: el ecónomo y el siervo; el siervo ecónomo tiene que ser fiel. Fiel primeramente para con Dios; y si es fiel para con Dios, lo será para con los demás; no se puede ser fiel para con Dios e infiel para con los demás. Fiel primeramente para con Dios, le obedece a Dios, no le agrega ni le quita, hace las cosas por amor caminando con Dios. Pero la otra palabra es: prudente. Fiel y prudente. Prudente quiere decir con el pueblo primeramente; hay que ser prudente con el pueblo de Dios, porque aquí está hablando, como vamos a ver, de administrar la ración y el alimento a la casa de Dios; entonces hay que hacerlo con prudencia. Claro que con Dios también hay que ser prudente; sólo que con Dios se debe y se puede ser absolutamente sincero.
“¿Quién es, pues, el siervo mayordomo fiel y prudente al cual puso, o al cual pondrá…”; los dos evangelistas difieren en esto; posiblemente él dijo las dos cosas, y entonces uno recordó una, y otro, otra. “al cual puso”; la palabra realmente no es “puso”, sino constituyó, la misma que usa después el traductor en Efesios 4, donde dice que el mismo Señor que descendió hasta las partes más bajas de la tierra, o sea que descendió hasta el hades y al tártaro, subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo, y El mismo constituyó, edoken, dió es la palabra allí en Efesios, pero la palabra aquí en los Evangelios es “constituyó”, la que después usa el traductor en Efesios, realmente aquí en los Evangelios viene a lugar. Efesios traducen: Constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros; pero ahí no para; dice que es para perfeccionar a los santos, para que los santos hagan la obra del ministerio; o sea que cada uno de los santos es también constituido para cumplir su función dentro del programa de Dios, dentro de la economía de Dios. “Al cual constituyó su Señor”, porque el que constituye no es sino el mismo Señor; nadie constituye; es Dios el que constituye, es Dios el que pone las personas en el cuerpo como El quiere, y a cada cual entrega lo que quiere; “puso o pondrá”, o los dos, “su señor sobre su casa”; la raíz es “epi”; uno pensaría que en la casa de Dios todos estaríamos sentados en las mismas bancas, pero no, a algunas personas el Señor les pone responsabilidades sobre los demás, y eso es lo que quiere decir la palabra “sobre”; no es para que se suban, sino para que cuiden, para que cubran, para que asuman las cosas primeramente ellos, “sobre su casa”; esta traducción “casa”, no es la traducción exacta; aquí la traducción Reina Valera no pudo traducir la palabra exacta; la palabra en el griego es “terapeías”, de donde viene la palabra “terapia”; la palabra terapia quiere decir asistencia, ayuda; cuando alguien está enfermo se le asiste, se le cuida, se le sirve; entonces aquí dice: “al cual puso o pondrá su señor sobre los que asisten, sobre los que sirven, sobre los que cuidan”; algunas traducciones dicen: sobre la servidumbre de la casa; eso quiere decir que todos en la casa sirven, que todos en la casa curan, que todos en la casa cuidan, que todos en la casa tienen algún trabajo de asistencia que prestar; “al cual constituyó su señor sobre su terapia”, sobre el resto del trabajo de sus siervos; no es solamente sobre la casa, como si solamente estos a los que el Señor puso sobre este cuidado fuera los únicos que trabajaran. La palabra “casa” no es la traducción exacta, no es oikos, es terapia; o sea que todos en la casa tienen que prestar su asistencia, porque la casa de Dios cumple una misión de Dios en la tierra, y todos tienen que servir en la tierra. Pero para perfeccionar el trabajo de éstos, y para ayudarles, entonces el Señor puso sobre su casa o sobre éstos para que les dé, y aquí no es para que les venda, no es para que les cobre, sino para que les dé, el verbo es dar, “el alimento a tiempo”; el alimento tiene que ser dado a tiempo. Dice un versículo que si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el encantador; así que el alimento hay que darlo a tiempo, ver el momento de lo que se necesita, y suplir lo que se necesita en el momento apropiado, antes de que sea tarde; el alimento debe darse a tiempo; y aquí “tiempo” la palabra es “kayrós”, o sea en la ocasión apropiada, en el tiempo de Dios. Tenemos que tener sensibilidad para discernir cual es la palabra de Dios para cada ocasión, cual es el alimento que el Espíritu está dando en una ocasión o en una coyuntura determinada; esa es la palabra a su debido tiempo, en su kayrós, a su debida ocasión, “para que a tiempo les dé su ración?” esa palabra es su medida, ración, que es en el idioma griego; las había de tres tipos: había una ración diaria, había una ración semanal y había una ración mensual; o sea, el Señor nos da el alimento diario, el alimento de la semana y el alimento del mes; y había que dar la ración, o sea la medida del alimento, no menos, no más, sino el que fuere necesario para el día, para la semana, para el mes. Había que dar el alimento exacto, con medida; no puede ser excesivo, no puede ser menos, tiene que ser bien distribuido, bien equilibrado.
“Bienaventurado” o feliz, o dichoso, puede traducirse esa palabra: Macario, “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.” O sea que el Señor quiere hallarnos a todos nosotros sus siervos dando el alimento, el alimento diario, el alimento semanal, el alimento mensual, la ración, el alimento en la ocasión; no tenemos que ser hallados en angustias febriles ni tampoco en pereza, sino haciendo el trabajo normal. El quiere hallar a sus siervos entregando el alimento; ¿qué tal que un día en plena reunión llegue el Señor? o nos muramos de un ataque al corazón, por ejemplo; ya lo he visto suceder; o que venga el Señor, o que nos lleve el Señor; entonces lo mejor que podemos hacer es hacer la voluntad de Dios; y ésta es la voluntad de El, que su pueblo sea alimentado; así como tú eres alimentado, Dios quiere que tú alimentes las personas que El pone en tu mano, las personas que para una u otra función que Dios te dio; tú estés cumpliendo tu función, haciéndolo como para el Señor, haciéndolo de la mejor manera, de la manera más excelente, con amor, haciéndolo para Dios, y ser hallado en esa función. No es necesario que seas hallado solamente orando o ayunando, o preocupado, sino cumpliendo tu función normalmente, tranquilamente, felizmente. “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así”. Dando el alimento a su debido tiempo, cumpliendo su función; cada uno tiene una función el cuerpo; y ser encontrado cumpliendo esa función, esa es la bienaventuranza del Señor. Esta es una bienaventuranza que no aparece en el capítulo 5, 6 y 7 del sermón de la montaña en Mateo, ni tampoco es una bienaventuranza que aparezca en las siete que aparecen en el Apocalipsis, donde aparecen 7 bienaventuranzas; es otra de las bienaventuranzas. “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así”, lo hallare dando el alimento. Si es evangelista, lo hallare evangelizando; te hallare consolando si eres pastor; te hallare enseñando si eres maestro; te hallare sirviendo en cualquier servicio que sea el que hay que hacer.
Una vez, cuenta la historia de un santo joven llamado Domingo Sabio, estaba jugando, y le dijeron: ¿Tú que harías si viniera el Señor en este momento? El respondió: Yo seguiría jugando; porque él hacía las cosas en la presencia del Señor. El que hace las cosas en Dios y para Dios, simplemente tiene que seguir haciendo lo que es su función, haciéndola delante de Dios, haciéndola para Dios, haciéndola con Dios, haciéndola de la mejor manera; te va a salir excelente si lo haces en Cristo, si lo haces con cariño; cada uno haciendo su función, qué lindo! Aunque sea barriendo para el Señor, que el Señor lo encuentre barriendo para El; les aseguro que otros serán los que barrerán el cielo. “En verdad, de cierto”, el traductor allí tradujo: en verdad, aquí tradujo: de cierto, la palabra es “Amén”, el Señor solía usar mucho esa palabra amén, amén o en verdad, de cierto, de cierto os digo, “En verdad o de cierto os digo que le pondrá sobre todos sus bienes”; o sea que las personas que el Señor encuentre siendo fieles a aquello que les encomendó, sea una cosa simple o sea una cosa grande y compleja, no importa la cosa, lo que importa es quien te encomendó eso. Si yo fuera una flauta rota que está en un basurero que nadie visita, y mi función es cada 500 años decir fu cuando pase un viento, voy a decir fu cada 500 años, si eso es lo que yo tengo que hacer; voy a hacer eso, porque el Señor no me va a pedir que haga otra cosa, sino lo que El me pidió que yo haga, eso tengo que hacer; lo importante es entender en que me ha preparado el Señor, en que contexto me ha puesto el Señor, qué el Señor pide de mi; claro que el Señor a veces nos pide cosas que no son fáciles; de hecho, las cosas del Señor sólo se pueden hacer en unión con el Señor, dependiendo del Señor, para que sea la obra de Dios; o si no sería nuestra obra; y por eso a veces tenemos que hacer la obra en medio de dolores, o en medio de conflictos, para que no dependamos de nosotros mismos, sino que dependamos del Señor, y así sea la propia obra del Señor ayudándonos, el Señor con nosotros, ¿amén hermanos?.
Entonces dice así: “sobre todos sus bienes le pondrá”; si eres fiel en lo poco, como decía en otro lugar, te pondrá sobre lo mucho; si eres fiel en una cosa pequeña, en hacer fú cada 500 años si eres un pedazo de flauta rota en un rincón que nadie conoce, pero haces lo que tienes que hacer, eres fiel, eso el Señor valora. ¿Quién aquí recuerda el testimonio del hermano Rick Joyner, cuando el Señor le dio una visión del tribunal de Cristo, y veía como el Señor premiaba a sus siervos y los ponía en unas posiciones, algunas elevadísimas; y había uno de esos siervos que se llamaba Angelo; y aquel Angelo, pues, había sido un niño que había sufrido mucho, era mudo, era casi sordo, casi no podía sobrevivir, pero conoció al Señor, sobrevivía con una manzanita, trabajaba arreglando los jardines, y con el poco dinero que ganaba, se comía su manzanita y compraba folletos evangelísticos para repartirlos en las esquinas; y no vio a nadie que se salvó con esos folletos, pero él entregó esos folletos uno por uno de su propio dinerito. Una vez un borrachito recibió al Señor con él, se estaba congelando, lo abrazó para que no se congelara y murieron los dos; pero el Señor lo coronó con una gran recompensa, porque con lo poco que le dio, hizo mucho más que los que habían recibido más e hicieron menos; entonces el Señor mira en que circunstancia te toca servir, con las uñas a veces; lo importante es que hagas lo mejor para Dios; El no va a medir la producción en cantidad externa, El va a medir las cuestiones en calidad espiritual interior, y eso es lo que El va a premiar; lo importante es que hagas lo mejor que puedes, aquello que el Señor puso en tus manos. Si eres fiel en lo poco, dice, sobre mucho te pondré. “Bienaventurado aquel siervo que el Señor halle haciendo así. De cierto te digo que sobre sus bienes…”. Si pudiéramos entender todo lo que significan sus bienes, eso es algo inmenso, ser puesto sobre los bienes del Señor; a veces eres puesto sobre una tarea pequeña, pero la hacemos mal, la hacemos descuidadamente, no la hacemos con cariño; entonces estamos mostrando que no se nos puede confiar.
Ustedes recuerdan aquel pasaje en Isaías donde había dos sacerdotes, uno Sebna y el otro Eliaquim; y dice que Sebna era como un clavo flojo que no se podía colgar nada en él; si el clavo está flojo y tú le vas a colgar una cartera, pues se cae el clavo, se cae la cartera, todo lo que usted cuelgue de ese clavo se cae; ese es el mayordomo que es infiel, no se le puede confiar nada, no es responsable con aquello que se le encomienda; entonces no se puede poner en él nada, porque se pierde lo que se le confía; en cambio, por causa de su infidelidad, sería quitado Sebna y sería colocado Eliaquim; y dice que sobre ese clavo que era Eliaquim ahí sí se podría colgar la gloria de su Señor, se podía confiar en esa persona. A veces tenemos algunas pequeñas tareas que hacer, a lo mejor fueron los hermanos que nos pusieron a guardar las viñas, y la viña que era nuestra no guardamos. A veces somos descuidados, no somos constantes, no somos responsables; no importa que sea una cosa pequeña; para el Señor lo pequeño no es lo externo, lo grande o lo pequeño es adentro, no importa lo que hagas, sino como lo hagas para quien lo hagas, en quien lo hagas; lo importante es que lo que Dios puso en tu mano lo hagas en Espíritu para el Señor de todo corazón; entonces el Señor podrá colgar en ti la gloria, podrá después encomendarte una función en el reino eterno donde ya no habrá más tentaciones, donde ya no habrá más llanto ni más dolor, donde será una gloria inenarrable, donde la vida misma del Señor, su naturaleza expresada en gloria a través de ti haciéndote majestuoso a su imagen y semejanza; podrás servir en el reino, podrás gobernar, y podrás juzgar, porque el Señor dijo que al que venciere le dará autoridad sobre las naciones y la regiría con manos de hierro.
Desde Montesquieu para acá, los tres poderes están divididos en el legislativo, el ejecutivo y el judicial; pero en el reino, desde el punto vista bíblico, los tres poderes están juntos; el Señor mismo es el legislador, El es también el ejecutivo y El es el juez, y también El delegará el gobierno y el juicio a sus hijos, ¿amén? También atarán y será atado, desatarán y será desatado; pero es en lo poco donde se nota la fidelidad. En vano decimos: bueno, cuando me toque lo grande, ahí voy a ser responsable; no, es ahora cuando me toca algo así como no tan visible, como ese pedazo de flauta rota allá en un basurero que nadie conoce, ahí es donde tenemos que ser fieles, cuando nadie nos conoce, cuando nadie nos aplaude, cuando nadie nos reconoce, cuando las cosas se hacen es por amor al Señor, y a pesar de lo difícil se hacen, porque El lo merece; eso el Señor lo aprecia, y eso El lo galardonará. Entonces dice aquí: “De cierto le pondrá sobre todos sus bienes”.
Pero si aquel siervo, y aquí está lo curioso, no está hablando de otro siervo. “Si aquel”, aquí ese si es condicional, o sea que una misma persona puede ser un siervo fiel o puede ser un siervo infiel; a veces fiel, a veces infiel; él no cambió de personas. En el caso de las vírgenes eran otras: unas eran las prudentes y otras eran las necias. En el caso de los peces buenos, unos eran los buenos y otros eran los malos. En el caso del trigo y la cizaña, uno era el trigo y otro era la cizaña; pero aquí está hablando de un solo siervo. “Si aquel siervo”, ese mismo que puede ser fiel o puede ser infiel; aquí no está hablando de distintas personas, ni haciendo diferencia entre salvos y perdidos, como habría la tentación de pensarlo, tanto en el calvinismo como en el arminianismo, de interpretar. Los calvinistas dirían: bueno, el siervo fiel era el regenerado, el predestinado; y el otro siervo, el siervo malo, era también el predestinado a condenación, ese no había nacido de nuevo; así dirían los calvinistas; y los arminianos dirían que aquel otro siervo, el siervo malo, es que perdió la salvación, y lo interpretarían en esos extremos; pero aquí el Señor no hace diferencia; la misma persona puede ser un mayordomo fiel o puede ser infiel, hipócrita. Cualquiera de nosotros puede ser hipócrita en cualquier momento, puede ser infiel en cualquier momento, puede ser egoísta, puede ser duro con sus hermanos, cualquiera de nosotros; y por eso a través de esta parábola, no la llamé del siervo infiel, ni del siervo fiel, sino “el siervo fiel o infiel”, porque es el mismo. Si aquel siervo, y uno de los evangelistas añade “malo”, o sea, siervo, que es una persona salva, pero que no anda en el Espíritu, sino en su mera naturalidad, se puede poner mala, porque nuestra naturalidad es mala. Cuando estamos en nosotros mismos somos malos, somos capaces de maldades, somos capaces de malas intenciones, somos capaces de venganza, somos capaces de muchas cosas, que para qué las vamos a mencionar acá, de las que todos nos avergonzaríamos; sólo basta con ser naturales para que seamos malos; sólo si le pedimos al Señor socorro para vivir en su poder es que seremos buenos; ninguno es bueno en sí mismo; ¿quién es bueno, sino Dios? Pero si de Bernabé se decía que era varón bueno, era porque vivía en Dios, porque era la vida de Dios a través de él, para que se pueda decir que era un varón bueno, porque Bernabé solo sería también malo, porque se dice que en pecado nos concibió nuestra madre; la maldad no sólo está fuera de nosotros, la maldad está en nosotros. Sí, todos descubrimos que en cualquier momento podemos ser malos, o podemos estar vigilando, vigilando sobre nosotros mismos, vigilando en función de encontrarnos con el Señor, ya sea cuando El venga o cuando nos lleve. Entonces cualquiera puede ser malo, incluso el bueno; si se suelta del Señor, se vuelve malo.
“Si aquel siervo malo dijere en su corazón”, fíjense que no es algo público, a veces no es necesario decirlo, porque nosotros, para cubrirnos, a veces seguimos lo que es conveniente en el ambiente, pero lo que sucede en lo más profundo de nuestro corazón, esa es la realidad, lo que pensamos, lo que sentimos en lo íntimo, esa es nuestra realidad. Nosotros tenemos una vida externa que es la que todos ven, y tenemos una vida interior que es la que Dios ve, esa es nuestra realidad, lo que en lo más profundo de nuestro ser nosotros pensamos, nosotros queremos o no queremos, o sentimos, o decidimos; y aquí este siervo, que era malo, él no era malo para afuera, para afuera él cumplía con lo que se esperaría de un siervo, ¿verdad? Podía aparentar estar sirviendo, pero en su corazón él estaba lejos del Señor, en su corazón. “Si aquel siervo malo dijere en su corazón”, no afuera, no es afuera, no lo dice de boca para afuera, se lo dice a sí mismo, medita consigo mismo. “Mi señor tarda en venir”, o sea que es una persona descuidada, es una persona que bajó la guardia; cuan fácilmente bajamos la guardia. “Mi señor tarda en venir”, es bajar la guardia, es pensar que no podía suceder ahora, voy a darme un tiempito para pecar, para ser egoísta. Entonces dice aquí: “Mi señor tarda en venir, y comenzare a golpear a sus consiervos, a los criados y a las criadas”. Noten que los criados y las criadas no son inferiores, aunque él es el encargado, mayordomo, de darles el alimento a ellos, ellos son sus consiervos; pero golpear, herir, pisotear, pensar que somos superiores, que podemos pisar sobre los demás, eso lo hacemos porque estamos lejos del Señor, porque no aprendimos a temer en su presencia. En cualquier momento El viene o nos vamos.
“Y aún”, no solamente esto, sino otro más, “Y aún a comer y a beber y a embriagarse con los borrachos”, es decir, dedicarse solamente a la satisfacción de su carne, cuando la persona se ha alejado del Señor pierde la sensibilidad, pierde el temor; una costra le entra en la conciencia que adormece y cauteriza a la persona y la persona actúa como si el Señor no lo fuere a sorprender; nos puede sorprender su venida, nos puede sorprender la muerte, nos puede sorprender la corrección del Señor cuando menos estamos esperando; a veces es por amor que nos sorprende la corrección.
“Vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe”, y los dos, tanto Mateo como Lucas usaron una palabra en griego que es dikotomesei, que aquí fue traducida “castigará duramente”, porque era difícil explicar lo que es esta palabra, pero esta palabra es muy seria; la palabra dikotomesei, viene de la palabra dicotomía, de di que quiere decir dos, y tomía; átomos que no se pueden dividir, por eso es átomo; pero tomía es que se lo divide en dos; o sea, el Señor dividirá en dos, partirá en pedazos, a aquel siervo bruto con sus compañeros, dedicado a la carne, descuidado para con el Señor. Esa palabra dicotomía es una palabra muy seria. Ser divididos en dos en el momento del tribunal de Cristo, eso quiere decir que siendo nosotros siervos, y que nuestro lugar debería ser en el reino con el Señor, por no haber andado en el Espíritu en el cual tenemos al Señor, sino por haber andado en nuestra sola alma, y en nuestra carne, entonces no podemos estar con El en el reino, sino estar en una condición de castigo, aunque seamos salvos. Para que ustedes vean que quiere decir eso de cortar a una persona en dos, porque este castigar duramente no es la traducción exacta; la traducción exacta es de esa dikotomesei, o sea, lo dividirá en dos, lo partirá en dos, lo separará, lo despedazará; como quien dice: una parte aquí y otra parte allá. Para comprender ese fenómeno espiritual del castigo de ciertos salvos durante el Milenio, castigo de los salvos, su espíritu está unido al Señor cuando son regenerados, pero su alma y su cuerpo están como si estuvieran en el daño de la muerte segunda, pasando por el fuego en el Milenio, y lloro y crujir de dientes; aunque son salvos, está la persona dividida en dos, no es ni totalmente salvo, aunque es salvo en el espíritu, pero todavía su alma y su cuerpo no han sido glorificados; entonces tiene que pasar una prueba, como si fuera un perdido, porque aunque es un hijo, vive como un perdido; el Señor no lo tratará como un perdido, porque es un hijo, pero tampoco lo premiará, porque es un hijo carnal que está en pecado, y el padre debe corregir a su hijo, no para destruirlo, sino para purificarlo, para enderezarlo.
Para ver esa diferencia de ser partido en dos, vamos a ver un verso en 1ª de Pedro capítulo 4 versículo 6 donde se nota bien esa división en dos de una persona; dice allí: “Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios”. Aquí Pedro, que habló con el Señor después de resucitado de entre los muertos, pues el Señor estuvo cuarenta días con ellos, entonces Pedro habla cosas que las tomó de aquellas conversiones con el Señor. Entonces él dijo, así: “por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos”, ha sido, pero algunos arminianos dicen que debe seguir siéndolo; mas aquí solamente se refiere a que ya lo fue. Cuando el Señor murió, El fue al hades y El fue al seno de Abraham. El hades estaba dividido en el seno de Abraham, donde estaba Abraham, Lázaro y aquellos justos que esperaban que llegara algún día el Mesías; ellos no conocían quien sería el Mesías, y los otros que estaban como aquel rico Epulón en el fuego, esperando juicio, aunque ya estaba en fuego, pero no era todavía el juicio final, era solamente como una prisión temporal donde el ladrón espera que se le defina su situación, pero no se le deja suelto porque es ladrón o es homicida, tiene que estar preso, pero su sentencia es después. Entonces el hades es como esa prisión temporal; la gehena es la definitiva; hay un estado intermedio antes de la gehena que es después del juicio; aunque claro, algunos, las cabras, después del juicio de las naciones de Mateo 25, van a la gehena desde que el Señor juzga a las ovejas y a las cabras, ¿recuerdan? Pero entonces dice aquí: “predicado el evangelio a los muertos”. Cuando el Señor Jesús murió se dice que en espíritu fue y predicó a los espíritus encarcelados que desobedecieron en los días de Noe, aquellos ángeles caídos que fornicaron con las mujeres; pero también predicó a los muertos; ¿qué predicó? El evangelio, porque David no sabía que Jesús era el Salvador, Abraham no sabía, todos los del Antiguo Testamento no sabían que El era el Mesías. Ahora, los que esperaban a aquel Mesías que vendría y creían en Dios, cuando el Señor Jesús bajó al hades, El predicó el evangelio y las personas que en el hades recibieron al Señor, recibieron vida eterna en sus espíritus; pero claro que los que vivieron en la tierra y vieron como ellos vivieron, ellos sólo recuerdan su vida humana, pero no recuerdan su arrepentimiento y fe, porque no conocieron que también en el seol recibieron al Señor. Entonces dice aquí: “ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne, según los hombres”; o sea que lo que las personas hicieron tiene que ser juzgado en la carne; pero como recibieron al Señor, entonces viven en espíritu según Dios; pero miren cómo son posibles las dos cosas al mismo tiempo suceder: vivir en espíritu según Dios, y al mismo tiempo ser juzgado en la carne según los hombres; estas dos cosas se pueden dar en una misma persona. Si ustedes recuerdan el pasaje que siempre recordamos en 1ª a los Corintios 3, por favor vayan allí, donde se ven también las dos cosas al mismo tiempo.
1ª a los Corintios capítulo 3 versículo 15; allí no habla de la pérdida de la salvación, sino del galardón. Dice: “Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”; o sea que aquí usa la palabra “sufrir”, usa la palabra “pérdida” y usa la palabra “fuego”, y sin embargo no perdió la salvación, no fue pérdida de la salvación, pero si fue pérdida del galardón, pérdida de estar con el rey colaborando en el Milenio, y estar, en vez de eso, en las tinieblas de afuera, en el crujir de dientes, en el lloro, en el llanto, en el lamento. Entonces dice aquí: “si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”; las dos cosas están ahí. El es salvo porque en su espíritu algún día recibió al Señor, esa persona nació de nuevo, pero si no anduvo en el Espíritu, si anduvo peleándose con sus hermanos, si anduvo dedicado a la carne y al egoísmo, entonces el Señor no va a negar que es un hijo, pero si lo va a corregir como a un hijo malcriado, porque no va a estar en el reino si fue malcriado. Para estar en la Nueva Jerusalén tiene que corregirse; y ¿qué época le va a quedar para corregirse si llega el tribunal de Cristo? Tiene que ser a partir del tribunal de Cristo, que es lo que inaugura el Milenio. Entonces por eso dice que es salvo pero como por fuego, con sufrimiento y pérdida, pero no de la salvación; es decir, cortado en dos.
Veamos otro pasaje aquí en el Salmo 89; voy despacio por causa de los hermanos más nuevos. Allí en este Salmo también aparece la diferencia entre salvación eterna por gracia, y corrección o castigo de los hijos. Entonces en el Salmo 89, leemos desde el verso 26 hasta el 37 de la siguiente manera: “El me clamará”, o sea, el Hijo; por eso dice: “Mi padre”; el Hijo es el que clama: “Mi padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salvación”. Entonces dice el Padre: “Yo también le pondré por Primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra”; o sea, ese es Cristo, ese es el Hijo, esa es la promesa del Padre al Hijo, lo pondré por Primogénito; el Unigénito vino a ser el primogénito entre muchos hermanos que somos todos nosotros. “Para siempre le conservaré mi misericordia, y mi pacto será firme con él”. Dios hizo un pacto, Dios el Padre le dijo al Hijo: De todos los que yo te dé, tú no pierdas ninguno, sino que lo resucites en el día postrero; y por eso El murió y derramó su sangre; la sangre del Nuevo Pacto, es decir, el precio que El pagó es la parte del pacto que El cumplió. Ahora el Hijo se refugia en el Padre, que salva. Entonces dice aquí: “Pondré su descendencia para siempre”; esos son los que van a reinar con Él. “Y su trono como los días de los cielos”; reinar tanto en el Milenio como en la Nueva Jerusalén. Pero ¿qué pasa si esos hijos, esa descendencia, son infieles, son hijos que no andan en el Espíritu, que descuidan lo que recibieron y andan en la carne? Entonces dice: “Si dejaren sus hijos mi ley, y no anduvieren en mis juicios, si profanaren mis estatutos, y no guardaren mis mandamientos, entonces castigaré con vara su rebelión, y con azotes sus iniquidades”; el Señor castigará a sus hijos en esta tierra; y si no es suficiente, en el Milenio. “Mas”, aleluya! Qué maravilla el verso 33, a pesar del castigo, “Mas no quitaré de él mi misericordia, ni falsearé mi verdad. No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre”. Ah! pero son hijos renovados, pero son castigados. Puede sufrir pérdida y pasar por fuego, pero son salvos, porque la salvación no es por obras, la salvación es un regalo que se recibe por fe. Si un hijo recibió al Señor, el Señor dice: nadie los arrebatará de mi mano, esa persona es salva, pero que sea salvo no quiere decir que no pueda ser castigado en esta vida y en el Milenio. Por eso dice: si sus hijos anduvieren mal, serán castigados con vara. Entonces el Señor si anuncia castigo para los hijos, para los siervos, pero no es un castigo eterno. La palabra eterno no aparece aquí, aparece la palabra castigo, pero no eterno. Con los impíos, con las cabras, allá en Mateo 25, cuando el Señor se sienta frente a las naciones y son separados como ovejas y cabras, ahí sí dice la palabra aionico, o sea castigo indefinido, las cabras llevarán este castigo aiónico, pero los siervos son castigados duramente, son partidos en dos, pero no eternamente.
Dice la Palabra: “ponte de acuerdo con tu adversario, pronto, entretanto que estás con él en el camino”; cuando estamos en esta tierra debemos arreglar nuestros problemas, no sea que el adversario te entregue al juez, el juez al alguacil y seas echado en la cárcel. De cierto te digo, dice el Señor, que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante, o sea no es que va a quedar eternamente allí, pero va a pagar lo que debe si no lo paga ahora. Por eso es que ahora debemos corregir los errores aquí, ahora, ponernos de acuerdo con nuestro adversario, ya, finiquitar el problema ahora, no sea que se vaya el uno, y tocó esperar, o me vaya yo, o nos vayamos los dos, o venga el Señor, entretanto que estamos en el camino, porque si no, vamos a parar a esa prisión, el daño de la muerte segunda; y dice: no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante. Por eso dice el Salmo 89:36: “Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mi. Como la luna será firme para siempre, y como un testigo fiel en el cielo”; el Señor salva a la persona porque la persona recibió al Señor y creyó en el Señor, los pecados que fueron reconocidos, los pecados que fueron confesados, los pecados fueron arreglados, la sangre los ha limpiado. El Señor dice: Nunca más me acordaré de tus pecados; pero si ese hijo, ese siervo, aunque es salvo, es hijo, sigue pecando y no reconoce sus pecados, sigue ofendiendo y no reconoce sus ofensas, ¿qué va a pasar? Va a tener que ser corregido; si las reconoce es perdonado y el Señor nunca más se acuerda. Lo que la sangre limpió, la sangre borró, y Dios dice: lo eché en el mar del olvido y nunca más se acuerda; el problema es si nos sorprende la hora de su venida o nuestra muerte sin haber pagado nuestras deudas, reconocido nuestros pecados, haber arreglado las cosas a tiempo, ¿amén?
Volvamos a la parábola. Creo que con esas disgresiones que hicimos en Pedro, el Salmo 89 y 1°Corintios vimos que es posible estar en el espíritu salvo, y al mismo tiempo estar en sufrimiento, en pérdida, en lloro, en crujir de dientes, en tinieblas de afuera, que no dice que sean eternas en este contexto, porque la persona es salva como por fuego, por eso está dividida en dos, ¿se dan cuenta? Dividida en dos porque es un hijo, pero un hijo que tiene muchas cosas que pagar y muchas cosas que aprender; entonces por eso no puede estar con sus hermanos, sino que estará excluido, no para siempre, pero lastimosamente excluido de lo que era para él, hasta que pague el último cuadrante.
“En la hora que no sabe vendrá el Señor y lo cortará en dos” , lo separará, lo dividirá, que aquí se tradujo, lo castigará duramente, pero esa es una traducción muy generalizada; la palabra exacta es lo dicotomizará, o sea que hará una dicotomía; esa palabra se usaba cuando el sacrificio se ponía sobre el altar, venía aquel cuchillo y lo despedazaba hasta que todos los pedazos quedaran separados en el altar, aquí el hígado, allí el corazón, allí las vísceras, allí la carne, allí los huesos, todo en pedacitos; así tiene que tratar el Señor con nosotros. El trata con nosotros ahora. Amados, yo siempre lo digo, y lo digo con mucho cariño, con mucha delicadeza: lo que no nos afecta, no nos transforma; lo que no nos duele no nos transforma; solamente lo que trata profundamente con nosotros, eso es lo que nos transforma, lo digo con cariño. Tenemos que ser puestos allí y despedazados ahora para no serlo después, ¿amén?
Sigue diciendo: “y le pondrá con los infieles, pondrá su parte con los hipócritas”, aquí se refiere a los siervos infieles o siervos hipócritas, o sea que solamente hacían teatro, pero que no han guardado la verdad en lo íntimo. El Señor nos guarde del teatro. “allí será el lloro y el crujir de dientes”.
“Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó”, o sea que para hacer la voluntad de Dios hay primero que prepararse y hacer, porque hacer su voluntad es prepararse para su venida para encontrarnos con El, “ni hizo”, son dos cosas: prepararse y hacer. A veces no hacemos porque no nos preparamos; hay cosas en que nos habríamos podido preparar y no nos preparamos, y no pudimos hacer porque para hacer tenemos que estar preparados. La oportunidad para prepararse, la descuidamos. “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes”. Aquí habla de siervos azotados y les voy a decir porqué el Señor azota. Vamos al Libro de Proverbios; esto sobre todo para los que somos papás; tenemos que conocer esto, Proverbios capítulo 20; vamos a leer el verso 26 y el verso 30. Proverbios versos 26 y 30. El verso 26 dice: “El rey sabio”, ese es el Señor, “avienta a los impíos, y sobre ellos hace rodar la rueda”. Un rey sabio no le deja el camino fácil a los impíos. “El rey sabio avienta a los impíos, y sobre ellos hace rodar la rueda”, los pone a moler, eso hace el rey sabio. El verso 30 dice: “Los azotes que hieren son medicina para el malo, y el castigo purifica el corazón”. Ellos son siervos, son hijos, ellos recibieron al Señor. ¿Cuál es la prueba de que son salvos? Ellos dijeron: Mi señor tarda en venir, pero dijeron: Mi señor, o sea que se reconoció que era el Señor y se reconoció que iba a venir, que va tardar, pero que va a venir, viene, sólo que tarda en venir, pero reconocen que va a venir y reconocen que es su Señor, o sea que se es un creyente, un siervo que el Señor puso, el Señor no va a poner incrédulos en su reino, El pone hijos a servir en la iglesia, pero ese hijo primero fue puesto por el Señor como siervo y ese reconoció que el Señor era su Señor y que iba a venir, o sea que era un siervo, era un salvo, pero qué dice aquí: “Los azotes que hieren son medicina”, el Señor hiere. Uno qué pensaría que el azote fuera medicina; el azote no es que el Señor tenga rabia y quiera desahogarse de la rabia que tiene, no, El nos quiere curar, nos quiere hacer mejores. Entonces dice: “Y el castigo purifica el corazón”. El castigo purifica el corazón, porque el Señor quiere purificar, castiga.
Vamos a ver otro verso: Deuteronomio capítulo 25 versículo 2; aquí está el Señor hablando en el tiempo de la ley, mostrando como es su rectitud; leo desde el verso 1 y voy a leer hasta el 3 para tener el contexto inmediato. Deuteronomio 25:1-3: “Si hubiere pleito entre algunos”, porque a veces hay pleito, ¿qué harán? “y acudieren al tribunal para que los jueces juzguen”, así era en la ley, cuanto más en el cumplimiento de la ley que es Cristo, “que los jueces los juzguen, éstos”, éstos (los jueces) “absolverán al justo, y condenarán al culpable. Y si el delincuente mereciere ser azotado, entonces el juez le hará echar en tierra, y le hará azotar en su presencia”; por eso dice que aquellos en la presencia del Cordero son azotados; “le hará azotar en su presencia, según su delito será el número de azotes”. Por eso dice que unos serán azotados muchos y otros serán azotados poco, porque no todos tienen el mismo delito; según el delito serán azotados, o poco o mucho; ahora, miren la misericordia de Dios. “Se podrá dar cuarenta azotes”, el número de juicio es cuarenta, más de cuarenta no, cuarenta; por eso es que ellos sólo daban 39 por si acaso daban 40 azotes menos uno, por si habían contado mal, no sea que se excedieran, era mejor que faltara y no que se excediera, por eso ellos daban 39, por si habían dado otro y no se acordaban, para no pasar a 41, porque dijo: “Se podrá dar cuarenta azotes, no más”; entonces miren aún la misericordia de Dios, el número 40 es el número de juicio, pero ese no es un juicio eterno, es un juicio para purificar, por eso tiene término, no más, “no sea que, si lo hirieren con muchos azotes más que éstos, se sienta tu hermano”, o sea que es un hermano azotado, “envilecido delante de tus ojos”. Hay que castigar pero no para que el que es castigado se sienta envilecido, sino para que él mismo compense lo que hizo, pague lo que debe, aprenda lo que debe aprender, amén?.
Volvamos a la parábola: “Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco”. Uno pensaría: Señor, pero por qué va a ser azotado si no sabía; uno piensa que no sabía; hay unos que saben más, que son más conscientes, por eso dice: no os hagáis muchos maestros porque recibiréis mayor condenación; o sea que a mí, por ejemplo, se me juzgará más duro que al que no está aquí al frente; pero no piense que si no sabía no pasó nada, no. A veces uno hace lo que no debe sin saberlo, y hace eso sin darse cuenta, pero está haciendo algo malo. Cuando se de cuenta tiene que reconocerlo y tiene que haber expiación. Confesar que hizo algo equivocadamente. Vamos a ver eso en Levítico capítulo 5 versículo 17.
Levítico 5:17: “Finalmente”, dice allí Dios por Moisés, “si una persona pecare”, noten que usa el verbo pecar, “o hiciere alguna de todas aquellas cosas que por mandamiento de Yahveh no se han de hacer, aún sin hacerlo a sabiendas, es culpable”; cuánto más si lo hace a sabiendas, es más culpable, pero aún si uno hace algo malo sin saber, es culpable, “llevará su pecado”, porque debería haber indagado y conocido la voluntad de Dios, además que Dios no se ha dejado sin testimonio y a través de la creación quedamos sin excusa, por eso somos inexcusables.
Vamos a Números capítulo 15, vamos a leer desde el versículo 22 en adelante: “Y cuando erraréis, y no hiciereis todos estos mandamientos que Yahveh ha dicho a Moisés, todas las cosas que Yahveh os ha mandado por medio de Moisés desde el día que Yahveh lo mandó, y en adelante por vuestras edades, si el pecado fue hecho por yerro con ignorancia de la congregación, toda la congregación ofrecerá un novillo por holocausto en olor grato a Yahveh, con su ofrenda y su libación conforme a la ley, y un macho cabrío en expiación. Y el sacerdote hará expiación por toda la congregación de los hijos de Israel,; y les será perdonado, porque yerro es”; noten, era por ignorancia, pero ignorancia ¿por qué? porque no habían buscado la voluntad de Dios, ignoraban pero de todas maneras quedaba un poquito de culpa, dice que es culpable, no tanto como el que sabiendo y a propósito hace, pero el que no sabe porque no buscó como hay que hacer las cosas y las hace erradamente, cuando se de cuenta que hizo algo errado, no diga: Ay! yo no sabía; diga, erré, no me di cuenta, pero erré, Señor, perdóname, y ofrecer el novillo, reconocer y cubrirse con la sangre, no con la auto-justificación de que no sabía; la justificación de que uno no sabía, no lo limpia; la sangre lo limpia, uno tiene que confesar: Señor, éste era un error y yo no lo sabía.
Vamos a ver algunos ejemplos de eso en la Biblia. Vamos a Lucas capítulo 23 , versículo 34: “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”; o sea que necesitaban ser perdonados aunque no sabían lo que estaban haciendo, pero estaban haciendo algo malo y Jesús no decía: Padre, ellos no saben; no, perdónalos porque no saben lo que hacen.
Pasemos a Hechos capítulo 3 versículo 17; dice el apóstol Pedro hablando a Israel: “Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado”; o sea, ellos hacían cosas por ignorancia, pero a esos que hacían cosas por ignorancia les dice: “Arrepentios y convertios para que sean borrados vuestros pecados, para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”, amén.
Pasemos a 1ª a Timoteo capítulo 1, versículo 13; dice Pablo: “habiendo yo sido antes blasfemo,” o sea, no dice que porque no sabía no blasfemó, no, blasfemó aunque no sabía; “habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador”; o sea, sus pecados fueron: blasfemia, perseguir al Señor y a la iglesia e injuriar; él no lo sabía, pero fue pecador en esas tres áreas. Y dice: “mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús”. Amén hermanos. Eso era para que enriqueciéramos esa frase del Señor Jesús que dice: “Mas el que sin conocerla”, o sea que sin conocer la voluntad de Dios, “hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco”.
Miremos un último verso aquí: Salmos 19 versículo 12; vamos a ver que dice allí; dice de la siguiente manera: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos”; o sea que uno puede estar errando y para uno puede ser oculto, entonces nuestra oración no debe ser, sólo Señor perdóname de lo que soy consciente, sino perdóname Señor de lo que me es oculto; quizá yo estoy pecando en algo que no me doy cuenta y debo pedirle al Señor que El me muestre, aunque me duela; tengo que ver la verdad y que me perdone, ¿amén hermanos?
Yo recuerdo una vez, y perdón por una anécdota personal; cuando era nuevo en el Señor, tenía apenas dos años, digamos, estaba en el segundo año de convertido, y empecé a leer al hermano Branham; él tenía muchas cosas buenas, pero tenía también algunos errores; como yo era nuevo, no discernía, y comía el pastel con todas las semillas crudas y todo; él mismo decía que si encontrábamos una semilla, debíamos sacarla, pero como yo no distinguía entre pastel y semilla, me comía la semilla junto con el pastel, lo bueno con lo errado, y así continué hasta que un día el Señor me concedió la gracia de decirle al Señor, así como dice allí en Proverbios: No te apoyes en tu propia prudencia, fíate del Señor, El enderezará tus veredas. Si tú te apoyas en tu propia prudencia, si tú te apoyas en la forma como tú ves, tú puedes errar, porque tú no ves todo como verdaderamente es; el que sí sabe todo como verdaderamente es, es Dios; por eso uno no debe basarse en que como uno ve, sino que uno tiene que decirle: Señor, yo quiero ver como tú ves. Esa vez el Señor me concedió misericordia, y le dije: Señor, a mi esto que leo me parece correcto, puede estar correcto o puede estar equivocado, pero yo te amo es a ti, Señor; yo te quiero seguir es a ti, así que yo te pido a ti que si esto es correcto, tú me lo confirmes, y si es errado, tú me lo muestres; a mí me parece correcto, pero ya no voy a poner el punto final, yo no voy a estar seguro, empecinado en lo que yo pienso; voy a dejar que el Señor dé la última palabra y renuncio a mi propia prudencia. Cuando yo hice eso de todo corazón, el Señor de a poquito me empezó a mostrar los errores, de a poquito, porque no aguantaba todo de golpe; esto es un error, esto también es un error y esto también, y tuve que empezar a arrepentirme y retractarme públicamente y por escrito de los errores que yo pensaba que estaban bien; pero si yo no le hubiese dicho al Señor, el Señor me habría respetado mi elección de mi propia prudencia; yo escogí mi propia prudencia, entonces El no pudo enderezar mis caminos, hasta que renuncié a mi prudencia, a mi dogmatismo y dije: Señor, puede ser que no vea como es, quiero ver como tú, te amo es a ti, enséñame tú, descanso es en ti, corrígeme si es necesario, yo no sé. Entonces El me enderezó. Fíate de Yahveh de todo corazón y El enderezará tus veredas; entonces así estamos siguiendo de verdad al Señor y no a nosotros mismos; amén hermanos.
Ya estamos terminando: “El que sin conocerla”, vea, los pecados ocultos, “hizo cosas dignas de azotes”, o sea que aún sin conocer unas cosas que son dignas de azote es pecado, hay culpa, no tanta como cuando es de adrede, pero hay una medida, como dice Romanos 1 que el hombre es sin excusa, y Romanos 2 dice que aún nuestra conciencia nos redarguye, aunque no conozcamos mucho, por lo menos sospechamos algo, ¿amén? Entonces dice: “El que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho…”, aquí no dice qué, haya dado lo que haya dado, puede ser que le dio conocimiento, puede ser que le dio oportunidades, le dio talentos, le dio dones, le dio dinero, propiedades, lo que sea que Dios te haya dado, eso es para ponerlo al servicio del Señor. Según lo que te haya dado, eso te pedirá. ¿Qué hiciste con lo que te di? ¿Qué hiciste para mí, claro, dice el Señor. “a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado más se le pedirá”. Por eso el Señor dijo que el castigo para Betsaida sería menos tolerable; para nosotros oír Betsaida, qué rico Betsaida, Felipe era de Betsaida, la aldea de Pedro, Andrés y Felipe; Capernaum donde moró el Señor; Corazín; el Señor dice: en el día del castigo, será más tolerable el castigo de Sodoma y de Gomorra que el de Betsaida, más tolerable el de Tiro y de Sidón que eran fenicios que el de estas ciudades. ¿Por qué será más tolerable? Vemos que en el castigo no todos son parejos, sino que a unos el castigo es más tolerable que a otros; unos sufrirán más que otros; los dos serán castigos, pero habrá castigos menos tolerables, o sea, más difíciles de sobrellevar y hay otros castigos más tolerables; entonces el Señor habla de eso allí, ¿verdad?
Leamos un verso, el último que vamos a leer. Amós capítulo 3 versículo 2. Dice allí: “A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades”; o sea, El escogió a Israel, se le reveló a Israel más que a otros, Israel hizo cosas peores, entonces tuvo que corregirlos más duro. Cuando vemos la historia de Israel, persecuciones, los campos de concentración, la diáspora, etc. vemos mucho castigo, pero ¿por qué? El Señor dijo: sólo a ustedes yo los conocí, sólo a ustedes el Señor se reveló, a Israel; las demás naciones no conocían nada, por eso es que los voy a castigar por sus maldades. Jesús también dijo: Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado, pero ahora no tienen excusa. Hermanos, nosotros que sabemos, seremos medidos más estrictamente. Al que mucho se le haya dado, más se le demandará. Al que se le dio poco, poco se le demandará.
“Al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”. Entonces, hermanos, que esta parábola del siervo fiel o infiel, verdaderamente nos ayude, verdaderamente nos impulse a volvernos al Señor, a pedir su socorro, pedir su gracia y vivir por El. Amén, hermanos! Vamos a orar de todo corazón. El Señor es misericordioso.
Nuestro Dios, nuestro Dios, no queremos ser oidores olvidadizos, no queremos ser como aquellas plantas espinosas que en vez de producir fruto con la lluvia, usan la lluvia para las espinas; la misma lluvia que alimenta los frutos dulces, alimenta también las zarzas y los espinos. Queremos ser buenos frutos, árboles de buen fruto, que la semilla de tu palabra, el agua viva de tu palabra que nos riega, produzca fruto para ti que eso es lo que tú deseas, y por eso nos reúnes, no para castigarnos, sino para ser tus hijos amados y porque nos amas nos amonestas y nos llamas. Padre, perdona nuestros pecados, perdona aún los que no son ocultos, ayúdanos a ser absolutamente sinceros. Si no sabemos ser sinceros, ayúdanos a serlo, ayúdanos a vivir a tu luz para juzgar las cosas según tu luz, para ser corregidos, para ser hechos hijos e hijas fieles, estables, firmes, para que tu gloria pueda ser manifiesta en aquel día. Que no estemos llorando, mientras otros están sirviendo en el Milenio. Señor, ayúdanos, ayúdanos, que la verdad no nos ofenda, que la verdad nos convierta y nos sane, en el nombre de Jesús. Te pedimos, Señor, que consueles nuestros corazones, que consueles todos los corazones, Señor, que por una u otra cosa sufren. Todos sufrimos a veces, de una u otra manera, pero tú conoces los que pasan pruebas difíciles. Señor, tu mano sanadora sea sobre cada una de nuestras almas, sé sobre el alma de los abatidos, porque tu viniste a dar gozo a los quebrantados, óleo de alegría a los contritos. Señor, porque tú eres el Cristo Salvador. Señor, aquí estamos haciéndonos más responsables delante de ti, pero no tememos esto porque de verdad queremos ser fieles, porque confiamos que nos ayudarás. Ayúdanos a serte fieles, es lo que te pedimos. Ayúdanos a vencernos a nosotros mismos y a ser buenos, compasivos, misericordiosos, delicados unos con otros; en el nombre del Señor Jesús, porque con el juicio con que juzgamos seremos juzgados y juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia. Concédenos, Señor, ser misericordiosos para alcanzar misericordia, en el nombre del Señor Jesucristo. Ayúdanos a perdonar, ayúdanos a corregirnos, ayúdanos, en el nombre de Jesucristo, amén. La paz del Señor sea con los hermanos.
Gino Iafrancesco V., 26 de abril 2005, Bogotá D.C., Colombia. Transcripción de la hermana Marlene Alzamora, revisada por el autor. BRASERO DE FUEGO ENTRE LEÑA
Por Gino Iafrancesco V. - 2 de Junio, 2010, 22:12, Categoría: General
BRASERO DE FUEGO ENTRE LEÑA Gino Iafrancesco V., 16/01/2009, Barbosa, Santander, Colombia. EXAMINANDO LAS SEÑALES DE LOS TIEMPOS A LA LUZ DEL PARADIGMA DE CRISTO
Por Gino Iafrancesco V. - 2 de Junio, 2010, 21:40, Categoría: General
EL CIMIENTO
Por Gino Iafrancesco V. - 15 de Abril, 2010, 22:33, Categoría: General
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EL MISTERIO DEL REINO DE DIOS11
EL CIMIENTO
Siguiendo la serie sobre el misterio del reino de Dios, y habiendo considerado que las parábolas del Señor Jesús se refieren a los misterios del reino de los cielos, entonces vamos a ver hoy una parábola. Inicialmente quisiera que viéramos la ubicación de ella, tanto en Mateo como en Lucas, que es donde esa parábola aparece. Mateo capítulo 7, la última perícopa que registra Mateo del que ha sido llamado el sermón del monte. Capítulo 7, desde el 24 hasta el 29; pero antes de que leamos, quisiera que fuéramos un momentito al capítulo 5, donde comienza el sermón del monte. Dice: “Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:…” Entonces ahí aparecen las bienaventuranzas, la parábola de la sal de la tierra, la luz del mundo, la posición de Jesús ante la ley, la ira, el adulterio, el divorcio, los juramentos, el amor a los enemigos, la limosna, la oración, el ayuno, tesoros en el cielo, la lámpara del cuerpo, Dios y las riquezas, el afán y la ansiedad, el juzgar a los demás, la oración y la regla de oro, la puerta estrecha, por sus frutos los conoceréis, nunca os conocí; y ahí termina en el capítulo 7 la síntesis que hace Mateo de las enseñanzas del Señor Jesús en el sermón del monte; lo que ha sido dado en llamar la Constitución del Reino de los Cielos. Ya en el capítulo 8 dice: “Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente”; y ahí nos damos cuenta de que lo que es el sermón del monte tiene su finalización en el pasaje de los dos cimientos, que está aquí, desde el verso 24 al 29 del capítulo 7.
Vamos entonces a Lucas también, al capítulo 6; y si leemos desde el verso 17, pareciera aparentemente como si hubiera una contradicción; no la hay, como lo vamos a ver; y por eso quise detenerme unos minutitos en ello. Dice: “Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón, que había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades”. Entonces allí aparece como si estuviera hablando en un lugar llano; sin embargo, continúa con las bienaventuranzas, los ayes, el amor hacia los enemigos, y la regla de oro, el juzgar a los demás, por sus frutos los conoceréis; o sea, los mismos temas que registra Mateo los está registrando también Lucas; pero si tú regresas al verso 12 del capítulo 6, ahí ya te das cuenta de que ese lugar llano era en el monte, era un lugar llano que había en el monte, porque dice: “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos”.... Verso 17: “Y descendió con ellos”; o sea, descendió de la parte más alta del monte; y mientras descendía, en la bajada había un lugar llano; no era que estaba en el puro llano de abajo, sino que era un lugar llano en el monte. Entonces no hay una real contradicción, sino solamente que cada uno lo cuenta desde su punto de vista; además, ellos no se pusieron de acuerdo, porque ellos no estaban inventándose nada; contaba cada uno las cosas como eran.
Luego llegamos al capítulo 7 de Lucas, que dice: “Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaum”. Ya Capernaum es una ciudad que queda al lado del Mar de Galilea o Lago de Tiberíades o de Genesaret o de Cineret; son varios nombres del mismo lago o Mar de Galilea; entonces El entró a Capernaum, pero no estaba en Capernaum; había ido al monte, y mientras bajaba, se detuvo en un lugar llano de ese monte; por eso Mateo dice que era el sermón del monte; y aquí Lucas dice que era en un lugar llano, pero vemos que era descendiendo. Esto lo digo sólo por cuestión de las críticas que existen, aprovechando la oportunidad para que los hermanos tuvieran en cuenta esto.
Me llama la atención, ahora sí, la ubicación, en el contexto del sermón del monte, de esta perícopa, que aquí le pusieron: “Los dos cimientos”; pero realmente es un cimiento y un no cimiento; no son dos cimientos, es un solo cimiento. “Los dos cimientos” fue la última parábola que dijo el Señor Jesús en la ocasión del sermón del monte, en ese lugar llano en el monte por el cual El bajaba; y es muy interesante ubicar esa perícopa de la parábola del cimiento al final de todas las cosas. Mateo lo dice con unas palabras, Lucas lo dice lo mismo, también con algunas otras palabras; ustedes saben que ellos no tenían grabadora, ni hacían transcripciones exactas, sino que ellos se confiaban a la memoria que les daría el Espíritu Santo. Jesús dijo: El Espíritu Santo os recordará todas las cosas que yo os he dicho y os hará saber las cosas que habrán de venir; así que el Espíritu Santo fue el que recordó a Mateo algunas de las palabras, y a Lucas también algunas de las palabras; y esas palabras no son contradictorias, sino complementarias, porque seguramente esos pocos versos se hablaron en poco tiempo; por ejemplo, aquí en Lucas son cuatro versos; esos se hablan en un minuto; y seguramente que Jesús habló más de un minuto, verdad? Lo que pasa es que El habló con muchas palabras, y la esencia de lo que El dijo, y las frases que el Espíritu Santo les recordó a ellos, ellos las registraron; y Dios quiso que hubiera varios testigos; y si Dios quiso que hubiera varios testigos es porque El quiere que veamos aquella ocasión desde distintos ángulos, desde distintos ojos; y por eso yo me he propuesto hacer la síntesis, la armonía de este testimonio, porque un testigo es Mateo, el otro testigo es Lucas; a veces son los tres y hasta los cuatro; hablan de un mismo asunto; entonces aquí en esta hojita lo que yo hice fue unificar los dos testimonios, el de Mateo y el de Lucas, para tener más amplia visión de lo que el Señor habló. Ustedes lo pueden seguir en Mateo o lo pueden seguir en Lucas; y usted se va a dar cuenta de qué es lo que uno comparte que el otro no dijo; de todas maneras las dos cosas son inspiradas por el Espíritu Santo, son palabras del Señor Jesús que el Espíritu les recordó y que las ponemos juntas.
Voy a leerles la síntesis que tengo aquí; está basada en Mateo 7 desde el 24 al 29, y en Lucas 6 del 46 al 49; ustedes pueden seguir al que quieran; yo voy a ir leyendo despacio; primero, para que tengamos una visión completa uniendo los dos testimonios de una misma situación. Entonces dijo el Señor Jesús en este contexto, al final de todo el sermón del monte; estas palabras cobran más significado si nosotros sabemos en qué momento las dijo, porque las dijo después de hablar todo el sermón del monte, que fue una enseñanza, digamos, después de que El pasó la noche orando y luego bajaron a Capernaum; puede ser que pasaron un día entero allá; a veces los hermanos nos reunimos un día entero en un pequeño campamentito para compartir la palabra del Señor; y seguramente el Señor pasó un buen tiempo, después de haber orado toda la noche, y llamó a sus discípulos y se quedó en el monte a enseñarles; seguramente que El se quedó un buen tiempo, quizás mínimo un día estarían allá. Entonces, lo último que dijo fue esto; y esto que dice acá se está refiriendo a todo lo que trataron ese día; a todo lo que trataron ese día es a lo que El está llamándonos la atención aquí.
Entonces dice así, citando la versión integrada de los dos testimonios, juntándolos como hacen los jueces, que tienen que oír a un testigo, a otro, a otro, y armar el cuadro. Dijo el Señor Jesús: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quien es semejante. Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, (las del sermón del monte) y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó, y ahondó y puso el fundamento sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó,” dice esta traducción, “…porque estaba fundada sobre la roca”, dice en el griego, “porque estaba bien edificada; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, El que oyó y no hizo, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena, semejante es al hombre que edificó su casa sobre la tierra, sin fundamento alguno; contra la cual el río dio con ímpetu, y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y luego cayó, y fue grande su ruina, la ruina de aquella casa. Y cuando acabó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entro en Capernaum”. Esta es la enseñanza final del Señor Jesús en el sermón del monte, en ese lugar llano del monte.
El Señor, cuando se está refiriendo a: el que no oye estas palabras, se está refiriendo a todo el asunto del sermón del monte. A veces nosotros podemos tener la tendencia a olvidarnos de esto; quizá nos acordemos más de Romanos, de la justificación por la fe; quizá nos acordamos más de Gálatas, que recibimos el Espíritu por oír con fe y no por las obras de la ley; y todo eso está bien; claro que Romanos y Gálatas son el evangelio de Dios, son epístolas apostólicas que nos colocan dentro de la salvación para comenzar el camino de los salvos: ser salvos de la ira; pero claro que no sólo tenemos que ser salvos de la ira, sino también salvos de nosotros mismos en la cotidianidad; y eso no es ya solamente por el perdón de los pecados, instantánea, sino que se usufructúa y aplica el Don Perfecto por la fe, al llevar la cruz constantemente, que es un aspecto diferente. Entonces, hermanos, a veces nosotros agarramos un aspecto del evangelio, la parte del evangelio de la gracia, y nos olvidamos del aspecto del reino; pero el evangelio de la gracia se llama también el evangelio del reino; tiene la gracia y tiene el reino; no son dos evangelios diferentes, sino que son dos partes, dos aspectos del mismo evangelio, porque no hay otro evangelio; hay un solo evangelio; claro que Jesús habló de la gracia, claro que Jesús habló El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y ha pasado de muerte a vida, y no vendrá a condenación y yo lo resucitaré en el día postrero; habló de la fe; eso lo dijo Jesús; y el mismo Jesús que dijo eso, también dijo esto otro; el mismo Jesús que habló de creer, habló también de hacer; ¿por qué? porque creer tiene que ver con nuestra liberación del juicio eterno, pero el hacer tiene que ver con la aplicación de la gracia que hemos recibido por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios, para que demos fruto. Efesios muestra los dos lados; pero dice: fuimos salvos, creados en Cristo Jesús, para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Nuestras buenas obras no son la base de nuestra salvación de la ira, del juicio eterno de Dios, sino que son el resultado de haber sido perdonados, de haber sido regenerados, de haber recibido el Espíritu y de caminar con el Señor; el Señor no está preocupado solamente en que nosotros no nos vamos al infierno; El quiere que los que El libra del infierno seamos su familia, sus hijos, semejantes a Él, y que cooperemos con Él, con lo que Él tiene que hacer; no para ser salvos, sino porque nos salvó, y porque quiere también, además de salvarnos, acrecentarnos un galardón.
La Biblia habla del don y del galardón; el don es en relación con la salvación por gracia; el galardón es algo adicional a la salvación; es lo que el Señor le da a sus hijos que salvó por gracia y que le sirvieron; y se los da como premio a sus obras. Jesús no solamente habló de la fe; habló de la obras. He aquí vengo pronto y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno, no según sea su fe, sino según sean sus obras. El lugar de las obras no es la base de la salvación; el lugar de las obras es porque fuimos salvados, somos hijos, trabajamos para el Señor, y El además de salvarnos, nos va a galardonar en el reino con una posición en el reino, sobre diez ciudades, sobre cinco ciudades, sobre dos ciudades; todos están salvos, pero su posición en el reino es diferente; la posición en el reino, que es distinta a la salvación eterna, la posición en el reino tiene que ver con el servicio al Señor. Entonces aquí el Señor Jesús está hablando de eso. “¿Por qué me llamáis, Señor…”. Bueno, nosotros, cuando estábamos perdidos, necesitábamos primeramente al Salvador; pero el Salvador, dice Pablo, el mismo Pablo que habló de la gracia, dice que Él murió y resucitó por nosotros, y así nos salvó, para ser Señor. Dice: para que los que viven, ya no vivan más para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos; o sea que murió y resucitó no sólo para salvarnos, sino para que nosotros lo tengamos por Señor y andemos como El quiere; ya no es solamente creer, sino además de creer, perfeccionar la fe por el amor, que es lo que El nos está queriendo decir. “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis....”
Cuando nosotros oímos esa expresión: la casa edificada sobre la roca, nos imaginamos que la roca es Cristo, que la casa edificada sobre la roca son los creyentes que creyeron en Cristo; pero en este contexto, si usted lo lee con cuidado, el Señor está hablando más que eso. Aquí la roca no es solamente el Cristo objetivo fuera de ti, que hizo todo por ti y a ti no te costó nada, no; aquí la roca es el mismo Cristo, pero formado y expresándose a través de nosotros; por eso analicémoslo bien, con cuidado.
Vamos a seguir de nuevo la parábola de este cimiento, porque realmente no son dos cimientos; el otro no tenía cimiento alguno; hay un solo cimiento: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”, por ejemplo, el sermón del monte. “Todo aquel que viene a mí…”; bueno, la persona estaba fuera del Señor, y entonces por la fe fue salva; Dios lo trajo, porque no hubiera podido venir al Señor si el Padre no lo trae; el Padre lo trajo, y la persona también vino, porque el Padre lo trajo y él vino, las dos cosas juntas; “…y oye mis palabras y las hace,,,”; o sea que las palabras a que El se refiere son las del sermón del monte, no son las palabras de la salvación eterna; hay palabras que se refieren a la salvación, por ejemplo: de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, cree, ahí habla de la fe; no se pierda, mas tenga vida eterna. Ese es el primer aspecto de la vida, la persona es perdonada, recibe al Señor y es regenerada, muy bien, ya se salvó del juicio eterno, del lago de fuego para siempre, el eterno, el castigo eterno, porque la Biblia habla del castigo eterno; ya se salvó por la fe, ahora es un hijo; ahora entonces la palabra que sigue es “hacer”. El que oye mis palabras y no sólo cree, sino que el Señor usó otro verbo distinto al de creer, usó el verbo “hacer”, que nosotros los protestantes, para no parecer muy católicos, tenemos la tendencia a olvidar; y el Señor nos lo quiere recordar otra vez, porque no estamos hablando del hacer para ser salvos, sino que estamos hablando del hacer por ser salvos, y porque las obras de los salvos van a ser galardonadas, no con la salvación, sino con un galardón adicional a la salvación, como dice 1ª a los Corintios 3; lo digo por causa de algunos hermanos que quizá no se han fijado en este aspecto. Dice: Si la obra de alguno se quemare, (la obra de los salvos, de los siervos) él sufrirá pérdida, usa sufrir y usa pérdida; si bien él mismo será salvo; o sea que no es pérdida de la salvación, ni es sufrimiento del juicio eterno, pero si es pérdida y si es sufrimiento, aunque será salvo así como por fuego. Ahí nos damos cuenta de que la salvación es por gracia, pero el galardón de los salvados por gracia, es el de las obras de los salvados.
Entonces ese es el verbo “hacer” que el Señor enfatiza en el sermón del monte; Él predicó el evangelio completo, no sólo la justificación; amén? “os indicaré a quién es semejante. Cualquiera, pues, que me oye estas palabras…”, (las del sermón del monte) “y las hace, le compararé a un hombre prudente”. También había diez vírgenes, las diez eran vírgenes, las diez eran creyentes, las diez creían en Cristo, estaban esperando al esposo, pero sólo cinco de las diez eran prudentes; tenían aceite en sus lámparas que se refiere a su espíritu, y en sus vasijas que se refiere a sus almas; en cambio las insensatas tenían el aceite en la lámpara, pero no en la vasija; es decir, habían recibido al Señor en su espíritu, pero no habían aplicado la vida de Cristo a su alma, a sus pensamientos, a sus sentimientos, a sus decisiones, a su andar. Entonces dice aquí: “un hombre prudente…”, prudente; ¿por qué el Señor usa palabras más allá de creyente? ¿Por qué no es suficiente creyente, si para salvarse es suficiente creyente? Pero es que el Señor no quiere solamente tener gente salvada, pero mañosa; El no quiere salvos mañosos; hay muchos salvos mañosos; El quiere salvarnos no sólo del infierno sino de nuestras mañas. Entonces dice: un hombre no sólo creyente, sino: “un hombre prudente, que edificó…”; aquí se trata de edificar la casa; ya no se trata solo de la fe; dice Pablo en 1ª a los Corintios 3: que sobre este fundamento, que es Cristo se sobreedifica; la persona recibió a Cristo, Cristo murió por ella, la persona creyó, recibió al Señor, se salvó, fue perdonado, fue justificado; ahora que es un hijo, va a servir al Señor porque es un hijo, no para ser salvo, sino porque es salvo. Entonces dice: Si alguno edificare sobre este fundamento, porque nadie puede poner otro, para la salvación nadie puede poner obras para salvarse; la única base para la salvación es lo que el Señor hizo por nosotros recibido por fe; pero sobre ese fundamento, dice: si alguno edificare oro, plata, piedras preciosas o madera, heno y hojarasca, la obra de cada uno será manifiesta porque el fuego la probará; y ese fuego aparece en forma de lluvia, de ríos, de vientos que el Señor dijo que vendrían. Así que hermanos, esto viene, vienen ríos, vienen inundaciones, vienen lluvias torrenciales, vienen vientos huracanados, vienen, vienen. Entonces aquí el Señor está hablando de edificar, ven? como Pablo hablaba a los salvos, a los Corintios, que eran ya la iglesia en Cristo, de edificar con oro, lo que tiene que ver con la naturaleza divina; con plata, lo que tiene que ver con la redención; con piedras preciosas, lo que tiene que ver con la obra transformadora del Espíritu Santo; y no con madera, que es lo meramente humano; no con heno, que es pura paja; no con hojarasca, que es lo que está separado de la vida, por eso está seco. Podemos edificar secos, o unidos a la vid; la diferencia está en estar unidos a la vida para edificar; aquí no está hablando de la salvación inicial; aquí está hablando del reino, del evangelio del reino. El sermón del monte es la constitución del reino; el reino de los cielos es semejante, dice el Señor muchas veces, dando parábolas acerca del reino.
Muchas personas han pensado que el reino se refiere a la salvación; claro que no; el reino de los cielos no se refiere a la salvación; si tomas todos los versos que hablan del reino, esos versos que hablan del reino se relacionan con la obra de los salvados por gracia; júntalos y verás. “Edificó su casa sobre la roca”; entonces fíjense que el Señor está comparando al que hace las palabras del Señor, y dice de él ser prudente, que edifica la casa sobre la roca; el que oye pero no hace, no está sobre la roca. No quiere decir que no sea cristiano; en otro contexto, sí, claro, en otro contexto, en otras parábolas, en otros pasajes, Cristo es la roca; no estamos diciendo que Cristo no sea la roca, pero ahí en el aspecto exterior, histórico, antes que tú nacieras, lo que Cristo hizo por ti; pero ahora hay el otro aspecto, el de recibir a Cristo subjetivamente, y que El se forme en nosotros, y que nos vaya transformando; ese es otro aspecto también; y ese es el contexto en que el Señor usa la roca aquí, porque El dice así: “El que oye mis palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca”; o sea, este hacer lo que el Señor dice, es edificar la casa sobre la roca; no está hablando sólo de la fe, sino de edificar sobre la roca. El que no hace, no está sobre la roca en el sentido de esta parábola. Sí, si es un creyente desobediente, flojo, bueno, es un hijo carnal; porque hay hijos, como dice Pablo a los Corintios, a quienes él no les pudo hablar como a espirituales, sino como a carnales, porque eran niños en Cristo; o sea que hay creyentes carnales que andan en su carne; nosotros podemos andar en nuestra carne y estar en madera, en heno y en hojarasca; o podemos andar en el Espíritu, y estar en oro, plata y piedras preciosas.
Continua diciendo: “Semejante es al hombre que al edificar una casa…”, y aquí Lucas expresó varias cosas; aquí habla de “cavar”, y la palabra en el griego es “excavar”, o sea, no quedarse en la superficie; eso es excavar; a veces nosotros somos cristianos, pero somos cristianos superficiales, cristianos que nos quedamos en lo superficial, en el evangelio barato; o sea, en la parte del evangelio que a nosotros nos gusta, pero no en la otra parte; entonces ahí es cuando las cosas se hacen baratas, se hacen superficiales; excavar es bajar de la superficie, excavar, y luego ahondar, que son dos cosas diferentes, son dos verbos; excavar es para pasar de la superficie a buscar, pero ahondar es hasta llegar a la roca, es decir, hasta que realmente esté viviendo en Cristo; no que solo haya comentado creer en Cristo; ya uno puede comenzar a creer desde la superficie, pero después de creer, tiene que cavar; cavar es dejar la superficialidad; pero después de cavar, hay que seguir, hay que ahondar, o sea, ir hondo, llegar a las profundidades. Cuanto evangelio superficial es presentado por los cristianos hoy, por no cavar y por no ahondar. Sí, se comienza por algo verdadero pero muy inicial, muy rudimentario. La palabra habla de “rudimentos”, como por ejemplo, los rudimentos de que habla Hebreos 6, el arrepentimiento, la fe en Dios, la doctrina de bautismos, la imposición de manos, la resurrección de muertos, el juicio eterno; esos son los primeros rudimentos o fundamentos de la palabra de Dios; pero El dice: dejando ya los rudimentos, vamos adelante a la perfección. Dice que los que son niños no están preparados para la palabra de justicia; ya no es solamente la palabra de fe, que es la inicial, sino la palabra de justicia, porque hay que perfeccionar la fe por la virtud, la virtud por el conocimiento espiritual, éste por la templanza, por la piedad, la paciencia, el afecto fraternal, el amor; ahí está hablando de una fructificación práctica de la fe, que es lo que los protestantes hemos olvidado. Sin negar las verdades protestantes de la justificación por la fe, hay que continuar, amén?
Dice aquí: “cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca;” es decir, asegurarnos de que lo que estamos edificando sea en Cristo. Hay que cavar, salir de la superficialidad, ahondar y poner el fundamento en la roca; es decir, ¿estamos realmente haciendo eso? O ¿estamos contentos con nuestra naturalidad?, o ¿ya empezamos a aborrecernos? ¿Y ya no nos queremos más a nosotros mismos, ni queremos seguir siendo lo que somos, sino que buscamos al Señor para que realmente El nos ayude y no sigamos siendo nosotros solos? Ahondar y poner el fundamento en la roca; y aquí el Señor presenta varias direcciones de donde vienen las pruebas: “Descendió lluvia”, y la lluvia desciende del cielo, desciende de arriba, y es una bendición, pero fíjense que esa lluvia puede aumentar los ríos; y entonces dice: “vinieron ríos, y soplaron vientos”; ay, ¿qué será eso de soplar vientos? ¿quién anda por ahí por los aires? Hay alguien que se llama el príncipe de la potestad del aire que hace soplar vientos; ¿recuerdan a Job, como le hizo soplar un viento y le tumbó las paredes encima de los hijos? ¿Quién era el que estaba detrás de ese viento? Satanás. ¿Ustedes creen que cuando el Señor estaba durmiendo en la barca, cruzando el mar, fue tan solo un viento que se levantó? no, yo creo que detrás de ese viento era el diablo que quería ahogar al Señor y a los discípulos, aprovechando que El estaba durmiendo; y Jesús se levantó, y reprendió al mar y al viento como si fueran personas, y se aquietaron, porque a veces detrás de los fenómenos naturales suelen esconderse también espíritus, como en el caso de Job, que es muy claro. Entonces aquí nos damos cuenta de eso: “soplaron vientos”.
Hermano, no piense que la vida cristiana va a ser fácil, que no va a haber tropiezos, no; Jesús advirtió, y lo pintó por varios lados; por un lado es lluvia, por el otro lado es ríos, inundación, porque Lucas se acordó lo de inundación, porque Mateo no mencionó la inundación, mencionó los ríos, pero no la inundación con ímpetu; o sea, que si el enemigo sí pudiera, nos mataría; si pudiera, nos mataba ya; pero ya que no ha podido matarnos, él tira por un lado, por otro, pero con todo, él lo que quiere es destruir, lo que quiere es arrasar; y a eso es a lo que el Señor nos quiere llamar la atención, que nuestra vida no es sin oposición, sino con una oposición terrible; esa oposición puede ser del mismo Dios en primer lugar, porque la lluvia viene de arriba, porque Dios se opone a nuestra carne, Dios se opone a nuestro temperamento descontrolado, Dios se opone, entonces Dios permite la zaranda; Satanás, claro, que tiene mala intención, Satanás no nos quiere perfeccionar, Satanás nos quiere destruir; pero el Señor permite que Satanás nos zarandee. Simón, Simón, Satanás te ha pedido para zarandearte como a trigo; lo que Satanás quería era destruir a Simón Pedro; lo que el Señor quería al permitir la zaranda era fortalecer a Pedro, trasladar a Pedro de su naturalidad a la dependencia del Señor. Como la vez pasada recordábamos, con agonía agarrarse del Señor, con agonía aborrecerse para poder acudir al Señor, porque mientras estamos contentos con nuestro ser natural no nos aborrecemos. Entonces descendió lluvia de arriba para abajo, pero vino contra la casa; la lluvia del cielo permite que crezcan los ríos, y los ríos ya son corrientes a veces hasta subterráneas, a veces son bien terrenales; así que tenemos problemas y pruebas, porque el mismo cielo nos resiste y porque nosotros mismos somos malos. Entonces el cielo tiene que tratarnos, y nosotros mismos somos el problema; y adicional a eso, hay una parte sobrenatural, una parte maligna. Hermanos, lo único que tenemos a favor, como solemos repetir, es al Señor. El mundo está en contra nuestra, y cada vez su hostilidad es más manifiesta; la carne está en contra nuestra; Satanás está en contra nuestra; sólo la gracia del Señor está a nuestro favor, sólo la gracia del Señor puede conducir a que incluso estos ríos, estas cosas, sirvan para bien. Dios no los permitiría sino sirvieran para bien; pero les sirven a los que están sobre la roca. Los que están sobre la roca, aquí en este contexto, no son los que solamente creen un poco en Cristo, sino los prudentes que hacen por fe lo que Él dice; aquí la roca no es solamente la fe en Cristo; aquí la roca es la obediencia espiritual a Cristo por la fe; esa es la roca que resiste.
Hermanos, Satanás puede atacar nuestra fe, pero si nuestra fe no está acompañada por la experiencia de caminar con Cristo, puede zarandearse; pero si has tenido la experiencia de caminar con Cristo, para ti Cristo no es solamente una cuestión histórica; claro que Cristo es histórico, pero Cristo es más que histórico; tú conoces hoy a Cristo, tú tienes una relación hoy con Cristo, tú sabes la diferencia de lo que eres tú solito, y tú ayudado por Cristo; tú has experimentado la unción de Cristo, has experimentado la providencia de Cristo, has experimentado el cuidado de Cristo, el fortalecimiento de Cristo; para ti ya Cristo no es solamente una historia, tú tienes una relación actual con Cristo, con el Cristo vivo que está hoy; pero si no caminamos con Cristo, solamente hemos oído la historia de Cristo, y por ahí vienen algunos de los críticos de Alemania para decirnos que Cristo no existió, así lo dicen muchos, están locos, pero así lo dicen, el que no quiere creer, no quiere creer; pero hasta los enemigos hablan de Cristo, hasta el Talmud habla de Cristo, hasta los historiadores romanos, que eran contrarios al cristianismo, hablan de Cristo; no sólo los cristianos.
Acudir a El desesperados con fe para que El nos ayude, y al experimentar su ayuda, ahí nos damos cuenta de que ese era Cristo, que no éramos nosotros; nosotros nos conocemos en parte un poquito, nosotros sabemos lo que nosotros somos, las miserias que somos capaces de hacer, pero que nos ayudó Cristo, nos damos cuenta. Si no hubiera sido el Señor, yo no estaría aquí, pero porque El es y El vive, nosotros también vivimos. Entonces por eso habla aquí: “y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, golpearon…”, ay! el verbo que usa aquí: golpearon, golpear es un verbo, los golpes a veces lo agarran a uno desprevenido; cuando menos te imaginabas, el cachetazo; golpear, la inundación golpea. Cuantas personas que viven al lado de los ríos, cuando están durmiendo se los lleva la corriente con casa y todo. Entonces dice: “golpear” y dice: “y no cayó”; o sea que es posible sobrevivir a golpes de vientos, lluvias, inundaciones, si hacemos lo que el Señor dice; hacer lo que Él dice es estar sobre la roca; no sólo creer; claro que tenemos que empezar creyendo para poder tomarlo en serio y hacer, pero aquí cuando el Señor habló de comparar al hombre prudente que edificó sobre la roca, dijo que ese era el que oía y hacía, ese era el que estaba sobre la roca; “y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu”; acuérdese, hermano, cuando esté debajo de una sacudida, acuérdese de esa palabra que dijo Jesús: golpear con ímpetu; no piense que eso era algo que no podía pasar, no; El ya lo dijo: sucederá esto, vendrán sacudidas terribles; cuando estemos en la sacudida, hay que anunciar: este es un golpe impetuoso contra mí para destruirme y arrastrarme, pero si busco al Señor, si cavo para salir de la superficie y ahondo, y pongo el fundamento de mi edificación en la propia roca que es el Señor, pero ahora ya el Señor objetivo hecho subjetivo, vivido por la fe, formado en nosotros. Entonces dice: “no la pudo mover”, oiga, ni mover; golpes, ímpetu, ni la mueven; miren esa promesa del Señor: ni la mueven, y dice: “porque estaba fundada sobre la roca”, o sea, porque estaba bien edificada; dice el Señor Jesús, y aquí el traductor no lo colocó de esa manera, que estaba bien edificada; estar bien edificado es estar con la raíces arraigadas en Cristo.
Luego dice: “Pero cualquiera…”; aquí si ninguno se escapa; aquí es que bueno, a otros sí, pero conmigo habrá una excepción, no; “Cualquiera”, todo aquel, “Cualquiera que me oye estas palabras y no las hace”, el que oyó y no hizo, “le compararé a un hombre insensato”; aquí hace contraste también con la parábola de las vírgenes, las vírgenes prudentes y las insensatas. Hermanos, tomemos en serio esas dos palabras: estoy siendo prudente o estoy siendo insensato. “insensato, que edificó su casa sobre la arena;” y también luego lo dice: “semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra”. Claro que edificar sobre la arena o tierra es más fácil, hermanos, porque está todo listo, está todo planito, mire que lindo todo planito; en cambio, sobre roca es más difícil. Edificar sobre roca es más difícil, dura más; es más fácil edificar sobre algo que está planito, no hay que derribar nada, no hay que sacar piedras, ni cortas raíces, ya todo está planito, es muy fácil; pero a un lugar que tiene roca, allí hay que invertirle más, hay que invertirle, hay que cavar, hay que ahondar, hay que trabajarlo más; entonces por eso la gente prefiere lo fácil, o sea el camino ancho y no el angosto. Entonces dice acá: “edificó su casa sobre tierra, sin fundamento alguno”. Este fundamento aquí se refiere no solo al Cristo en quien apenas creemos, sino al Cristo por quien vivimos y cuyas obras guardamos. Como dice Jesús: el que guardare mis obras hasta el fin; no sólo hay que guardar la fe. Sí, Pablo habla de guardar la fe: He guardado la fe, he peleado la buena batalla de la fe, he guardado la fe; pero Jesús a la iglesia en Tiatira le habla no sólo de guardar la fe, sino de guardar Sus obras. O sea que el Señor está haciendo hoy obras a través de su cuerpo; y si nosotros no hacemos con El las obras que El nos pone a hacer, no guardamos sus obras; esa obra se queda sin hacer por nosotros; la tendrá que hacer otro, quizá veinte años después, y se retarda la venida del Señor y el cumplimiento de su plan; “contra la cual el río dio con ímpetu”; o sea, no piense que el diablo va a decir: bueno, como éste está sobre la roca, le voy a dar duro; pero como ese está sobre la arena voy a venir despacito, voy a venir suavecito, no; aquí la palabra “ímpetu” es la misma, ímpetu para el que está sobre la roca, y el mismo ímpetu para el que está sobre la arena, sobre tierra, y ahora es barro porque está mojada, verdad? El río dio con ímpetu, descendió lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos, la misma cosa, no hay diferencia. No piense que Satanás va a tocar sólo a los duros, no; a todos; si es un ser humano, ya lo quiere destruido, porque es a la imagen de Dios; él no le puede hacer nada a Dios, entonces le hace a los hombres; él quiere volvernos monstruos, degenerarnos, depravarnos, quiere mutilarnos; fíjense como los que le siguen se van pareciendo a los demonios; se hacen operaciones en la lengua, se ponen cosas, hasta se hacen operaciones con lengua de serpiente como los muchachos de hoy; el diablo quiere que nos parezcamos a él; él no le puede hacer nada a Dios; entonces quiere ofender a Dios con los hombres, haciendo daño a los hombres: “y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa”; que palabra esa terrible: “ruina”. Personas que estaban con el Señor, que dedicaban su tiempo a oírle, pueden estar en ruina; si solamente dedicamos tiempo a oírle, digamos leer, estudiar, ir a la reunión, todavía la ruina amenaza; hay que hacer lo que El dice para ser salvos de la ruina; no es suficiente solamente oír, mientras leemos, mientras nos reunimos; hay que hacer; si no hacemos, amenaza ruina; nos salvamos de la ruina si hacemos.
Traje aquí una revista muy a propósito de estas palabras, porque aquí hay un artículo acerca de un filósofo que cuando yo no era cristiano, cuando estudiaba psicología en la Universidad Nacional, era mi autor favorito, Federico Nietzsche; era mi favorito porque era de los ateos más radicales. Los últimos once años de su vida él se volvió loco y lo encerraron en un manicomio, y su mamá y su hermana lo cuidaban, y él escribió muchos libros, y hasta hoy celebran el aniversario, los cien años de él, ahora en el año 2000 cumplió cien años; y especialistas, profesores que hablan alemán para leerlo en alemán y no en traducciones, se reúnen a hablar de Nietzsche como si hubiera sido un gran hombre; y ese era el que yo admiraba, junto con Freud y Sartre, los tres ateos, y el más radical, y por eso me gustaba más, era Nietzsche. Pero Nietzsche llegó al final de su vida; él escribió unos libros al principio, unos libros en el medio, y escribió otros libros al final; y en el manicomio él escribió el último libro que se llamaba “Mi hermana y yo”; no lo publicaron mientras viviera su hermana; cuando murió su hermana publicaron el libro; y en ese libro, ya al final de su vida, Nietzsche dice algunas cosas; y como tienen que ver con lo que está escrito aquí, yo quiero leerles lo que escribió Nietzsche hacia el final; son extraídas estas palabras del libro “Mi hermana y yo”, y están aquí citadas, como también otras palabras en un artículo sobre Nietzsche, en una revista humanista, no es una revista cristiana, es una revista humanista; pero entonces leyendo me vi en la gran sorpresa de encontrar esto; yo ya en mi juventud había leído de lo que dice aquí, pero no lo había captado, porque era demasiado joven e incrédulo; ahora lo capto con más entendimiento, y pienso que ustedes van a captarlo.
Oigan lo que dijo Nietzsche al final de su vida: “Si la vida nos anda ultrajando, la verdad es que también nosotros de cierta manera ultrajamos la verdad. Estamos a la espera de nuestros primeros errores y estamos vigilando, esperando la ruina. Todas las generaciones luchan para fundir la verdad en una unidad, en la idea de Dios, la justicia, el amor y el poder. Mi dios era el poder, y me doy cuenta que lo construí por impotencia, con fundamentos de arena. Decía Jesús así:…” Nietzsche citando a Jesús; el que escribió un libro que se llama “El Anticristo”, hablando contra Cristo, yo lo leí, diciendo que él era anticristo, él, entonces miren lo que dice, Nietzsche citando a Jesús: “Decía Jesús así: “Todo aquel que oye estas palabras mías y las lleva en cuenta, lo compararé al hombre sabio que edificó su casa sobre la roca y vino la lluvia, trasbordaron los ríos, soplaron los vientos y combatieron aquella casa, y no cayó porque estaba fundada sobre la roca. Y todo el que oye mis palabras y no las lleva en cuenta, será comparado al hombre insensato que edificó su casa sobre la arena, vino la lluvia, trasbordaron los ríos, soplaron los vientos, combatieron aquella casa, y ella cayó y fue grande su ruina”. Cierra comillas Nietzsche citando a Jesús. Continúa Nietzsche: “Mi casa se derruyó y fue grande su ruina. El anticristo yace en ruina, delante del indestructible pie del Cristo calzado con el amor del mundo, el amor que se manifiesta en hechos. Oh vida, no te burles de mi. Venciste Galileo, venciste en el mismo corazón de tu mayor enemigo. ¿Acaso a mi propia alma deberé ocultarle la victoria de Cristo para perpetuar el mito del anticristo, tema de mis futuros biógrafos? ¿Ayax no gritó: -ilumínanos Zeus aunque tu luz nos mate-? La verdad me asesinó una y más veces; y a Cristo, habiéndome él derribado sólo un momento o para siempre, debería negarle los laureles de la victoria?” Palabras de Nietzsche al final de su vida. Aquí él usó una palabra que usó Juliano el apóstata, que fue uno de los descendientes, tataranieto más o menos, del emperador Constantino. Como Constantino introdujo la cristianización del imperio, aunque realmente fue también una paganización de la cristiandad, uno de sus descendientes llamado Juliano, que fue un emperador, él no concordó con la cristianización, y él no fue cristiano, él era pagano, y él quiso rescatar el paganismo, y promovió el paganismo; él era uno de los sacerdotes de la línea de Pérgamo, aquella escuela de Pérgamo, de Esculapio, él era de esa escuela, y él quiso restaurar el paganismo, y en toda su vida procuró restaurar el paganismo, inclusive quisieron levantar de nuevo el Templo de Jerusalem, y reconstruir Babilonia, lo mismo que quería hacer Sadan Husseim; y hasta unos rayos, unas explosiones de gases impidieron que reconstruyeran el Templo; y al final de su vida, ya cuando estaba muriendo, Juliano el apóstata dijo así de Cristo: “-Venciste, Galileo-“; fueron las últimas palabras de Juliano el apóstata, y ahora Nietzsche toma las mismas palabras y se las aplica él, y le dice a Cristo: “Venciste Galileo en el corazón de tu peor enemigo”. Y dice: “Acaso a mi propia alma habré de ocultarle la victoria de Cristo para perpetuar el mito del anticristo, tema de mis futuros biógrafos?” Hoy todavía siguen los biógrafos, a cien años de muerto, honrando a Nietzsche, leyendo sus obras de juventud; pero esta final palabra vale más que todo lo que escribió; esto que escribió al final es mucho mejor que todos los volúmenes de obras completas de él. Entonces, hermanos, quería compartir con ustedes esto, porque venía exactamente al caso, verdad? Porque él citaba esa parábola. El se enloqueció, pero tenía sus momentos de lucidez; éste, por ejemplo, creo que fue el momento más lúcido de su vida; aún en el manicomio fue el momento más lúcido de su vida. Lo escribió y fue honesto. Vamos a dar gracias al Señor. q
Transcripción de Marlene Alzamora revisada por el autor. DEL TERCER TEMPLO
Por cristianogiv - 6 de Febrero, 2010, 22:13, Categoría: General
SEÑALES DE LOS TIEMPOS (14):
DEL TERCER TEMPLO
Gino Iafrancesco V. Quisiera compartir con los hermanos, algo que ya en estos días sobre todo, hemos tenido presente, y en realidad tenemos que estar muy presentes. Es algo que los hermanos conocen, pero el Señor seguramente quiere enfatizar y traernos por lo menos algunos de los versos a nuestra conciencia, para tenerlos presentes, y de las cosas que están sucediendo al respecto, tenerlas claras; y también están siendo grabadas por si acaso algunos hermanos, a quienes Dios quiera llevar esta grabación, quizá algunos no sepan estas cosas ya están pasando. Entonces vamos a ponerle atención. Vamos a hablar sobre el tercer templo; se le llama el tercer templo, porque el primero fue el que el Señor puso en el corazón de David levantar, para lo cual se dedicó a conseguir los materiales, y acerca del cual recibió de parte de Dios los planos; y eso nos lo informa el libro de Crónicas. Solo que Dios le había dicho a David que él había derramado mucha sangre y que él no le levantaría casa a Dios, pero que su hijo sí le levantaría casa, santuario al Señor. Entonces Salomón, en figura de Cristo, levantó aquel templo material, de lo cual tenemos testimonio tanto en Reyes como en Crónicas; aunque ciertamente el verdadero Hijo de David es Cristo, y el verdadero Templo de Dios es espiritual, es una casa espiritual que dice Pedro, es la Iglesia del Dios viviente, la suma de todos sus hijos e hijas comprados por Su Sangre y nacidos por su Espíritu, que conformamos un solo cuerpo y que debemos manifestar la unidad del cuerpo en cada localidad, en cada sitio donde estamos. La vez pasada, cuando estuvimos viendo lo relativo a Miqueas, nos acordábamos de la palabra final en Daniel 12 donde para el cumplimiento de las maravillas profetizadas en esa última perícopa de Daniel, que va desde el capítulo 10 hasta el 12, era necesario que se terminara la dispersión del pueblo Santo: cuando se acabare la dispersión del pueblo Santo, todas estas cosas serán cumplidas. Entonces Dios está trabajando con Su Pueblo y en relación a la dispersión, tanto en lo natural, Su Pueblo, que son como decir los descendientes de Abraham como el polvo de la tierra, como también los descendientes espirituales de la fe de Abraham que es la Iglesia como las estrellas del cielo; porque Dios comparó la descendencia de Abraham con las estrellas del cielo y con el polvo de la tierra; o sea que hay una descendencia celestial y una descendencia terrenal, una en figura de la otra, la celestial la Iglesia, la terrenal Israel, pero luego en el Mesías será otra vez una sola tanto la espiritual como la natural. Entonces, ese primer templo fue destruido por infidelidad incluso de parte de Salomón, después vino la división del pueblo y por fin vino la destrucción del templo en la época de Nabucodonosor y fueron llevados cautivos setenta años a Babilonia; pero luego de cumplida esa profecía de Jeremías de lo cual estaba siempre muy pendiente Daniel, entonces vino de nuevo la reconstrucción del templo. Y ese templo que dice la profecía de Daniel, capítulo 9, de las setenta semanas, dice que sería reconstruida la plaza en tiempos angustiosos, eso es en tiempos de Nehemías; y antes de reconstruir la plaza y la ciudad fue reconstruido el templo con Zorobabel hijo de Josadac; entonces ese se llamó el segundo templo. Luego ese segundo templo Herodes lo quiso magnificar, y de hecho hizo unas grandes edificaciones, que hasta los discípulos estaban asombrados de ellas y le decían al Señor Jesús: “mira estas edificaciones”; y el Señor les dijo que en verdad no quedaría piedra sobre piedra. Entonces ese segundo templo comenzado a levantar por Zorobabel y Josué hijo de Josadac, y ampliado después por Herodes, sin embargo, destruido conforme a la profecía, no quedó piedra sobre piedra e Israel fue llevado cautivo y disperso a todas las naciones. Pero Dios prometió que traería de nuevo a Israel a su tierra y que levantaría de nuevo el templo. Entonces vamos a ver esa profecía, aquí en Jeremías 30:18; todo el capítulo 30 e incluso el 31 de Jeremías nos habla del retorno de Israel. Aquí en otras ocasiones hemos visto algo de esto, pero hoy nos vamos a concentrar un poquito más en la reconstrucción de templo. Jeremías 30; lo que vamos a leer está en este contexto de la reconstrucción del templo y del retorno de Israel. El retorno de Israel está profetizado en muchos lugares; es asombroso ver cuánto espacio le dedicó Dios en la Biblia a este tema del retorno de Israel, mucho espacio; y yo pienso que Dios sabía el rechazo que habría en el mundo y especialmente en los pueblos de alrededor para que Israel fuera restaurado, un rechazo muy grande; entonces Dios confirmó de muchas maneras la profecía y hay muchos capítulos que en la biblia hablan del asunto. Unos de esos capítulos son estos 30 y 31 de Jeremías; pero en el corazón de estos capítulos, aquí en el 30:18 menciona el templo, y dice así: “Así ha dicho Jehová, leo de lo que venía hablando antes, en el 17: …Yo haré venir sanidad para ti, sanaré tus heridas dice Jehová; porque desechada te llamaron, con esa teología de reemplazo, como si Dios hubiera rechazado para siempre Israel. Dios no desechó para siempre a Israel; ciertamente el Señor Jesús dijo: el reino será quitado de este pueblo y será dado a otro pueblo que rinda los frutos de é; y por eso el Señor se volvió a los gentiles, pero no dice que sería para siempre, porque eso ya lo había anunciado el Cántico de Moisés, de que Dios, como ellos lo habían provocado a celos adorando a otros dioses que no eran Dios, Dios también los provocaría a celos a ellos tomando un pueblo que no era pueblo. Entonces Dios tomó para sí un pueblo de entre los gentiles, y nos dio nada menos que la constitución de Iglesia; o sea que el pueblo que Dios ha salvado de entre los gentiles para llamar Su Pueblo es el pueblo que había prometido a Israel con el cual Dios tomaría otro pueblo y los provocaría a celos. Pero si usted sigue todo el Cántico de Moisés, usted se da cuenta de que Dios no decidió destruirlos, para que los enemigos no dijeran que Dios no había podido cumplir con Sus propósitos con ellos, sino que se volvería a ellos; y ahí mismo en el Cántico donde les anunció corrección, les anunció también restauración y sanidad. Y largo tiempo ha tenido Israel bajo la corrección de Dios y aún le viene el tiempo de angustia, pero ese tiempo de angustia es para dar a luz, es el momento del parto y de la restauración. Lastimosamente los seres humanos, no solo Israel, sino todos nosotros, a veces si no pasamos por la estrechez no nos damos cuenta de cuánto necesitamos depender del Señor. Entonces en ese contexto ya del retorno, como dice en Lucas, las palabras del Señor, que serían esparcidos a los cuatro vientos de todas las naciones hasta que los tiempos de los gentiles se cumplieran, por eso Pablo dice, hablando del misterio de Israel, que fueron endurecidos en parte, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan. Esas palabras de Pablo y que cita Lucas, provienen del Señor Jesús y provienen de la profecía. Entonces ahora es la hora en que Israel empiece a regresar, y ya comenzó en el siglo pasado que es el siglo XX, en 1948 ya la nación fue reconstruida, o sea nació en un día, volvió a ser una nación, volvió a ser un estado, se volvió a levantar la bandera de Israel; y en ese mismo momento, cuando eran solo unos 300 mil colonos, le vinieron 1`200.000 soldados de las naciones de alrededor, de seis naciones, para borrar a Israel del mapa; y el Señor lo ha defendido, lo ha defendido conforme a las profecías que encontramos, por ejemplo, en Zacarías 12 y en otros lugares. Entonces aquí estas profecías del 30 y 31 de Jeremías nos hablan de ese retorno: “yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, ahí está incluida esa teoría del reemplazo, desechada te llamaron, diciendo: esta es Sión, de la que nadie se acuerda.” Pero Dios sí se acuerda. “Así ha dicho Jehová, no es cualquier hombre el que habla, ni siquiera es Jeremías, es Jehová, he aquí yo hago volver los cautivos de las tiendas de Jacob, y de sus tiendas tendré misericordia, y esa profecía ya comenzó a cumplirse, se ha cumplido delante de nuestros ojos y se sigue cumpliendo. Y ahora dice: “… y la ciudad será edificada sobre su colina, eso ya sucedió también, Jerusalem fue restaurada, ha sido levantada de nuevo. Pero fíjese, comienza por las tiendas de Jacob, así como en Zacarías dice que comenzaría también no por la ciudad capital sino por la provincia, para que los de la capital no se engrandecieran, entonces así mismo aquí menciona primero las tiendas y después la ciudad; coinciden la profecía de Jeremías con la de Zacarías, y ahora dice así: y la ciudad será edificada sobre su colina, pero ahí no termina la profecía, tiene que ser levantado el templo. Cuando en el año 1967, cuando los Israelitas se tomaron Jerusalem, la recuperaron conforme a Zacarías 12, sin embargo, el propio Moshe Dayan que era de los líderes militares que participó en la recuperación de la ciudad, para evitar un mayor problema y para no ofender a los musulmanes, les devolvió el monte del templo a los Árabes, lo puso en manos del rey de Jordania, y el rey de Jordania después se lo pasó a Arafat, a la OLP; o sea que Dios estaba esperando todavía un tiempo, estaba dejando un poco más de tiempo para trabajar tanto con Israel como con la Iglesia, para que se vaya perfilando el panorama final. Pero dice la profecía en la última frase del verso 18, que tiene tres partes: “ yo hago volver los cautivos de las tiendas de Jacob, ahí dice Yo hago, o sea, lo que Dios ha hecho y sigue haciendo Dios, de sus tiendas tendré misericordia; o sea que muchos vienen aún sin conocer al Mesías, pero tendrá misericordia de ellos así como tuvo de nosotros que no éramos pueblo y se compadeció de nosotros y nos incluyó en su pueblo; hablo de los que vienen de la gentilidad; y ahora dice, “y Tendré misericordia, ahí está incluida la restauración de Israel, “y la ciudad será edificada sobre su colina, y el templo será asentado según su forma.” Noten esa profecía. El templo será asentado según su forma, dice esta traducción de Reina y Valera revisión de 1960. Ahora, aquí vemos que está demasiado claro que el templo tiene que ser restaurado. Pero también hay unas profecías que tienen que ver con el anticristo, donde es necesario también que el templo esté restaurado para que se cumplan esas profecías. Entonces yo voy a leer la síntesis de esas profecías primeramente en Pablo, y después veremos en quién se basa Pablo, que los hermanos ya lo conocen. Entonces vamos a considerar otra vez que en estos días pasados, que hemos considerado Tesalonicenses, vamos de nuevo esta vez a la segunda epístola de Pablo a los Tesalonicenses al capítulo 2, para ver por qué también tenía que estar levantado el templo. Entonces en 2 Tesalonicenses 2:1-4; “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, aquí la palabra es parousía, venida; y nuestra reunión con él, aquí la palabra es episynagogê que es reunión en lo alto, o sea, lo recibiremos en los aires. Con respecto a esta venida, que es una sola, os rogamos hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, o sea que hay un modo de pensar de los hermanos de la Iglesia primitiva que recibía del Señor Jesús, el Espíritu Santo y de los apóstoles, o sea de Dios. Ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. O incluso dice que ya llegó. Entonces dice Pablo que para cuando el día del Señor llegue debían cumplirse unas ciertas señales, que le preguntaron ya antes los discípulos: “Señor, ¿qué señales habrá de tu venida y el fin del siglo?” y él dio un serie de señales, entre esas señales terremotos, hambres, alborotos, pestes, la predicación del evangelio, la restauración de Israel cuando dijo: cuando viereis la higuera brotar, sabeis que el veranos está cerca, y también dijo: cuando viereis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló Daniel (el que lee, entienda), todo eso está entre las señales, no sólo falsos cristos sino éste, el principal de ellos. Entonces sigue diciendo: “nadie os engañe en ninguna manera, o sea en varias maneras podemos ser engañados, pero lo que el Señor dijo, y Pablo sostiene por el Espíritu: porque no vendrá, y viene hablando de la venida del Señor en los aires, de la Parousía: No vendrá, porque no dice aquí epifanía sino parousía, porque algunos han separado una primera venida secreta a que le llaman “paorusía”, y una venida gloriosa a que le llaman “epifanía”, mas la Palabra habla de la “epifanía de la parousía”, o sea de la manifestación de Su venida como la misma cosa. Y aquí nos damos cuenta de que está hablando de la “paorusía”; que antes de la “parusía”, que nadie os engañe de ninguna manera porque no vendrá, verso 3, sin que antes venga la apostasía, que fue lo que dijo el Señor, que el amor de muchos se enfriaría y habría falsos profetas y falsos cristos. Pero dice: y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, o sea, se manifieste uno de los anticristos, el principal. El apóstol Juan en su primera epístola dice: vosotros habéis oído que el anticristo viene, o sea que hay uno final, pero ahora han surgido muchos anticristos; estaban en medio de nosotros, pero no eran de nosotros, porque si hubiesen sido de nosotros, hubieran permanecido con nosotros. Cuando Juan dice, que el espíritu de anticristo tiene esas características de que se movía en medio del ambiente de la cristiandad, pero que después sería la apostasía, mostraría que no era verdaderamente cristiano; él lo dice claramente, salieron de nosotros, pero no eran de nosotros, porque si hubiesen sido de nosotros hubieran permanecido con nosotros. O sea que el espíritu de anticristo tiene esa característica de apostasía, o sea que son personas que apostatan de la fe, que salen de en medio de la cristiandad; eso se dice del espíritu del anticristo. Fíjense en que la propia bestia del anticristo y su sistema, es cabalgada por la mujer, que es Roma, no por el ateísmo, sino por la mujer que es Roma ¿se da cuenta?, y el espíritu de anticristo sale de personas que dicen ser cristianas pero que no permanecen, que a la larga se apartan demostrando que de verdad no lo eran; salieron de nosotros, salieron de la cristiandad. De hecho también, la otra falsa bestia de donde va a surgir el falso profeta, dice que sus cuernos son de cordero pero habla como dragón. Entonces ahora dice el Señor: nadie os engañe en ninguna manera porque no vendrá sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hombre de pecado, ya no es uno de los anticristos sino el anticristo final. El hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; o sea que él al principio no hace esto. Cuando estudiamos Daniel, vimos que eso es un proceso donde empieza pequeñito y se va engrandeciendo sobre sus compañeros, pero luego llega a engrandecerse sobre el ejército del cielo y las estrellas del cielo echa por tierra, hablando de espíritus y de su vinculación con el mundo espiritual. Dice que el dragón le dio su poder y autoridad por 42 meses; pero antes de esos 42 meses, antes todavía el dragón no le daba su poder; o sea que hay un proceso de apostasía. El cabalgamiento de la mujer sobre la bestia termina en satanismo, en manejo de Satanás; primero lo maneja la mujer, después lo maneja el dragón. Entonces dice en el verso 4 de 2 Tesalonicenses 2; tanto, o sea tanto se levantará que dice: que se sienta en el templo de Dios como Dios, porque al tratar de hacerse una síntesis con todas las religiones, y tratar de modernizar el cristianismo y ponerlo como uno más de los que están en el mercado, y hacer una síntesis del mercado y tratar de hacer un consenso e incluso con las religiones, como lo está promoviendo también Tony Blair por medio de su fundación “Tony Blair” para la religión, se desemboca en panteísmo y autodivinización.. Pude entrar en el blog de Blair y el blog está abierto para que se unan a él, y muchas personas le escriben de muchas partes hablándole de la necesidad de la unión de las religiones; y ellos tienen interés en lo práctico para el gobierno mundial de las élites y no en lo práctico para Dios y Su Cristo. A ellos les parece más práctico el eclecticismo y el globalismo para gobernabilidad mundial de parte de las élites; eso les parece más práctico que ser fieles a la verdad y poner la cabeza por la verdad. Pero el Señor vino por la verdad, no porque le sea práctico al diablo. Entonces por eso dice aquí: tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, porque la teoría de la Nueva Era, que es panteísta, que identifica a Dios con la naturaleza entonces hace que el hombre se sienta parte de la naturaleza y hace que se crea Dios, y llega a creerse Dios; a eso lleva la serpiente; eso fue lo que le propuso a Adán y Eva: seréis como dioses; y la gente que sigue a la serpiente, pues, sigue con esa mentira. Esa era la mentira con que se engañó y se enloqueció Satanás diciendo que sería semejante al Altísimo, y esa es la misma locura que quiere meterle a todos los seres humanos. Que el Señor nos guarde en Su cordura. “El temor de Dios es el principio de la sabiduría”, en Su gracia. Entonces dice aquí: ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Mientras estaba el imperio romano, no era el tiempo del anticristo, tenían que esperar, y aún en el tiempo de Pablo no sucedía, ni aún siquiera en el tiempo de Juan que sobrevivió bastantes años a Pablo, porque Pablo murió en el año 64, y Juan, 22 años después, en el año 86 escribe Apocalipsis, y aún Juan vuelve a hablar de los diez cuernos que le salen a la bestia de los cuales ya habla Daniel y que estaban en el tiempo de Juan en el futuro, porque él dice: uno e,s pero el otro aún no ha venido, o sea que el reino que seguiría a Roma sería el de los diez cuernos o diez dedos de la estatua, y entre esos es que surgiría ese anticristo. Entonces dice Pablo, no vendrá el Señor hasta que no venga la apostasía y se manifieste el hombre de pecado. Pero ya en el 2009, en el mes de noviembre fue escogida la persona para representar Europa, que era lo que había sido el imperio romano; habían surgido monarquías que representaban esos diez cuernos y la división de los países y de las culturas, e inclusive la planificación mundial de dividir el globo en diez partes; pero el liderazgo viene de allá, viene de la alianza de Europa con América, porque la otra bestia con cuernos de cordero, dos cuernos de cordero, es la alianza británico-americana, que han liderado a través de la Mesa Redonda, de los caballeros de la Mesa Redonda, y el CFR, y la Comisión Trilateral y los Bilderberg que han organizado el mundo; una de sus principales intenciones es unir Europa con América en alianza; ellos trabajan por esa alianza y restaurar la unidad de Europa. Cualquiera que haya leído los documentos de ellos, se va dando cuenta de que eso es lo que ellos han querido hacer. ¿Qué es lo que ha estado haciendo este personaje que fue nombrado ahora como presidente del Consejo de Europa? Ha estado haciendo lo que la Escritura dice, yendo a los reyes de la tierra para reunirlos; en eso se la ha pasado en estos dos meses, yendo a los reyes de la tierra, primero a los de Europa, para reunirlos; pero reunirlos ¿para qué? Para la batalla contra el Cordero; en eso es que van a terminar estas reuniones, estos parlamentos, estos globalismos, mundialismos. Entonces dice la Sagrada Escritura que este personaje se va a engrandecer hasta sentarse en el templo de Dios; o sea que estas profecías que está citando aquí Pablo, y que provienen también de Daniel, nos muestran que el templo también tiene que estar levantado. Ahora regresemos a dos pasajes en Daniel, o a tres, como testigos de que eso que dice Pablo así estaba previsto. Vamos al capítulo 8 y subrayemos este aspecto. Entonces en este capítulo, ya viendo, no el cumplimiento típico con Antíoco Epífanes, sino el final del cual Antíoco era típico: Ese cumplimiento final, que es el del anticristo, dice en el capítulo 8 lo siguiente; vamos a leer desde que se engrandece ese personaje, ese cuerno que dice en el verso 10: y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó. Y estas estrellas son los ángeles de Satanás, o sea que llegó a tener poder del propio diablo, incluso sobre otros espíritus inferiores. Aún se engrandeció con el Príncipe de los ejército; por eso se llama anticristo, porque el Príncipe de los ejércitos es el Mesías, el Cristo. Y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra. Fíjese en lo que dice aquí, que por el fue echado por tierra el continuo sacrificio. Ya la profecía decía antes que Israel duraría muchísimos años sin sacrificio, sin terafines, como si no tuvieran Dios, casi; es una profecía que se lee en los profetas; que muchos años estaría Israel sin sacrificios, pero para el tiempo del anticristo es necesario que los sacrificios se restauren, pero para que haya la restauración del templo primero se tiene que restaurar el altar. Fíjense ustedes, si quieren verlo conmigo, en ell libro de Esdras para verlo; es necesario tener esto muy claro para ir entendiendo las cosas que están sucediendo. Esdras 3, fíjenseen que en el capítulo 3, a la primera parte, que va desde el verso 1 hasta el verso 7, la Sociedad Bíblica le puso este título al pasaje, o sea, ese es el tema: “Restauración del altar y del culto”. Cuando llegó el mes séptimo, y estando los hijos de Israel ya establecidos en las ciudades, se juntó el pueblo como un solo hombre en Jerusalem. Entonces se levantaron Jesúa hijo de Josadac y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel y sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés varón de Dios. Y colocaron el altar sobre su base, porque tenían miedo de los pueblos de las tierras. Note que fueron valientes, pues todos los pueblos de alrededor eran contra Israel; 70 años ya se habían enseñoreado de las tierras de ellos, los de alrededor, y ahora ellos regresan y restauran el altar. Claro, con miedo, pero con miedo ellos fueron valientes. Y lo mismo está pasando en estos días. Y dice allí: …tenían miedo de los pueblos de las tierras, y ofrecieron sobre él holocausto a Jehová, holocaustos por la mañana y por la tarde. Entonces ustedes se dan cuenta de que a partir del verso 8 comienza otro pasaje que tiene otro título que le puso la Sociedad Bíblica: “Colocación de los cimientos del templo”. Y después, cuando comienza el capítulo 4: “Los adversarios detienen la obra”; capítulo 5: “Reedificación del templo”. Note que no fue fácil; primero se empezó con el altar y luego solamente con los fundamentos; y ya cuando apenas estaban con los fundamentos, ya empiezan los adversarios a oponerse: y sin embargo ellos con una mano edificaban y con otra defendían; edificación y guerra, el palustre y la espada. Levantaron el templo, después la ciudad y la plaza; el templo, el santuario y el muro de la ciudad. Entonces, antes de levantar el templo, hay que poner los fundamentos en medio de oposición; como decía: en tiempos angustioso; sucedió en la primera venida del Mesías, desde las setenta semanas de Daniel, los septenarios de Daniel, las siete primeras semanas o septenarios fueron los 49 años en los que se levantó el templo en tiempos angustiosos; eso fue el segundo, pero ahora va a ser el tercero; y ahora ¿qué es lo que dice acá? Que ellos también tenían miedo, pero que en medio de la debilidad fueron valientes y levantaron el altar y ofrecieron los sacrificios, y después es que se echarían los fundamentos del templo, en medio de gran oposición, en tiempos angustiosos, como una tipología en el tiempo de Nehemías, en los tiempos de angustia de Israel para dar a luz. Pero ya en el capítulo 5 ya se reedifica el templo y se enfurecen contra Israel, porque se levantó el templo y después la ciudad y los muros. Hermanos, esta es una tipología. Entonces volvamos de nuevo al capítulo 8 de Daniel, en el versículo 12. A causa de la prevaricación, ya en el once dice que fue quitado el continuo sacrificio, o sea que éste personaje del anticristo quitaría el continuo sacrificio; por lo tanto el continuo sacrificio debía ser restaurado, debía volverse a celebrar sacrificios. Y han pasado, hermanos, desde que en el año setenta Tito se tomó la ciudad de Jerusalem y destruyeron el templo, todos estos años han pasado sin sacrificio los Israelitas, y lo más cerca que han podido llegar es al muro de los lamentos; es lo más cerca a que han podido llegar. Ya hubo algunos que quisieron subirse a la mezquita y hacer algo y fueron y los resistieron; y muchas cosas se están ocultando de lo que pasa en Israel. Por ejemplo, la noticia reciente del barco con 500 toneladas de armas pesadas, misiles, que mandó Hugo Chávez por Irán para Hizbolá. Dios dijo: Ahora cuidaré con mis ojos, ningún arma forjada contra ti prosperará; el que contra ti conspiraré delante de ti caerá. Y ese barco cayó allá en Chipre en manos de Israel, y esas armas que mandó Chávez para Hizbolá, un barco con 500 toneladas de armas pesadas y misiles y otras cosas, ahora están en manos de Israel. Chávez las envió para destruir Israel, y ahora están en las manos de Israel. ¿Se dan cuenta de lo que está haciendo Dios? Pero estas noticias tú no las escuchas en los noticieros, no lo escuchas en Caracol, RCN, radio net; inclusive la pararon de internet; pero yo y varios aquí la vimos con películas y fotografías, cómo los Israelitas tomaron el barco y abrían las cajas y mostraban todo lo que tenía. Una noticia que ha sido callada, y por eso le dije a Mechitas que vamos a grabar esto; y por eso no hagamos mucho ruido, porque esto puede subirse a internet; ¿me entienden, hermanos? Entonces estas cosas están frescas. Ahora sigue diciendo aquí la palabra del Señor, después de que habla del continuo sacrificio, habla del santuario otra vez, habla de la profanación del santuario; entonces ya en el capítulo 9 se ve lo mismo. Vamos a Daniel 9, en la última semana, en el verso 27 que divide esa última semana, como ya estudiamos aquí ese verso 27 que está súper desglosado en todo el capítulo 11, donde estas dos partes de la semana están descritas con detalles; en el capítulo 11:31 se divide la semana en dos y se muestra lo posterior y lo anterior; aquí en Daniel nueve está resumido, pero la marca central de la mitad de la semana es este hecho. Daniel 9:27, y por otra semana confirmará el pacto con muchos, o sea antes de adelantar la semana donde viene el anticristo desolador declarado, está haciendo pactos y pactos y pactos con muchos. Esto es lo que está haciendo hoy en día, por ejemplo, Herman Van Rompuy. Y dice acá: …confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana, esta mitad de septenario o de siete años, hará cesar el sacrificio y la ofrenda. O sea que el sacrificio y la ofrenda tenían que ser restaurados, pero los haría cesar. Pero luego dice: Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, o sea el anticristo declarado. Hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador. O sea, las siete tazas de la ira. Pero entonces nos damos cuenta de que el sacrificio continuo y la ofrenda deben ser restaurados; y luego, lo mismo dice en el capítulo 11:31, que es donde comienza esa mitad de la semana final, del septenario setenta. Entonces lo dice el verso 31; antes mostrará los pactos del anticristo, antes de declararse abiertamente anticristo; dice en la parte final del verso 30: …hará según su voluntad; volverá, pues, y se entenderá con los que abandonen el santo pacto. ¡Se entenderá con ellos! La gente es tan ecuménica hoy en día que vende la verdad por el ecumenismo. Nosotros no podemos entendernos con el diablo; con las mentiras no nos entendemos, no hay acuerdo ninguno; ¿andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo? Yo sé que para la gobernabilidad del mundo de Satanás es muy práctico, pero no para el reino del Señor Jesús. Nosotros no podemos entendernos con los que abandonan el santo pacto, si ni siquiera podemos comer con un “hermano” que llamándose hermano es fornicario, avaro, etc. Pero el anticristo es tan práctico, tan ecléctico, que se entenderá con los que abandonen el santo pacto. Entonces ahí dice: y se levantaran de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora, que es la imagen de la bestia. Él prefiere una religión ecuménica, una junta de todas las religiones del mundo en vez de la verdad de Cristo. Entonces vemos ahí que el templo tiene que estar levantado porque dice que lo profanarán y quitarían el continuo sacrificio. En el tiempo de Antíoco Epífanes estas cosas tuvieron un cumplimiento parcial típico. Pero el Señor Jesús, cuando habló de la abominación desoladora, no contabilizó lo de Antíoco Epífanes como si fuera un cumplimiento definitivo, porque él lo volvió a colocar para el futuro; Él dijo: cuando viereis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, y lo puso en futuro. Inclusive vino después el año 70, y también aquello duró tres años y medio, que es una tipología de la gran tribulación. Pero 16 años después llegó el Apocalipsis y Juan vuelve a ponerlo en futuro; o sea que lo del año setenta fue también un cumplimiento típico, pero no fue el final. Entonces vamos a Apocalipsis 11, para ver la parte del templo; en este capítulo aparece este asunto. Apocalipsis 11:1; entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollaran la ciudad santa cuarenta y dos meses. La ciudad santa sería profanada, y también el templo por lo menos en la parte exterior, porque dice ahí: …pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles y ellos hollaran la ciudad santa cuarenta y dos meses. Entonces aquí Juan está hablando después del año setenta en el año 86, cuando ya había sido destruido hace 16 años antes el templo. Está hablando que estaría otra vez restaurado el templo pero que la parte de afuera sería hollada por los gentiles y la ciudad santa también cuarenta y dos meses. Entonces nos damos cuenta de que era necesario que el templo fuera restaurado; pero así como en el tiempo que aparece en el libro de Esdras, de Zorobabel, y Josué hijo de Josadac, comenzó por el altar, la restauración comienza por el altar para poder hacer el sacrificio continuo y poder hacer las ofrendas, porque sin consagración no hay casa de Dios, sin altar no hay ofrenda. Por eso el Señor Jesús le corregía a los fariseos que decían que lo importante era el oro y la ofrenda, pero Jesús dijo: el templo es el que santifica el oro, y el altar es el que santifica la ofrenda. Oro que no está en el templo no es oro santo, Dios no lo considera como propio; aunque Él es el dueño del oro y de la plata, Él quiere usar lo que se le consagra, Su servicio en Su casa; y lo mismo, ofrenda no puede ser ofrenda sin el altar; si algo no se sacrifica y se pone en el altar, no es ofrenda; entonces ¿qué es mayor? El altar que santifica la ofrenda. Esto es lo que enseña Jesús en Mateo 23. Entonces, es necesario como lo hemos leído en Jeremías, en Tesalonicenses y en todo esto que estamos viendo acá, y también en las propias palabras del Señor Jesús, cuando dijo: cuando viereis la abominación desoladora puesta en el lugar santo. Donde no debe estar; o sea que está hablando de que se tenía que restaurar el templo. Ahora, hermanos, yo les mencioné la vez pasada, y esta vez lo voy a volver a mencionar complementando las cosas. Los judíos siempre esperaron eso, y dentro de los judíos hubo el tiempo de los pretanaítas, de los rabinos pretanaítas anteriores a la primera venida de Cristo; luego hubo los rabinos tanaítas de los primeros tres siglos de la Era Cristiana, los que escribieron la Mishná que comentaba el Antiguo Testamento; luego vinieron los rabinos Amoraítas que trabajaron del tres al siglo seis, hasta el período masorético cuando se empezaron a escribir los Textos de la Masorah característicos de la familia de Ben Asher, y de la familia Ben Neftalí, etc. Fueron los Amoraím los que comentaron la Mishná y se formó la Guemará; y éstas dos formaron el Talmud que ha sido el libro sagrado de los Judíos ortodoxos; y ellos están esperando el templo. Después vinieron aquellos que escribieron comentarios a los libros Bíblicos, y también vino el apéndice al Talmud que fue la Toseftá, y los Midrashím o comentarios, y por fin, vinieron como decir esos grandes escolásticos, sabios, que fueron llamados los Gaones; y entre todos esos Gaones hubo uno muy famoso que fue el Gaón de Vilna, Vilna la capital de Lituania, donde hubo un gueto fuerte de los Judíos; incluso Antanas Mokus tiene esa descendencia, que fue alcalde de aquí de Bogotá Lituano-colombiano. Entonces el Gaón de Vilna tenía el don profético de entre los judíos y sus profecías se cumplían y por eso era muy respetado. Y él hizo una profecía y esa profecía tenía varias partes y todas esas partes anteriores se han cumplido hasta hoy; entonces se espera que el resto también se cumpla, porque sí se han cumplido las partes anteriores, y no se puede negar. Y la profecía era, más o menos así: él decía que se iba a levantar en Jerusalem; y ustedes podían ver, no sé si todavía pueden ver, (dice mi esposa que ya lo quitaron de internet, pero lo vimos varios aquí) la Sinagoga Hurva; él decía que se construiría la Sinagoga Hurva en Jerusalem, y se construyó la Sinagoga Hurva tal como él había dicho; pero él había dicho que los musulmanes destruirían esa sinagoga, y realmente vinieron los musulmanes y destruyeron la Sinagoga Hurva que fue construida una primera vez; pero él dijo que después de la destrucción de la Sinagoga Hurva, la primera destrucción por los musulmanes, sería levantada de nuevo, y de hecho se levantó de nuevo, y duró bastante tiempo hasta que otra vez, en las guerras, en los conflictos con los vecinos de Israel, fue destruida por segunda vez la Sinagoga Hurva como él dijo que sería destruida por segunda vez. Pero él dijo que volvería a ser levantada por tercera vez la Sinagoga Hurva y que cuando se terminara la Sinagoga Hurva por tercera vez de ser levantada, se comenzaría a levantarse por tercera vez el Templo de Jerusalem; esa fue la profecía. Aunque algunos lo niegan otros lo afirman públicamente desde el mismo Israel por los medios de comunicación en masa. Se construyó y fue destruida una vez, se volvió a construir y fue destruida una segunda vez; y ahora el gobierno de Israel la mandó a construir por tercera vez y el día de plazo para entregarla terminada es el 15 de Marzo de 2010; o sea en dos o tres mesecitos. A esa Sinagoga la vimos en fotos y ya casi está terminada, ya está lista, ya tú vez la fotografía hermosa; el mismo Estado de Israel la reconstruyó y se tiene que entregar el 15, de marzo. Por lo tanto, muchos de los judíos están esperando la reconstrucción, y el comienzo del Templo para el 16, comenzando por el altar y los sacrificios; y ellos no están esperando de una manera pasiva, sino que ellos han restaurado el Sanedrín y organizado la restauración del altar y el primer sacrificio; ya lo tienen todo listo. Los animales los tienen listos, ya están recogiendo las listas de las personas de Israel que se inscriben para ese sacrificio; los formularios ya están en internet y de cualquier parte del mundo cualquier judío puede participar y ellos dan siete shekels o siclos, la moneda que ellos dan, como unos dos dólares, que era, como se dice en el Antiguo Testamento, el siclo del santuario que hoy en día ellos lo están tomando con ese equivalente, y eso ya lo están recogiendo, ya la gente se está inscribiendo y ya los animales están todos listos, el altar ya lo hicieron con piedras no tocadas por mano humana no sacerdotal, ni hierro, sino con piedras que tomaron del mar Muerto; los sacerdotes ya prepararon el altar; el altar es móvil; ellos en cualquier momento o en cualquier situación lo van a subir allá para levantar el templo. Ya han tratado de hacer cosas antes. Hermano, en medio de toda esa situación, los otros les están exigiéndoles que se vuelvan a los tiempos de antes de 1967, que Israel devuelva lo recuperado legítimamente. Eso es lo que le exigen a Israel, que ceda Jerusalem oriental, pero Netanjahu se ha mantenido firme. Y hermano, ahora el 16 de marzo, justo cuando se termina el contrato del 15 de la Sinagoga Hurva, el 16 ya se establece el altar y se restablecen los sacrificios, según el deseo de los que están en eso según la profecía del Gaón de Vilna. Incluso hay quienes dicen que hasta los Rockefeller quieren participar aprovechándose de la situación. Hermanos, muchos años, de los años setenta hasta aquí, como decía la profecía: pasará Israel sin sacrificio. Pero para el tiempo final tenía que ser restaurado el sacrificio continuo y la ofrenda para poder poner después los fundamentos y restaurar el templo. Y ya el templo está prefabricado; eso se puede hacer rápido y ya la cosa está para éste año, ni siquiera para final de año sino para el primer trimestre del año; nosotros estamos hoy terminando enero, febrero es más cortito, y después marzo, mes y medio, casi. Hermanos, ¿en qué tiempo estamos? Entonces ¿se dan cuenta cómo las profecías nos están mostrando lo que está pasando? y lo que está pasando en Israel y en Europa, cómo esas dos cosas están paralelas. Entonces amados, estamos en una hora súper avanzadísima en la cual debemos ocuparnos en el Señor y en la tarea del Señor, dar el testimonio; el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará. Tenemos que estar ocupándonos del testimonio del Señor y Él se ocupará de nosotros. Amén hermanos, gracias por ésta oportunidad.
Transcripción de Patricita Iafrancesco A., revisada por el autor. ISAGOGIA DE QOHELET
Por Gino Iafrancesco V. - 18 de Enero, 2010, 15:15, Categoría: General
ISAGOGIA DE QOHELET. El libro sagrado de “Eclesiastés” es de especial significado para mí, y le guardo un profundo aprecio, y gran gratitud a Dios por él, pues el Espíritu Santo lo utilizó conmigo de manera especial para preparar mi corazón para la evangelización, cuando era un estudiante de psicología, y me atosigaba con los libros de Freud, Nietzsche, Sartre y demás. Tengo la experiencia espiritual de haber sido tocado por Dios mientras estudiaba atentamente este libro. Aró la tierra en cuanto me despojaba de las falsas ilusiones humanistas con que nos engañamos a nosotros mismos debajo del sol; y tornó mi corazón hacia la búsqueda de Dios mismo. “Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu. Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor…/…Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ha sido hecho. Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas. El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro. Entonces dije yo en mi corazón: como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora para hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad. Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio…/…Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad…/…Porque ¿qué más tiene el sabio que el necio?.../…Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él…/…Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la faena que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos); y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla. Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios están en la mano de Dios…/…Me volví y vi debajo del sol, que no es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos…/…Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne. El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Ecl.1:17, 18; 2:12-16, 19; 6:8ª,10; 8:16, 17; 9:1ª, 11; 12:12-14). Y esto, por ahora, solo respecto de la sabiduría debajo del sol, sin lo relativo a muchas otras cosas. Gracias a Dios que la moneda tiene dos caras: Si por una cara dice: “Vanidad de vanidades”, por la otra dice: “Cantar de los cantares”. Y el estilo y uso de las palabras es del mismo autor, como veremos; “Cantar de los cantares, el cual es de Salomón” (Cant.1:1); y una misma la inspiración y complementación dentro del contexto general de la revelación divina. A pesar de algunos cuestionamientos subjetivos aislados, el Eclesiastés ha sido reconocido tradicionalmente por el Judaísmo y por el Cristianismo como parte de las Escrituras Sagradas. El Señor Jesucristo, con su declaración general de que la Escritura no puede ser quebrantada (Jn.10:35b), incluye al Eclesiastés bajo Su cobertura. Lo mismo hace el Espíritu Santo con las declaraciones apostólicas (Rom.3:1, 2; 2Tim.3:16, 17). El hecho de que el Libro del Eclesiastés pertenezca al Canon de las Sagradas Escrituras inspiradas por Dios, tiene muchas implicaciones, no percibidas por el espíritu de escepticismo destilado sutilmente, y no tanto, por el modernismo liberal que se expande como un cáncer, arrastrando a la inconsecuencia y sus derivados nefastos. Por eso es necesario “cortar por lo sano”. Para el creyente en la inspiración de las Sagradas Escrituras, lo consecuente es atender cuidadosamente las declaraciones internas de ella misma. La hermenéutica debe ser acorde a la hermenéutica revelada intrínseca. En el juicio crítico acerca de cualquier documento, se debe presumir su autenticidad, hasta que no se demuestre fehacientemente lo contrario, habiendo oído con atención todas las ponderaciones y examinándolas exhaustivamente. El Eclesiastés, al igual que todas las demás Sagradas Escrituras, ha sufrido el ataque inmisericorde del modernismo liberal corrosivo y escéptico. Su verdadera base, la de los ataques, es la sin razón de su antipatía incrédula, vestida de aparente racionalidad; pero ese tipo de crítica ha sido, a su vez, sometida también a la crítica, como corresponde en todo juicio, y ha resultado falsa y nula, dejando a la tradición impertérrida, y sin razones para inmutarse. Según la evidencia interna, la autoría se atribuye a Qohelet ben David, rey en Jerusalem (1:1): “Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén”. “Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo…Miré todas las cosas que se hacen debajo del sol; …Hablé en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mi en Jerusalén; …y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría,…Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes…Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cual fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y de cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno…Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey?” (1:12, 13ª, 14ª, 16ª, 17ª; 2:1ª, 3-10ª, 12ª). Y así continúa en primera persona, dándonos testimonio de su propia vida privilegiada de rey sabio hijo de David, con la intención manifiesta de ver y enseñar cuál fuese el bien de los hijos de los hombres en el cual ocuparse por el resto de la vida en la tierra. Primero se dedicó a la sabiduría, y entonces también a los placeres y a las riquezas, volviendo luego con reflexiones a la sabiduría, habiendo examinando los desvaríos y la necedad. “He visto…, Entonces dije yo en mi corazón…, Aborrecí, por tanto, la vida…, Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol,…Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría…Yo he visto…, Yo he conocido…He entendido…Vi más debajo del sol…y dije en mi corazón: al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y todo lo que se hace. Dije en mi corazón: es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias… ¿Quién sabe…? Así, pues, he visto…Me volví y vi…Y alabé yo a los finados…He visto asimismo que…Yo me volví otra vez, y vi…Vi….Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. (Como también aprendió al final el sabio Job a cerrar la boca)…Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque Él no se complace en los insensatos.” (3:10ª, 12ª, 14ª, 16ª, 17, 18, 21ª, 22ª; 4:1ª, 2a, 3ª, 7ª; 5:1, 2, 4ª; Job 42:1-6). Con su volverse constante y progresivo, este rey sabio, hijo de David, y rey sobre todo Israel en Jerusalén, redescubre a Dios. Y por eso entonces aconseja, y por eso entonces continúa en los capítulos 5, 6 y 7 del Eclesiastés, con una serie de proverbios semejantes a los del Libro de los Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel (Prov.1:1ss). Ahora habla con inmenso realismo de lo que aprendió en el parto; tanto de la vanidad de la vida debajo del sol, como de la parte del bien debajo de ella, como también del sentido trascendente de la vida en Dios mismo. “Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él” (6:10); “Mira la obra de Dios…” (7:13ª); “He aquí que esto he hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la razón…He aquí, solamente esto he hallado: Que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (7:27, 29). Y aquí el autor habla a la vez de sí mismo, tanto en primera como en tercera persona: he hallado; dice el Predicador; he aquí esto he hallado. Y sigue concluyendo: “Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia; y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios” (8:12, 13). Y terminando el capítulo 9, y a lo largo del 10, vuelve al tipo de proverbios semejante al del Libro de los Proverbios de Salomón, como lo venía haciendo en los capítulos 5, 6 y 7; y ahora en el capítulo 11 vuelve a los consejos, también semejantes a los de aquel Libro. Concluye, pues, con la tercera persona, que ya había introducido antes, definida e indefinida, el Predicador, un Pastor, alternándola con la primera literariamente, tal como lo hacemos muchos autores; yo mismo varias veces; “Ahora, pues, hijo mío…Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque este es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (12:12ª, 13, 14). Y el mismo Libro asemeja el Eclesiastés a los Proverbios: “Cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios” (12:9). Cantares, Proverbios y Eclesiastés comienzan de manera similar, pero con contenido progresivo: “Cantar de los cantares, el cual es de Salomón” (1:1). “Los Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel” (1:1). “Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén” (1:1). Podríamos considerar a Cantares un Libro con los bríos de la juventud; a Proverbios un Libro de madurez; y a Eclesiastés un Libro de ancianidad. En Cantares el amor es más importante que el reinado, y en el inicio no se menciona el reinado, aunque en el interior sí; el nombre de Salomón es más importante que el título de rey. En Proverbios el nombre de Salomón se une al de su padre David y al título de rey, conforme a la majestad del apogeo. En Eclesiastés, conforme al espíritu íntimo del libro, aunque el autor se identifica como hijo de David y rey en Jerusalem, como también (v.12) rey sobre Israel, no obstante, prefiere ahora en la ancianidad, ya vuelto de sus andanzas vanas, ocultar humildemente el nombre tras la mera identidad del oficio de asambleísta congregador, lo cual se entiende del título Qohelet, traducido al griego en la Septuaginta como Eclesiastés. De la misma manera que Billy Graham, cuando fue convidado a lanzarse para la presidencia de los Estados Unidos, no se rebajaría de su condición de predicador para ser apenas presidente de la república. Es mejor la humildad del púlpito que la vanidad que rodea al trono. También Jacob, en su ancianidad, actuó de manera humilde y digna ante el faraón; como bien lo resalta Watchman Nee To Sheng en su libro “Transformados a Su semejanza”. Qohelet es una palabra que proviene de Qahal, la cual última significa: asamblea, congregación, grupo, en cuanto sustantivo de origen; en cuanto verbo nominativo, diferenciado del anterior por las señales masoréticas vocales, significa: convocar reunión. Otras palabras derivadas de la misma raíz son: Qehilâ (que también significa asamblea o congregación), como igualmente: Maqhël. La Septuaginta traduce el verbo hebreo Qahal al griego Ekkaleö. Por eso también asamblea se traduce iglesia, de ekklesía; y por tanto, Eclesiastés de Qohelet. Pero la Septuaginta también traduce en varias ocasiones Qahal por: Sinagoga; por lo tanto, podría incluir también: Sínodo. A su vez, Qahal provendría del verbo Qôl: hablar, como aparece principalmente en Ezequiel y en los Documentos del Qumram. La terminación de Qohelet es femenina, como también sucede en castellano con nombres femeninos de extracción masculina, tales como Amparo, Socorro, Pilar, etc. Así Qohelet puede decirse en castellano: asambleísta, con terminación en “a” como los femeninos, pero aplicable a los dos géneros. Viendo, pues, todas las aplicaciones raizales, no está equivocado que algunas traducciones traduzcan Qohelet por Predicador. Y a veces un nombre común se torna propio. Por lo cual, el Midrás Qohelet Rabbah habla de los tres nombres del hijo de David, rey de Israel en Jerusalem: Salomón, Jedidías y Qohelet (QoR.I:1.3.1.2). Es interesante notar que aunque la terminación hebrea de la palabra Qohelet tiene visos femeninos, no obstante, en el hebreo bíblico generalmente se conjuga con verbos en forma masculina, con apenas una excepción en Eclesiastés 7:27, que algunos sospechan ser quizás una separación equivocada de palabras. (Véase Jack P. Lewis de Memphis, en DITAT; J. Y. Campbell, “Orígen y significado del uso cristiano de la palabra “iglesia” ”; Nils A. Dahl de Darmstadt, “Das Volk Gottes”; F. Zimmerman, “La Raíz “qahal” en algunos pasajes de la Escritura”). El texto arriba referido del Midrás Qohelet Rabbah es el siguiente: “Se le llama de tres formas: Yedidías, Salomón y Qohelet. Rabí Yehosúa ben Leví sostenía en cambio que de siete: Agur, Yaqué, Lemuel, Itiel, más los tres mencionados son siete. Rabí Samuel bar Najmán decía a su vez que, en principio, los auténticos son tres: Yedidías, Salomón y Qohélet; admitía, sin embargo, los otros cuatro, siempre que se entendieran como apodo de Salomón, y que fueran dados con la intención de ser interpretados: Agur, porque había acumulado palabras de la Torá; Yaqué, porque vomitaba su discurso, como un cuenco que primero se llena y después se vacía; así Salomón aprendió la Torá primero para olvidarla después; Lemuel, porque habló contra Dios en su corazón al decir: yo puedo aumentar el número de mujeres sin pecar; Itiel, porque dijo: Dios está conmigo, así que puedo”. (Traducción castellana de la filóloga complutense Dra. Carmen Motos, del Midrás Qohelet Rabbah, publicado por la Biblioteca Midrásica, N.22, Navarra 2001). Las opiniones de los rabíes Yehosúa ben Leví y Samuel ben Najmán, de ser siete los nombres de Salomón, no me parece plausible, pues Agur ben Jaqué, Itiel I, Itiel II, Ucal y Lemuel (Prov.30:1; 31:1), son nombres de diferentes personajes: el primero, un sabio profeta; y el último, un rey; y los tres intermedios, los destinatarios de la profecía del primero mencionado. Salomón no solamente escribía, sino que también recopilaba la sapiencia de otros sabios (Prov.24:23; Ecl.12:9-11). Además, muchos de los Proverbios de Salomón, y de los que él recopilaba, fueron a su vez copiados en días del rey Ezequías de Judá (Prov.25:1). Los varones de Ezequías editaron, pues, tales colecciones, como también los Salmos davídicos y los Salmos asáficos (2Cr.29:30). Sirva de glosa al margen en este momento, la llamada de atención acerca de que toda esta labor escrituraria y editorial de David, Asaf, Salomón, Ezequías y sus varones, incorpora el trasfondo mosaico, como pudo verse, por ejemplo en este escrito, en las alusiones de Salomón a los mandamientos de Dios, al igual que a la Ley en los Salmos; lo cual refuta las hipótesis documentarias de tipo wellhausiano. (Al respecto, véanse de este mismo autor Gino Iafrancesco V., los libros: “Aproximación a Crónicas”, “Preliminares a una exégesis cosmogónica” y “Al Principio”). Los asuntos filológicos se verán, Dios mediante, más adelante. Retomando el asunto de los nombres de Salomón según el Midrás Qohelet Rabbah, el autor mismo anónimo del mencionado midrás, apenas parece reconocer tres: Jedidías, Salomón y Qohelet. El último aparece alguna vez en hebreo con artículo, rebajándolo de la categoría de nombre propio a mero título; aunque también ya dije que a veces nombres comunes se tornan propios. Examinando, pues, la evidencia interna, en lo que respecta a lo dicho por el mismo texto inspirado del Eclesiastés, su autor es Salomón Jedidías Qohelet, hijo de David, y rey de Israel en Jerusalem. Ciertamente que en el caso de libros judaicos no inspirados, y otros, algunas veces el autor asume un nombre que no es el propio, sino el de algún héroe bíblico; pero ese no puede ser el caso en un libro verdaderamente inspirado por el Espíritu Santo, según es el caso de Eclesiastés, de acuerdo a la enseñanza del Señor Jesús y sus apóstoles, pues se le estarían atribuyendo mentiras al Santo Espíritu. El autor de Eclesiastés fue hijo de David, rey de Israel en Jerusalem. La expresión simple “hijo de David”, ciertamente puede aplicarse no solamente a Salomón, sino también a otros hijos y nietos y descendientes de David, etc; pero la expresión “rey de Israel” solamente se puede aplicar a Saul, Is-Boset, David y Salomón, que fueron los únicos reyes de Israel que reinaron sobre las doce tribus. Pero como Saul e Is-Boset no fueron hijos de David, entonces solamente nos queda Salomón, que además fue rey de Israel en Jerusalem. Saul e Is-Boset no reinaron desde Jerusalem. El que Salomón diga que fue rey de Israel en Jerusalem, no significa que ya no lo sea cuando escribe, sino simplemente que lo ha sido, o que ha llegado a serlo. Por otra parte, el hecho de que el autor de Qohelet haya dicho que fue engrandecido mucho más que los que fueron antes de él en Jerusalem, no significa necesariamente, como algunos sostienen, que el plural implica no ser Salomón el autor. Pero debemos tener en cuenta que antes de David, padre de Salomón, que se tomó la ciudad por mano de Joab, ya existieron reyes jebuseos en la ciudad anteriores a David y a la toma de Joab, los cuales también son aludidos en el plural; igualmente debemos incluir a Melquisedec, figura de Cristo. Además, cuando Salomón se refiere a que fue engrandecido más que los que fueron antes de él en Jerusalem, no dice necesariamente que fueron reyes antes de él en Jerusalem, sino simplemente que fueron en Jerusalem antes de él, no necesariamente reyes; por lo cual la frase puede también referirse a todos los que existieron o vivieron en Jerusalem antes de él, sin necesidad de haber sido reyes. Las circunstancias reales que vivió Qohelet hijo de David rey de Israel en Jerusalem, fueron las típicas que vivió Salomón según lo dicho en otras de las Escrituras Sagradas que a él se refieren, como Reyes y Crónicas. No hay candidato mejor. Por lo tanto solo resta considerar los asuntos filológicos levantados imprudentemente por el modernismo escéptico liberal, refutados, no obstante, suficientemente por la erudición conservadora tradicional. Al igual que lo hasta aquí dicho, las consideraciones filológicas también constituyen evidencia interna. Debemos tener en cuenta, dentro de las consideraciones filológicas, que ha existido una historia arqueológica de descubrimientos lingüísticos, posterior a las críticas apresuradas del modernismo liberal, especialmente de Cornill, Delitzsch, Driver y sus émulos, las cuales han sido acalladas por la evidencia documental. Supuestos neologismos en el Texto sagrado, se demostraron más bien ser arcaísmos semíticos comunes al hebreo, arameo, babilonio y ugarítico arcaicos. También el codearse salomónico con la cultura fenicia, que ya había rodeado a Hiram (y por supuesto también a Salomón), ha sido puesto de manifiesto especialmente por Mitchell Dahood, James Muillemberg y Margoliuth; de donde se ve que los supuestos arameísmos tardíos alegados, ya eran arcaicamente empleados en las inscripciones fenicias, como las de Eshmunazar y Tabnith. Además, Gleason Archer corrige algunas especulaciones de M. Dahhod, haciendo mucho más claro el contexto fenicio histórico arcaico. Los 97 términos que Franz Delitzsch, desde la supuesta autoridad únicamente de Cornill, alistaba como arameísmos post-exílicos, fueron fácilmente reducidos a una decena por Hengstemberg ya en su propia época, y mucho más por Robert Dick Wilson y Gleason Archer posteriormente ("Investigación científica del Antiguo Testamento" de Wilson, y "Reseña crítica de una introducción al Antiguo Testamento" y "Enciclopedia de dificultades bíblicas" de Archer, respectivamente). Y nadie puede dudar de la solvencia académica y filológica de estos expertos profesores especialistas en lenguas antiguas (Wilson en 45 lenguas, y Archer en 26). El tratamiento de Wilson sobre cada uno de los supuestos y alegados arameísmos tardíos es minucioso y contundente. Véase también al respecto su colección de artículos sobre el tema publicados en 1925 en la Revista Presbiteriana. Por otra parte, los términos salomónicos que reconoce E. Young en Cantar de los cantares, son los mismos que reconoce Archer en Qohelet. La discusión filológica modernista, que a su vez ha sido sometida también a la crítica, ha devuelto, desde la academia y la más reciente arqueología, la bandera de la vanguardia, irónicamente en los tiempos del post-modernismo, otra vez a la tradición juedo-cristiana más conservadora. Gino Iafrancesco V., octubre de 2009, Bogotá D.C., Colombia. RETORNO DE ISRAEL (1)
Por Gino Iafrancesco V. - 7 de Noviembre, 2008, 22:46, Categoría: General
Pendón, Silbido, Señal y Trompeta Mesías,
Espíritu, Redención, Evangelio. por: Gino Iafrancesco V. RETORNO DE ISRAEL Los
misterios de Dios están estrechamente relacionados entre sí, y cada uno de
ellos es un capítulo necesario a la totalidad. No debemos olvidar ninguno de
ellos, a la vez que no debemos considerar a ninguno de ellos aislado de los
demás, ni sobredimensionarlo en detrimento de la armonía del cuadro completo.
Claro está que no se puede tratar de todo al mismo tiempo, pero debemos prever
que al considerar uno de los capítulos, al mismo tiempo se tengan también en
cuenta los demás. La razón de este preámbulo es para que podamos considerar el
misterio de Israel dentro del amplio contexto de los misterios de Dios. Éstos
comienzan y terminan con Dios mismo: el misterio de Dios a consumarse, el
misterio de Dios: Cristo, el misterio de la voluntad divina, el misterio de la
economía divina, el misterio de la piedad, el misterio del evangelio, el
misterio de la fe, el misterio de Cristo: En
trabajos anteriores hemos dedicado tiempo a todos estos respectos,
especialmente en los libros: “ Así
que pasaré inmediatamente, para esta hora coyuntural presente, a considerar el
divino tema revelado de la elección de Israel, de su lugar en la estrategia
divina, de su endurecimiento parcial en relación a la primera venida del Mesías
en aras de la inclusión de los gentiles en el misterio de Cristo, y entonces,
principalmente, por causa de la coyuntura presente, pasaremos a considerar de
su restauración tras la trasgresión y defección, de su admisión tras la
exclusión, y de su reinserción tras el desgajamiento. Ante el contexto complejo
y completo del misterio de Israel en todas las Sagradas Escrituras del Antiguo
y Nuevo Testamentos, no podemos, basados en una interpretación in vacuo de la parábola mesiánica de los
labradores malvados, pretender cerrar definitivamente el caso con una teología
del reemplazo absoluto de Israel. Ciertamente el Mesías dijo: “Por
tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a
gente que produzca los frutos de él” (Mt.21:43); pero, por el contexto
íntegro de las Escrituras, y por la sujeción del Mesías a ellas, debemos
comprender también el status
transitorio de tal declaración, y su objetivo aleccionador para Israel: para
despertarlos a celos. Tal despertamiento es el objetivo de la declaración
mesiánica, y no su exclusión definitiva de las irrevocables promesas divinas.
Tales promesas es necesario considerar atentamente. Todas ellas eran las que el
apóstol Pablo tenía presentes al escribir acerca del misterio de Israel a los
gentiles en su carta a los romanos. Escribía
allí (Rom.11) Pablo: “Digo, pues…”, (ya que en el capítulo
10 había hablado de la contradicción parcial y temporal de Israel frente al
evangelio); “¿Ha desechado Dios a Su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo
soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín”.
(Es decir, las iglesias de Judea, Samaria y Galilea, y los convertidos
cristianos regenerados de entre los judíos por toda la tierra y la historia,
demuestran que el endurecimiento de Israel es apenas parcial y temporal). “No ha
desechado Dios a Su pueblo, al cual desde antes conoció”. (Y aquí
emplea Pablo la misma expresión que usa en relación a la presciencia divina, a
Su conocimiento anticipado, para la elección y predestinación de Vemos,
pues, que Pablo hasta aquí ya ha hablado inspiradamente, y sobre la base de los
profetas, de la admisión de Israel y su plena restauración. Por lo tanto, la
teoría del reemplazo absoluto de Israel, no es consecuente con el tenor general
de las Escrituras inspiradas. Continúa entonces Pablo hablando de la santidad
de la masa restante de donde se tomaron las primicias, y de la santidad de las
ramas, gracias a la raíz. No todas las ramas fueron desgajadas, pues debemos
recordar el remanente constante; por lo tanto, mediante la fe, y por eso
hablamos abiertamente delante de Israel, habrá una reinserción nacional,
conforme a las promesas y al pacto de Dios para con Israel. El misterio de
Israel tiene, pues, en su final, tres partes principales: (1) Por sus pecados,
el pueblo escogido, Israel, sería endurecido en parte, y entonces corregido y
esparcido; (2) Serían entonces provocados a celos cuando Dios tomase un pueblo
para sí de entre los gentiles; (3) Israel sería entonces plenamente restaurado
como nación, volviendo de la dispersión, admitido al recibir la vida que viene
del Mesías por Su Espíritu, y reinsertado en el reino de Dios. Todo esto debido
al llamamiento y don irrevocables de Dios, por causa de la promesa a los
patriarcas, y del celo de Dios por Su propio Nombre. En
cuanto al actual retorno de Israel, que es la coyuntura presente, y lo que a
esto sigue, debemos recordar varias profecías que atañen a la tercera parte del
misterio referido. Por Isaías dice Dios claramente: “En
aquel tiempo el renuevo de Yahveh será para hermosura y gloria, y el fruto de
la tierra para grandeza y honra, a los sobrevivientes de Israel. Y
acontecerá que el que quedare en Sion, y el que fuere dejado en Jerusalén, será
llamado santo; todos los que en Jerusalén estén registrados entre los
vivientes, cuando el Señor lave las inmundicias de las hijas de Sion, y limpie
la sangre de Jerusalén en medio de ella, con espíritu de juicio y con espíritu
de devastación…/… Acontecerá
en aquel tiempo que La
Raíz de Isaí, Jesucristo, el León de la tribu de Judá, Heredero de todas las
cosas, ya ha sido puesta por Dios como pendón a todos los gentiles, y por eso
Su Iglesia se encuentra en todas las naciones. Una vez castigado Israel por sus
pecados e incredulidad, el Mesías, cual pendón a las naciones, envía apóstoles
a Occidente, al Norte de África, al Asia Menor, a Siberia, a Grecia, y a las
costas lejanas, a publicar la gloria divina, y a portar la señal divina que indique
que es la hora para que se recoja a los dispersos de Israel de nuevo a su
tierra. Incluso los gobiernos de las naciones, amigos de Israel, han de colaborar
en este asunto, para que los israelitas regresen a Israel desde Irak, Egipto,
Eritrea, Etiopía, Asia Central, Kuwait, Siria, Líbano y ultramar, etc.. Los
entendidos del plan divino deben cooperar para que las legislaciones contemplen
el ayudar y apoyar al retorno de los israelitas a su tierra. Y no solo desde
los ámbitos gubernamentales, sino también desde la filantropía civil. Entonces
vuelven los dispersos de Israel a su tierra desde el Oriente, el Occidente, el
Norte y el Sur, desde Sefarad y los principados de Tarsis, y desde Ahora
bien, en pleno tiempo de cautiverio y dispersión babilónica, también por Jeremías
profetizó Yahveh: "…Yo mismo recogeré el remanente de mis
ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas;
y crecerán y se multiplicarán. Y pondré sobre ellas pastores que las
apacienten; y no temerán más, ni serán menoscabadas, dice Yahveh. He aquí que vienen días, dice Yahveh, en que levantaré a
David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y
justicia en la tierra. En Sus días será salvo Judá, e Israel habitará
confiado; y éste será Su nombre con el cual le
llamarán: Yahveh, justicia nuestra. Por tanto, he aquí que vienen días,
dice Yahveh, en que no dirán más: Vive Yahveh que hizo subir a los hijos de
Israel de la tierra de Egipto, sino: Vive Yahveh que hizo subir y trajo la
descendencia de Israel de la tierra del norte, y de todas las tierras adonde Yo
los había echado; y habitarán en su tierra…/…Porque he aquí que vienen días, dice Yahveh, en que haré
volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Yahveh, y los traeré
a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán. Estas, pues, son las palabras que habló Yahveh acerca de
Israel y de Judá. Porque así ha dicho Yahveh: Hemos oído voz de temblor; de
espanto, y no de paz. Inquirid ahora, y mirad si el varón da a luz; porque he
visto que todo hombre tenía las manos sobre sus lomos, como mujer que está de
parto, y se han vuelto pálidos todos los rostros. ¡Ah, cuán grande es aquel
día! Tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo
de angustia para Jacob; pero de ella será librado. En aquel día, dice Yahveh sabaot, Yo quebraré su yugo de
tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en
servidumbre, sino que servirán a Yahveh su Dios
y a David su Rey, a quien yo les levantaré.
Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice Yahveh, ni te atemorices, Israel;
porque he aquí Yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de
la tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no
habrá quien le espante. Porque Yo estoy contigo para salvarte, dice Yahveh,
y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te
destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin
castigo. Porque así ha dicho Yahveh: incurable es tu quebrantamiento, y
dolorosa tu llaga. No hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti
medicamentos eficaces. Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan; porque
como hiere un enemigo te herí, con azote de adversario cruel, a causa de la
magnitud de tu maldad y de la multitud de tus pecados. ¿Por qué gritas a causa
de tu quebrantamiento? Incurable es tu dolor, porque por la grandeza de tu
iniquidad y por tus muchos pecados te he hecho esto. Pero serán confundidos
todos los que te consumen; y todos tus adversarios, todos irán en cautiverio;
hollados serán los que te hoyaron, y a todos los que hicieron presa de ti daré
en presa. Mas Yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice
Yahveh; porque desechada te llamaron, diciendo; Esta es Sion, de la que nadie
se acuerda. Así ha dicho Yahveh: he aquí Yo hago volver los cautivos de las
tiendas de Jacob, y de sus tiendas tendré misericordia, y la ciudad será
edificada sobre su colina, y el templo
será asentado según su forma. Y saldrá de
ellos acción de gracias, y voz de nación que está en regocijo, y los
multiplicaré, y no serán disminuidos; los multiplicaré, y no serán
menoscabados. Y serán sus hijos como antes, y su congregación delante de Mí
será confirmada; y castigaré a todos sus opresores. De allí saldrá su príncipe, y de en medio de ella su
señoreador; y le haré llegar delante cerca, y él se acercará a Mi; porque
¿quién es aquel que se atreve a acercarse a Mi? Dice Yahveh. Y me seréis por pueblo, y Yo seré vuestro Dios. He aquí
que la tempestad de Yahveh sale con furor; la tempestad que se prepara, sobre
la cabeza de los impíos reposará. No se calmará el ardor de la ira de Yahveh,
hasta que haya hecho y cumplido los pensamientos de Su corazón; en el fin de los días entenderéis esto. En aquel tiempo, dice Yahveh, Yo seré por Dios a todas las
familias de Israel, y ellas me serán a Mí por pueblo. Así ha dicho Yahveh: el
pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba
en busca de reposo. Yahveh se manifestó a mi hace ya mucho tiempo, diciendo:
Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. Aún te
edificaré, y serás edificada, oh virgen de Israel; todavía serás adornada
con tus panderos, y saldrás en alegres danzas. Aún plantarás viñas en los
montes de Samaria; plantarán los que plantan, y disfrutarán de ellas. Porque habrá día en que clamarán los guardas en el Monte de
Efraín: Levantaos y subamos a Sion, a Yahveh nuestro Dios. Porque así ha dicho Yahveh: regocijaos en Jacob con
alegría, y dad voces de júbilo a la
cabeza de naciones; haced oir, alabad, y decid: oh Yahveh,
salva a Tu pueblo, el remanente de
Israel. He aquí Yo los hago volver de
la tierra del norte, y los reuniré de los fines de la tierra, y entre ellos
ciegos y cojos, la mujer que está encinta y la que dio a luz juntamente; en
gran compañía volverán acá. Irán con lloro, mas con misericordia los
haré volver, y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por Padre, y Efraín es mi
primogénito. Oíd palabra de Yahveh, oh
naciones, y hacedlo saber en las costas que están lejos, y decid: El que esparció a Israel lo reunirá y lo guardará, como
el pastor a su rebaño. Porque Yahveh redimió a Jacob, lo redimió de mano
del más fuerte que él. Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sion, y
correrán al bien de Yahveh, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de las
ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán
dolor. Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos
juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su
dolor. Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y Mi pueblo será
saciado de Mi bien, dice Yahveh. Así ha dicho Yahveh: Voz fue oída en Ramá,
llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser
consolada acerca de sus hijos, porque perecieron. Así ha dicho Yahveh: reprime
del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu
trabajo, dice Yahveh, y volverán de la tierra del enemigo. Esperanza hay también para tu porvenir, dice
Yahveh, y los hijos volverán a su propia tierra. Escuchando, he oído a
Efraín que se lamentaba: - me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme,
y seré convertido, porque Tú eres Yahveh mi Dios. Porque después que me
aparté tuve arrepentimiento, y después que reconocí mi falta, herí mi muslo; me
avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi juventud.- ¿No es
Efraín hijo precioso para Mí? ¿No es niño en quien me deleito? Pues desde que
hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso Mis entrañas se
conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Yahveh. Establécete señales, ponte majanos altos, nota atentamente
la calzada; vuélvete por el camino por donde fuiste, virgen de Israel, vuelve a
estas tus ciudades. ¿Hasta cuándo andarás
errante, oh hija contumaz? Porque Yahveh creará una cosa nueva sobre la tierra:
la mujer rodeará al varón. Así ha dicho Yahveh sabaot, Dios de Israel: Aún
dirán esta palabra en tierra de Judá y en sus ciudades, cuando Yo haga
volver sus cautivos: Yahveh te bendiga, oh morada de justicia, oh monte
santo. Y habitará allí Judá, y también en todas sus ciudades labradores, y los
que van con rebaño. Porque satisfaré el alma cansada, y saciaré a toda alma
entristecida. En esto me desperté, y vi, y mi sueño me fue agradable. He aquí
vienen días, dice Yahveh, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá
de simiente de hombre y de simiente de animal. Y así como tuve cuidado de ellos
para arrancar y derribar, y trastornar y perder y afligir, tendré cuidado de
ellos para edificar y plantar, dice Yahveh. En aquellos días no dirán más:
los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la
dentera, sino que cada cual morirá por su propia maldad; los dientes de todo
hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera. He aquí que viene días, dice Yahveh, en los cuales haré nuevo
pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice
con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto;
porque ellos invalidaron Mi pacto, aunque Yo fui como un marido para ellos,
dice Yahveh. Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de
aquellos días, dice Yahveh: Daré Mi ley en su mente, y la escribiré en su
corazón; y Yo seré a ellos por Dios, y ellos Me serán por pueblo. Y no enseñará
más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: conoce a Yahveh;
porque todos Me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande,
dice Yahveh; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su
pecado. Así ha dicho Yahveh, que da el sol
para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche,
que parte el mar, y braman sus ondas; Yahveh sabaot es Su nombre: Si
faltaren estas leyes delante de Mi, dice Yahveh, también la descendencia de
Israel faltará para no ser nación delante de Mi eternamente. Así ha dicho
Yahveh: Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los
fundamentos de la tierra, también Yo desecharé toda la descendencia de Israel
por todo lo que hicieron, dice Yahveh. He aquí que vienen días, dice
Yahveh, en que la ciudad será edificada a Yahveh, desde la torre de Hananeel
hasta la puerta del Ángulo. Y saldrá más allá el cordel de la medida delante de
él sobre el collado de Gareb, y rodeará a Goa. Y todo el valle de los cuerpos
muertos y de la ceniza, y todas las llanuras hasta el arroyo de Cedrón, hasta
la esquina de la puerta de los caballos al oriente, será santo a Yahveh; no
será arrancada ni destruida más para siempre…He aquí que Yo los reuniré de
todas las tierras a las cuales los eché con Mi furor, y con Mi enojo e
indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar
seguramente; y Me serán por pueblo, y Yo seré a ellos por Dios. Y les daré un corazón, y un camino, para que Me teman
perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. Y haré
con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi
temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de Mí. Y me alegraré con
ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo Mi
corazón y de toda Mi alma. Porque así ha dicho
Yahveh: Como traje sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré sobre
ellos todo el bien que acerca de ellos hablo. Y poseerán heredad en esta tierra
de la cual vosotros decís: está desierta, sin hombres y sin animales, es
entregada en manos de los caldeos. Heredades comprarán por dinero, y harán
escritura y la sellarán y pondrán testigos, en tierra de Benjamín y en los
contornos de Jerusalén, y en las ciudades de Judá; y en las ciudades de las
montañas, y en las ciudades de [1] La
segunda noche de |